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Marty Copeland

Restaurando la gloria

diciembre, 2015 No hay comentarios
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Restaurando la gloria
La Voz de Victoria del Creyente diciembre, 2015
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«En ese momento apareció, junto con el ángel, una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: «¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra a todos los que gozan de su favor!» Lucas 2:13-14

¿Amas la Navidad? ¡Es mi época favorita del año! Cuando Jesús nació, no fue tan solo el glorioso nacimiento del Hijo de Dios, sino también fue el nacimiento del plan eterno de Dios para restaurar la gloria y la cobertura que Adán y Eva habían recibido. Desde el comienzo, la estrategia de Dios fue deshacer los efectos de la caída del hombre de la gloria y la gracia, al redimirnos de la maldición que había venido sobre el hombre en el Jardín del Edén.

Imagínate la emoción en el cielo cuando el Plan de Dios comenzó a desplegarse sobre la Tierra. Directo desde el trono, el ángel del Señor anunció las buenas noticias a unos pastorcillos, y declaró que el nacimiento de Jesús era de gran gozo para todos. No tan solo gozo, sino ¡gran gozo! Las huestes celestiales se unieron en alabanza a Dios y liberaron palabras poderosas desde el cielo― «¡Paz en la tierra a todos los que gozan de su favor!» (Lucas 2:14). Este fue un momento grandioso en la historia. ¡Todo estaba a punto de cambiar!

La vida y el mensaje de Jesús demostraron el amor de un Padre celestial cuya gracia, misericordia y perdón ofrecían al hombre caído una salida para la pesada carga de la Ley. ¡Él es un Dios de libertad! A través de Su ministerio, Jesús reveló el nuevo pacto y la manera en que Dios quería relacionarse con la humanidad: como un Padre amoroso. Fue y es un plan maravilloso para restaurar la relación que Dios tenía con Adán y Eva en el Jardín del Edén.

Este nuevo pacto de amor trajo esperanza y un plan de restauración y reconciliación con Dios. Mientras el antiguo pacto se trataba acerca de “cumplir la Ley”, trayendo condenación, el nuevo pacto, con la “ley de la gracia” removió todas las cargas y la condenación.

Al aceptar a Jesús como Señor y Salvador, y Su vida de amor, esperanza y paz, hemos sido trasladados del reino de las tinieblas y recibido el poder para vivir una nueva vida en Su reino de luz. Aceptar a Jesús nos permite vivir en una paz sobrenatural y cerrarle firmemente la puerta al tormento de satanás. Nuestro pasado es perdonado y cada uno de nosotros recibe una nueva oportunidad en la que el plan de Dios puede ser escrito.

Amo la forma en que Pablo nos describe como: “nuevas criaturas”. ¡Dios activó un maravilloso plan para que nosotros nos transformáramos en creyentes nacidos de nuevo!

Por lo tanto, si alguien está en Cristo [es decir, injertado, unido a Él por fe en Él como salvador], es una nueva criatura [nacida de nuevo, y renovada por el Espíritu Santo]; las cosas viejas [la condición espiritual y moral previa] han pasado. Observa, las nuevas cosas han llegado [porque el despertar espiritual trae vida nueva]. Pero todas estas cosas vienen de parte de Dios, quien nos reconcilió con Él a través de Cristo [haciendo que fuéramos aceptos para Él] y nos dio el ministerio de la reconciliación [para que con nuestro ejemplo podamos atraer a otros hacia Él] (2 Corintios 5:7-18, AMP).

Llenos de Dios y de Su Gloria

El amor del Padre fue revelado por Jesús de una manera tan poderosa que Pablo fue inspirado a orar para que nosotros pudiéramos comprender la magnitud de ese amor interminable, para que pudiéramos ser llenos con la plenitud de Dios mismo. En Efesios 3:17-19, Pablo oró: «para que por la fe Cristo habite en sus corazones, y para que, arraigados y cimentados en amor, sean ustedes plenamente capaces de comprender, con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor, que excede a todo conocimiento, para que sean llenos de toda la plenitud de Dios».

¡Qué declaración tan maravillosa! Tan solo medita en ella. ¿Cómo sería el ser lleno con la plenitud de Dios―ser llenos de Su amor y de Su gloria? Sabemos que la gloria es definida como Su presencia “cargada de todo lo bueno” y encontramos escrituras en la Biblia que hablan acerca de la Gloria de Dios  y de Dios siendo el Rey de la Gloria. Por ejemplo, recuerda que en el Antiguo Testamento había momentos en los que los sacerdotes no podían mantenerse de pie en el Templo porque la atmósfera estaba tan sobrecargada con la Gloria de Dios y Su bondad. Como creyentes del Nuevo Testamento, nuestros cuerpos son templos de Espíritu Santo, el Señor mismo, y están llenos con Su gloria y Su bondad. Frecuentemente leo y medito en la oración que Jesús oró en Juan 17, particularmente el versículo 22: «Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno».

La oración de Jesús afirma que Él ha terminado todo lo que el Padre le ha pedido que hiciera, ¡incluyendo llenarnos con Su Gloria! Jesús definitivamente cumplió el plan de redención de Dios―para que nosotros fuéramos salvados, restaurados y llenos de Su gloria nuevamente, para que pudiéramos ser uno con Él. ¡Pausa!

Estoy tan agradecida de que Su plan de redención siempre incluyó restaurar la gloria que había sido perdida por el pecado. Sabiendo esto, todos nosotros podemos exclamar con los ángeles al unísono: “¡Gloria a Dios en las alturas!” Con la temporada de Navidad casi sobre nosotros, el deseo de mi corazón para todos es que caminemos en un estado más alto del amor y la Gloria de Dios― ¡llenos de Su paz y gran gozo! Por favor, ora conmigo:

Padre Celestial, ¡nos unimos en oración para expresarte nuestro agradecimiento y el gozo que hay en nuestros corazones durante esta temporada navideña! Estamos maravillados por tu gran amor, el cual nos ha sido dado en Tu Hijo, el Salvador del mundo, como medio para reunir nuevamente Tu familia. Gracias por la plenitud de Tu plan de redención y reconciliación. Muchísimas gracias, Padre, porque nos has dado el poder de demostrar tu amor y corazón dador a nuestra familia y amigos, y porque continúas mostrándonos maneras de reconciliar a otras personas con la vida abundante y gloriosa que podemos tener en Cristo. ¡Padre, te amamos muchísimo, y celebramos el regalo que nos has dado! En el Nombre poderoso de Jesús, ¡Amen!

En este preciso instante, escoge tratar de ser fuerte, y anímate a celebrar a propósito este mes ¡con gran paz y gozo! Hagamos del compartir el amor de Dios con otras personas nuestra meta principal a medida que pasamos tiempo con la familia y amigos, revelando la bondad de Dios y Su gloria. ¡Dios te ama más de lo que tú imaginas! ¡Se bendecido y ten una muy Feliz Navidad!


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