En los Estados Unidos hemos entrado en otro año electoral. Este es el momento en que los creyentes en Cristo deben unificarse en la oración. Lo que hagamos —o dejemos de hacer—durante esta elección tendrá un efecto directo en los asuntos mundiales.
Nuestra participación —o la ausencia de ella—, será el factor clave para determinar si los incendios del avivamiento arderán o se apagarán en el planeta. Me tomo este asunto con mucha seriedad, y espero que las palabras que les escribo hoy tengan un profundo efecto en todos ustedes.
«Todos debemos someternos a las autoridades, pues no hay autoridad que no venga de Dios. Las autoridades que hay han sido establecidas por Dios.» (Romanos 13:1).
Es sorprendente ver la poca atención que se le presta a esta escritura tan importante. Se podría deducir por la forma en que la mayoría de la gente habla sobre el gobierno, que todavía no se han dado cuenta de que nuestros líderes están ordenados por Dios. Romanos 13:4 dice que Dios los ha ordenado por nosotros; son ministros para nuestro bien. La razón por la cual nuestros funcionarios no manifiestan esa ordenación más de lo que lo hacen, es por nuestra falta de oración por ellos.
La gente dice: “¡No puedo orar por el presidente! ¡Tan solo mira lo que ha hecho!” No importa cómo lucen las cosas, aún puedes orar. Dios es un Dios justo y nunca te dará instrucciones para hacer algo que no eres capaz de hacer. Puedes hacerlo por el poder del Espíritu Santo, en obediencia a LA PALABRA de Dios.
Cuando Dios te indica que hagas algo, siempre es para ganar una avenida de acceso en tu vida. Él nunca te dirá que hagas algo solo porque Él lo requiere. Él siempre está buscando un camino conductor hacia nuestra vida.
¡Orando más que nunca!
Primera de Timoteo 2:1-2 nos dice que debemos orar y dar gracias por todos nuestros líderes, para que podamos vivir en paz. «Ante todo, exhorto a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los que ocupan altos puestos, para que vivamos con tranquilidad y reposo, y en toda piedad y honestidad.»
Existe hoy en día una considerable cantidad de intercesión. La gente está en oración ahora más que nunca. Tenemos que compensar los años de apatía de los cristianos que se han negado a tomar en serio su responsabilidad de oración. Tenemos que ponernos al día con nuestra «tranquilidad y reposo».
Lo podemos ver en varios ejemplos en todo los EE. UU. ¡Por ejemplo, en 1980, una orden de la corte ordenó remover una placa de los Diez Mandamientos de una pared del aula en Kentucky! Y justo el año pasado, una placa con los Diez Mandamientos que había sido exhibida en una escuela secundaria de Ohio durante casi 100 años fue retirada bajo protesta por un grupo ateo. ¿Es este un ejemplo de una nación que vive en: «tranquilidad y reposo, y en toda piedad y honestidad?» ¡No!
Estamos enfrentando una gran batalla, una guerra que no es de carne y hueso, sino del espíritu. Este combate del reino espiritual sólo se puede combatir mediante la oración y la intercesión fiel.
Quiero exponerte algunas cosas de LA PALABRA que tú y yo podemos hacer con respecto a la liberación de esta nación en los días en que vivimos. Funcionará para los Estados Unidos y para todos los países de la Tierra. Esta verdad bíblica comienza diciendo en Efesios 6:10-12 que nuestra guerra no es carnal, sino espiritual. Dice: «Por lo demás, hermanos míos, manténganse firmes en el Señor y en el poder de su fuerza. Revístanse de toda la armadura de Dios, para que puedan hacer frente a las asechanzas del diablo. La batalla que libramos no es contra gente de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo, ¡contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes!»
Debemos enfrentarnos a Satanás. Santiago 4:7 dice: «Por lo tanto, sométanse a Dios; opongan resistencia al diablo, y él huirá de ustedes.» Necesitamos darnos cuenta de la plenitud de lo que significa resistir al diablo en lo que concierne a nuestra nación, e incluso a nuestros propios hogares. Estamos en guerra. Una de las primeras reglas de combate es reconocer a tu enemigo.
Veamos el capítulo 10 de Daniel.
Daniel había estado ayunando durante 21 días. Entonces se le apareció un ángel del SEÑOR y le dijo: «No tengas miedo, Daniel, porque tus palabras fueron oídas desde el primer día en que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios. Precisamente por causa de tus palabras he venido.» (versículo 12).
Este ángel había salido desde el cielo el primer día que Daniel hizo su oración. Vino por las palabras de Daniel, pero tardó 21 días en aparecerse. ¿Por qué? Mira el versículo 13: «El príncipe del reino de Persia se me enfrentó durante veintiún días, pero Miguel, que es uno de los príncipes más importantes, vino en mi ayuda, y me quedé allí, con los reyes de Persia.» Luego, en el versículo 20, continua: «…porque ahora tengo que volver a pelear contra el príncipe de Persia, y cuando termine de pelear con él, vendrá el príncipe de Grecia.»
No es una Guerra de carne y hueso
Estas escrituras son ejemplos claros de la actividad y la guerra en el ámbito espiritual.
Esto es lo que quiero que veas: no luchamos contra carne y hueso, sino contra principados y poderes, gobernantes de la oscuridad de este mundo y espíritus malignos en lugares celestiales. A lo largo de la Biblia, se nos enseña que hay tres áreas diferentes llamadas “cielo”:
1. El cielo donde reside Dios.
2. Los cielos estelares (lo que llamamos espacio exterior).
3. Los cielos alrededor de la Tierra (la atmósfera de este planeta).
Efesios 2:2 llama a Satanás «el príncipe del poder del aire.» Efesios 6:12 habla de espíritus malignos en «las regiones celestes». Había un espíritu maligno asignado a Persia. Había un espíritu maligno asignado para hacer que el reino de Grecia se estableciera, y luego gobernarlo y dirigirlo.
¿Qué significado tiene todo esto para nosotros? Significa que estamos involucrados en la guerra espiritual. Jesús dijo en Mateo 18:18: «De cierto les digo que todo lo que aten en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desaten en la tierra, será desatado en el cielo.» El cielo del que habla Jesús no es el cielo donde está Dios. Nada necesita estar atado allí. No tenemos autoridad en ese ámbito. Nuestra autoridad yace aquí en esta tierra a través del Nombre de Jesús. «Las armas con las que luchamos no son las de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas.» (2 Corintios 10:4). Se nos ha dado la autoridad para derribar las fortalezas de satanás. Podemos atar a los espíritus malignos en lugares celestiales y desatar los poderes angelicales de Dios para trabajar en nuestro nombre.
En Mateo 16:19, Jesús le dijo a Pedro: «A ti te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos.» El texto griego literalmente dice: “Te doy las llaves del reino. Lo que declaras atado en la tierra está atado en el cielo y lo que declaras desatado en la tierra está desatado en los cielos.”
Daniel no podía hacer eso. Él no tenía la autoridad del Nombre de Jesús. Todo lo que pudo hacer fue soportar durante 21 días largos y difíciles hasta que el ángel de Dios logró comunicarse con él.
Pero, alabado sea Dios, tú y yo como creyentes y como hijos del Dios Altísimo, no tenemos que esperar 21 días. Ni siquiera tenemos que esperar 21 segundos para que los ángeles comiencen su trabajo en nuestro nombre. Filipenses 2:9-10 dice que se nos ha dado un Nombre que está por encima de todo nombre, ¡y en el Nombre de Jesús cada rodilla se doblará! ¿Dónde? En el cielo, en la tierra y debajo de la tierra. ¡Eso cubre todas las esferas!
Como creyentes, tenemos total autoridad sobre los poderes de satanás. Podemos tomar autoridad sobre los espíritus malignos que están tratando de destruir esta nación. Podemos tomar autoridad sobre ellos en el Nombre de Jesús y derribar sus fortalezas.
Estamos comenzando a darnos cuenta de lo importantes que somos para los asuntos mundiales. Desde el día en que Jesús nos dio la Gran Comisión, la vida o muerte de nuestro mundo ha estado en manos de la Iglesia. ¡Tenemos el poder de usar el poderoso Nombre de Jesús y la increíble fuerza del evangelio para dar vida y abundancia a cada criatura! Eso incluye cada oficina administrativa de autoridad en el planeta Tierra.
Muy pronto celebraremos en los EE. UU. nuestras elecciones nacionales. Y si queremos una nación de «piedad y honestidad», depende de nosotros interceder y usar ese poder notarial.
En este momento, debes estar orando por todos los candidatos. Pero ¿cómo puedes orar por ellos si no sabes quiénes son? No tomes solamente lo que los medios de comunicación te dicen sobre alguien. Si lo haces, terminarás completamente ignorante de lo que realmente está sucediendo.
No sigas lo que sucedió durante la Gran Depresión o cualquier otra idea política del pasado. Esos días y tiempos se han ido para siempre. Pertenecemos a una nueva era y a una nueva generación. Ora por guía y dirección. Esta es la única forma segura.
Sin embargo, no solo necesitamos pedir orientación para combatir este ataque espiritual contra nuestra nación; también debemos ejercer nuestro derecho como estadounidenses y emitir un voto considerado en oración.
Una llamada a la intercesión
Dios nos ha llamado a interceder. Nos ha dado Su PALABRA, Su poder, Su Nombre, Su autoridad y Su fe. Tenemos todas las herramientas necesarias para orar efectivamente por nuestro gobierno y sus líderes. Unámonos como nunca antes en intercesión por este país y todas las naciones del mundo. Somos el pueblo de Dios, llamados por Su nombre, y podemos estar en fe ante Dios pidiendo por la sanación de nuestra tierra.
Te encomiendo si es que vives en los EE. UU. y aún no te has registrado para votar: ¡hazlo hoy mismo, ahora! Es tu responsabilidad, como creyente, involucrarte en los asuntos del país. Dios necesita esta gran tierra nuestra, y la única forma en que la conseguirá es a través de sus embajadores: ¡tú y yo!
Si ya te has registrado, entonces, en noviembre, ¡NECESITAS VOTAR! No dejes que los asuntos de tu vida te desvíen del lugar de votación. No dejes que nadie —excepto el Espíritu Santo— te diga por quién votar. Dios tiene un ejército marchando en la Tierra. Debemos unirnos y evitar que la maldad en los lugares celestiales tome autoridad. Ha llegado el momento de que los cristianos sean contados. Deja que se escuche tu voz este mes de noviembre.
Para aquellos que leen este artículo fuera de los Estados Unidos, lo mismo aplica para todos ustedes. Si se humillan en unidad y oran, Dios puede cambiar cualquier injusticia y corrupción que pueda existir en tu nación. La clave es la oración y la participación.
Todos provenimos de orígenes diferentes y distintas naciones, pero todos tenemos una cosa en común: ¡Jesucristo es nuestro SEÑOR! Tan solo eso es suficiente para alterar la faz espiritual de esta Tierra.
Juntos lo podemos hacer. Con la ayuda de Dios Todopoderoso podremos enarbolar nuestra bandera y proclamar: “¡Jesús es el Señor sobre todo el mundo!”