«Yo, Judas, que soy siervo de Jesucristo y hermano de Jacobo, saludo a los llamados, amados por Dios Padre y resguardados por Jesucristo… luchen ardientemente por la fe que una vez fue dada a los santos»—Judas 1, 3
¿Por qué se nos pidió que lucháramos por la fe?
La respuesta a esa pregunta la encontramos en el versículo subsiguiente. Este dice: «pues por medio de engaños se han infiltrado entre ustedes algunos malvados. Éstos, que desde antes habían sido destinados a la condenación, convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje y niegan a
Jesucristo, nuestro único Soberano y Señor» (Judas 4).
Sé que esto es fuerte, pero Judas dice que cualquier hombre que contiende con la fe que alguna vez le fue entregada a los santos es un impío, convirtiendo la gracia de Dios en libertinaje y negando a Jesucristo nuestro único soberano y Señor.
Cuando condenas la fe que nos ha sido entregada, estás negando a AQUEL que la trajo. Literalmente, te estás oponiendo a Jesús como Saulo de Tarso lo hizo cuando peleó en contra de la fe. Jesús dijo: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» (Hechos 9:4).
El justo vivirá por fe
Tuve el privilegio de nacer de nuevo en 1972, durante el movimiento de Dios llamado la renovación carismática. Inmediatamente, me dieron el curso Bíblico básico de E.W. Kenyon: “La Biblia en la luz de nuestra redención”.Por lo tanto, me salieron mis dientes espirituales de fe. Tuve muchas oportunidades para darme por vencido, abandonar, desviarme del camino y ser perseguido. Después de estudiar la Biblia durante un año, me convencí de que el justo debe vivir por fe.
En 1974, mi esposa, mi hijo y yo entramos en el ministerio de tiempo completo. A pesar de que tan solo en era un novato, conocía el camino de la fe. En 1973 el Señor me había dicho que renunciara a mi trabajo y en vez de ir a trabajar ocho horas al día, fuera a mi oficina y estudiara Su Palabra.
Eso fue lo que hice por 12 meses. Al final de ese año, no tenía más dinero; habíamos vivido de los ahorros y las inversiones. Pero tenía fe en Dios y en Su Palabra.
No teníamos seguro médico, pero teníamos 1 Pedro 2:24. No teníamos seguro, pero teníamos el Salmo 91. No teníamos tarjetas de crédito, pero teníamos Filipenses 4:19. No teníamos plan de retiro, pero teníamos el Salmo 71:18.
Vivíamos por fe en Dios y Su Palabra. Y todavía vivimos así hoy en día, a pesar de que hoy tenemos tarjetas de crédito.
La fe no es un mensaje que predicas. La fe es una vida que vives. La fe no se mide por las cosas que tienes o las cosas que no tienes. La fe es un estilo de vida de confianza total en Dios. Tengas o no tengas seguro, no prueba si tienes o no tienes fe.
La fe es determinada por tu habilidad de creerle a Dios y Su Palabra. La fe viene (crece) por escuchar y escuchar la Palabra de Dios. La fe no les hace frente a los problemas. La fe vence a los problemas (1 Juan 5:4).
Más que vencedores
Parece que hoy en día se hace mucho énfasis en cómo enfrentar los problemas y las circunstancias que los cristianos enfrentan todos los días. Casi cada publicación que recibo, con unas pocas excepciones, nos dice cómo manejar el problema o como enfrentar ese problema.
Tenemos convenciones y seminarios para aprender a enfrentar nuestros problemas.
Los cristianos son bombardeados con entendimiento, simpatía y compasión. Peor aún es la enseñanza de que Dios te está poniendo a pasar por esa situación para perfeccionarte, o que Dios está permitiendo que el diablo te pruebe para bien. Después de todo, ¿no está Dios sacudiendo a Su iglesia? ¡No, Él no lo está haciendo! En ningún lugar en la Biblia dice que Dios lo está haciendo. Efesios 5:26 dice que Cristo está santificando y limpiando Su iglesia en el lavamiento del agua por la Palabra. Eso no significa sacudirle las cosas. Hebreos 12:28 dice que hemos recibido un reino inconmovible.
Jesús dijo: «Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella [la iglesia]» (Mateo 16:18, RVA). Y todavía fue más adelante en Lucas 10:19 para decir: «Miren que yo les he dado a ustedes poder… para vencer a todo el poder del enemigo, sin que nada los dañe».
Si no somos cuidadosos, haremos de los cristianos de hoy en día bebés que lloran y que son débiles al enseñarlos a vivir con el problema. La Biblia no nos enseña a enfrentar los problemas. La palabra enfrentar significa “oponer con igual fuerza”. Si todo lo que haces es enfrentar, entonces nunca vencerás. La Biblia dice que tenemos que vencer al mundo con nuestra fe (1 Juan 5:4). Vencer o superar significa: “Oponerse con una fuerza más grande que el problema”.
En Romanos 8:31, 35-36, Pablo dice: «Qué más podemos decir [de los problemas]? Que, si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar en contra de nosotros… ¿Qué podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada? Como está escrito: «Por causa de ti siempre nos llevan a la muerte, Somos contados como ovejas de matadero».
¿Eso es lo que se supones que digamos? No, «en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (versículo 37).
Victoria derrotada
Estoy muy preocupado con los mensajes egocéntricos “pobre de mí” de hoy en día. No debemos ser egocéntricos, sino Cristo-céntricos. No se supone que estemos gastando todo nuestro tiempo, energía y dinero arreglándonos a nosotros mismos y a las otras personas. Se supone que estemos predicando el mensaje de Cristo, el mensaje de la fe, no el mensaje de una victoria derrotada.
Si una fábrica de manufacturas pasara tanto tiempo arreglando las máquinas que tiene dañadas como el cuerpo de Cristo pasa ministrándose a sí mismo, estaría en la quiebra. ¿Puedes ver lo que le está sucediendo a tantos creyentes? A Santanás no le importa si te la pasas hablando acerca de la victoria, mientras no obtengas ninguna.
Muchos cristianos (incluyendo predicadores) viven vidas derrotadas mientras que en algún lugar en sus corazones saben que deberían estar teniendo algunas victorias. La victoria derrotada es demorar la victoria hasta un futuro y permanecer derrotado aquí y ahora.
¿Cómo cambiamos esta situación? Predicando el mensaje de la fe. Peleando con fe. Dios nos dio la revelación de vivir por fe para esta generación, para la cosecha del mundo.
¿Por qué piensas que la fe tiene tantos enemigos? ¿Por qué supones que este mensaje ha sido diluido por aquellos que están asustados de permanecer firmes? Es porque Satanás está asustado de la fe. Él no está asustado de la autoayuda o la religión, pero sí está aterrorizado de un hombre o una mujer de fe.
El mensaje de fe está volviendo a sus raíces, y en los días venideros, el mensaje de fe será nuevamente la voz más fuerte en la Tierra, cargando y desafiando a las personas a mantenerse en la Palabra de Dios.
En Lucas 18:8, Jesús dijo: «Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la Tierra?»
No vivas derrotado. ¡Levántate, sacúdete, promete no ser derrotado nunca más! Empieza a estudiar la fe. Si te has desconectado de la fe, sin importar cuál sea la razón, regresa a ella.
No te permitas vivir una victoria derrotada. Contiende y pelea por la fe.