El poder dominante de la PALABRA de Dios en la boca de un creyente es la fuerza más grandiosa sobre la Tierra. Nada puede sobrepasarla en lo absoluto. Puede resolver cualquier problema y conquistar todo desafío que puedas enfrentar, en cualquier momento. Cuando se declara en fe, la PALABRA de Dios en tus labios puede lograr lo imposible —literalmente—. Puede provocar las mismas cosas que Dios mismo provocaría.
Si necesitas pruebas, estudia el ministerio de Jesús. Cuando Él estuvo en la Tierra, hizo todo lo que hizo con el poder dominante de las palabras de Dios. Esas palabras fueron la marca distintiva en Su vida. Él dijo: «El Hijo no puede hacer nada por sí mismo… sino que hablo según lo que el Padre me enseñó… [y] el Padre, que vive en mí, es quien hace las obras» (Juan 5:19, 8:28, 14:10).
“Sí, ¡pero Él era Jesús!” podrías decir. “Él es el hijo de Dios”.
Ciertamente, Él es. Pero tú eres Su coheredero, y también eres un hijo(a) de Dios. Eres un creyente, y Jesús dijo: «El que cree en mí, hará también las obras que yo hago; y aún mayores obras hará, porque yo voy al Padre» (Juan 14:12).
Obviamente, si Jesús dijo que tú harás Sus obras, puedes hacerlas. ¿Cómo? Usando el mismo proceso que él usó.
Primero, sintonizas la voz del Espíritu Santo que vive en tu interior y escuchas lo que Dios tiene para decir. Luego, declaras Sus palabras, y el Padre que vive en ti hace la obra. Él libera Su enorme poder y tú obtienes en tu vida la misma clase de resultados maravillosos que Jesús obtuvo.
Sin embargo, hay un prerrequisito para declarar las palabras de Dios. No puedes inventarte tus propias palabras y obtener los mismos resultados. Lo sé porque lo he tratado. Con frecuencia, a través de los años, en lugar de esperar y escuchar de parte del Señor acerca de alguna situación, tan solo salté y empecé a orar. Recité cada escritura en la que pudiera pensar y tan solo la disparé al aire, hablando por hablar.
Aun en lo natural no obtengo buenos resultados cuando disparo al aire. Soy más efectivo cuando me tomo el tiempo para pensar y posicionarme estratégicamente. Por esa razón es que prefiero el tiro a larga distancia. Me gusta tomar mi rifle y concentrarme en un objetivo que está a más de 450 metros. Cuando tengo en la mira todo alineado con precisión, puedo darle al blanco todas las veces—no porque soy un gran francotirador, sino porque tengo el equipo adecuado.
He descubierto que el mismo principio aplica en lo que se refiere a la oración. Ésta funciona mejor cuando te tomas tu tiempo, le preguntas al SEÑOR, y descubres lo que Él está diciéndote acerca de la situación. A pesar de que es mejor orar rápido en lugar de no orar, aun en emergencias, tan solo toma unos segundos detenerse y recibir dirección del Espíritu Santo antes de orar— y Su dirección marcará una gran diferencia.
Comiendo huevos de goma y escuchando a Dios
Nunca olvidaré una vez en particular cuando me tocó corroborarlo por experiencia personal. Fue hace mucho, al comienzo de este ministerio. Gloria y yo habíamos regresado de un viaje muy largo por carretera. Después de manejar durante varias horas, nos detuvimos en la casa de mi mamá para cenar. Estábamos hambrientos y cansados, listos para comer y descansar.
Tan pronto mi mamá puso en frente mío un plato de huevos que lucían deliciosos, el teléfono sonó. Ella contestó mientras yo masticaba mi primer bocado. La escuché decir: “¡Oh no! Ok… ¡iremos para allá!” Después empezó a orar en el espíritu como si la casa estuviera incendiándose. A pesar de que mi madre era una guerrera espiritual de oración muy habilidosa y con gran tenacidad en esa clase de situaciones, podía ver que estaba molesta.
¿Qué sucede?, le pregunté.
“¡La tía Eiley está a punto de morir!” respondió. “Quiero verla antes de que sea demasiado tarde; tenemos que irnos ahora mismo. ¡Así que apúrate y vámonos!”
Antes de que pudiera responderle, el SEÑOR me detuvo en mi interior. Sentí que me decía que me lo tomara con mucha calma. Así que, a pesar de que amaba a la tía Eiley y quería salir corriendo a verla tanto como mi mamá, me quedé allí sentado. “No, mamá” respondí. “No iré a ningún lado hasta que termine mis huevos”.
Mi apetito se desvaneció de repente y esos huevos sabían cómo una goma; sin embargo, ingerí unos bocados extra. A continuación me aseé a medias y me cambié la camisa por una limpia. Cuando nos subimos al auto, dejé que mi madre manejara y me senté en el asiento del acompañante, orando en el espíritu y escuchando al SEÑOR. Él me dijo exactamente qué escrituras quería que le leyera a la tía Eiley, y exactamente qué decir.
Al arribar descubrimos que ya la habían declarado muerta. Habían trasladado su cuerpo a un pequeño cuarto desocupado donde el doctor podría venir a oficiar el certificado de defunción. Nos dirigimos al lugar y encontramos otra familia en la misma situación.
Yo no había anticipado tener que leer las escrituras que el SEÑOR me había entregado a una mujer muerta, y menos en público. Pero me rehusé a permitir que eso afectara mis pensamientos. Abriendo mi Biblia, declaré exactamente lo que el SEÑOR me había dicho. Leí los versículos y Él me impulsó a decir: “¡Tía Eiley, abre tus ojos!”
Sus ojos se abrieron repentinamente, como si fueran impulsados por resortes.
“Kenneth, que estás haciendo aquí”, me dijo.
“Vine a orar por ti querida” le respondí.
Era obvio que para ese momento mi oración ya había sido respondida. El poder dominante de la palabra de Dios había sido liberado; el Padre había hecho la obra y la tía Eiley ya no necesitaba de un certificado de defunción. Ella sanó de esa enfermedad que la había estado consumiendo, a pesar de que ya era bastante anciana; vivió dos años más en perfecta salud y en su propia casa.
Esta situación nos demuestra lo que sucede cuando nos tomamos tiempo para escuchar de parte de Dios. ¡Puedes declarar Su PALABRA y hacer la obra de Jesús! Tampoco tienes que esperar hasta que estés enfrentando una situación crítica como la de la tía Eiley. Puedes declarar lo que Dios está diciendo en cada circunstancia de la vida. Puedes hacer la obra de Jesús en cada instante.
Sus Palabras incluyen más que milagros, señales y prodigios. Éstas incluyen cada tarea que Dios te da. ¡Incluyen cada cosa que te manda a hacer!
Una vez el SEÑOR me dijo: “Si todo lo que te pido alguna vez es que saques la basura, podría transformar ese paseo, desde la puerta trasera hasta la calle, en la aventura más grandiosa que puedas haber imaginado. En ese preciso momento traeré personas a la calle y te ungiré para que los ministres. Y Yo podré hacer toda clase de cosas sobrenaturales por ti y a través tuyo, porque estás obedeciéndome; al sacar la basura estarás haciendo Mis obras”.
Si no tienes ni idea, pídele sabiduría
“Bueno, eso suena maravilloso hermano Copeland, pero yo no logro escuchar la voz de Dios como tú. Él no me habla mucho”.
Sí, lo hace. Él es tu Padre celestial. Te habla todo el tiempo a través del Espíritu Santo, acerca de tu vida, tu llamado y las situaciones que estás enfrentando. Él está constantemente cumpliendo Su promesa de Juan 16:13-14, donde Jesús dijo: «Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo mío y se lo hará saber».
¡Dios te habla todo el tiempo! Sólo tienes que conectarte con lo que está diciendo. ¿Cómo lo haces? Obedeciendo las instrucciones de Santiago 1:5-6: «Si alguno de ustedes requiere de sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios se la da a todos en abundancia y sin hacer ningún reproche. Pero tiene que pedir con fe y sin dudar nada, porque el que duda es como las olas del mar, que el viento agita y lleva de un lado a otro».
Yo he actuado conforme a esos versículos más veces de las que puedo imaginar. Y una y otra vez, a lo largo de mi relación con el SEÑOR, cuando no tengo idea de lo que Él quiere que haga acerca de algo, le digo: “Padre, necesito Tu sabiduría para esta situación y te pido que me des la revelación acerca de este asunto de Tu Palabra”. Luego libero mi fe de acuerdo a Marcos 11:24, que dice: «Todo lo que pidan en oración, crean que lo recibirán, y se les concederá».
En la mayoría de los casos, me he sentido exactamente igual de perdido después de orar de lo que estaba antes. Pero no permito que mis sentimientos me muevan. Dios dijo que me daría Su sabiduría en abundancia, y en cuanto a mi concierne es mía en el momento en el que le pido por ella. Así que solo le agradezco, alabo, y medito un tiempo en las escrituras, con la expectativa de escuchar al Espíritu Santo hablarme a través de ellas y darme la respuesta que necesito.
Muchas veces a través de los años, cuando Gloria y yo necesitábamos sabiduría acerca de algo particularmente importante, hemos tomado varios días tan solo para preguntarle al SEÑOR al respecto.
Hemos dejado de lado el resto de las cosas sólo para orar, buscar la PALABRA y escuchar al Espíritu Santo. Sin falla, en menos de tres días, siempre hemos recibido la dirección del SEÑOR.
Fue así como terminamos con la hermosa casa en la que estamos viviendo. A nosotros no se nos ocurrió un día tan solo construirla. Gloria empezó a mantenerse en fe desde 1967, después de que leyó el libro de Oral Roberts: Don’t Let Anybody Steal your Dreams (No le permitas a nadie robar tus sueños). Ella meditó en escrituras acerca de la casa de sus sueños, hizo planos y recortó fotos de revistas durante muchos años.
Un día, cuando su fe llego al punto de culminación, se me acercó y me dijo: “Kenneth, voy a tener que construir esta casa o dejar de molestar con ella. Le he dicho al SEÑOR que estaré feliz con cualquiera de las dos opciones. Si Él no quiere que la construyamos, dejaré de lado el proyecto sin remordimientos. Pero necesitamos saber claramente qué es lo que quiere que hagamos”.
Así que reservamos una semana para orar al respecto. Un día estábamos sentados en el sofá orando en el espíritu, y el SEÑOR me dijo: quiero que vayas a Isaías 54. Él nos mostró varias escrituras allí y me dijo que se las leyera. Él dijo: Léele esos versículos a Gloria y minístrale la casa.
Cuando leí esos versículos, ella difícilmente podía contenerse. Empezó a llorar y a regocijarse al mismo tiempo. Y me dijo que esos eran los mismos versículos que el SEÑOR le había dado cuando empezó a creer por una casa en 1967.
¡A eso le llamo una confirmación! Fue algo poderoso. Sabíamos que habíamos escuchado del cielo.
Por supuesto, una razón por la que escuchamos claramente es debido a que nosotros no sólo escuchamos la voz del SEÑOR en ocasiones especiales, sino que lo buscamos continuamente. Leemos la PALABRA y oramos todos los días, poniéndonos de común acuerdo con Colosenses 1:9-10, creyendo que Dios nos llena: «del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que [vivamos] vivan como es digno del Señor, es decir, siempre haciendo todo lo que a él le agrada, produciendo los frutos de toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios».
Si quieres escuchar más claramente y consistentemente de parte del SEÑOR, te recomiendo que ores la misma escritura. Pídele a Dios diariamente por Su sabiduría y luego, en vez de salir corriendo por la puerta para ir a trabajar, lee un capítulo o dos en la PALABRA, creyendo que recibes la revelación que el SEÑOR tiene para ti. Sintonízate a propósito con el Espíritu Santo en tu interior y pon atención a lo que está diciendo. ¡Desacelera! ¡Escucha!
Después de que leas la PALABRA, ora por un rato en el Espíritu y también con tu entendimiento (1 Corintios 14:15). Ora en lenguas y pídele a Dios que te de la interpretación. Él lo hará si se lo pides con fe. Puede que no siempre recibas la interpretación inmediatamente, pero si te mantienes con expectativa, ésta llegará eventualmente. Puede que te golpee al final del día mientras manejas de regreso a casa como una luz que se enciende, o puede que baje a tu espíritu gradualmente durante algunas semanas, hasta que un día sabes la respuesta a la situación por la que has estado orando.
“Pero hermano Copeland, tú no entiendes lo ocupado que estoy. No tengo tiempo para leer la Biblia y orar todos los días”.
¿Verdad? ¿Cuánta televisión miras por la noche?
“Probablemente una o dos horas”.
Entonces toma una de esas horas y dásela a Dios. Si estás muy ocupado en la noche o muy dormido, levántate un poco más temprano en la mañana. Haz lo que tengas que hacer para sacar tiempo de tu horario para buscar al SEÑOR.
Te garantizo que Él hará que sea valioso. Él cambiara tu vida en la aventura más maravillosa que hayas imaginado. Mientras escuchas Sus palabras y las declaras, Dios hará la obra de Jesús a través tuyo. ¡Te hará más que vencedor en cada situación, y no habrá nada que el diablo pueda hacer al respecto porque el poder dominante de la PALABRA de Dios saliendo de la boca de un creyente es la fuerza más grandiosa sobre la Tierra!