Hermano Kenneth y Sra. Gloria,
Celebramos con ustedes su aniversario número 50 en el ministerio.
Phyllis y yo jamás olvidaremos la primera vez que estuvimos en una de sus reuniones. Estábamos recién casados y acabábamos de descubrir el maravilloso mundo de la palabra de fe a través de su ministerio, cuando por la gracia de Dios, vinieron a un pequeño auditorio en Jackson, Missouri.
Sentados allí, el Espíritu de Dios nos ministró tan poderosamente a través de sus personas. Pensándolo bien, ese fue un momento clave en nuestras vidas dentro del buen plan de Dios para nosotros, poniéndonos en el rumbo que Él tenía asignado.
Ya por muchos años, hemos disfrutado del privilegio de conocerlos personalmente. ¡Qué amigos tan grandiosos y auténticos que han sido para nosotros! Siempre creyendo en nosotros y siempre manteniéndose firmes con nosotros a través de cada desafío y tarea. Ustedes han sido fortaleza y ánimo para nosotros muchas, muchísimas veces.
Ya que hemos estado en el ministerio por algún tiempo, nos hemos dado cuenta del compromiso y la dedicación que requiere hacer lo que ustedes dos han hecho tan bien por medio siglo. Hemos sido testigos de cómo han estado dispuestos a hacer cualquier sacrificio y pagar cualquier precio para hacer lo que el Señor les ha instruido hacer. Su ejemplo es inspirador.
Fue Dios quien escogió que, a través de sus bocas, debamos escuchar Su buena Palabra y creerla.
Nuestra vida ha sido cambiada para siempre y enriquecida más allá de lo imaginable. Y lo mismo ha sucedido en la vida de millones de personas alrededor del planeta. ¡Su valor para nosotros no tiene precio!
Los amamos y le agradecemos a Dios por el regalo que son. Preciosos son sus pies para nosotros.
Keith y Phyllis