En Proverbios, el hombre más sabio que haya vivido (Salomón) escribió: «En primer lugar, adquiere sabiduría» (4:7). No dijo fe. No dijo gracia. No dijo amor.
Todas esas cosas son vitales en la vida del creyente y deben tener un lugar prominente en nuestro diario caminar. Pero Salomón escribió que la sabiduría es lo principal. ¿Cómo lo supo? Lo descubrió de primera mano.
En 2 Crónicas 1:7-12, le pidió a Dios sabiduría y mira lo que sucedió:
«Esa misma noche Dios se le apareció a Salomón y le dijo: «Pídeme lo que quieras que yo te dé.» Y Salomón le dijo a Dios: …Por favor, dame sabiduría y conocimiento para presentarme delante de este pueblo. A decir verdad, ¿quién podrá gobernar a tu pueblo? ¡Es tan grande!» Y Dios le dijo a Salomón: «Por haber pensado así, y por no haber pedido riquezas, ni bienes ni gloria, ni la vida de los que no te quieren, ni una larga vida, sino que has pedido tener sabiduría y conocimiento para gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he puesto como rey, recibirás sabiduría y conocimiento, y además te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca antes tuvieron los reyes que te antecedieron, ni tendrán los reyes que te sucedan.»
Cuando Salomón le pidió sabiduría a Dios, se le agregaron todas las otras cosas que él podría haber pedido. Era parte del trato.
Cuando pides sabiduría y Dios responde, ésta afecta todos los ámbitos de tu vida. Traerá un nivel de bendición para tu hogar, tu iglesia, tu ciudad y tu país que ninguna otra cosa podrá producir. Después de que Salomón pidió sabiduría, Israel disfrutó de un período de 40 años de paz y prosperidad bajo su gobierno, como nunca antes lo había experimentado en su historia.
Lleno de Sabiduría
No necesitas buscar más allá del Espíritu Santo que está dentro de ti para encontrar sabiduría. Uno de los primeros ejemplos al respecto lo encontrarás en Éxodo 31: «El Señor habló con Moisés, y le dijo: «Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel … lo he llenado del Espíritu de Dios, con sabiduría, entendimiento, conocimiento…» (versículos 1-3, RVA-2015).
Esta es la primera ocasión en la Biblia en que vemos a alguien lleno del Espíritu, y es importante notar que la sabiduría va de la mano con el entendimiento y el conocimiento (Proverbios 2:2-5). Los tres funcionan y fluyen juntos.
¿En qué se diferencian? El conocimiento es “la adquisición de hechos, datos e información”. El entendimiento es “cuando se enciende la luz sobre cómo funciona ese conocimiento”. Y la sabiduría es “la aplicación del conocimiento que produce un resultado deseado”.
Si has estudiado la Palabra durante muchos años, probablemente hayas experimentado el fluir del conocimiento, el entendimiento y la sabiduría en tu vida. Tal vez has leído y releído un pasaje de las Escrituras tan solo para conocerlo. Entonces, un día dado, ¡bum! Algo salta de la página, se enciende la luz y comprendes esa Palabra. Entonces lo aplicas a tu vida y cosechas el fruto de ello. Has experimentado la progresión: del conocimiento al entendimiento, y del entendimiento a la sabiduría.
Cuando estás lleno de la plenitud del Espíritu, y eres como un creyente del Nuevo Testamento, el conocimiento, la comprensión y la sabiduría están a tu disposición.
Pero todavía hay más.
El pasaje continúa: «lo he llenado del Espíritu de Dios, con sabiduría, entendimiento, conocimiento y toda habilidad de artesano, para hacer diseños artísticos» (versículos 3-4). ¿Captaste eso? Estás lleno de conocimiento, entendimiento, sabiduría… y habilidad. Cuando estás lleno del Espíritu Santo, tienes dentro de ti un nivel de dones sobrenaturales que aturdirán al mundo que te rodea.
La Sabiduría en tu interior
Tenemos sabiduría saliéndonos por los poros y ni siquiera nos damos cuenta… ¡pero allí está! Sin embargo, eso no es una sorpresa. Después de todo, ¿no es eso cierto de todo lo que tenemos en Cristo?
La Palabra dice que en Cristo podemos hacer todas las cosas. Somos más que vencedores. Somos sanados, librados, liberados y prosperados. Somos un éxito a la espera del lugar correcto para que se manifieste. Entonces, ¿por qué nuestras vidas no siempre reflejan esas verdades? Porque todas las maravillosas verdades de nuestra identidad en Cristo sólo son accesibles por medio de la fe.
Tienes que creer lo que la Biblia dice acerca de ti, más de le que crees al espejo. Tienes que pasar por un proceso.
Primero, comienza pidiéndole directamente a Dios por sabiduría como lo hizo Salomón. Santiago 1:5-6 dice: «Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídala a Dios—quien da a todos con liberalidad y sin reprochar—y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada. Porque el que duda es semejante a una ola del mar movida por el viento y echada de un lado a otro.»
A continuación, gana conocimiento. Por ejemplo, si necesitas sanación, escucha lo que dice la Palabra sobre la sanación y medita en la verdad de que fuiste sanado por las heridas de Jesús (1 Pedro 2:24). Habla en línea con quien Dios dice que eres: una persona sana.
A medida que lo hagas, la luz se encenderá y llegará el entendimiento. Luego podrás poner en práctica ese conocimiento, que es sabiduría, y hacer que produzca la manifestación física por la que estás creyendo.
La presión de la adversidad
Por supuesto, cuando recibes una palabra del Señor, el enemigo vendrá de inmediato para intentar combatirla. Santiago nos habla de esto cuando dice: «Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando cayereis en diversas tentaciones» (Santiago 1:2, RVA). La palabra griega traducida como tentación significa: “poner algo a prueba por medio de la experiencia, generalmente la adversidad”.
A medida que avanzas en la progresión de la sabiduría, el enemigo intentará detenerte antes de que puedas producir el fruto deseado. Lo hace al presionarte en aquello que crees.
Tal vez hayas leído que Dios ha suplido todas tus necesidades de acuerdo con Sus riquezas en gloria (Filipenses 4:19) y que desea que prosperes en todas las cosas y estés saludable (3 Juan 2). Entonces comienzas a obedecer la Palabra, comenzando con el diezmo, mientras caminas el trayecto bíblico hacia la prosperidad.
Genial, ¿correcto? Pero lo que sucede a continuación es que viene el enemigo, y tu auto se rompe. La nevera deja de enfriar. Tu empleador te dice que habrá una reducción general de salarios en todas partes. De repente, sientes la presión. Es el enemigo de tu alma generando circunstancias para ejercer presión sobre tu sistema de creencias. Él sabe que no puede hacer nada para alterar tu destino en Dios a menos que pueda cambiar aquello que crees. Esta es la esencia de la guerra espiritual.
Entonces, ¿cuál es la respuesta? Santiago 1:4 dice: «Pero procuren que la paciencia complete su obra» O, como Kenneth Copeland lo dijo hace años, “Tienes que ser siempre constante”. Cuando tu fe es probada, no cambies lo que crees ni por un instante. Derriba las imaginaciones vanas y mantén tus pensamientos en línea con la Palabra. Continúa escuchando la Palabra y declárala con tu boca. Sigue haciendo lo que sea necesario para fortalecer tu fe.
Encontrando el Camino
Primera de Corintios 10:13 (NTV) dice: «Las tentaciones que enfrentan en su vida no son distintas de las que otros atraviesan…». A veces sentimos que estamos solos, como si nadie hubiera experimentado lo que estamos pasando. Pero, este versículo continúa prometiéndonos: «Dios es fiel; no permitirá que la tentación sea mayor de lo que puedan soportar. Cuando sean tentados, él les mostrará una salida, para que puedan resistir.»
Siempre que tu fe sea desafiada, pídele a Dios sabiduría para encontrar esa vía de escape.
Hace aproximadamente una década me diagnosticaron cáncer de próstata. Los consejos me llegaban de la izquierda y la derecha. El cirujano quería extirparme la próstata. Otros me dijeron: “¡Solo mantente firme, hermano! ¡Confiesa la Palabra!” Por supuesto, si tu fe esta en ese nivel, eso es lo mejor que Dios tiene para nosotros; sin embargo, también he visto morir a ministros porque se levantaron y confesaron sin buscar la sabiduría de Dios para ellos en ese asunto, en función de dónde estaba su nivel de fe.
Entonces busqué la sabiduría de Dios para mi caso en particular. Busqué Su vía de escape en función de dónde estaba mi fe y de lo que estaba enfrentando. Después de mucha oración, tuve paz para centrarme en mi nutrición y en la forma en que comía. Dejé de beber refrescos rellenos de edulcorantes falsos y comencé a comer alimentos orgánicos; estaba vigilante al respecto. Cuando regresé al hospital para una biopsia de 16 secciones, ¡no pudieron encontrar el cáncer!
Estoy muy feliz de haber buscado la sabiduría de Dios para mí en ese momento. Para ti, la respuesta puede ser diferente. Cada uno de nosotros necesita buscar a Dios individualmente y recibir Su sabiduría.
La sabiduría hace que el mundo lo note
El contexto más amplio del propósito de Dios al dar sabiduría a Su pueblo es llevar a las personas al Reino. Cuando la gente en el mundo te vea caminando en un nivel de salud insuperable o experimentando la provisión de Dios en cada área de tu vida, eso los afectará.
Salomón lo experimentó por sí mismo en 2 Crónicas 9:3-4. «Y al ver la reina de Sabá la sabiduría de Salomón se quedó asombrada.»
En otras palabras, la sabiduría de Salomón la dejó sin aliento.
Dios quiere que sueñes tan grande que no puedas entender cómo alcanzarás ese nivel. En 1 Corintios 2:9 dice: «Las cosas que ningún ojo vio, ni ningún oído escuchó, ni han penetrado en el corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman.» Dios quiere que seas un innovador. Crear e innovar debe definir tus sueños. Él tiene innovaciones para ti que este mundo nunca ha visto.
Este mundo está perdido, gritando por ayuda todos los días. Pero tú tienes la fuente de la sabiduría dentro de ti, lista para marcar la diferencia.
Primera de Corintios 1:30 (RVA-2015) dice que: «Cristo Jesús, a quien Dios hizo para nosotros sabiduría…»
Su espíritu está dentro de ti. Él tiene conocimiento, entendimiento, sabiduría y gran habilidad para ti. Es tiempo de pedirle eso mismo a Él y ser quién fuiste creado para ser en Cristo.
Haz lo sabio: ¡Pídele por sabiduría!