Dios no es un mentiroso. Puede sonar como una verdad muy básica, sin embargo, muchas personas en el cuerpo de Cristo hoy en día hablan y se comportan como si lo fuera. Lo que puede parecerte aún más chocante es que algunas veces, tú y yo hemos estado entre ellos.
Es cierto. Hemos asentido en la iglesia con nuestra cabeza y dicho: “Sí, Amén. La Palabra de Dios es la verdad”. Después hemos salido y nos hemos enfrentado con alguna enfermedad u otra clase de problema y hemos desafiado la verdad de la Palabra de Dios con nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones. Hemos seguido la ruta del temor en vez de simplemente esperar que Dios haga lo que Él dijo que haría por nosotros.
Algunas personas dirán: “Bueno, no es que yo estuviera pensando que Dios estaba mintiendo. Simplemente es que nunca podemos saber con certeza lo que hará”.
¡Sí, sí podemos! ¡Dios ya nos ha dicho lo que va a hacer! Literalmente Él nos ha dado Su Palabra al respecto. Hebreos 6:16-18 lo dice de esta manera: «Cuando alguien jura… de esa manera confirma lo que ha dicho y pone fin a toda discusión. Por eso Dios, queriendo demostrar claramente a los herederos de la promesa que sus propósitos no cambian, les hizo un juramento, para que por estas dos cosas que no cambian, y en las que Dios no puede mentir, tengamos un sólido consuelo los que buscamos refugio y nos aferramos a la esperanza que se nos ha propuesto».
Esto simplemente significa que los hombres hacen juramentos (o contratos) para resolver conflictos. En estos, las responsabilidades son claramente definidas y también se definen obligaciones. Mientras cada parte mantenga su palabra, no hay lugar para preguntas de lo que alguien hará.
Bueno, Dios nos dio Su contrato. Él es fiel (verdadero) a Su Palabra así que no hay dudas al respecto.
Dios hará lo que dijo que haría. Puedes contar con eso.
Recordarlo no es suficiente
Pero Terri, ¿qué pasa en esas ocasiones en las que las cosas no salieron como la Palabra lo dice?
Puedo decirte esto: si algo falló, no fue la Palabra de Dios. Romanos 3:3-4 dice: «¿Qué sucederá si alguno no creyó y estaba sin fe? ¿Su falta de fe y de fidelidad anulará y hará inefectiva la fidelidad de Dios y Su fidelidad [a Su Palabra]? ¡De ninguna manera! Permite que Dios sea veraz, aunque todos los demás sean falsos y mentirosos» (Biblia Amplificada, Edición Clásica).
En todo lo concerniente al hombre, todo en este mundo natural está sujeto a cambio; sin embargo, la Palabra de Dios no lo está. La Palabra de Dios es verdad, aun cuando todo lo demás a nuestro alrededor nos esté diciendo lo contrario. Sin embargo, nota que el versículo dice que debes permitir que Dios sea veraz en tu vida.
Para hacerlo, debes dejar claro en tu corazón y en tu mente de una vez y para siempre, que no hay ninguna falta en Dios. En Él no hay ninguna sombra de variación. No hay debilidad ni escasez en Su Palabra.
Jamás descubrirás a Dios mintiendo. Nunca te encontrarás en una situación en la que ejerciste fe en la Palabra de Dios y Dios falle en cumplirla. ¡Jamás! La Biblia dice que Dios está activo y alerta, pendiente de que Su Palabra se cumpla (Jeremías 1:12).
Sin embargo, debes entender que no es suficiente con solo saber lo que la Palabra dice. Ésta debe ser una realidad para ti ─ mayor que el problema que enfrentas.
Yo enfrenté la verdad de esa declaración no hace mucho tiempo. A pesar de que en mi vida he experimentado Su poder sanador en muchas ocasiones, hace algunos años me encontré en una situación seria que involucraba la salud de mis hijos.
Estaba recibiendo un diagnóstico negativo tras otro. Por un periodo largo de tiempo, simples narices congestionadas se convertían en diagnósticos serios. Finalmente, tuve que sentarme, ser honesta conmigo misma y preguntarme: ¿Creo que Jesús llevó las enfermedades de mis hijos y cargó sus dolencias?
Me tocó responder: No. Sé que sucedió, pero no lo creo.
Después, me dije a mí misma: ¡Bueno, vas a creerlo! Y tomé la Biblia y medité en 1 Pedro 2:24, que dice que por Sus llagas nosotros fuimos sanados. Escogí creer que Dios no puede mentir, que Su Palabra es verdad sin importar lo que las circunstancias me están diciendo. En mi mente, me imaginé a Jesús en la cruz con las enfermedades de Jeremy y Aubrey. También lo vi salir de la tumba victorioso sobre esas enfermedades y a continuación, dándonos la victoria. Hice eso durante dos horas. Dos horas. ¡Impresionante! Aun así, esas dos horas cambiaron el curso de la salud de mis hijos.
Es importante que te des cuenta de que, a través de ese tiempo, yo tenía la creencia básica de que Dios nos sanó por las llagas de Jesús. Pero había estado tratando de ejercitar la fe en Dios basada en un conocimiento mental. ¡Eso no es suficiente!
Por esa razón, Proverbios 4:20-21 dice: “Mi hijo, atiende a mis palabras, asiente y sométete a mis dichos. No permitas que se aparten de tus ojos; mantenlos en el centro de tu corazón” (AMPC).
Por esa razón, nosotros debemos constantemente centrarnos en la Palabra de Dios, porque es esa Palabra la que produce fe en nuestro corazón. De hecho, no puedes profundizar tu fe en Dios sin profundizar tu confianza en Su Palabra.
Se convierte en lo que necesitas
Uno de los errores que está previniendo a muchos creyentes de creer la Palabra, es que ellos piensan que la Palabra de Dios es un artículo o una “cosa”. Sin embargo, la Biblia nos dice que Jesús y Su Palabra son lo mismo. Juan 1 dice: «En el principio ya existía la Palabra. La Palabra estaba con Dios, y Dios mismo era la Palabra… Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria (la gloria que corresponde al unigénito del Padre), llena de gracia y de verdad» (versículos 1, 14).
Medita un momento en esa declaración: Y la Palabra se hizo carne. El mundo necesitaba a Jesús. Él es lo que el hombre necesitaba. Así que las Palabras de Dios y la fe que Él liberó en esas palabras, se transformaron en Jesús.
Esa es una característica fundamental de la Palabra de Dios. Mezclada con fe, se convierte en lo que necesitas. La Palabra de Dios se convertirá en finanzas si estás en escasez. Será salud si estás enfrentado enfermedades.
Este punto es tan importante, que lo repetiré. Sin importar qué situación estés enfrentado, si vas a la Palabra de Dios en fe, la Palabra se convertirá en aquello que necesites.
La palabra está viva
¿Cómo puede la Palabra de Dios transformarse en aquello que una persona necesita y en algo distinto para otra persona?
¡Porque está viva!
«Porque la Palabra que Dios declara está viva y llena de poder [haciéndola activa, operante, energizante y efectiva]; más cortante que las espadas de dos filos, pues penetra hasta partir la línea de aliento de vida (el alma) y [la parte inmortal] el espíritu, las coyunturas y los tuétanos [de las partes más profundas de la naturaleza], exponiendo, separando, analizando, discerniendo y juzgando los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreos 4:12, AMPC).
La Palabra de Dios está llena de vida. ¡Llena! Por lo tanto, ésta le administra vida a cualquier cosa a la que se le aplique. No importa cuán oscura o mortal pueda parecer la situación; hay suficiente vida en la Palabra de Dios para vencer toda la muerte el mundo, el diablo o lo que las circunstancias puedan traerte.
Charles Capps compara la Palabra con una semilla natural. (¡En realidad, 1 Pedro 1:23 dice que la Palabra es la semilla incorruptible que vive y habita para siempre!) Cada semilla tiene en su interior todo el ADN necesario para producir la misma clase de semilla. Si es una semilla de durazno, todo lo que se requiere para producir un árbol de durazno está dentro de esa semilla.
Del mismo modo, la Palabra de Dios tiene la Vida sobrenatural en su interior para cumplir las promesas de Dios en tu vida. Tú la siembras en tu corazón; sin embargo, cuando brota, produce salvación, prosperidad, sanidad, liberación─¡cualquier cosa que Dios dijo que te pertenece!
La Palabra es verdad
Juan 17:17 dice: «tu Palabra es verdad». Nota que no dice: “Tu Palabra es un hecho”. La verdad va más allá de los hechos.
El hecho puede ser que no tengas dinero. El hecho puede ser que el doctor haya diagnosticado una enfermedad incurable. Sin embargo, ¿qué dice la verdad el respecto?
La verdad es absoluta. La verdad no sucumbe. La verdad no cambia. Sin embargo, los hechos, están sujetos a cambio.
Puede ser un hecho que estés muy enfermo; sin embargo, Dios dice que fuiste sano por la llaga de Jesús cuando Él murió en la cruz. Esa es la verdad. Ahora tienes la posibilidad de elegir. Puedes aplicar la verdad de la Palabra de Dios al hecho de estar enfermo y el hecho cambiará; o puedes ponerte de acuerdo con el hecho, y las cosas continuarán tal cual están.
Te diré ahora mismo: será mucho más fácil ponerte de acuerdo con el hecho, porque los hechos gritan más fuerte que la Palabra de Dios. La Palabra de Dios estará silenciosa ─ hasta que comience a salir de tu boca.
Sin embargo, una vez que la Palabra de Dios comience a salir de tu boca en fe, ésta será la autoridad final. Si es la Palabra de Dios acerca de la sanidad, serás sanado. Si es Su Palabra acerca de prosperidad, serás prosperado. Si es Su Palabra acerca de liberación, serás liberado.
Dios te ha dado Su contrato. Cuando hagas tu parte de creer, declarar y actuar con un corazón lleno de fe, La palabra de Dios sucederá. Ninguna circunstancia en la Tierra y ningún demonio en el infierno podrán detenerla.
Así que olvídate de todas las historias que has escuchado acerca de cómo fulano y mengano creyeron la Palabra y no funcionó para ellos. Deja de preguntarte, y resuélvelo de una vez por todas. Dios no es un mentiroso.
La gente mentirá. La gente cambiará. Dirán una cosa hoy y otra mañana. La gente frecuentemente fallará en mantener sus promesas. Sin embargo, Dios es el mismo ayer, hoy y para siempre─ y Él mantendrá Su Palabra. Siempre. Todas las veces. Sin falta.
Él es a Quien debes creerle.