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Gloria Copeland

La mejor inversión que puedas hacer alguna vez

abril, 2016 No hay comentarios
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La mejor inversión que puedas hacer alguna vez
La Voz de Victoria del Creyente abril, 2016
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Muchas personas se han preguntado últimamente si todavía existe alguna forma confiable de inversión. Desde una perspectiva natural, es difícil asegurarlo. La economía mundial se ha transformado en una montaña rusa en los últimos años, y aún los expertos financieros se rascan la cabeza tratando de establecer el próximo movimiento.

Sin embargo, tan impredecible como la economía pueda ser, existe una inversión que siempre podrás hacer y que es totalmente garantizada. Sin importar lo que pase en el mundo, te producirá altos dividendos en forma consistente a través de los años. Te hará exitoso y te traerá una BENDICIÓN grandiosa en cualquier clima económico.

¿Qué clase de inversión podría proveer un retorno tan seguro?

La Palabra de Dios.

Invertir tu tiempo en la Palabra de Dios es la transacción más sabia que alguna vez puedas hacer. Es el secreto para vivir en una victoria segura, aun en medio de un mundo incierto. Si llenas tu corazón con la Palabra de Dios acerca de la prosperidad, podrás prosperar a pesar de que la bolsa se desplome. Si llenas tu corazón con Su Palabra acerca de sanidad, podrás ser sano, a pesar de que tu doctor diga que no. Si llenas tu corazón con la Palabra de Dios acerca de tu herencia en Cristo, aun cuando el mundo esté pasando por momentos que son cualquier cosa menos celestiales, tu podrás disfrutar de: «días de los cielos sobre la tierra». (Deuteronomio 11:21).

“Oh, sí” podrías decir, “pero tienes que recordar que estamos viviendo en los últimos tiempos y aun la Biblia dice que en los últimos tiempos las cosas se pondrán muy mal”.

Lo sé. ¡Por esa razón necesitamos invertir tiempo en la Palabra de Dios! Necesitamos contraatacar todo el negativismo que estamos viendo y escuchando a nuestro alrededor. Necesitamos vencer todas las malas noticias del diablo que nos han reportado. Ahora, más que nunca, necesitamos recordarnos a nosotros mismos que, sin importar cuán malas se pongan las cosas en el mundo, la voluntad de Dios para nosotros siempre será buena.

La Biblia nos lo asegura, una y otra vez. Por ejemplo, leemos:

«El Señor es bueno con todos, y se compadece de toda su creación» (Salmo 145:9).

«Pero el Señor es eternamente misericordioso; él les hace justicia a quienes le honran,
y también a sus hijos y descendientes» (Salmo 103:17).

«Bendito sea el Señor, el Dios de nuestra salvación, que todos los días nos colma de beneficios» (Salmo 68:19).

«Como está escrito: «Las cosas que ningún ojo vio, ni ningún oído escuchó,
Ni han penetrado en el corazón del hombre, Son las que Dios ha preparado para los que lo aman.» Pero Dios nos las reveló a nosotros por medio del Espíritu, porque el Espíritu lo examina todo, aun las profundidades de Dios» (1 Corintios 2:9-10).

Sin lugar a duda: ¡Nuestro Dios es un Dios bueno! Él es tan amoroso, bondadoso y lleno de misericordia que nosotros no podemos entenderlo con nuestras mentes naturales. La única manera en la que podemos empezar a ver la magnitud de Su bondad es al permitirle que nos hable a través de Su Palabra por la voz de Espíritu Santo.

Las buenas relaciones requieren de comunicación. Si eres una esposa, es así como llegas a conocer al hombre con el que te casaste. Si eres un esposo, es así como llegas a conocer a tu esposa. Se comunican el uno con el otro. Pasan tiempo juntos.

De la misma manera, si quieres conocer a Dios, tienes que para tiempo con Él en Su Palabra. Si quieres experimentar todas las cosas buenas que Él tiene preparadas para ti, tienes que comunicarte con Él acerca de ellas. ¡Tienes que escuchar lo que Él te está diciendo en las Escrituras y atesorar Su Palabra en tu corazón, y luego declarar esas palabras con tu boca para ponerlas a funcionar!

Requiere de fe para recibir de Dios, y Romanos 10:17 dice: «Así que la fe proviene del oír, y el oír proviene de la palabra de Dios». Sin embargo, la fe no viene a ti como resultado de la Palabra que yo he escuchado. La fe viene como resultado de la Palabra que tú has escuchado y aplicado. Ésta viene porque tú has escuchado las instrucciones de Proverbios 4:20-23: «Hijo mío, presta atención a mis palabras; Inclina tu oído para escuchar mis razones. No las pierdas de vista; guárdalas en lo más profundo de tu corazón. Ellas son vida para quienes las hallan; son la medicina para todo su cuerpo. Cuida tu corazón más que otra cosa, porque él es la fuente de la vida».

Dando el primer paso

Nota que, de acuerdo con esos versículos, el primer paso para invertir en la Palabra de Dios es el siguiente: prestar atención a Sus palabras. Te enfocas en ellas. No le das toda tu atención al periódico. No pasas todo el día mirando televisión y escuchando lo que otras personas están diciendo. Pones la Palabra de Dios en primer lugar en tu vida.

¿Cómo lo haces?

Empieza por hacer de la Palabra tu autoridad final. Determina que sin importar que sea lo que veas allí, será de esa manera. Lo que Dios dice es como es.

No trates de hacer que Su Palabra se amolde a lo que has experimentado en el pasado o lo que te han enseñado. Cree en la Palabra de Dios sin reserva. Cuando veas en las escrituras que sus tiernas misericordias están sobre ti, ¡créelo! Pon tu fe en la misericordia de Dios para que ésta haga que tengas éxito en cualquier cosa que lleves a cabo.

La segunda cosa que debes hacer para poner la Palabra de Dios en primer lugar en tu vida, es planear tus horarios alrededor de ella. Haz que el tiempo en la Palabra de Dios sea tu prioridad principal cada día. Te aseguro que tomará de mucha determinación. Como todos, con seguridad tienes muchas otras cosas que compiten por tu tiempo. Así que, si vas a tener comunión con Dios en la Palabra a diario, no puedes dejar ese aspecto al azar. Tienes que ser disciplined y comprometido.

También, tienes que estar listo para confrontar los ataques del diablo; él siempre te animará a hacer cualquier otra cosa con tu tiempo excepto pasar tiempo en la Palabra. El diablo no quiere que estés en la Palabra ya que de ese modo serás libre de su dominio. La Palabra te equipa para mantenerlo bajo tus pies.

Satanás preferirá que te dediques a hacer buenas obras—llevar ensalada de papa al picnic de la iglesia, hornear tortas para la venta o cualquier otra cosa—en vez de pasar tiempo en la Palabra, porque a pesar de que es bueno hacer ese tipo de cosas, no garantizan la victoria. No te harán un vencedor. ¡La Palabra lo hará!

“Pero, Gloria, yo soy un hombre de negocios. No tengo tiempo para la Palabra”.

Lo tendrías si te dieras cuenta cuánto te ha costado no tenerlo. Si supieras cuántos errores has cometido—cuánto tiempo has pasado en la oficina del abogado, o en el banco, tratando de solucionar algún problema porque no estabas caminando en la sabiduría de Dios—te darás cuenta que no puedes hacerlo sin ella.

No existe nada más beneficioso para ti que prestarle atención a la Palabra de Dios, porque es allí donde está el éxito para cada área de la vida. Así que sin importar lo que requiera, pasa tiempo en la Palabra de Dios todos los días. Si tienes que levantarte más temprano todas las mañanas, hazlo. Si tienes que irte tarde a la cama en la noche, hazlo. Ya seas un hombre de negocios, un doctor, una ama de casa o un obrero, no importa. Si quieres tener éxito, tienes que tener la Palabra de Dios. ¡Es vital para tu bienestar y necesaria para tu victoria!

Invierte todo en la Palabra

Tampoco, tienes que limitar tu inversión tan solo a la cantidad de Palabra que puedes poner en el tiempo de tu devocional diario. Proverbios 4:20-21 dice: «Inclina tu oído para escuchar mis razones. No las pierdas de vista; guárdalas en lo más profundo de tu corazón».

A pesar de que puede sonar como algo difícil de hacer, con la tecnología disponible en estos días, es realmente fácil. Además de leer tu Biblia en tu casa y asistir a reuniones donde puedes escuchar en vivo la Palabra de Dios predicada con unción, puedes escuchar la Palabra en tu auto, en tu reproductor de CD, tu teléfono inteligente o cualquier otro aparato electrónico que uses. Aun puedes prender la televisión o el computador y mirar programas llenos de la Palabra como La Voz de Victoria del Creyente.

En los tiempos en los que Ken y yo empezamos a poner la Palabra de Dios en nuestros corazones, nosotros no teníamos esos recursos disponibles. Por supuesto, podíamos asistir a reuniones (a pesar de que no había tantas personas predicando la palabra de fe en ese entonces como ahora) y podíamos leer la Biblia. Pero aparte de eso, la única otra forma en la que podíamos escuchar la Palabra era escuchando los mensajes del hermano Kenneth Hagin en una caja grande parecida a un casete y al poner esa grabación en un reproductor para ese tipo de casetes.

Por meses invertimos casi todo momento disponible que teníamos escuchando esos casetes. Nos sumergimos en ellos y perdimos la noción de todo lo que estaba sucediendo en el mundo. No sabíamos lo que pasaba en la televisión, o lo que estaban presentando en el cine. No sabíamos ninguna otra cosa diferente a la Palabra de Dios. Estoy segura que el mundo pasó por varias crisis de las que nunca escuchamos.

En esos días, nosotros no teníamos suficiente dinero para que yo pudiera ir con Ken cuando él se iba a predicar, así que yo me quedaba en la casa con los niños. En ese entonces, ellos eran muy pequeños y como yo no tenía muchas oportunidades de salir y ver a otras personas, no tenía mucha relación con otros creyentes. Sin embargo, no me importaba. Yo misma estaba en el medio de un avivamiento.

Estaba descubriendo la integridad de la Palabra de Dios. Estaba aprendiendo cómo confiar en Su Palabra de la misma manera en la que podía confiar en la palabra de un amigo de confianza. Estaba viendo en las escrituras y escuchando del hermano Hagin que a Dios realmente le importa lo que dice, y que si yo creí Su Palabra, ésta funcionaría para mí.

¡Ésas fueron las mejores noticias que escuché alguna vez!

Para mí, estudiar la Palabra de Dios era como estar en una búsqueda de tesoros. Hice que fuera mi primera prioridad y permanecí en ella. Obviamente, el tiempo que invertí rindió sus frutos. Un día, allí mismo sola en mi casa, algo pasó en mi espíritu. Llegue a ese punto en el que la Palabra estaba en mi corazón en abundancia.

¡Desde ese momento, las cosas empezaron a cambiar rápidamente! Las montañas de circunstancias negativas en mi vida empezaron a moverse. Nuestra familia empezó a caminar en sanidad. Pudimos pagar las montañas de deudas que teníamos. Empezamos a prosperar.

Tu deseo sigue a tu atención

Yo no hubiera visto esa clase de resultados si tan solo hubiera invertido un poco de tiempo en la Palabra. ¡Un poquito de tiempo no lo logrará! Requiere de muchísima Palabra vivir en sanidad divina. Requiere una constante y continua afluencia de la Palabra para vivir en la prosperidad divina y la BENDICIÓN.

¿Por qué? Porque tenemos un bandido con el que debemos lidiar. Su nombre es Satanás. Él está constantemente tratando de matarnos y robarnos. Y a pesar de que tenemos autoridad sobre él, para poder consistentemente ejercer esa autoridad tenemos que permanecer fuertes espiritualmente—y para permanecer espiritualmente fuertes, tenemos que continuamente alimentarnos de la Palabra de Dios.

En otras palabras, no podemos ser perezosos. No podemos tan solo sentarnos por ahí, esperando que Dios nos persiga y nos hable. Perseguirnos no es la responsabilidad de Dios. Al contrario, las escrituras dicen: «Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes» (Santiago 4:8) «[Dios] sabe recompensar a quienes lo buscan» (Hebreos 11:6). Dios ya ha hecho su parte al hacer que la Palabra esté a nuestra disposición. Es nuestra responsabilidad el buscarla.

“Pero Gloria, pareciera como si hubiera perdido mi deseo por la Palabra!”

¡Entonces, encuéntralo de nuevo!

Tus deseos siguen tu atención, así que puedes cambiar tu deseo, al cambiar en dónde enfocas tu atención. Yo he descubierto en mi propia vida que puedo avivar mi deseo por la Palabra de Dios en un día. Todo lo que tengo decir es: “ok, hoy voy a pasar unas horas extras estudiando la Palabra de Dios. Voy a poner a un lado todo lo demás y pasar tiempo en comunión con Dios”.

Una de mis maneras favoritas de avivar mi hambre por la Palabra es ir a la Convención de Creyentes. Muchas veces, cuando la convención empieza el lunes, tengo otras cosas en mi mente; es posible que tenga un proyecto en el que estoy trabajando en la oficina y pienso: en algún momento del martes llamaré para ver como están yendo las cosas. Sin embargo, siempre termino no llamando. Ese lunes en la noche, después de pasar el día entero escuchando la Palabra de Dios y alabando al Señor, ya no estoy pensando más en el proyecto. Todo lo que tengo en mi mente es lo que Dios me ha estado diciendo.

Leemos en Gálatas 6:7-8: «No se engañen. Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará. El que siembra para sí mismo, de sí mismo cosechará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna».

Es imposible que la Palabra de Dios falle. Cuando se invierte en ella correctamente, siempre produce dividendos maravillosos. Así que, conviértete en un gran inversor espiritual. Haz depósitos grandes de la Palabra en tu corazón. En cualquier economía, esa será la inversiónn más sabia que alguna vez puedas hacer. ¡Los dividendos serán maravillosos!


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