¿Sabías que Dios nunca planeó que la Iglesia viviera de milagro en milagro?
Ciertamente, Él es un Dios que hace milagros, y puede darnos uno si lo necesitamos. Si nuestra cuenta bancaria está vacía y fueran a cortar nuestra electricidad si no pagáramos la factura antes de las 5 en punto, ¡ciertamente Él puede moverse milagrosamente por nosotros (y es maravilloso cuando lo hace)! Sin embargo, Él todavía tiene algo mejor para nosotros.
Él planeó que viviéramos continuamente en LA BENDICIÓN.
¿Qué significa vivir en LA BENDICIÓN?
Significa vivir en abundancia en todas las áreas de la vida. Significa que, en lugar de que nuestra cuenta bancaria esté vacía y nuestras facturas vencidas, tengamos más que suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades y podamos dar generosamente a los demás. Podremos ser una BENDICIÓN para los demás y concentrarnos en algo más alto que tan solo sobrevivir.
Cuando Ken y yo volvimos a nacer, apenas podíamos comprender ese estilo de vida. Luchábamos con un ingreso que estaba por debajo del nivel de pobreza y estábamos ahogados en deudas; prácticamente teníamos que ayunar y orar para comprar el mercado. Incapaces de ayudar a los demás, necesitábamos un milagro de Dios tan solo para pasar el mes nosotros mismos.
Por supuesto, Dios es un buen Padre, así que nos ayudó a superar esos días. Él entendió que estábamos comenzando nuestra caminar con Él y salió a nuestro encuentro justo donde estábamos. Pero no era Su voluntad que nos quedáramos en ese lugar.
Él nunca ha querido eso para ninguno de Sus hijos. ¡Él siempre ha querido que Su pueblo sea BENDITO!
Incluso antes de que Jesús viniera, Dios les dijo a los israelitas: «…pueden ponerme a prueba: verán si no les abro las ventanas de los cielos y derramo sobre ustedes abundantes bendiciones. Lo digo yo, el Señor de los ejércitos.» (Malaquías 3:10). Incluso bajo el Antiguo Pacto, les dijo a quienes lo honraban: «Así tus graneros estarán llenos con abundancia, y tus lagares rebosarán de vino nuevo.» (Proverbios 3:10, RVA-2015).
¡Nuestro Dios es un Dios de abundancia! La tenía para Israel. La tiene para la Iglesia. Y la tiene en el cielo.
El cielo no se mantiene de escasez en escasez. Las calles son de oro. Las cercas están hechas de joyas. El cielo tiene más riquezas y recursos de los que este mundo haya visto jamás, y Dios no tiene la intención de que esperemos hasta que lleguemos allí para aprovecharlos. Su deseo es que disfrutemos de «los días de los cielos sobre la tierra.» (Deuteronomio 11:21).
¿Qué se necesita para hacer eso?
De la fe.
La fe no es solo llorar y rogarle a Dios por un milagro. La fe es creer en Su Palabra. Es descubrir lo que dijo en la Biblia, creerlo en nuestros corazones y confesarlo con la boca hasta que suceda.
¡La fe es la victoria que vence al mundo (1 Juan 5:4)! Si mantienes un espíritu de fe, aún enfrentarás pruebas y dificultades, pero siempre saldrás victorioso. Marcharás triunfante incluso a través de situaciones aparentemente imposibles porque, para el cielo, no son gran cosa.
¡Nada es imposible para Dios! Él puede cambiar cualquier situación para nosotros si solo le damos algo de fe con que trabajar. Él puede BENDECIRNOS más allá de lo que podemos pedir o pensar si, como dice 2 Corintios 4:13: «…tenemos el mismo espíritu de fe conforme a lo que está escrito: Creí; por lo tanto hablé.» (RVA-2015).
Un lugar no es suficiente
Observa que ese versículo nos dice exactamente lo que hace la fe verdadera: cree Y habla. La parte que habla es donde la mayoría de los cristianos se equivocan. Se enfrentan a problemas, oran y le creen en Dios por ayuda; luego, vuelven a hablar sobre el problema. En lugar de hablar la Palabra, continúan diciendo cosas como: “No tengo suficiente dinero. Soy desempleado. Estoy enfermo. Mis hijos siguen en drogas.”
Después de un tiempo, cuando nada cambia, dejan de tratar de creer la Palabra. “Probé esas cosas de la fe”, dicen, “y no funcionó.”
Lo que realmente sucedió es que la fe los probó y ellos no funcionaron. No cumplieron lo que requiere el espíritu de fe, que es mantener la fe en dos lugares. Mantenerla en un solo lugar no es suficiente. PARA QUE LA FE TRABAJE COMO DIOS LA DISEÑÓ, DEBEMOS MANTENERLA EN NUESTRO CORAZÓN Y EN NUESTRA BOCA.
Este mensaje no es necesariamente popular. A mucha gente no le gusta escuchar que, para que las promesas de Dios se manifiesten en sus vidas, deben declarar Su Palabra con fe. Pero, nos guste o no, es lo que Dios nos dice en la Biblia.
Él no está tratando de ganar popularidad. No puso en las Escrituras solo lo que queremos escuchar. Puso en ellas los principios de Su reino para que sepamos cómo funciona.
Además, ¡me alegra que lo haya hecho! De lo contrario, Ken y yo todavía estaríamos de la misma manera en la que estábamos durante los primeros cinco años después de que nacimos de nuevo. Fueron años difíciles porque, a pesar de que amábamos al Señor y habíamos sido bautizados en el Espíritu Santo, no habíamos escuchado ninguna enseñanza sobre la fe. Solo habíamos escuchado prédicas de incredulidad. Habíamos escuchado cosas como: “Nunca se sabe lo que Dios va a hacer”. Eso es todo lo que sabíamos.
Luego comenzamos a escuchar a Oral Roberts y Kenneth E. Hagin, y descubrimos cómo aferrarnos a lo que nos pertenece en Cristo. Aprendimos que la Palabra escrita es Dios Mismo hablándonos directamente y, lo que sea que diga, podemos tomarlo y aplicarlo a nuestras vidas. Aprendimos que podíamos recibir por fe lo que la Palabra promete, y esa fe viene al escuchar la Palabra de Dios.
¡Esas son buenas noticias! Esa fue la mejor noticia que habíamos escuchado, así que la aprovechamos al máximo. Nos dedicamos absolutamente a la Palabra y tomamos un curso intensivo en ella. Aunque el hermano Hagin aún no había comenzado el Centro de Capacitación Bíblica Rhema, tenía algunas grabaciones sobre la fe y las escuchamos una y otra vez. También asistimos a las reuniones de 14 días que realizaba cada trimestre, lloviera, saliera el sol, nevara o granizara: no nos perdíamos un solo servicio.
Al mismo tiempo, Ken era estudiante en la Universidad Oral Roberts y viajaba con el hermano Roberts a sus cruzadas de sanación. Allí aprendía cómo el hermano Roberts ministraba por fe la sanación, administrando el poder de Dios a las personas que lo necesitaban desesperadamente. El hermano Roberts usó la fe como un mecánico usa una herramienta, y Ken aprendió mucho al respecto al trabajar junto a él.
Por supuesto, Ken y yo también estábamos estudiando la Biblia por nuestra cuenta. Estábamos aprendiendo directamente de las Escrituras, por ejemplo, que la sanación ya es parte de nuestra herencia espiritual. Está incluida en LA BENDICIÓN de la Redención y caminamos en ella por fe.
Isaías 53:4-5 dice que JESÚS LLEVÓ NUESTRAS ENFERMEDADES Y DOLENCIAS, Y QUE POR SUS LLAGAS FUIMOS SANADOS. Sin embargo, hasta ese momento en nuestras vidas, cuando la enfermedad llegaba a tocar nuestra puerta, simplemente la dejábamos entrar. Nos poníamos nuestras pijamas, nos metíamos en la cama y decíamos: “Me pregunto ¿cuánto tiempo voy a estar enfermo esta vez?”, porque no sabíamos hacer nada distinto.
Sin embargo, una vez que descubrimos lo que la Palabra dice sobre el asunto, eso cambió. Cuando aparecían los síntomas, no nos considerábamos personas enfermas tratando de sanar. Nos considerábamos sanos, y que nuestro enemigo Satanás estaba tratando de enfermarnos. Luego ¡respondíamos al mantenernos firmes en la fe de que la Palabra de Dios es verdadera!
Libra la Buena Batalla
Puedo decirte, tanto de la Palabra como de la experiencia, que mientras estés en esta tierra, si quieres vivir en LA BENDICIÓN deberás defender lo que Jesús ya ha obtenido para ti. No tendrás que hacer eso en el cielo porque el diablo y su oscuridad no estarán presentes. Pero, aquí, donde el diablo deambula buscando a quién puede destruir, debes librar la buena batalla de la fe. Debes creer y actuar según lo que dice Santiago 4:7: «Por lo tanto, sométanse a Dios; opongan resistencia al diablo, y él huirá de ustedes.»
¿Cómo resistes al diablo?
No lo haces peleando con él físicamente. Ya que no es un ser físico de carne y hueso, no puedes golpearlo con el puño ni usar armas naturales contra él. Pero sí puedes tomar autoridad sobre él en el Nombre del Señor Jesús y decirle lo que puede y no puede hacer en tu vida. Puedes hablar la Palabra de Dios y decir tal cual lo hizo Jesús: “¡Escrito está!” (Lee Mateo 4:4-11).
Cuando haces eso, el diablo no tiene otra opción que huir. Él no tiene ninguna defensa contra la Palabra de Dios, la cual es un arma espiritual invencible; es «viva y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos.» (Hebreos 4:12).
¡La Palabra escrita de Dios no es solo un libro! Salió de Su propia boca. Contiene dentro de sí el poder sobrenatural para hacerse realidad. Cuando declaramos las palabras de Dios por fe, éstas operan para nosotros tal como lo hacen para Él. No solo ponen al diablo y sus fuerzas oscuras a huir, sino que liberan el poder divino necesario para producir la voluntad de Dios en la tierra como en el cielo.
Eso es lo que sucedió en la Creación. Según Génesis 1: «La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas cubrían la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Y dijo Dios: «¡Que haya luz!» Y hubo luz.» (versículos 2-3).
¡Piénsalo: las Palabras de Dios crearon todo el universo! Por fe, llamó «las cosas que no existen, como si existieran.» (Romanos 4:17), y lo que dijo sucedió. Así es como Él lo hace todo. ¡Es la forma en que Él mismo opera, y así es como nosotros, Sus hijos, también debemos operar y vivir en victoria!
Jesús confirmó esto en Marcos 11:22-23. «Tengan fe en Dios», dijo (o como dice una traducción, Tengan la fe de Dios). «Porque de cierto les digo que cualquiera que diga a este monte: “¡Quítate de ahí y échate en el mar!”, su orden se cumplirá, siempre y cuando no dude en su corazón, sino que crea que se cumplirá.»
“Pero no me gusta ese asunto de la confesión de la fe”, podrías decir. “No me siento cómodo diciendo que soy próspero cuando mi cuenta bancaria está vacía, o que estoy sano cuando me siento enfermo. ¿Realmente tengo que hacerlo?”
No, no tienes que hacerlo. Pero tampoco tienes que caminar en salud divina y abundancia sobrenatural. Si quieres, puedes elegir hablar de incredulidad y dejar que el diablo te siga robando. Pero, para vivir BENDECIDO, debes creer Y hablar la Palabra de Dios, porque así es como Dios diseñó la fe para que funcione.
¡Llamar las cosas que no son como si fueran es el plan de dominio de Dios! Así vivió Jesús cuando estuvo en la tierra. Así es como Abraham vivió en su época, y cómo él y Sara tuvieron el hijo que Dios les prometió.
En lo natural, tener un hijo parecía algo imposible. Abraham tenía más de 100 años, y Sara tenía 90 y siempre había sido estéril. Sin embargo, le creyeron a Dios Su Palabra y comenzaron a declararla sobre sí mismos. Miraron más allá de sus circunstancias, más allá de sus viejos cuerpos y de los años de esterilidad, y en cambio vieron la promesa de Dios.
Aunque no se imaginaba cómo podría suceder, Abraham comenzó a llamarse a sí mismo “padre de muchas naciones”, tal como lo hizo Dios. Y, efectivamente, en eso mismo se convirtió.
Como creyentes, podemos tener la misma experiencia. Podemos creer y declarar la Palabra de Dios y verlo hacer lo imposible en nuestras vidas. Podemos salir de las peores situaciones y llegar a un lugar de victoria total.
Es posible que en este momento no podamos ver de forma natural cómo pueda suceder. Cuando miramos a nuestro alrededor con nuestros ojos físicos, es posible que no veamos ninguna forma en que la liberación y la victoria puedan llegar. Pero Dios siempre tiene una salida para nosotros. Él «hace que siempre triunfemos en Cristo» (2 Corintios 2:14, RVA-2015) y hace cumplir Sus promesas bíblicas en nuestras vidas.
Solo tenemos que mantener un espíritu de fe. Solo tenemos que seguir el ejemplo de Abraham, mantener la Palabra en dos lugares y no fijarnos «…en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.» (2 Corintios 4:18).
La fe no mira los síntomas o las circunstancias. Sólo mira lo que Dios dijo. Se mantiene enfocada en Su Palabra eterna e inmutable y sigue declarándola hasta que se manifieste por completo.
Así que sin importar lo que ocurra a tu alrededor, mantén tus ojos en la Palabra. No la mires de vez en cuando. No esperes hasta que estés en crisis y necesites un milagro inmediato. Centra tu vida alrededor de la Palabra todo el tiempo.
Si practicas vivir de esa manera todos los días, en aquellas ocasiones en que necesites milagros, estarás bien posicionado para recibirlos. Sin embargo, no los necesitarás con tanta frecuencia, porque ya no vivirás de crisis en crisis. VIVIRÁS DIARIAMENTE COMO VENCEDOR DEL MUNDO EN LA ABUNDANTE BENDICIÓN DE DIOS.