Cuando tenía más o menos 11 años, estábamos en Hawaii en una reunión de los Hombres de Negocios del Evangelio Completo (FGBMF por sus siglas en inglés) donde mi papá estaba predicando. Por algún motivo me pidieron que cantara antes del almuerzo. Todavía tengo curiosidad de saber por qué me lo pidieron ─ A MENOS que mis padres les dijeran que a mí me gustaba mucho cantar. De cualquier modo, era la primera vez que cantaría en público. Mi papá me llamó aparte y me contó acerca de la primera vez que él había cantado con audiencia. Se trataba de un niño pequeño cantando en el picnic de la iglesia. ¡Me dijo que había comido mucho en el picnic y como resultado, cuando se paró a cantar, había eructado! ¡Recuerdo que me hizo reír tanto que me olvidé de los nervios que tenía! ¿Qué aprendí ese día? ¡A no comer demasiado antes de cantar!
Una cosa que amo acerca de mi mamá y mi papá es su amor, apoyo y cómo creen en los demás. Ellos no me obligaron para que mi don y llamado fueran perfectos ni estuvieran completamente desarrollados antes de permitirme ser parte del ministerio con ellos. No considero que tenga un gran talento para cantar, pero siempre he tenido un corazón para cantar por Jesús. Ellos lo notaron y proveyeron el espacio necesario para que creciera. Creo que hasta le alardearon acerca de mí a Demos Shakarian, el fundador de FGBMF, quien compartía la misma visión “ama al prójimo, valora al prójimo” que nos enseñó Jesús. La verdad es que no recuerdo cómo canté ese día, pero recuerdo que me sentí valiosa para esos dos héroes de mi vida.
Esto me motivó a ver más allá de lo superficial para encontrar el valor de las personas ─ a ver más allá de sus problemas y ver sus llamados individuales. Todos nosotros somos llamados por Jesús y estamos equipados para llevar a cabo ese llamado. Estoy agradecida de que puedo ver a los demás a través de Sus ojos y estar disponible para Él para brindarle a los demás una puerta abierta o una primera oportunidad. Guiarlos a la puerta después de que Satanás ha tratado de derrotarlos es muy poderoso. También estoy agradecida por cada persona que alguna vez vio algo en mí y que se convirtió en una semilla para lo que Dios ha sembrado. Esas puertas, el ánimo y los púlpitos me dieron la oportunidad de crecer y eventualmente convertirme en quien soy hoy en día.
Puedo recordar en cuántas personas mis padres han creído ─ personas que recibieron oportunidades para brillar. Ministros nuevos promovidos, otros perdonados y a los que se les permitió crecer y hacerse más grandes. Esos son recuerdos que amo acerca de mis padres, y que representan
a los Ministerios Kenneth Copeland.