Cuando fui salvo, lo único que quería hacer era contarle a la gente acerca de Jesús. Él me salvó. Le dio un propósito a mi vida y puso un deseo dentro de mí para compartir el evangelio con cualquiera y con todos, sin importar quienes fueran o dónde se encontraran.
El hecho de que “no importara dónde se encontraran” hace del viajar una necesidad. Si están en un pequeño pueblo en el centro de América, quiero ir. Si están al otro lado del mundo en Kazajstán, quiero ir. Si están en una isla en el Pacífico Sur, ¡definitivamente quiero ir!
He tenido tres aviones a lo largo de mi vida, y el único por el que no he recaudado dinero es por el que estoy creyendo en este momento: el Falcon 7X. Es algo que el Señor me ha prometido.
Él me dijo: “Con este, no recaudarás dinero. Este vendrá solo.”
En realidad, no hay nada de malo en recaudar dinero para un proyecto de esa naturaleza. Un jet es simplemente una herramienta más para predicar el evangelio. Pero, al decirme que vendría solo, el Señor me estaba enseñando algo. Me estaba preparando para una nueva revelación. Me llevó a Isaías 65:24, donde dice: «Antes de que me pidan ayuda, yo les responderé».
De repente, supe que había entrado en un nuevo territorio. Dios me está extendiendo. Ahora lo veo tan claramente. Como miembros del Cuerpo de Cristo, necesitamos ir más allá del creer y llegar al conocer.
Quiero conocer, no tan solo creer. Quiero saber en Quién he creído. Quiero ir más allá del creer y dejar de ser un subastador cristiano: “Estoy creyendo, estoy creyendo, estoy creyendo. Estoy manteniéndome firme, estoy manteniéndome firme, manteniéndome firme.”
¡No, estoy cansado de eso! Quiero ir más allá del creer. Quiero conocer. “¡Lo conozco! ¡Lo conozco! ¡Lo conozco!”
Pide cualquier cosa
En Juan 14:12-13, Jesús dijo: «De cierto, de cierto les digo: El que cree en mí, hará también las obras que yo hago; y aún mayores obras hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidan al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.»
Léelo de nuevo. ¿Qué significa la palabra todo para ti? La Iglesia a menudo reformula la palabra todo como “si fuera su voluntad”, pero Jesús no dijo eso. Él dijo: «Todo lo que pidan al Padre en mi nombre, lo haré”»
¿Por qué?
“Para que el Padre sea glorificado en el Hijo.”
Piénsalo. Si no le pides a Dios algo (también conocido como todo), entonces el Padre no es glorificado.
Algunos piensan que Jesús solo estaba hablando de cosas espirituales, pero Él no dijo que todo se refiriera sólo a lo espiritual. ¡El todo es espiritual, físico y financiero porque, literalmente, todo significa todo!
Jesús prosiguió y fue aún más lejos: «Si algo piden en mi nombre, yo lo haré.» (Juan 14:14). Eso abre un gran mundo. Cuando usas el Nombre de Jesús, tienes poder notarial. Tienes el derecho y la autoridad de usar el Nombre de Jesús y esperar resultados.
Cuando fuiste salvo, Jesús puso Su Nombre en ti. Es por eso por lo que puedes ir valientemente al trono de la gracia y sentarte en Su presencia con los arcángeles y los querubines y los serafines. Ellos tienen que mantenerse listos, porque estás sentado en lugares celestiales. ¿Por qué? Porque el nombre de Dios está en ti. Ahora eres el hijo biológico de Dios y tienes derechos.
“El querer” versus “la avaricia”
Lee Juan 14:13-14 una vez más: «Y todo lo que pidan al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.»
Cuando leí eso, Jesús me dio esta declaración: “Tu todo Jesse, es justo lo que necesito. ¿Me glorificarás hoy? ¿Glorificarás a Mi Padre?”
Cuando el Padre es glorificado, Jesús es magnificado porque cuando creemos en el Padre, también creemos en Jesús. Es un profundo sentimiento de que lo conoces. Significa que no puedes estar convencido de nada más, pase lo que pase.
No le digo a Dios lo que necesito. Le digo lo que quiero. Sé exactamente cuánto dinero quiero porque vivimos en un mundo económico. No lucho contra el dinero, ni me enamoro de él. El dinero no me ama, y tampoco te ama a ti. El dinero es simplemente una herramienta que podemos usar para funcionar en este mundo natural.
Si tienes una necesidad financiera, te aseguro que la razón por la que necesitas es porque no sabes cuánto quieres. Si ya tienes lo que quieres, entonces ni siquiera piensas en tu necesidad. Da un paso más allá: cuando tienes lo que quieres y lo que necesitas ni siquiera es parte de tu vida, eso se llama crecimiento.
Si eres abuelo y tu nieto dice: “Abuelo, quiero un helado”, ¿se trata de avaricia? No; simplemente se trata de un niño que quiere un helado. Entonces, ¿por qué crees que es codicioso decirle a tu Padre celestial lo que quieres? Se necesita mucha fe para leer las enseñanzas de Cristo, pedir cualquier cosa y comenzar a creer.
Marcos 11:24 dice: «Todo lo que pidan en oración, crean que lo recibirán, y se les concederá.» La traducción El Mensaje es especialmente poderosa: «Por eso les insto a orar por absolutamente todo, desde lo pequeño a lo más grande. Incluyan todo mientras se abrazan a ésta, la vida de Dios, y obtendrán todo lo que le pertenece a Dios.»
Todo. Ora por todo: espiritual, físico y financiero. Ora por recibirlo todo.
Conviértete en un revolucionario
Las enseñanzas de Jesús son revolucionarias porque son divinas. ¡Él es la viña, y nosotros somos las ramas! También debemos ser revolucionarios. Es hora de defender lo que creemos, pase lo que pase, o como decimos en Luisiana: “Sin importar si viene el infierno o la inundación.”
La Palabra de Dios es tan poderosa que hace que nuestros cerebros quieran comprenderla. Pero la Palabra de Dios no es almática; es espiritual.
El primer sermón que Jesús predicó fue frente a una multitud. En Lucas 4:18 dijo: «El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido para proclamar buenas noticias a los pobres»
Ese fue el comienzo del mensaje de prosperidad. Lo primero en la mente de Dios no era financiar la pobreza, sino erradicarla por completo. Entonces Jesús enseñó sobre la sanación de los quebrantados de corazón, luego predicó la libertad al cautivo, luego la vista a los ciegos, luego la restauración de los heridos y luego la predicación del año aceptable del Señor. Cerró el libro y se lo entregó a un ministro, y le dijo a la gente que predicara lo que había Él predicado… en lugar de sus opiniones personales.
Renueva tus pensamientos
Muchos creyentes no piden nada porque eso les da una sensación de protección infundada. Están tratando de proteger la reputación de Dios al no pedir nada, especialmente nada físico o financiero. Tienen miedo. Sin embargo, el miedo y la fe no pueden convivir en tu mente.
Kenneth Copeland lo ha dicho a menudo: “El miedo tolerado es fe contaminada.”
Cada uno de nosotros debe renovar nuestra mente, pensamiento por pensamiento. Cuando surgen pensamientos que nos dicen que no podemos pedir lo que queremos, o que no podemos pedir algo físico o financiero, o que no podemos pedir algo por lo que puedan decir los que nos rodean, estamos dándole lugar al miedo en nuestras mentes.
Tu todo tiene que ser lo que Él necesita: espiritual, físico, financiero. La fe y el miedo no pueden convivir. La fe debe gobernar para obedecer a Dios. No tienes que proteger la reputación de Cristo. Si la gente se ofende por lo que el Señor te ha prometido, entonces eso depende de ellos. Esa no es tu responsabilidad. No tienes que protegerlo.
Cuando surgen pensamientos o la gente se ofende por lo que el Señor me ha dicho, renuevo mi mente pensamiento por pensamiento. Podrían decir: “No se puede tener un Falcon 7X. No puedes hacer eso.”
Yo les respondo: “No lidio con el ‘no puedo’. Tu mundo se basa en el no puedes. Mi mundo es: «todo lo puedo hacer por medio de Cristo»”.
Y eso no es solo aquello que creo. ¡Es lo que sé y conozco!