• ÚLTIMA EDICIÓN
    • EXTRAS
    • Quiénes Somos
    • Institucional
  • DESTACADOS
    • Kenneth Copeland
    • Gloria Copeland
    • Pr. George Pearsons
    • Terri Copeland Pearsons
    • Colaborador Destacado
    • Academia SuperKid
  • ARCHIVO
  • ¡Suscríbete GRATIS!
  • ¡Suscríbete GRATIS!
  • ÚLTIMA EDICIÓN
    • EXTRAS
    • Quiénes Somos
    • Institucional
  • DESTACADOS
    • Kenneth Copeland
    • Gloria Copeland
    • Pr. George Pearsons
    • Terri Copeland Pearsons
    • Colaborador Destacado
    • Academia SuperKid
  • ARCHIVO
  • ¡Suscríbete GRATIS!
Colaborador Destacado

Riquezas sin preocupación

septiembre, 2019 No hay comentarios
Close

¡SUBSCRÍBETE GRATIS A NUESTRA REVISTA!

La revista "LA VOZ DE VICTORIA DEL CREYENTE" es un regalo de los Ministerios Kenneth Copeland
Haz clic aquí para ingresar tus datos

Riquezas sin preocupación
La Voz de Victoria del Creyente septiembre, 2019
¡Comparte con tus amigos!
     

El olor a papas fritas y hamburguesas hizo que el estómago de Roy King retumbara mientras ingresaba al restaurante Burger King®. Degustando un café, estaba feliz de saber que había invertido su dinero en el libro: Las Leyes de la Prosperidad por Kenneth Copeland. No es que supiera quién era Kenneth Copeland, pero un hombre de negocios se lo había recomendado. 

Ese hombre no tenía forma de saber que Roy estaba sin trabajo y en bancarrota.

Sus hijos pensaban que estaba trabajando. Solo la esposa de Roy, Sally, sabía que estaba desempleado.

Roy no creía que existiera motivo alguno para comunicarles su situación financiera.

Como licenciado en contabilidad, había tenido excelentes trabajos. Una empresa para la que había trabajado fue adquirida por capitales británicos, quienes trajeron a su propia gente y despidieron a todos los demás. También había sido gerente de oficina de una firma de abogados. Cuando se fusionaron con otra compañía, el puesto de Roy se había vuelto redundante.

Nada estresaba a Roy más que la idea de no poder mantener a su familia. Para pagar las cuentas y poner comida en la mesa, aceptó cualquier trabajo servil que pudiera encontrar. Nunca quiso que sus hijos pasaran por lo que tuvo que pasar cuando era niño. Había sido uno de cinco hermanos en una familia católica cálida y amorosa. Habían sido tan pobres que, en lugar de practicar baloncesto en una cancha, Roy había peloteado sobre tierra compacta, llena de raíces de árboles. Cuando ganó el premio a la estrella de baloncesto destacada en la secundaria y recibió una beca para la universidad, aceptó su premio con pantalones demasiado cortos y zapatos con agujeros. No creía que Dios quisiera que alguien fuera tan pobre; en respuesta, desarrolló una profunda confianza en sí mismo.

En la universidad, había sido un gran atleta, jugando con Al McGuire, el ex entrenador de baloncesto del Salón de la Fama de la Universidad Marquette. Había aprendido que la práctica y el trabajo duro lo llevarían a donde quisiera ir. En el trabajo había hecho lo mismo, dedicando 80 horas semanales de su tiempo. Sin embargo, de alguna manera, la vida seguía su curso.

Aquí estaba de nuevo, sin trabajo.

Curioso, Roy abrió Las Leyes de la Prosperidad y comenzó a leerlo. Cuando se encontró con Marcos 10:30, que decía: «que no reciba cien veces más ahora en este tiempo» (RVA-2015), Roy dejó de leer. 

“Esa es la clave”, dijo en voz alta.

Roy no sabía que Dios lo había prometido. Aunque la mayoría de los católicos no leían la Biblia en los tiempos de su niñez, su familia era diferente. Cada noche después de la cena, su madre leía un capítulo de la Biblia. Eso había establecido en Roy un profundo honor y respeto por la Palabra de Dios. Aunque estas escrituras eran nuevas para él, se tomó cada una en serio, y las creyó.

Después de leer Las Leyes de la Prosperidad por primera vez, Roy volvió al Capítulo 1 y comenzó a leerlo nuevamente.

Roy recuerda que le parecía que hubiera dos sistemas económicos. La mayoría de las personas operaban en el sistema económico mundial. El dios de este mundo gobernaba ese sistema, y su trabajo consistía en robar, matar y destruir. Las personas en ese sistema trabajaban como él, unas 80 horas semanales o más. Roy pensó en muchas personas que habían tenido éxito. Pero no podía pensar en una sola persona que no hubiera perdido algo en el camino: su matrimonio, sus hijos o su salud.

Quería tener éxito, pero no quería perder ninguna de esas cosas en el proceso.

El otro sistema económico, razonó Roy, era el reino de Dios. No se basaba en el trabajo. Se basaba en buscar a Dios primero y a Su reino, lo cual se destacaba en este libro. Abrió su Biblia y un cuaderno, escribiendo cada escritura.

Leyó 3 Juan 2: «Amado, deseo que seas prosperado en todo, y que tengas salud, a la vez que tu alma prospera.» De esa versión, Roy se dio cuenta de que Dios quería que prosperase. Pero para hacer eso, su alma tenía que prosperar. ¿Cómo prospera el alma?

Al continuar con la lectura, Roy encontró su respuesta en Romanos 12:2. «Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto.» 

Luego leyó Mateo 6:33: «Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.»

En otras palabras, para obtener esas cosas, tendría que hacerlo a la manera de Dios.

Roy hizo una pausa. No sabía quién era Kenneth Copeland, pero estaba convencido de una sola cosa: todo lo que necesitaba saber para hacerse rico sin preocuparse estaba en este libro. Entonces, decidió que obedecería y seguiría el camino del éxito de Dios. Se volvería rico siempre y cuando operara en la economía del reino de Dios.

Luego, en expresión de su gratitud por la revelación que recibió al leer Las Leyes de la Prosperidad, Roy le dijo al Señor: “Le daré a Kenneth Copeland $1 millón de dólares. No sé cómo ni cuándo, pero lo haré.”

Por ahora, solo deseaba poder recargar su taza de café.

Dando el primer paso

“Era 1986”, comenta Roy, “y en ese entonces no recibías recargas gratuitas de café. Soy el primero en admitir que mis motivos eran los incorrectos. No buscaba a Dios primero porque quería una relación con Él. Yo quería las cosas. Pero Dios me encontró a mi nivel. Una de las primeras cosas que hice fue descubrir quién era Kenneth Copeland y convertirme en su colaborador.”

“Jeremías 17:5 dice: «Malditos son los que ponen su confianza en simples seres humanos, que se apoyan en la fuerza humana y apartan el corazón del Señor.» Yo era ese hombre. Había confiado en mí, mi trabajo y mis supervisores. Nunca había confiado realmente en Dios con mis finanzas.”

Mientras Roy estudiaba la Palabra de Dios, su mente se renovó a la idea de cómo salir del sistema económico mundial, mientras que Sally trabajó para asegurarse de que sus hijos nunca supieran que estaban en bancarrota. En el verano, para darles unas vacaciones, la familia condujo cinco horas hasta Myrtle Beach en Carolina del Sur. Jugaron en la playa el mayor tiempo posible. Luego se cambiaron de ropa en el baño público del hotel Holiday Inn y condujeron otras cinco horas de regreso a casa con un grupo de niños felices y exhaustos. 

“En una ocasión, reservamos el motel más barato que pudimos encontrar”, recuerda Sally. “Cuando abrimos la puerta, toda la habitación estaba llena de telarañas. Con una sonrisa en mi rostro, entré mientras removía telarañas con mi suéter. Me aseguré de que pensaran que era divertido, parte de la aventura. Cuando uno de los niños gritó que el baño estaba lleno de hormigas, actué emocionada y les dije que usaran sus chancletas en la ducha. Esos niños tuvieron una vida maravillosa. Nunca supieron que Roy estaba sin trabajo o que estábamos en bancarrota.”

Al estudiar Las Leyes de la Prosperidad, Roy se dio cuenta de que Jesús había venido a la Tierra, en parte, para demostrar cómo el hombre debía operar en el reino de Dios. Él operaba en el reino del espíritu. Él solo hizo lo que vio hacer a Su Padre. Él solo dijo lo que escuchó decir a Su Padre.

“Lo había estado haciendo todo mal”, admite Roy. “Había estado haciendo lo que creía que era mejor. Había estado diciendo lo que pensaba que era mejor. Había estado operando desde mi cabeza, y no desde de mi espíritu. Mientras estudiaba ese libro, desarrollé cuatro pasos de acción diseñados para sacarme del sistema económico del mundo y operar en el reino de Dios.” 

Renovar mi mente

El primer paso, dice Roy, fue renovar su mente. Roy sabía que, si no renovaba su mente, satanás controlaría sus pensamientos y, por lo tanto, su vida. Si jugara con las reglas de satanás, sería gobernado.

Roy escribió en un cuaderno todas las escrituras que leyó en Las Leyes de la Prosperidad y comenzó a meditar en ellas con frecuencia. A veces, las confesaba dos o tres veces al día. Con el tiempo, mientras visualizaba y pronunciaba las promesas de Dios, comenzó a aumentar su creencia. Además, Roy estudió la Biblia constantemente y publicó en su nevera escrituras claves como un recordatorio visual. Él y Sally vieron la transmisión del programa La Voz de Victoria del Creyente, leyeron la revista LVVC y estudiaron detenidamente los libros de Kenneth y Gloria Copeland. 

En segundo lugar, Roy se dio cuenta de que tenía que detener la contaminación de sus pensamientos naturales. Aunque parezcan inocentes, todos los pensamientos naturales están bajo la jurisdicción del maligno, el dios de este mundo. Roy y Sally decidieron comenzar a limitar el tiempo que pasaban mirando televisión. Más tarde, limitaron su exposición al internet y las redes sociales.

“La mayoría de los cristianos creen que, si pasas una hora al día en la Palabra de Dios y en la oración, estás operando en el reino de Dios”, dice Roy. “Sin embargo, ¿qué ocurre si pasas dos horas mirando televisión, una hora en las redes sociales y otra gran parte del tiempo poniéndote al día con las noticias en tu teléfono? ¿En qué reino estás operando primordialmente?”

La mayor parte de esta exposición no era pecaminosa; solamente era carnal.

Al mirar deportes, Roy silenciaba los comerciales para evitar escuchar los procesos de pensamiento naturales y mundanos. A veces, durante los eventos deportivos, escuchaba a los locutores decir cosas como: “¡Guau! ¡Simplemente está rompiéndola!” Esas palabras no eran malas, comenta Roy, pero yo sabía que eran palabras que Jesús nunca diría. Tenía que decidir si quería los resultados de Jesús o los suyos. Para obtener los resultados que deseaba, optó por poner un límite a la contaminación del mundo que había bombardeado sus pensamientos.

El tercer paso, que era orar en el espíritu, fue el paso más desafiante para Roy.

“Me sentí incómodo, indigno y torpe”, dice Roy. “Entonces me di cuenta de que los espíritus demoníacos me estaban bombardeando con sus acusaciones. El diablo estaba desesperado porque no orara en el espíritu. Pero orar en lenguas es la única oración perfecta. Era muy peligroso para el sistema mundial.”

“Al igual que con los deportes, decidí practicar, practicar y luego practicar un poco más. Cuando comencé, no podía orar en lenguas por más de 15 minutos pero, a medida que avanzaba, se hizo cada vez más fácil. Un día me di cuenta de que había momentos en que dejaba que mis pensamientos se preguntaran si había hecho algo sin pensarlo, como sentarme en una sauna. Comencé a tomar esos pensamientos cautivos y a usar ese tiempo para orar en el espíritu. Descubrí que mientras más practicara los pasos 1 y 2, menos complicada se volvía la autopista de mi mente. Sin toda esa basura bombardeando mis pensamientos, podía escuchar al Espíritu Santo más claro cuando me hablaba.”

Finalmente, Roy se dio cuenta de que no había incluido a Dios en las decisiones que tomó en la vida. Siempre había sido su hábito hacer lo que pensaba que era mejor, y nunca pedirle a Dios orientación o dirección. A diferencia de Jesús, no estaba acostumbrado a esperar para ver qué hacía o decía Su padre. Estaba operando desde su propia mente, lo que significaba que estaba operando desde un lugar de carnalidad en lugar del reino espiritual. 

Roy no solo comenzó a pedirle sabiduría a Dios acerca de todo, sino que esperó a escuchar a Dios antes de actuar.

“Escuché a Kenneth Copeland enseñar sobre esto tantas veces”, admite Roy, “y todas las veces pensaba que estaba predicándomelo a mí.” Hace poco iba a limpiar nuestro bote. Le pregunté a Dios cómo quería que lo hiciera. Me dijo exactamente lo contrario de como lo había hecho en el pasado. Cuando obedecí, me ahorró 2½ horas. Es como cuando Jesús les dijo a los hombres que habían estado pescando toda la noche que arrojaran sus redes al otro lado del bote. ¡Qué diferencia!”

Cambiando de Reino

“Comencé el proceso de cambiar los sistemas económicos en 1986”, recuerda Roy. “La parte más difícil para mí fue cuánto tiempo tardaron en cambiar las cosas. Sabía que estaba en el camino correcto y haciendo las cosas correctas. Sin embargo, pasaban mes tras mes. Año tras año transcurrieron sin manifestación externa de prosperidad.”

“Lo que me mantuvo en marcha fue mi formación en atletismo. Prácticas, prácticas y prácticas sin siquiera pensar en darte por vencido. Eso fue lo que hice. Cuando el Señor me empujó a involucrarme en un nuevo negocio, le obedecí. Fue entonces cuando empezamos a ganar dinero. Las cosas se pusieron más fáciles.”

Roy dice que uno de los mejores ejemplos de cómo poner en práctica el cuarto paso fue a través de su hija Lisa, que era una representante de ventas farmacéuticas que visitaba a especialistas en asma y pulmones.

“Algunos médicos simplemente no verán a los representantes y pueden ser difíciles de tratar”, explica Roy. “El Señor le dijo a Lisa que, durante los próximos dos años, Él quería que ella lo escuchara y que solo fuera a donde Él le dijera que fuera. Ella hizo exactamente lo que Él le ordenó hacer. A veces, después de una cita, ella se sentaba en su auto y oraba acerca de a dónde quería que fuera. El Señor le diría que visitara a un médico que no recibía a los representantes de laboratorios. Todas las veces ella sintió que debía ir a visitarlo. La gente de la compañía estaba asombrada, ya que su salario se disparó mientras ganaba dinero en ventas y bonos”.

Hoy, a través de su transmisión semanal llamada LisaKING, que se transmite en la plataforma Periscope y que está disponible en YouTube® (KING WORLDWIDE), Roy y Lisa enseñan a las personas cómo abandonar el sistema económico mundial y conectarse con el sistema económico de Dios. Su ejemplo se ha extendido a las familias de los otros dos hijos de Roy y Sally: Tony, su esposa y dos hijos, y Cindy, su esposo y su hijo e hija.

“Cinco años después de comenzar a practicar esos cuatro pasos, en 1991, dejé atrás el mundo corporativo. Dos años más tarde, en 1993, me senté y escribí un cheque a los Ministerios Kenneth Copeland por $1 millón. No puedo explicar la alegría que me dio escribir ese cheque. Sin embargo, se atenúa en comparación con la alegría que he recibido en el camino debido a cómo he cambiado como persona.”

“Creo que Kenneth Copeland es el profeta más grande que hay en la Tierra hoy. La colaboración con él es un pacto entre un individuo y KCM. No solo podemos participar en su ministerio, sino que, al colaborar con él, recibimos la recompensa del profeta.”

“No hay nada mejor que dejar de trabajar con nuestro esfuerzo en el sistema económico mundial: estar sin deudas y poder dar un regalo del tamaño del que le di a KCM. No hubiera sucedido si no hubiera leído Las Leyes de la Prosperidad y no hubiera puesto en práctica esos principios.”

Aunque Roy no lo sabía en ese momento, se convirtió en la primera persona en donar $1 millón a KCM. Su ofrenda es un monumento vivo al Señor.


¡Comparte con tus amigos!
     
  • Share This:
Previous Con toda valentía
Next ¡Una idea de Dios!

Your comment Cancel reply

You must be logged in to post a comment.

Ingresa con tu Facebook

Publicado en:

Más artículos en la misma edición:

Gloria Copeland

Enriquecido de todas maneras

Academia SuperKid

¡Una idea de Dios!

Boletín de las Buenas Nuevas

Boletín de las Buenas Nuevas / Septiembre 2019

Kenneth Copeland

Sintonizando la voz de Dios

Editorial

Iglesia asociada

Kenneth Copeland

Con toda valentía

Mac Hammond

Haz lo sabio

Colaborador Destacado

Riquezas sin preocupación

Melanie Hemry

Viviendo de adentro hacia afuera

Todas las Secciones

  • Academia SuperKid
  • Bill Winston
  • Billye Brim
  • Boletín de las Buenas Nuevas
  • Colaborador Destacado
  • Creflo Dollar
  • David Barton
  • Dennis Burke
  • Dr. Caroline Leaf
  • Dr. David Weeter
  • Dr. Don Colbert
  • Editorial
  • Gloria Copeland
  • Happy Caldwell
  • Hilton Sutton
  • Jenny Kutz
  • Jeremy Pearsons
  • Jerry Savelle
  • Jesse Duplantis
  • John Copeland
  • Joseph Prince
  • Keith Butler
  • Keith Moore
  • Kellie Copeland
  • Kenneth Copeland
  • Mac Hammond
  • Marilyn Hickey
  • Mark Barclay
  • Marty Copeland
  • Melanie Hemry
  • Oral Roberts
  • Pr. George Pearsons
  • Promocional
  • Rick Renner
  • Ronald C. Jordan
  • Scarlett Stephenson
  • Terri Copeland Pearsons
  • Terri Savelle Foy
  • Testimonios de Victoria
  • Uncategorized
  • Vikki Burke

Secciones

  • Academia SuperKid
  • Bill Winston
  • Billye Brim
  • Boletín de las Buenas Nuevas
  • Colaborador Destacado
  • Creflo Dollar
  • David Barton
  • Dennis Burke
  • Dr. Caroline Leaf
  • Dr. David Weeter
  • Dr. Don Colbert
  • Editorial
  • Gloria Copeland
  • Happy Caldwell
  • Hilton Sutton
  • Jenny Kutz
  • Jeremy Pearsons
  • Jerry Savelle
  • Jesse Duplantis
  • John Copeland
  • Joseph Prince
  • Keith Butler
  • Keith Moore
  • Kellie Copeland
  • Kenneth Copeland
  • Mac Hammond
  • Marilyn Hickey
  • Mark Barclay
  • Marty Copeland
  • Melanie Hemry
  • Oral Roberts
  • Pr. George Pearsons
  • Promocional
  • Rick Renner
  • Ronald C. Jordan
  • Scarlett Stephenson
  • Terri Copeland Pearsons
  • Terri Savelle Foy
  • Testimonios de Victoria
  • Uncategorized
  • Vikki Burke

Artículos Recientes

Academia SuperKid

¡Una idea de Dios!

“Este es mi regalo para ti, Jesús. ¡ME entrego a Ti! Te doy mi vida, mis pensamientos, las veinticuatro horas del día los siete días de la semana, cada latido de mi corazón, mi habilidad, mi talento, mis cosas buenas y mis cosas malas, mis fortalezas y mis debilidades, te lo entrego todo a ti, [...]

Estás Navegando...

SEPTIEMBRE 2019

®Ministerios Kenneth Copeland