Las gaviotas se abalanzaban sobre las olas mientras los niños corrían carreras en la playa, las cometas volaban en el viento creando un contraste colorido en el cielo azul. Era abril del 2014, mientras Jamie Cruse Vrinios sentía la brisa del mar en la playa cerca de su casa en la Florida. Algunas veces su cuarto de oración parecía muy pequeño para guardar toda la gratitud que sentía hacia Dios. En esos momentos era cuando ella caminaba a la playa, permitiendo que sus oraciones llenaran los cielos.
Las gaviotas se abalanzaban sobre las olas mientras los niños corrían carreras en la playa. Las cometas volaban en el viento creando un colorido contraste con el cielo azul. Era abril del 2014, mientras Jamie Cruse Vrinios sentía la brisa del mar en la playa cercana a su casa en la Florida. Algunas veces su cuarto de oración parecía demasiado pequeño para alojar toda la gratitud que sentía hacia Dios. En esos momentos era cuando ella caminaba hacia la playa, dejando que sus oraciones llenaran los cielos.
La vida de Jamie no siempre había sido así de gozosa. A los 18 años había quedado embarazada y su familia la había repudiado. Para sus 21 años, ya había estado casada y divorciada, y era madre de dos niños: Amber, de dos años, y Nathan, de un año. Se sentía tan sola mientras luchaba para sobrevivir con la ayuda social del gobierno.
Aun así, Dios no se había olvidado de ella. Jamie logró independizarse de la ayuda social al encontrar un trabajo para una corporación. Comenzó su negocio propio de Mary Kay en 1992, le presentaron los Ministerios Kenneth Copeland, y descubrió que era hija del Rey. Ella tenía un Padre que nunca la dejaría ni la abandonaría. Ella tenía una familia de fe que la recibió y oró por ella.
Como una mariposa libre de su capullo, Jamie se había trasformado por el conocimiento de su identidad en Cristo, y ascendió a la cima de Mary Kay, convirtiéndose en la directora nacional de ventas, parte de 225 en los Estados Unidos y de 625 en el mundo a los 53 años de fundada la compañía.
Amber y Nathan tenían 13 y 12 años respectivamente cuando se casó con Peter Vrinios. Juntos tuvieron un hijo: Sammy. Además de su familia espiritual, Jamie tenía lo que había soñado desde siempre por años: un hogar feliz, lleno de amor y alegrías.
A medida que los años pasaron, Amber y Nathan maduraron y se convirtieron en adultos maravillosos. A los 20 años Nathan comenzó un negocio propio muy exitoso en diseño de páginas web y programación, y entrenó a Sammy, quien a los 13 años empezó a diseñar controles de juego personalizados. Sammy lanzó su canal propio en YouTube y ganó $40.000 al comercializarlos en la red. A continuación consiguió un local e inauguró un negocio llamado Imagine Controllers. A los 15 años, ya estaba siendo entrevistado en televisión para hablar de su negocio.
La única cosa que estaba estropeando ese momento de felicidad era la salud de Jamie. En el 2009 había volado a Ucrania para conducir un seminario de entrenamiento para Mary Kay. Sin saberlo, había regresado a la casa con algo más que suvenires y las memorias de sus viajes. En el 2010 descubrió que había regresado infectada por un parásito que tomó un año en manifestar síntomas en su cuerpo. Ella había visitado doctores y tomado su posición de fe. Los doctores convencionales no tenían respuestas y ella había rechazado su recomendación de extirpar el colon. Doce largos meses más tarde, su esbelta figura de 1,74 metros había bajado de peso a tan solo 41 kgs.
Un día ella había estado caminando en la playa un atardecer cuando notó a un anciano en el agua. “¿Cuán lejos tienes que ir?”, le preguntó.
“No muy lejos”, le respondió Jamie.
“Qué bueno!” le dijo mirando al cielo que empezaba a oscurecerse. “Cuando la lluvia se avecina, lo hace muy rápido”.
Lluvia.
En ese momento, Jamie supo que Dios le había hablado a través de las palabras de ese hombre. La lluvia, una metáfora para la manifestación de su sanidad, estaba por venir rápidamente.
Y sucedió así, tan rápida y poderosamente como la lluvia que impactó la costa esa misma tarde. Ella escribió un libro acerca de su experiencia llamado: “Warrior Magnificent” (Guerrero Magnífico) que fue publicado en el 2014.
Ahora, de camino a su pórtico, Jamie destilaba salud y vitalidad. Había sido guiada a visitar doctores integrales que lograron diagnosticar la infección parasitaria que había estado destrozando su cuerpo y le ofrecieron soluciones que restauraron su salud.
Jamie soltó un suspiro de satisfacción. La vida era buena.
Mientras se relajaba en su patio, su celular sonó. Era su hijo Nathan, quien ahora tenía 29 años y estaba casado. Había estado navegando por el Caribe con amigos y debía estar de regreso a casa.
“¡Hola, Nate!”
En el momento que él le contestó, Jamie supo que algo estaba mal. Su voz temblaba mientras le contaba lo que había sucedido. De paso por la aduana jamaiquina, los oficiales dijeron que habían encontrado una bala en su mochila. Nathan había sido arrestado y lo habían llevado a la prisión en Kingston. Ahora enfrentaba cinco años en prisión y su proceso estaba programado para las 8:00 a.m. de la mañana siguiente. A pesar de que era un adulto competente, su llamada de auxilio había impactado cada fibra maternal del cuerpo de Jamie.
Atrapado en una red malvada
Jamie admite: “Sentí la necesidad de ponerme en posición fetal; sin embargo, sabía que tenía que ser fuerte y mantener mi fe firme en el Salmo 91. Nate siempre había servido al Señor y exclamé: ‘¡Él es hijo de Dios!’”.
“Peter me escuchó, y salió corriendo a preguntarme qué era lo que sucedía: ‘Tienes que ir a Jamaica ahora mismo!’ le respondí, explicándole lo que había sucedido. Peter es un hombre muy fuerte y no dudó ni un instante. Tomó su billetera y me dijo: ‘¡consigue un abogado!’”
“Llamé a la Embajada Americana en Jamaica con la expectativa de que ellos me ayudaran. Todo lo que me ofrecieron fue una lista de abogados. Para ese momento eran las 3:00 p.m. Llamé a políticos; no me ayudaron. También contacté a tres pastores diferentes”.
“Mujer de Dios”, uno de ellos me dijo: “Esto es tan solo otro ataque”.
En eso él tenía razón. Jamie acababa de sobrevivir una batalla de casi dos años. Ahora, ella y su esposo estaban peleando por la vida de su hijo—solo que no contaban con el lujo de los años. ¡Esta batalla se ganaría o perdería en horas!
Estaban contrarreloj.
En Jamaica, Nathan contemplaba los alrededores en el pozo de la miseria humana conocido como la prisión de Kingston. La fetidez impactó sus ojos. El baño consistía en tan solo un hueco en la tierra. A la hora de la comida le entregaron un cartón de leche cortada, llena de mugre.
Ojos amenazantes vigilaban cada uno de sus movimientos mientras le informaban las nuevas noticias: no le permitirían salir bajo fianza.
Peter reservó un vuelo a Jamaica por teléfono de camino hacia el aeropuerto. Encontró en línea información acerca de la fianza típica para un caso como el de Nathan, asegurándose de llevar suficiente dinero en efectivo. De regreso en su casa, Jamie compartió la información del arresto de Nathan con sus compañeros de trabajo—tres de ellos eran oriundos de Jamaica. Uno de ellos, antes de contactar a Jamie, llamó a su padre, un pastor.
“Las cosas son muy políticas en Jamaica” le explicó. “Sería de mucha ayuda si alguien con contactos políticos estuviera conectado al caso de tu hijo. Mi papá ha llamado a una pastora con mucha influencia. Ella está de camino a la cárcel para pedir que lo dejen salir
bajo fianza.
Un respiro corto
Un poco más tarde la puerta de la celda de Nathan se abrió y le indicaron que saliera. Habían decidido ponerlo en libertad durante la noche. Infiltraron su teléfono y confiscaron su dinero. Al llegar al hotel, se reunió con una pareja cristiana en el lobby. Temiendo por su vida, Nathan les pidió que no lo dejaran solo. Utilizando su teléfono se comunicó con su mamá; Jamie le dijo que Peter estaba en camino. Unas horas más tarde, Peter entró al lobby y abrazó a su hijo adoptivo antes de reservar una habitación.
Con su juicio casi encima, Nathan analizó los hechos del caso con su padrastro. Si lo encontraban culpable, empezaría a cumplir una sentencia de cinco años tan pronto como se dictara la sentencia. Alguien había puesto la bala en su maleta. Él ya había pasado por seguridad y aduana varias veces en sus otros vuelos y la habrían descubierto entonces si hubiera existido. La esposa de Nate confirmó más tarde que no estaba en su maleta cuando ella empacó. Si se declaraba inocente, tendría que regresar a prisión donde debería esperar entre 6 meses y un año para que se fijara una fecha en la corte. Ninguno de los escenarios parecían esperanzadores.
“Tu mamá nos ha hecho una cita con dos abogados a primera hora en la mañana” le dijo Peter. “Vamos a dormir un poco y veamos qué es lo que ellos nos recomiendan”.
Era un buen plan, excepto que el sueño se les escapó. A las 3:00 a.m. Peter volteó a ver a su guapo hijastro, el cual medía más de 1,80 metros de estatura, mirando por la ventana. Volteándose hacia Peter, Nathan le dijo que seguía pensando que alguien vendría y se lo llevaría.
En la casa, Jamie tampoco durmió; deambulaba por el piso, orando. En la madrugada, una advertencia se alojó en su espíritu.
Habrá un problema con el dinero.
Reunión en la corte
Mucho antes de que amaneciera, Jamie llamó a su compañera de trabajo Nicole y su esposo, Matt. “El Señor me dijo que habrá un problema con el dinero”, procedió a explicarles. “¿Existe alguna posibilidad de que Matt pueda conseguir en forma rápida varios miles de dólares y volar a Jamaica?”
La respuesta de Nicole fue un testamento de su confianza y amistad.
“Por supuesto”.
En Jamaica, Peter y Nathan se subieron al auto con los dos abogados que Jamie había conseguido.
En la casa, Jamie recibió una llamada frenética de su compañera de trabajo.
“¡Haz que Peter y Nathan se bajen de ese auto ya mismo! ¡Esas personas no son los abogados que tú contrataste!”.
Jamie llamó a Peter con ese mensaje. Ambos se bajaron del auto y localizaron a la abogada que Jamie había contratado.
“Solo hay una cosa que puedes hacer” les dijo. “Declárate culpable y pídele a la corte misericordia”.
Cuando entraron, una oleada de calor corporal de las personas presentes en la audiencia impactó a Peter y Nathan como una bola de fuego. “La agenda está llena”, les explicó un oficial de la corte. “Su caso ha sido pospuesto hasta mañana. Irá de nuevo a la cárcel”.
“¡Éste es mi hijo!” respondió Peter, parándose delante de Nathan. “Está traumatizado y no puede volver a la cárcel. Esperaremos aquí todo el día de ser necesario, pero no pueden enviarlo allí otra vez”.
A medida que las horas pasaban, ni una sola persona fue declarada inocente. Sin dinero para pagar las multas, todos los que estaban delante de ellos recibieron sentencias en prisión. A las 3:00 p.m. arribó Matt. Los tres hombres se hicieron a un lado y oraron en la sala de la corte, pidiéndole a Dios protección, favor y liberación.
“¿Cómo te declaras?”
Cuando el caso de Nathan fue presentado ante del juez, éste le preguntó: “¿Cómo te declaras?”
Nathan se declaró culpable y pidió misericordia de parte de la corte, como su abogado les había aconsejado.
“Ok”, respondió el juez. “Estoy duplicando la multa máxima”. Aun con los miles de dólares que Matt había traído, no tenían suficiente.
“Iré al cajero automático y sacaré más dinero”, dijo Peter.
“Iré contigo” declaró una oficial de seguridad.
“¿Por qué?”
“Porque necesitarás protección”.
Peter sacó tanto dinero como le fue posible. Sólo tenían 45 minutos para contar el dinero, ponerlo en una maleta y volver a donde el juez.
En la casa, y todavía orando, Jamie recibió más instrucciones de parte del Señor: Diles que compren tiquetes aéreos y salgan del país antes de las 7:00 p.m.
Ellos compraron los tiquetes, reservaron sus asientos y regresaron a la corte a las 4:00 p.m. Peter entregó la maleta al juez. “Aquí está el dinero”, le dijo.
“Sí, veo” les dijo el juez. “Sin embargo, él ha sido deportado. Así que a menos que tengas reservaciones de avión para probar que saldrá del país en menos de 24 horas desde el momento en que aterrizó, me temo que volverá a prisión”.
Peter le entregó al juez la confirmación de sus vuelos saliendo a las 7:00 pm.
Como el Faraón en Egipto, el juez aun así se rehusó a dejarlo ir.
“Tienes el dinero y los tiquetes de avión, pero a menos de que vea su pasaporte, no podrá irse”.
Casi sin tiempo
El juez sabía que el pasaporte de Nathan había sido confiscado en el aeropuerto y que ellos se estaban quedando sin tiempo. Peter miró a la abogada y le pidió que recuperara el pasaporte de Nate. Más tarde, cuando ella puso el pasaporte en frente del juez justo antes de la hora de cierre de la corte, el reacio juez lo liberó.
Para Nathan, Peter y Matt, nada se sintió mejor que el hecho de sentir al avión despegando de suelo jamaiquino.
“Hemos descubierto que es una forma muy común de explotación” nos comenta Jamie. “Hemos buscando en el internet y encontrado historias de gente inocente a la que les plantan una bala en sus maletas”.
“A pesar de que he atravesado una batalla muy larga por mi salud, cuando esto sucedió, me sentí como si hubiera estado en una batalla espiritual del jardín infantil. Dios nos proveyó con personas locales en Jamaica que nos instruyeron y explicaron los hechos. Cada vez que el enemigo trató de bloquear la libertad de Nathan, Dios nos había anticipado lo que sucedería”.
“Nunca he conocido a Kenneth Copeland, pero lo veo como un padre espiritual. Él fue quien me enseñó cómo vivir por fe, caminar en victoria y prosperidad, sin importar los ataques del enemigo. Soy una mejor líder de negocios por mi colaboración con KCM. Enseño a miles de personas en mi lugar de trabajo los principios bíblicos que he aprendido”.
Jamie y Peter Vrinios pelearon la buena batalla de la fe para liberar a su hijo de la prisión en Kingston, Jamaica. Sin embargo, otra corte se ha reunido. En ésta, el Juez del Universo se ha declarado en contra del enemigo—el diablo. El enemigo ha sido atrapado, condenado y se le ha ordenado que restituya.
Si el enemigo está tratando de atrapar a tu familia, sólo tienes que saber que nuestro Padre todavía exclama la misma advertencia que Él declaró a través de Moisés: “¡Deja ir a mi pueblo!”
es una forma muy común de explotación” Jamie nos comenta. “Hemos buscando en el internet y hemos encontrado historias de gente inocente a la que le han puesto una bala en sus maletas.
“A pesar de que he atravesado una batalla muy larga por mi salud, cuando esto sucedió, me sentí como si hubiera estado en una batalla espiritual del Jardín infantil. Dios nos proveyó con personas en el suelo de Jamaica que nos dijo lo que había pasado y nos dio dirección. Cada vez que el enemigo trato de bloquear la libertad de Nathan, Dios nos había dicho por anticipado lo que sucedería.
“Nunca he conocido a Kenneth Copeland, pero lo veo como un padre espiritual. Él fue quien me enseño como vivir por fe, caminar en victoria y prosperidad, sin importar los ataques del enemigo. Soy una mejor líder en los negocios por mi colaboración con KCM. Enseño a miles de personas en mi lugar de trabajo los principios bíblicos que he aprendido”.
Jamie y Peter Vrinios pelearon la buena batalla de la fe para liberar a su hijo de la prisión en Kingston, Jamaica. Sin embargo, otra corte se ha reunido. En esta, el Juez del universo ha declarado en contra del enemigo—el diablo. El enemigo ha sido atrapado, condenado y se le ha ordenado que restituya.
Si el enemigo está tratando de atrapar a tu familia, solo tienes que saber que nuestro Padre todavía grita la misma advertencia que El declaro a través de Moisés: “¡Deja ir a mi pueblo!”