En esta época, la paz es algo precioso. Y para muchas personas, algo muy raro. Todos los días nuestros ojos, oídos y corazones son bombardeados por los medios de comunicación masiva con titulares deslumbrantes de fatalidad y visiones de confusión… cualquier cosa, menos paz. La gente en todas partes está enfrentando toda clase de presiones y estrés. Y las personas tienen una decisión que tomar—recibir en su corazón toda esa confusión, o resistir el temor y rehusarse a permitirle que les robe la paz.
Confío en que tú escogerás resistir el temor y vivir en paz—sin importar lo que esté sucediendo. Y solamente existe una manera de hacerlo efectivamente: debes ir a Dios y a Su Palabra.
Una escritura clave para establecerse en la paz la encontramos en Isaías 26:3: «Tú guardas en completa paz a quien siempre piensa en ti y pone en ti su confianza.» La paz llega como resultado de confiar en Dios—operar en fe, mantener tu mente en Su Palabra y actuar conforme a ella.
Es interesante notar que, en este versículo, la palabra paz es en el hebreo original shalom, la cual significa “sin que nada falte, nada roto”. La raíz de esta palabra conlleva el significado de “estar completo, sano, pleno”. Además, existe otra definición para paz que especialmente me gusta: “Todo lo que contribuye al bien supremo del hombre”. Piensa en cómo esta frase revela el corazón de Dios: Él tiene para nosotros en Su mente el “bien supremo”.
Esa clase de paz significa vivir en un estado de descanso, tranquilidad y calma. Es la ausencia de contienda: un lugar de tranquilidad. Generalmente denota estar perfectamente bien e incluye relaciones armoniosas entre Dios y el hombre, entre los hombres, las naciones y las familias.
¿No te motiva esto a cultivar la paz en tu vida?
Obteniendo la paz
Alexander Maclaren dijo: “La verdadera paz no proviene de la ausencia de problemas, sino de la presencia de Dios y será profunda y traspasará todo entendimiento en la medida exacta en que vivimos y participamos del amor de Dios”.
Medita al respecto por un instante: la paz no es determinada por la ausencia de problemas, sino por la presencia de Dios.
El amor, el gozo y la paz brotan de tu espíritu como resultado de tu relación con Dios. En la medida en que camines en el amor de Dios—amando a Dios y a los demás—así es como podrás disfrutar de la paz.
Cada fruto del espíritu está íntimamente relacionado con el caminar en amor. Es imposible caminar en contienda, falta de perdón y odio y tener paz al mismo tiempo. Hebreos 12:14 dice: «Procuren vivir en paz con todos…» Si tienes paz con Dios, puedes tener paz en cada relación en tu vida.
En esta época del año, frecuentemente escuchamos la historia de navidad de Lucas 2:14, acerca del nacimiento de Jesús y cómo los ángeles anunciaron: «¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra a todos los que gozan de su favor!» La palabra paz en esta escritura es muy significativa. Significa “unir lo que ha sido separado”.
Nuestra paz proviene de nuestra unión con Dios. Cuando Jesús nació, la paz regresó a la Tierra haciendo posible que el hombre y Dios tengan paz de nuevo el uno con el otro.
Jesús, el príncipe de paz, es nuestra paz (Efesios 2:14). Cuando lo aceptamos como nuestro Salvador y lo hacemos el Señor de nuestra vida, estamos en pacto con Dios y ese es un pacto de paz. El mensaje de salvación también es llamado “el evangelio de la paz”, porque Jesús pagó el precio por nuestros pecados, proveyendo paz con Dios.
Si tuviera que definir la salvación en una palabra, escogería “plenitud”. Cuando te entregas al Señor Jesucristo, no solamente tus pecados son perdonados y naces de nuevo, sino que también recibes plenitud en cada área de tu vida—espíritu, alma y cuerpo.
Saca corriendo a la ansiedad
Jesús proveyó un camino para que nosotros experimentemos la plenitud cuando: «…Él fue herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre Él vino el castigo [que se necesitaba para obtener] nuestra paz y el bienestar para nosotros, y por su llaga [esa herida] fuimos sanados y hechos plenos» (Isaías 53:5, Biblia Amplificada Edición Clásica).
¿No es maravilloso saber que Jesús cargó todas esas cosas malas que podían robarnos nuestra paz—el pecado, el dolor, la depresión, la ansiedad, las enfermedades mentales y dolencias? ¡Él pagó el precio para que nosotros vivamos una vida pacífica!
Sin embargo, es importante darnos cuenta de que la paz no viene de manera automática—hay algo que nosotros debemos hacer.
Es cierto que Jesús nos ha dado Su paz. Como el resto del fruto del espíritu, esta se convierte en parte de nuestra naturaleza cuando nacemos de nuevo. Pero de la misma manera que el otro fruto del espíritu, nosotros tenemos que someternos a la paz para que esta se manifieste en nuestra vida. Y debemos escoger no someternos a la ansiedad y al temor. Requiere de un compromiso consciente el ser obediente a la Palabra de Dios y caminar en el fruto del espíritu.
En Juan 14:27 Jesús nos anima con estas palabras: «La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da». Después Él añade: «No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo».
Y en Filipenses 4:6-7, Pablo dijo: «No se preocupen por nada. Que sus peticiones sean conocidas delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias, y que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús».
Nota que después de que Pablo dijo: “No se preocupen por nada”, nos instruyó a presentarle todas nuestras peticiones a Dios en oración. Cuando oras en fe y crees que recibes lo que has orado, el resultado es la paz de Dios, cerrándole la puerta a la ansiedad. Creará una imagen mental de que «la paz…guardará y cuidará nuestro corazón y mente en Cristo Jesús» (AMPC).
Piensa de la manera que Dios piensa
Ya estudiamos en Isaías 26 que mantener nuestra mente en Dios y confiar en Él produce paz. La Biblia está llena de escrituras que nos dicen que Dios siempre ha querido que Su pueblo viva en paz. Esto se manifiesta claramente en Jeremías 29:11: «Sólo yo sé los planes que tengo para ustedes. Son planes para su bien, y no para su mal, para que tengan un futuro lleno de esperanza». ¡La paz es el plan de Dios!
De acuerdo con 1 Corintios 14:33: «Dios no es Dios de confusión, sino de paz». Y hemos aprendido en 1 Corintios 7:15 que Él nos ha llamado a la paz.
Después, sólo observa esta promesa en Isaías: «Yo soy el Señor tu Dios, cuya enseñanza es provechosa, y que te dirige por el camino que debes seguir. Si hubieras prestado atención a mis mandamientos, tu paz habría fluido como un río, y tu justicia sería como las olas del mar» (48:17-18).
Dios nos ha dado Sus mandamientos, Su Palabra, para que nosotros podamos prosperar y vivir en paz. De hecho: «Si el Señor aprueba los caminos del hombre, hasta sus enemigos hacen la paz con él» (Proverbios 16:7). ¡Esa es una promesa maravillosa! Si nosotros caminamos en pacto con Dios, nosotros podemos tener paz hasta con nuestros enemigos.
Viviendo en serenos lugares de reposo
Existen suficientes problemas en este mundo. Sin la protección de Dios, las cosas son inseguras en esta vida. Sin embargo, Isaías 32:17-18 nos asegura que: «El producto de la justicia será la paz; tranquilidad y seguridad perpetuas serán su fruto. Mi pueblo habitará en un lugar de paz, en moradas seguras, en serenos lugares de reposo» (Nueva Versión Internacional).
Si nosotros queremos vivir en paz, tenemos que buscar y perseguir la justicia—tenemos que seguir a Dios y obedecer Su Palabra. El premio es sustancial—¡tranquilidad, confianza, lugares serenos de reposo, moradas seguras y descanso!
La paz es una fuerza tan poderosa que aun si tus circunstancias están de cabeza, o estás atrapado en medio de una guerra, o si estás experimentado confusión emocional —aun en ese momento— la paz de Dios puede levantarse en tu interior y darte una sensación de bienestar.
Vivir en paz es una bendición de Dios, sin importar lo que sucede en el exterior.
La verdad es que nosotros podemos permanecer inmutables durante cualquier crisis, cuando estamos vitalmente conectados a Dios.
La Biblia promete: «La gente que ama tus enseñanzas encontrará la paz verdadera; nada los hará tropezar» (Salmo 119:165, PDT).
La paz es un árbitro
Otro aspecto maravilloso de la paz es que actuará como una señal de Dios para guiarnos. Cuando tienes una pregunta acerca de lo que deberías hacer, la Biblia dice: «Que en el corazón de ustedes gobierne la paz de Cristo» (Colosenses 3:15).
Me gusta la traducción de la Biblia Amplificada, Edición Clásica: «Permitan que la paz (la armonía del alma que viene) de Cristo gobierne (actué como un árbitro continuamente) en sus corazones [decidiendo y asentando finalmente todas las preguntas que se levanten en su mente, en ese estado pacífico] al cual como [miembros de Cristo] un cuerpo fueron llamados [a vivir]». Tú puedes permitir que la paz de Dios actúe como árbitro y decida las preguntas en tu mente.
La paz en la Tierra es posible. Es la voluntad de Dios para cada uno de Sus hijos… incluyéndote. No hay paz por fuera de Dios y Su Palabra — sin creer ni confiar en Él. Así que escoge pasar tiempo en oración y en la Palabra y permite que la paz de Dios gobierne y reine en tu vida.
Esta es mi oración de todo corazón por ti: «Que el Dios dador de la esperanza, te llene con todo gozo y paz porque has confiado en Él—para que puedas desbordar con esperanza a través del poder del Espíritu Santo» (Romanos 15:1, Weymounth).