Uno de mis mejores recuerdos a lo largo de los años es el de la constancia y el compromiso que han tenido mi papá y mi mamá en el ministerio. Ellos siempre han sido constantes en cualquier cosa que se hayan propuesto y en cualquier cosa por la que hayan creído, sin cambiar de parecer.
Mi mamá estaba teniendo su Escuela de Sanidad en el Centro de Convenciones de Tallahassee en Tennessee, cuando un tornado impactó el edificio abriendo un hueco en el techo. Ella estaba predicando, cuando de repente sintió un chorro de agua que caía sobre ella. Ella levantó la mirada, vio el hueco en el techo y dijo algo parecido a esto: “Hay un hueco en el techo. Puedo ver el cielo”. A continuación, se dirigió directamente a la tormenta y le ordenó: “¡En el nombre de Jesús, tomamos autoridad sobre el clima! ¡En el nombre de Jesús, no voy a tolerar esto!” Después, ella continuó predicando como si nada hubiera pasado. Ellos tuvieron que sacar a todo el mundo del salón al corredor; sin embargo, mi mamá volvió a seguir predicando y a imponer manos en todo aquel que lo necesitara.