La mañana del 4 de mayo de 2018, me estaba preparando para predicar en una conferencia de ministros en Lagos, Nigeria, sobre el impacto sostenido en el ministerio. Mientras oraba por el servicio, escuché al Señor decirme: El impacto siempre debería ir en aumento.
En ese momento estaba pensando en los ministros de la conferencia, que en su mayoría eran predicadores de tiempo completo. Pero me he dado cuenta desde entonces, que la declaración del Señor no aplicaba solo a ellos. La misma aplica a cada hijo de Dios nacido de nuevo.
No importa cuál sea nuestra vocación natural; como creyentes, todos estamos llamados al ministerio. Todos estamos llamados a tener un impacto para Dios en este mundo y ese impacto siempre debe ir en aumento, ya sea que estemos detrás de un púlpito, en casa, en nuestro barrio, en el colegio, en el lugar de trabajo o en otro lugar.
Tener el mismo impacto hoy que el que tuvimos hace cinco años no es suficiente. Dios es un Dios de aumento. Él tiene la intención de que nuestra influencia espiritual crezca para que ejerzamos más presión sobre las fuerzas de la oscuridad con cada año que transcurre, y que el impacto de nuestro ministerio en las almas de las personas (sus mentes, voluntades y emociones) y su salud física siga creciendo… día tras día, mes tras mes, durante los próximos 30, 40, 50, 60 o 70 años.
“Pero tengo 50 años”, podrías decir. “Para seguir aumentando durante otros 70 años, tendría que vivir hasta los 120.”
¡Bueno! En lo que respecta a Dios, esa es una vida normal. Él dijo en Génesis 6:3 que el hombre «vivirá hasta ciento veinte años.», y nunca cambió ese número. Es Su estándar de longevidad en toda la Biblia.
En Éxodo 23, donde dijo: «quitaré de en medio de ti toda enfermedad… Yo haré que vivas los años que debes vivir.» (versículos 25-26), se estaba refiriendo a una vida útil de 120 años. En el Salmo 91:16, cuando Dios dijo acerca del creyente que habita en el lugar secreto del Todopoderoso que «le concederé muchos años de vida, y le daré a conocer mi salvación.», estaba hablando de 120 años.
Dios necesita que nos quedemos aquí por mucho tiempo. Él necesita que sigamos creciendo en nuestro caminar con Él y aumentando nuestro impacto espiritual.
¿Por qué? Porque si lo hacemos, para cuando tengamos 120 años, estaremos caminando en el poder y la vida de Dios a tal punto que la gente dirá sobre nosotros lo que dijeron sobre Pedro y Juan en Hechos 4:13; dirán que, con seguridad «habían estado con Jesús». Creer en una vida larga y aumentar el impacto en el ministerio se trata de eso. No se trata solo de que anotamos muchos cumpleaños a nuestro nombre, o de que la gente esté impresionada con nosotros. Se trata de que estén impresionados con Jesús. Se trata de nosotros como vasos a través de los cuales Dios puede tocar cada vez más la vida de las personas y manifestar la luz de Su reino en este mundo oscurecido por el pecado.
Una de las personas en la Biblia que podemos usar como ejemplo de esto es Daniel. Como judío del Antiguo Testamento, fue llevado cautivo de adolescente a Babilonia y reclutado al servicio del rey Nabucodonosor. Comenzó simplemente como un sirviente, pero siguió siendo promovido de un puesto de gobierno a otro. Brillaba tanto en ese ambiente secular e impío que, eventualmente, ganó el respeto del rey Darío quien:
«…tomó la decisión de constituir sobre su reino ciento veinte sátrapas que se encargaran del gobierno. Sobre ellos puso a tres gobernadores, a quienes los sátrapas debían rendir cuentas, para que los intereses del rey no se vieran afectados. Uno de los tres gobernadores era Daniel, aunque Daniel estaba por encima de los sátrapas y los gobernadores porque en él radicaba un espíritu superior. Incluso, el rey pensaba ponerlo a cargo de todo el reino.» (Daniel 6:1-3).
¡Piénsalo! Daniel pasó de ser un sirviente en el palacio a ser esencialmente el primer ministro. Su influencia creció hasta que afectó a toda la nación. ¿Por qué? ¿Qué lo llevó a ser preferido sobre los demás?
En el encontraron un espíritu de excelencia.
Dominando los fundamentos
Si Daniel pudo operar con ese tipo de excelencia y tener tanto impacto bajo el Antiguo Pacto, ¡piensa lo qué podemos hacer como creyentes del Nuevo Pacto!
Hemos nacido de nuevo a imagen de Jesús, de quien Dios dijo: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco.» Somos participantes de un ministerio mucho mejor, hemos sido hechos uno con Él y heredamos Su nombre más sublime.» (Ver 2 Pedro 1:17; Hebreos 8:6, 1:4).
Por nuestra propia naturaleza en Cristo, ¡fuimos creados para sobresalir!
Sobresalir significa “alcanzar el lugar más alto” o “prosperar”. De eso me estaba hablando Dios ese día en Lagos. Estaba diciéndome que, así como Daniel, debemos operar con tanta excelencia en nuestro caminar con Él y en nuestro ministerio a los demás, que avanzamos continuamente.
“Pero hermano Copeland, ¿cómo puedo asegurarme de que estoy haciendo eso? ¿Qué pasos prácticos puedo tomar para asegurarme de seguir avanzando, de modo que no me despierte en cinco o diez años y descubra que todavía estoy en el mismo lugar donde estoy ahora?”
Por un lado, puedes continuar desarrollándote en los conceptos básicos de la fe.
¡La fe es el secreto del éxito espiritual! No importa cuánto lo estudies, siempre hay más que aprender; y todo lo que aprendes al respecto siempre está bajo el ataque del diablo, del ladrón.
Entonces, para mantener tu nivel actual de fe y seguir avanzando, debes seguir alimentándote de lo que la Biblia dice al respecto. Debes meditar y desarrollar continuamente tu dominio de los principios fundamentales de la fe.
Para entender por qué, piensa en la última vez que viste un campeonato deportivo de algún tipo en la televisión. ¿Qué estabas viendo? Estabas viendo atletas que dominaban los fundamentos. No llegaron a ser los mejores del mundo en su deporte al encontrar una nueva forma extraña de jugarlo. Se destacaron al dominar los conceptos básicos del juego.
Lo mismo es cierto para los creyentes. Nos convertimos en los campeones que Dios nos creó al enfocarnos, trabajar y vivir continuamente las verdades básicas y simples de la fe.
“Tú dices eso simplemente porque eres un predicador de fe.”
No, lo digo porque la Biblia confirma una y otra vez que la fe es fundamental para nuestro caminar con Dios.
No podemos ser salvos sin la fe. (Efesios 2:8)
Es imposible agradar a Dios sin ella. (Hebreos 11:6)
No podemos vivir una fe cristiana sin ella. (Romanos 1:17)
No podemos vencer al mundo sin ella. (1 Juan 5:4)
Todo lo que no es de fe es pecado. (Romanos 14:23)
Hebreos 11:4 dice: «Por la fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio más aceptable…» Entonces, claramente la fe y la excelencia son inseparables. ¡Se necesita una fe cada vez mayor para tener un impacto cada vez mayor para Dios!
La puerta de entrada a lo sobrenatural
¿Qué más puedes hacer para seguir aumentando tu impacto? Puedes desarrollarte en tu conocimiento práctico del poder y la gloria de Dios.
«Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo. Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros.» (2 Corintios 4:6-7, NVI).
Resalté la palabra Cristo para que recordemos que no es el apellido de Jesús. Es la palabra griega para la “unción”, que en este contexto se refiere al poder y la gloria de Dios que vino sobre Jesús cuando fue bautizado en el Espíritu Santo.
Jesús mismo dijo que la Unción del Espíritu Santo fue lo que le permitió ministrar con poder divino. En lugar de atribuir Su excelencia en el ministerio al hecho de que Él es el Hijo de Dios, declaró: «El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido…» (Lucas 4:18).
Jesús fue el Hijo de Dios toda Su vida terrenal. Siempre tuvo al Espíritu Santo viviendo en Él. Sin embargo, nunca hizo un solo milagro hasta que a los 30 años recibió el bautismo en el Espíritu Santo, y el Espíritu de Dios vino sobre Él. Fue entonces cuando fue ungido para el ministerio y comenzó a hacer las obras sobrenaturales de Dios.
Cuando nosotros, como creyentes, recibimos el bautismo en el Espíritu Santo, nos sucede lo mismo. El Espíritu que vino sobre Jesús viene sobre nosotros y nos unge para hacer Sus obras. Además de tener la grandeza de Dios dentro de nosotros debido al nuevo nacimiento, Su grandeza viene sobre nosotros para empoderarnos para el ministerio sobrenatural.
Una forma de desarrollar ese empoderamiento es orando en otras lenguas.
¡Orar en lenguas es la puerta de entrada a lo sobrenatural! Cuanto más lo hagas, más aumentará tu conocimiento del poder sobrenatural y la gloria de Dios. Cuanto más aumenta el conocimiento, más se manifestará la excelencia de Su poder en tu vida.
“Bueno”, podrías decir, “como no soy un predicador, realmente no creo que orar en lenguas sea del todo necesario para mí.”
¿No es necesario? Orar en lenguas te permite comunicarte con Dios sobrenaturalmente. Te permite hablar misterios y orar más allá de tu comprensión de acuerdo con Su voluntad perfecta (1 Corintios 14:2; Romanos 8:26-27). Te edifica y te construye sobre tu santísima fe (Judas 1:20).
Cada una de esas cosas es necesaria si quieres seguir aumentando tu impacto espiritual. Entonces, ¿por qué no aprovecharlas? Si aún no lo has hecho, ¿por qué no le pides al Señor en este momento que te bautice con Su Espíritu y comienzas a hablar en lenguas por fe? (Ver Hechos 2:4, 10:45, 19:6.)
He estado orando en lenguas por más de 50 años, y te recomiendo que lo hagas todos los días. No solo en tus tiempos devocionales con El Señor, sino en cada oportunidad. Ora en lenguas en la ducha y cuando conduzcas al trabajo. Ora en lenguas mientras preparas la cena y cuando te estés alistando para acostarte. Si haces eso además de meditar en LA PALABRA y practicar los fundamentos de la fe, caminarás cada vez más en la Unción de Dios.
Como creyente bautizado por el Espíritu Santo, esa unción te pertenece. Está ahí para permitirte liberar el poder de Dios que quita la carga y destruye el yugo a cada persona a la que le testifiques. Cada vez que compartes el evangelio con alguien, la Unción de la gloria de Dios y Su excelente poder están ahí presentes.
Por lo tanto, determina edificarte en él. Aprende cómo cooperar con él y no transgredirlo, y la misma Unción del Espíritu Santo que cambió la vida de las personas a través del ministerio de Jesús también cambiará la vida de las personas a través de ti.
Prosigue hacia el premio
¡Eso es algo que vale la pena buscar! Caminar con Jesús y ministrar bajo Su Unción es lo más preciado que existe en la vida. Como escribió el apóstol Pablo en Filipenses 3: «Y a decir verdad, incluso estimo todo como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por su amor lo he perdido todo, y lo veo como basura, para ganar a Cristo y ser hallado en él, no por tener mi propia justicia… sino por tener la justicia que es de Dios y que viene por la fe, la fe en Cristo” (versículos 8-9).
¡Pablo usó un lenguaje fuerte allí! Comparó tener fe en cualquier cosa que no sea el Ungido y Su Unción con tener fe en la basura. Dijo que cuando se trata de excelencia en el ministerio, confiar en el dinero es como confiar en la basura. Confiar en las habilidades humanas naturales es como confiar en la basura. Depender de una educación superior o logros académicos es como depender de la basura.
¡No queremos desperdiciar nuestras vidas en la basura! ¡Queremos invertirlas en perseguir la excelencia que se encuentra en el conocimiento del Señor Jesús y Su Unción! Queremos decir, como lo hizo Pablo: «una cosa sí hago: me olvido ciertamente de lo que ha quedado atrás, y me extiendo hacia lo que está adelante; ¡prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús!» (versículos 13-14).
¡Esta es una tercera clave para aumentar tu impacto espiritual! Olvida esas cosas que han quedado atrás. Deja de pensar en la cantidad de faltas que cometiste ayer. El día de ayer está muerto y ha desaparecido, así que arrepiéntete de lo que sea que hayas hecho mal, olvídalo y avanza hacia el llamado del gran premio de Dios.
Prosigue para crecer en Su Unción. Prosigue para permanecer debajo de él, no solo para tu beneficio y para el beneficio de tu familia, sino porque alguien enfermo viene a tu camino. Alguien que ha sido oprimido por el diablo viene hacia ti. Vendrá alguien que necesita una palabra de Dios o un milagro y para recibirlo necesitarán que les ministres la excelencia del poder sobrenatural de Dios.
¡Así que prepárate para ellos! Sigue aumentando en la fe y en la unción todos los días… semana tras semana… año tras año. Sigue aumentando tu impacto para el reino de Dios década tras década hasta que, a los 120 años cuando hayas terminado tu carrera, escuches a Jesús decir: “Bien hecho, fiel servidor. ¡Bienvenido a casa!”