Estamos en una revolución de justos. :: Enciende la televisión o lee los titulares y verás: hay una revolución en nuestro país, y los justos tienen un papel clave en ella. :: Cuando la Biblia habla de los justos, se refiere a nosotros.
En Proverbios 28:1, la Biblia dice: «los justos están confiados como un león.» (RVA-2015). Y en Proverbios 29:2, dice: «Cuando los justos gobiernan, el pueblo se alegra.» (NTV).
La Biblia también dice: «La justicia engrandece a la nación» (Proverbios 14:34 RVA-2105).
Nuestro país está agitado. Nuestros medios están agitados. ¿Por qué? Porque estamos en medio de una temporada donde los valores bíblicos que seguimos están siendo probados. Pero también es un momento en que las cosas están cambiando. Las cosas se están realineando con los estándares de Dios, y es nuestra la responsabilidad de mantener viva a esta revolución de justos.
Nuestra Responsabilidad
El Salmo 11:3 dice: «Si son destruidos los fundamentos, ¿qué podrá hacer el justo?» La palabra fundamentos se refiere a los estándares políticos y morales de una nación.
Observa que David no escribió: “¿Qué pueden hacer los pecadores?” Tampoco escribió: “¿Qué puede hacer el gobierno?” Él escribió: “¿Qué podrá hacer el justo?”
Los estándares morales y políticos de nuestra nación son nuestra responsabilidad como creyentes, y no podemos darnos el lujo de perder el impulso que Dios nos ha dado para aferrarnos a los valores bíblicos y detener cualquier agenda impía.
Cuando miras las Escrituras, puedes ver que esto no es nada nuevo. Dios siempre considera a los justos responsables del bienestar de una nación. Cuando Dios juzgó a Sodoma y Gomorra, se fijó en los justos.
Entonces el Señor dijo:
«¿Acaso voy a ocultarle a Abraham lo que voy a hacer? ¡Si Abraham va a ser una nación grande y fuerte, y en él serán bendecidas todas las naciones de la tierra! Yo sé que él ordenará a sus hijos y a sus descendientes que sigan el camino del Señor, y que sean justos y rectos, para que el Señor cumpla en Abraham su promesa.» Entonces el Señor le dijo: «Puesto que el clamor contra Sodoma y Gomorra va en aumento, y su pecado se ha agravado demasiado, voy ahora a descender allá, para ver si lo que han hecho corresponde a las quejas que han llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré.» (Génesis 18:17-21).
El Señor iba rumbo a Sodoma y Gomorra para realizar una investigación judicial, pero Él ya tenía a Abraham –su siervo justo– en mente, listo para lidiar con la situación.
Y se acercó Abraham y le dijo: «¿Acaso vas a destruir al justo con el injusto? Tal vez haya cincuenta justos en la ciudad. ¿Acaso destruirás ese lugar, y no lo perdonarás por los cincuenta justos que estén allí adentro? ¡Lejos sea de ti hacer morir al justo con el impío, y tratar al justo como al impío! ¡Jamás hagas tal cosa! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no debe hacer lo que es justo?» (Génesis 18:23-25)
Abraham tenía la atención del Señor. Él defendió su caso basado en el número de justos en esas ciudades. Y hoy, Dios todavía busca a los justos para que se paren en la brecha por la tierra. Para nosotros, eso significa los Estados Unidos o la nación en la que vivas.
Aunque las cosas pueden parecer terribles en Washington, especialmente si miras las noticias, la verdad es que Dios ha sentado las bases para Su pueblo. Él ha puesto a muchos representantes pro-vida, pro-familia, pro-matrimonio y pro-Israel a cargo, y depende de nosotros, Su gente justa, el tomar una posición con ellos y orar por ellos.
Tú eres el justo
Pueda que nunca hayas pensado en ti mismo como alguien “justo”, pero la rectitud es la capacidad de estar en la presencia de Dios sin culpa ni vergüenza. Significa no tener ningún concepto de tu vida pasada, ningún concepto de falla o falta. Como creyente, ¡ese eres tú!
Todo creyente ha recibido el don de la justicia (Romanos 5:17). El Creador del universo nos ha hecho hijos e hijas. Esa no es una declaración arrogante u orgullosa; es simplemente la verdad. Tienes autoridad y Dios está listo para usarte. Primero, Pedro 3:12 dice: «Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos están atentos a sus oraciones»
Ahora, en Génesis 15:6, dice que Abram fue “contado” como justo porque creyó en Dios. Pero es diferente para nosotros. Nuestra justicia divina no se calcula ni se cuenta. La Biblia dice que fuimos hechos justos. En 2 Corintios 5:21 dice: «Al que no conoció pecado [Jesús], por nosotros Dios lo hizo pecado, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en él.»
Recordarás que las Escrituras dicen específicamente que nuestra justicia es como un trapo de inmundicia (Isaías 64:6). «¡No hay ni uno solo que sea justo!» (Romanos 3:10). Pero esa es la clave. No estamos hablando de nuestra rectitud. Estamos hablando de Su justicia.
Tú y yo no somos justos por todo lo que hayamos hecho. Somos justos por una sola razón: por lo que hizo Jesús.
Fui bendecido con un buen papá. Él proveyó para mí y mi hermana. Pasó por la Gran Depresión, luchó en la Segunda Guerra Mundial y ayudó a reconstruir América.
Trabajó duro, y cuando murió, heredamos todo lo que él nos había dejado como herencia.
Cuando me enteré, dije: “¡Señor, no hice nada para merecer esto! No lo hice. No lo construí. No lo creé. Lo único que hice para merecer lo que mi padre me dejó fue nacer como su hijo. ¡Así es!”
Y el Señor me respondió: Sí, y todo lo que tienes que hacer para heredar lo que te di es nacer de nuevo, nacer en la familia.
Nuestra justicia es heredada como un regalo de Dios. No hicimos nada para merecerlo, ganarlo o hacerlo. La razón por la que podemos estar en Su presencia sin ningún tipo de culpa o vergüenza es porque no hicimos nada para obtenerla. Jesús lo hizo.
En Filipenses 3:9, Pablo dice: «y ser hallado en él, no por tener mi propia justicia, que viene por la ley, sino por tener la justicia que es de Dios y que viene por la fe, la fe en Cristo».
Dios ya hizo lo que tenía que hacer, legalmente hablando, para que seamos justos. Nuestra parte es aquella de “por la fe”. Y es una parte vital. Es lo que hace que esto funcione día a día.
Qué podemos hacer
Entonces… ¿qué pueden hacer los justos para mantener los estándares morales y políticos de una nación?
Primero, podemos orar. Santiago 5:16 dice: «La oración del justo es muy poderosa y efectiva.» Al igual que los santos de la antigüedad, debemos orar con determinación, aferrándonos hasta que nuestras oraciones sean respondidas.
Segundo, podemos presentarnos ante Dios. Romanos 5:1-2 dice: «Así, pues, justificados por la fe tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien tenemos también, por la fe, acceso a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos regocijamos en la esperanza de la gloria de Dios.» Recuerda: somos justificados por la fe, y por esa justificación, solo nosotros podemos estar ante Dios sin culpa ni vergüenza.
Tercero, podemos pararnos en la brecha a interceder por la tierra. Ezequiel 22:30 dice: «Yo he buscado entre ellos alguien que se enfrente a mí e interceda en favor de la tierra, para que yo no la destruya. ¡Pero no he encontrado a nadie!» No está en el ADN de Dios destruir. Ese no es Su modus operandi. Satanás es el destructor (Juan 10:10). Es por eso que Dios buscó a alguien que hiciera una barrera y se parara en la brecha.
Podemos orar, ir a la presencia de Dios y hacer intercesión por nuestras ciudades, nuestros estados y nuestra nación. En nuestra iglesia hemos tomado una posición. Nos reunimos y participamos en las reuniones de nuestra ciudad. Hemos orado por la junta directiva. Hemos orado con el gobernador. Hemos orado con miembros del Congreso. Nos hemos involucrado, no para criticarlos y juzgarlos… sino para apoyarlos. Al hacerlo, hemos podido ayudar a todos, desde las personas sin hogar hasta los políticos.
Recuerda 2 Crónicas 7:14: «Si mi pueblo, sobre el cual se invoca mi nombre, se humilla y ora, y busca mi rostro, y se aparta de sus malos caminos, yo lo escucharé desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.»
El despertar que hemos querido
Estamos viviendo una revolución de justos. Este es el momento de tomar nuestro lugar en Cristo y tomar nuestra posición por aquello que es correcto. Es hora de que nos pongamos de pie en oración, ante Dios, de pie en la brecha de nuestra nación.
Ora por nuestro presidente. Ora por el Congreso. Oremos por nuestros líderes, desde el nivel nacional hasta el nivel local, independientemente de a qué partido pertenezcan. Ora para que ningún arma formada contra ellos prospere y ningún mal recaiga sobre ellos.
A medida que lo hagamos, esta revolución justa continuará y fluirá como una ola. Es un despertar: el avivamiento que hemos estado esperando.