Cuando hablamos de elecciones, todos ya hemos escuchado, o tal vez incluso hemos hecho declaraciones como, “Soy solo una persona, ¿qué diferencia puede hacer mi voto?” O “Mi voto no hará ninguna diferencia. Como cristianos, ya somos la minoría.”
La verdad es que, tales declaraciones, no son ciertas.
Los resultados de una encuesta de Gallup demostraron que el 84% de las personas encuestadas creían firmemente en Jesucristo, mientras que una encuesta separada indicó que el 94% creía en Dios. Otras encuestas han tenido resultados similares, lo que nos lleva a la conclusión de que, aunque se nos ha hecho creer que los cristianos somos la minoría, ¡no lo somos!
Imagínate una votación en el Senado de los EE. UU. donde el recuento final fuera de 94 a 6. Sería insostenible que los seis fueran declarados ganadores y que se promulgara su política sobre los votos de los restantes 94. Sin embargo, esto es exactamente lo que sucedió cuando el reconocimiento público de Dios fue prohibido. Desafortunadamente, esta parodia continúa de manera regular. ¿Por qué? Porque nosotros, como cristianos, hemos renunciado a nuestro derecho de ser una república democrática y nos hemos convertido en una nación gobernada por un pequeño consejo de individuos de la “élite”.
El presidente James Garfield dijo una vez: “Ahora, más que nunca, la gente es responsable del carácter de su Senado… Si el próximo centenario no nos encuentra como una gran nación… será porque quienes representan la empresa, la cultura y la moralidad de la nación no ayudaron a controlar las fuerzas políticas.”
El poder de un solo voto
La prueba de que depende de nosotros llegó en las elecciones al Senado de 1986, cuando cinco candidatos en distintos estados que defendían el retorno de los principios de Dios a los asuntos públicos fueron derrotados por un total colectivo de 57.000 votos, o menos de 12.000 votos por estado. ¡En esos cinco estados, más de 5 millones de cristianos no votaron! Si solo uno de cada 100 cristianos que no votan (1%) hubiera votado por el candidato que apoya los principios piadosos, los cinco habrían sido elegidos, creando así un cambio total de 10 votos en el Senado.
Aunque desalentador, este informe es realmente alentador, ya que nos revela que los candidatos piadosos a menudo son derrotados no por activistas y radicales, sino por los propios cristianos inactivos. Cuando nosotros, como cristianos, comencemos a creer que podemos marcar la diferencia y actuemos como la mayoría que ya somos, lo lograremos. La habilidad de cambiar la situación actual está en nuestras manos.
Es hora de creer y comportarse de manera diferente. ¡No somos una minoría, sino la mayoría! Es hora de declarar en las urnas que ya no permitiremos que los funcionarios que adoptan los valores del 6% deroguen los derechos del 94% restante. Debemos eliminar a los funcionarios que no cumplan con los principios tradicionales, históricos y bíblicos, y reemplazarlos con aquellos que sí lo hacen.
¡Nuestro voto cuenta, y podemos marcar la diferencia!!