Courtney Copeland miraba por la ventanilla del avión, admirando el bosque y los lagos color azul zafiro que salpicaban el paisaje de Uganda, mientras sobrevolaban el área. Rodeada de sus amigos de secundaria, Courtney pensó: Este viaje será la escapatoria que necesito justo ahora para las presiones de la vida, aun si es en un país del tercer mundo. Si bien la gran mayoría de colegios secundarios ofrecen un viaje en el último año, son pocos los que van a Uganda.
Por supuesto, su viaje también era una oportunidad para ministrar.
Courtney respetaba el hecho de que ministrar al mundo fuera el llamado de Dios para la Iglesia. Miembro de la tercera generación de Kenneth y Gloria Copeland, ella amaba a su familia, adoraba a sus abuelos y admiraba la manera en la que ellos habían entregado su vida a la obra del ministerio.
Sin embargo, eso no era lo que ella quería hacer con su vida.
Courtney pensó en su papá, John Copeland, en lo que disfrutaba verlo trabajar como CEO de los Ministerios Kenneth Copeland, y sabía que ella había heredado su ADN para los negocios. La diferencia, sin embargo, era que ella no quería manejar un ministerio. Su sueño era trabajar en el mundo de los negocios, probablemente Nueva York o Los Ángeles—algún lugar grande y emocionante.
Cuando Courtney cursaba sus últimos años de secundaria, se expuso a un mundo desprovisto de la fe y la confianza en Dios con las que había crecido. Cautivada, se dejó llevar en una dirección en la que nunca debería haber ido. Salpicarse del sistema del mundo comenzó a generar un vacío que pronto no pudo ser ignorado.
Una conexión divina con un pastor africano
El avión comenzó su descenso final hacia Uganda. Para Courtney, este sólo sería su viaje de egresada. No tenía mayores expectativas que las de una excursión divertida, en la cual podría disfrutar de sus amigos, lejos de la presión del colegio y el ministerio. Nadie comprendía la presión que sentía por llevar el apellido “Copeland”.
Saliendo del avión a un calor sofocante, Courtney sintió una oleada de alivio. Con la excepción de sus compañeros, nadie más sabría su nombre. Podría desaparecer entre la multitud y pasar al anonimato. Al menos, eso era lo que pensaba.
Bajándose del autobús que los había trasladado al Colegio Secundario God Cares High School, Courtney se mezcló con la multitud de sus compañeros, mientras eran presentados al Pastor Bethuel Dongo. Sus ojos color marrón oscuro escudriñaron al grupo, para luego enfocarse en Courtney como un rayo láser.
“Yo te conozco”, le dijo. “Reconozco esos ojos azules. Te conozco por tu abuelo”.
Este hombre no puede conocerme, pensó Courtney. Debe estar confundido.
A continuación, se alejó.
“Hacía mucho tiempo que sabía que Dios me había llamado al ministerio; sin embargo, no quería aceptarlo”, admite Courtney. “Estuve en Uganda dos semanas, y durante ese tiempo me di cuenta de lo que Dios había hecho. Él me había sacado de mi ambiente natural y usado al Pastor Dongo para llamar mi atención. Me llevó a África para que pudiera conectarme con Él”.
“Disfrutábamos de largas caminatas juntos y hablábamos; mientras más conocía al Pastor Dongo, más lo respetaba”, relata Courtney.
En su infancia, el pastor Dongo había crecido bajo el régimen totalitarista de Idi Amin Dada, quien había derrocado al gobierno, cerrado todas las iglesias y llevado a cabo ejecuciones masivas de miles de personas inocentes. Posteriormente, el Pastor Dongo había sobrevivido al Ejército de Resistencia del Señor, un culto rebelde que operaba en el norte de Uganda, Sudán del Sur, la República Centroafricana y el Congo. Le habían disparado y perdido dos dedos como consecuencia, pero había sobrevivido. Después de convertirse al cristianismo, predicaba el evangelio mientras su país era destruido por la guerra y el SIDA, dejando a 2,5 millones de niños huérfanos.
El Pastor Dongo y Florence, su esposa, habían fundado colegios, programas de alimentación y orfanatos. También habían adoptado a 14 niños, además de sus cuatro hijos biológicos. En un país desgarrado por la guerra, la hambruna y la pobreza, ellos criaron a 18 niños.
“El Pastor Dongo y yo nos conectamos en un nivel muy profundo”, comenta Courtney. “Él salvó mi vida de la misma manera que había salvado la vida de innumerables niños ugandeses. Durante esas dos semanas, me describió la vida en Uganda y cuánto necesitaban la fuerza y el estímulo de las enseñanzas de mi abuelo, incluyendo lo desesperados que habían estado en aprender a vivir por fe. A través de él empecé a comprender la responsabilidad que tenía por la unción de mi abuelo”.
El Señor da la visión
Courtney siempre había sido una gran deportista, y disfrutó a lo grande jugar al básquetbol en Uganda con otros niños. A pesar de que nunca habían tenido la oportunidad de entrenar en un equipo, eran ágiles y atléticos, y copiaban cada jugada que veían.
“¡Wow! ¡Eso fue maravilloso!”, exclamaron los niños cuando Courtney hizo un lanzamiento. “¡Enséñanos cómo hacerlo!”
Ella observó sus ojos llenos de emoción y los rostros irradiando gozo. En la cancha de juego eran como esponjas abiertas y listas para aprender. Courtney pensó en todos esos años que asistió a campamentos de verano y cuánto los disfrutaba. Los deportes y otras actividades habían sido tan divertidos que hacían que los niños se abrieran y recibieran al Señor.
Courtney rebotó el balón, esquivó y bloqueó a sus oponentes antes de convertir. Mientras lo hacía, pensó: ¿Y si trajéramos ese concepto aquí? Podemos entrenar a los niños en deportes y otras actividades divertidas mientras les enseñamos a adorar y a convertirse en líderes espirituales.
Mucho tiempo después de su regreso a casa y de su graduación de la escuela secundaria, la visión de esos campamentos en Uganda persistía con intensidad. Se matriculó en economía empresarial en la Universidad de Arkansas y sacó la máxima nota en el examen de ingreso. Pero la visión para los niños en Uganda seguía quemando en su interior.
Finalmente, decidió presentarle la idea a su abuelo.
Una oración de petición
“Abuelo, quiero decirte algo. Me siento llamada a Uganda”. Courtney compartió su historia y Kenneth Copeland percibió que era del Señor. Él la ungió con aceite y oró por ella.
Le dijo: “Escribamos una oración de petición”. Juntos la escribieron, oraron y la firmaron.
“El nombre Reaction Tour llegó a mi corazón”, Courtney recuerda. “Al principio, no me gustó, pero el Señor insistió en que ese fuera el nombre. Le pedí a un amigo que diseñara el logo basado en ese nombre. Cuando lo vi, supe que era el nombre correcto”.
“Él diseñó el logo como un círculo representando la Tierra. En su interior estaba el símbolo químico para representar una reacción. Cuando lo vi, pensé en la tercera ley de Newton: Por cada acción, hay una reacción igual y opuesta. Nosotros creíamos que los niños tendrían una reacción poderosa al evangelio y que llevarían el mensaje a sus hogares y que sus familias también tendrían una reacción poderosa—una reacción en cadena”.
“En el año 2012, mientras todavía estaba en la Universidad estudiando negocios, hicimos nuestro primer Reaction Tour en Uganda. El Pastor Dongo estaba emocionado de que fuéramos, pero yo sabía que ellos no tenían los recursos para proveernos con lo que necesitábamos. Nosotros suministramos todo, desde los equipos deportivos hasta la comida y las bebidas. En las mañanas y en las tardes enseñábamos y liderábamos la alabanza. Durante el día, ofrecíamos clases electivas de alabanza, liderazgo y clases de belleza”.
“En las clases de belleza, las niñas se pintaban las uñas mientras compartíamos la manera en que Dios ve la belleza, y la importancia de una belleza interior. El primer año aceptamos 400 niños, porque era lo que podíamos manejar. Cientos de niños que querían asistir no pudieron hacerlo”.
“Un niño que me impactó fue un pequeño llamado Conquest. Él no tenía papá, pero su mamá cuidaba de él y sus dos hermanitos más pequeños. Le gustó tanto la experiencia que con una gran sonrisa y con brillo en sus ojos nos dijo que volvería al año siguiente. El impacto en sus vidas era más grande de lo que yo había imaginado”.
El poder de la obediencia
A pesar de que Courtney disfrutó la experiencia, tenía algunas decisiones que tomar. Todavía quería trabajar en el mundo de los negocios por fuera del ministerio. Lo que no podía ignorar era el hecho de que los negocios no formaban parte del plan de Dios para su vida. ¿Cómo podía dejar de lado su deseo natural y dar un paso hacia una vida que no había planeado?
Por fe.
Un paso de obediencia a la vez.
Decirle sí al plan de Dios fue un gran paso. Cuando lo dio, dejó la universidad y cerró la puerta detrás de ella. Les dijo a sus padres que quería ingresar al ministerio liderando distintos Reaction Tours.
“Si vas a dedicarte al ministerio”, le dijo John Copeland, “lo harás a mi manera”.
Así fue como recibió un trabajo en los Ministerio Kenneth Copeland, trabajando en el departamento de correo.
Clasificando el correo.
Pilas de correo. Montañas de correo.
Un correo tedioso y absolutamente aburrido.
Su segundo día de trabajo se sintió el doble de largo que el primero—hasta que escuchó a algunos de sus compañeros compartir lo que estaba en el interior de cada sobre. Repentinamente, pareció como si un velo se hubiera roto y Courtney percibió lo que había estado ignorando.
Cada sobre representaba alguien como el Pastor Dongo, cuya vida había sido transformada por las enseñanzas de KCM. Estas cartas no eran solo hojas de papel. Cada una representaba una persona. Eran historias de vidas cambiadas. Familias rotas restauradas. Matrimonios sanados. Gente que había captado el mensaje de la fe y salido de los lechos de la muerte para vivir. Parejas infértiles que habían dado a luz. Deudas saldadas, casas recuperadas después de estar al borde de la ejecución hipotecaria. Gente salva, y sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero.
Courtney observó las miles de cartas en el correo. Sin embargo, ya no eran sólo cartas. Éstas representaban vidas. En ese momento, entendió su resistencia. De alguna manera, en algún momento en su infancia, ella se había resentido contra el ministerio debido al tiempo que demandaba de su padre. Esto se había quedado enterrado de manera tan profunda, que ya no era un pensamiento consciente.
Con su mirada en la montaña de correo—esa montaña de vidas transformadas—ahora se sentía abrumada de alegría porque su padre y su familia formaban parte de ese cambio. Se sentía honrada y halagada por ser parte de ella.
Esa era la razón por la que sus abuelos todavía viajaban por todo el mundo predicando el evangelio. La razón por la que su padre le entregó tanto de su vida a la obra del ministerio. La razón por la cual gente elige trabajar en el departamento de correo, publicaciones, televisión, servicio al colaborador—y el de aseo.
Por la gente.
Por las almas.
Por las miles de vidas cambiadas cada día—en todo el mundo.
Para Courtney Copeland, el departamento de correo se había convertido en el lugar donde ella había entendido la revelación del legado de su abuelo. Cuando entró a la oficina el día siguiente, todo fue muy distinto: disfrutó subirse las mangas y comenzar a trabajar.
Un paso a la vez
“Durante el siguiente año y medio, mi papá solo me dejó trabajar en Reaction Tour un día a la semana”, recuerda Courtney. “El resto del tiempo, aprendí acerca de KCM desde abajo. Trabajé en el Servicio al Colaborador, y me volví la sombra de otra persona en el departamento de mercadeo. En el proceso de aprender cómo operaba el ministerio, aprendí lo necesario para hacer que Reaction Tour funcionara y creciera”.
“Durante esa época, llevé dos Reaction Tours a Uganda y uno a la India. Todas las veces regresamos al mismo lugar, y pudimos ver la cosecha de las semillas que habíamos sembrado. Todos los niños habían crecido física y también espiritualmente. Mi única decepción fue que no vimos a Conquest. No podía imaginarme qué le había pasado y me preguntaba qué pasaba con su vida. Muchos niños eran huérfanos. A algunos los habían abandonado sus padres, y tenían que defenderse por ellos mismos”.
“En África no tienes que creer en Jesús para creer en la guerra espiritual. Los padres de muchos de los niños estaban profundamente involucrados con la brujería. Algunos eran médicos brujos. Había manifestaciones espirituales que no vemos aquí. Como nosotros somos un programa de misiones de corto tiempo, los niños se registran a través de una iglesia local para que tengan seguimiento”.
“Después de un año y medio, me dieron una oficina propia en KCM—un cubículo pequeño afuera del estudio de televisión. Reaction Tour se había vuelto un programa oficial a través de KCM. Sin embargo, al igual que el programa de ayuda al damnificado, no éramos financiados por el ministerio. Teníamos mesas en eventos en las que compartíamos información de patrocinio y explicábamos nuestro alcance. El año pasado, recaudamos dinero patrocinando una maratón de 5 Km”.
Otra conexión divina
En septiembre de 2014, Courtney estaba en su cubículo en el edificio de televisión cuando llegó un joven actor. Su corazón se aceleró cuando vio sus ojos y cabello oscuros y su evidente atractivo físico; acababa de ser preseleccionado para un rol en una de las películas de la Comandante Kellie y los Superkids™.
Grey Acuña había sido jugador de fútbol profesional en México antes de sufrir una lesión en la rodilla que terminó con su carrera. Fue entonces cuando comenzó una segunda carrera como actor y había participado en varias películas. Desde el momento en que se conocieron, Courtney y Grey sintieron una conexión divina. Dos años más tarde, el 20 de noviembre de 2016, Kenneth Copeland celebró el matrimonio de la pareja en una maravillosa ceremonia al aire libre. Con su experiencia en deportes profesionales, el mes siguiente Grey viajó con Reaction Tour como entrenador de fútbol.
Mientras planeaba el Reaction Tour del año 2016 a Uganda, el Señor puso en el corazón de Courtney que centrara las enseñanzas en conocer el amor del Padre. Con cientos de niños todavía registrándose, Courtney saltó de alegría cuando vio a Conquest. Después se dio cuenta de que algo estaba mal. La hermosa sonrisa que lo caracterizaba había desaparecido. Sus ojos estaban rojos e inflamados. Lucia más triste de lo imaginable.
“Ayer,” le dijo Conquest, “murió mi mamá”.
A los 14 años, era el único que había quedado para hacerse cargo de su hermano pequeño y su hermana.
Parecía como si todo el mensaje hubiera sido diseñado para él. Al final del campamento, la sonrisa de Conquest había regresado.
“¡Tengo un papá!” dijo. “¡Y el cuidará de nosotros!”
Que seamos UNO
El corazón de Courtney había sido tocado en 2014, cuando el Papa le pidió a Kenneth Copeland, junto a James y Betty Robison que viajaran a Roma y se reunieran con él en el Vaticano. El hermano Copeland basó su respuesta en Juan 17:20-23:
No pido solo por ellos [no hago esta petición solamente por ellos], sino también por todos aquellos que alguna vez llegarán a creer en (confiar en, aferrarse a, confiar en) mí, a través de Tu palabra y la enseñanza. Para que todos sean uno, como Tú, Padre, estás en Mí y Yo en Ti, para que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea y se convenza de que me has enviado. Yo les he dado la gloria y el honor que Tú me has dado, para que sean uno como nosotros somos uno: Yo en ellos y Tú en Mí, para que puedan estar unidos y perfectamente unidos, para que el mundo conozca y reconozca [sin duda] que Tú me has enviado y que los has amado [aun] como Tú me has amado (La Biblia Amplificada, Edición Clásica).
El deseo de Dios de que todos los cristianos pudieran llegar a ser uno echó raíces dentro de Courtney. “La reunión entre mi abuelo y el Papa me recordó la importancia de recordar que todos nosotros estamos del mismo lado”, comenta Courtney. “Que, sin importar nuestras divisiones, en realidad somos una comunidad en el Cuerpo de Cristo. Una versión de la Biblia dice que, en el día de Pentecostés, estaban en un lugar de común acuerdo, y el cielo llenó su hogar”.
“Ese versículo en Hechos 2 me recuerda que estar unidos en un mismo acuerdo fue tan poderoso que cambió la atmósfera y trajo el cielo a la Tierra. Mientras medité en eso, me di cuenta de que una manera en la que podemos tener nuestros corazones en un mismo acuerdo es a través de la alabanza”.
“El año pasado, el Señor me recordó que todavía hay personas aquí en nuestro país que necesitan escuchar el evangelio. En respuesta a esta necesidad, formé un nuevo ministerio llamado UNO (ONE). UNO existe para celebrar la unidad en el Cuerpo de Cristo y crea oportunidades para desarrollar relaciones a través de las misiones y la presencia que llega a través de las experiencias de alabanza”.
“Nos apasiona llevar la inexorable verdad de la Palabra de Dios a toda la gente a través de cada medio de comunicación disponible. Produjimos un álbum de alabanza llamado ONE//WORSHIP, que llegó al No.7 en el ranking de iTunes en la categoría cristiana. El año pasado durante la Convención de Creyentes del Suroeste, lideramos una noche de alabanza. Reaction Tour hizo también dos viajes a la India y uno a Uganda”.
Courtney Copeland Acuña ha llevado Reaction Tour a Uganda al menos una vez al año desde la primera vez que aterrizó con la esperanza de permanecer en el anonimato. Fue allí, en África, donde su conexión con el Pastor Dongo provocó una reacción tan fuerte que cambió para siempre su vida. Ella ha seguido protegiendo esa chispa, al igual que protege la unción de sus abuelos, liberándola a miles de niños en Uganda y la India, y creando una reacción en cadena que está cambiando el mundo.