¿Has aprendido alguna vez una lección de la manera más difícil?
Bueno, yo lo he hecho.
Recuerdo una de ellas en particular.
Hace algunos años, aprendí lo que se conoce como “el ciclo ganadero”. Había decidido entrar en el negocio del ganado cuando los terneros se vendían por más de $1 dólar la libra. Un renombrado vendedor estaba teniendo una “venta de liquidación muy grande”.
Al hacer las cuentas, pensé: En dos años y medio habré recuperado la inversión y esas vacas todavía estarán bien por unos 10 o 12 años. Así que decidí comprar ganado.
El hecho de que el vendedor las estuviera liquidando debería haberme encendido una luz roja. Debí haberme percatado que, si este hombre estaba vendiendo sus vacas, probablemente sabía algo que yo ignoraba.
Resultaba ser que él sabía que el mercado ganadero estaba a punto de desplomarse. Al siguiente año, los terneros habían caído a $0.75 la libra y al siguiente, a $0.65. Terminé entonces comprando caro y vendiendo barato.
Pagué un precio muy alto por mi ignorancia.
Fue recién entonces que decidí estudiar y adquirir el conocimiento natural necesario para entender cómo funcionan los ciclos ganaderos.
Los ciclos pueden trabajar a tu favor
Vivimos en un mundo de ciclos y estaciones. Hay épocas de abundancia y de sequía, buenos tiempos y malos tiempos. Esa es la naturaleza de este mundo. El ciclo de la vida y el ciclo de la muerte han estado operando desde la caída del hombre. Gracias a Dios, Romanos 8:2 nos dice que: «la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte». Eso significa que, como creyentes nacidos de nuevo, nosotros ya no estamos atrapados en ese ciclo de mortandad. Podemos salir y caminar en el ciclo de la vida de Dios.
Sin embargo, aun así, todavía vivimos en este mundo y la Biblia nos dice que: “mientras la Tierra exista, el tiempo de sembrar y cosechar, el frio y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche no cesarán” (Genesis 8:22, Biblia Amplificada, Edición Clásica). Todo funciona por ciclos ─ desde la cadena alimenticia, pasando por el clima, hasta la economía.
Si entiendes los ciclos ─ aun los ciclos malos pueden obrar a tu favor. Por ejemplo, yo no me beneficié del ciclo ganadero en mis comienzos, pero la gente que compró mi ganado sí lo hizo. Cuando la economía está en un bajón, los medios de comunicación nos harán creer que todo el mundo está perdiendo dinero; sin embargo, eso no es cierto. La gente sabia y entendida, está prosperando. Aquellos que entienden los ciclos pueden hacer fortunas.
Si nosotros somos fieles en hacer lo que se supone que hagamos, Dios puede trabajar en nuestra vida, sin importar lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Una de las maneras de permanecer en ese ciclo de vida es permanecer siempre enfocado en Dios, especialmente durante los buenos tiempos. Digo esto porque es natural para los seres humanos volvernos complacientes y perezosos cuando las cosas están saliendo como queremos. Es posible que no estemos tan motivados a invertir tanto tiempo en la Palabra y la oración. Tendemos a olvidar que necesitamos a Dios cuando todas nuestras necesidades son suplidas. Cuando todo está saliendo bien, es posible que no busquemos Su voluntad para nuestra vida.
Sin embargo, durante los momentos difíciles, tomamos con seriedad las cosas de Dios. Comenzamos a excavar en la Palabra de Dios y a apuntalarnos espiritualmente. Comenzamos a prepararnos para el futuro en lugar de vivir el momento. Estamos desesperados clamando: “Dios: ¿qué quieres que haga?”
Cuando estamos atravesando por un buen ciclo, éste proviene de la semilla sembrada en el ayer. Cuando atravesamos por una época difícil, también depende de la semilla plantada en el ayer. Sin embargo, deberíamos nivelar las subidas y las bajadas estando siempre preparados espiritualmente para el siguiente ciclo.
Como cristianos, deberíamos estar siempre bendecidos. Nuestras vidas no deberían ser afectadas por lo que está sucediendo en el mundo. La gente debería ver algo distinto en nosotros y buscar en nosotros las respuestas.
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La Biblia nos habla de un hombre cuya vida fue un muy buen ejemplo. Sin importar lo que le pasara, José siempre salió ganando. A pesar de que conoció muy bien los malos tiempos ─ la vida de José fue bendecida.
Él permaneció fiel a Dios sirviendo a los demás con gusto y sin quejarse. En un momento en particular, José fue llamado para interpretar un sueño de faraón acerca de cosechas buenas y malas, de vacas gordas y flacas (Génesis 41:15-36). Él se aseguró de que todo el mundo supiera que Dios era el que conocía la respuesta, no él. José honraba a Dios.
Dios le dio a José la interpretación del sueño revelándole que un ciclo de abundancia estaba por iniciarse y que le seguiría un ciclo de hambruna. Como resultado, José pudo manejar los recursos de la nación para que pudieran estar preparados para los años de hambruna. Muchas vidas fueron salvadas y José también prosperó a modo personal.
Yo creo que Dios puede mostrarnos las cosas que sucederán si nosotros permanecemos sensibles a Él. Puede decirnos si el negocio inmobiliario está a punto de caerse o por florecer. Después de todo, Jesús nos ha llamado Sus amigos y dijo que Él nos hará saber todo lo que ha escuchado de Su Padre (Juan 15:15). Él puede decirnos cómo prepararnos para el futuro para que nosotros podamos prosperar y ser de bendición para los demás.
Entra en un ciclo de bonanza
Si en este momento estás experimentando una época difícil, toma la decisión de calidad de buscar a Dios y obedecerlo. Haz tu parte. Sin importar cómo lucen las cosas, no permitas que tu boca trabaje en tu contra ─ declara la Palabra sobre tu vida. Continúa ofrendando y sembrando hacia el próximo ciclo, y dale gracias al Señor por las cosas buenas que tienes.
Mientras lo haces, y si te mantienes en fe todos los días, tu situación comenzará a cambiar. Podrás declarar con valentía: «Pero gracias a Dios, que en Cristo Jesús siempre nos hace salir triunfantes» (2 Corintios 2:14).
Una vez que obtengas la victoria, comienza a prepararte espiritualmente para la siguiente estación. Pronto comenzarás a prosperar ─ sin importar qué ciclo esté transcurriendo.