Cuando naciste de nuevo, recibiste al Señor Jesucristo como tu Salvador. También puedes haberlo recibido como quien te bautiza en el Espíritu Santo y como tu sanador. Pero hoy, quiero motivarte para que lo recibas como tu asesor financiero.
En este momento, el Cuerpo de Cristo está en un tiempo de crecimiento donde más y más de nosotros estamos llegando a conocerlo de esa manera. Estamos aprendiendo a despojarnos completamente de nuestra dependencia del mundo y tornarnos solo a Él por nuestras finanzas. Como nunca antes nos estamos dando cuenta de que, aunque Él use canales naturales de suministro, Dios es la Fuente.
¡Jesús es nuestra fuente para todo!
Como nuestro Sumo Sacerdote, Él es quien nos administra LA BENDICIÓN de Dios: en espíritu, alma, cuerpo, social y financieramente. Él es quien nos provee de abundancia sobrenatural y hace que “toda la gracia abunde” hacia nosotros para que, como dice 2 Corintios 9:8: «…siempre y en toda circunstancia tengan todo lo necesario, y abunde en ustedes toda buena obra»; los versículos 9 y 10 nos dicen: «como está escrito: «Repartió, dio a los pobres, y su justicia permanece para siempre.» Y aquel que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá los recursos de ustedes y los multiplicará, aumentándoles así sus frutos de justicia.»
¡Ese es el perfil del creyente próspero! Es la imagen de una persona que depende económicamente de nadie más que del Señor. También es la imagen de la voluntad de Dios para cada uno de Sus hijos nacidos de nuevo.
Él nunca tuvo la intención de que pasáramos nuestras vidas preocupándonos por el dinero y tratando de encontrar formas de satisfacer nuestras propias necesidades. Él quería que toda la Iglesia siguiera Su programa de prosperidad para poder suministrarnos continuamente a todos de semillas para sembrar, alimentos para comer, una abundancia con la cual BENDECIR a otras personas y todas las cosas para disfrutar (lee 1 Timoteo 6:17).
Imagínate lo que podría suceder en la tierra si todo el Cuerpo de Cristo aplicara ese programa. ¡Sería maravilloso, no solo para nosotros, sino para todo el mundo!
“Sí, hermano Copeland, pero si esa es realmente la voluntad de Dios para cada uno de nosotros, ¿por qué no hay más creyentes viviendo de esa manera?”
Una de las razones es porque muchos cristianos no creen que Dios se preocupe lo suficiente por ellos como para BENDECIRLOS financieramente. A pesar de que saben que la Biblia dice que Dios es amor y están de acuerdo mentalmente con el hecho de que Dios los ama, no han tomado una decisión de calidad para creer en ese amor (lee 1 Juan 4:16). Como resultado, cuando surgen presiones financieras, en lugar de mirar a Dios con fe, ceden ante el miedo y dicen: “Oh Dios, ¿cómo puedes amarme y aún permitirme experimentar este tipo de problemas? ¿No te importa?”
Este es el problema que tuvieron los israelitas en el desierto. No creían que Dios los amara. Por el contrario, creían que los odiaba. Una y otra vez, cuando se quedaban sin provisión y parecía que no tendrían suficiente para sobrevivir, decían: “¡Dios nos trajo aquí para matarnos!”
Por supuesto, estaban equivocados. Dios no los sacó de Egipto para matarlos. Los sacó para poder llevarlos a la Tierra Prometida. Pero seguían dudando de Él y temiendo porque no creían en Su amor.
Los discípulos de Jesús cometieron el mismo error cuando se encontraron con la tormenta en el mar de Galilea. Vieron el bote llenándose de agua y, en lugar de confiar en Jesús para manejar la situación, entraron en pánico y dijeron: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?» (Marcos 4:38). ¡No tenían fe en Su amor!
¿Cómo desarrollamos ese tipo de fe? La misma llega escuchando y escuchando LA PALABRA de Dios (Romanos 10:17). Viene al alimentarse de escrituras como 1 Juan 4:8, que dice que «Dios es amor», y meditando en ellas hasta el punto en que cada vez que vemos la palabra Dios en las Escrituras, automáticamente pensamos en Amor.
Dios y el amor son inseparables. Cuando Jesús dijo: «Tengan fe en Dios.» (Marcos 11:22), estaba diciendo: “Tengan fe en el Amor”. Pero la mayoría de nosotros todavía no pensamos de esa manera porque todavía tenemos que hacer un gran trabajo de renovación. Es una obra de gracia, pero también requiere un estudio de la Biblia y hacer una elección de calidad para declarar por fe: “Creo en el amor de Dios. Confío en Su amor por mí. Confío en Jesús por completo, porque confío completamente en Su amor.”
¡Haz cualquier cosa que Él te diga!
Por supuesto, confiar en Jesús para que sea tu financista también implica tomar una decisión de calidad para someterte a Su señorío en esa área de tu vida: dejar que Él te dirija y que hagas lo que Él le diga que hagas. Si Él te dice que limpies los baños de la iglesia, tu respondes: “¡Sí, señor!”, y pasas los días de la semana limpiándolos. Después, si Él te llama a salir los fines de semana y predicar, también lo haces.
Si tu horario de predicación está tan lleno que necesitas un avión para volar a tus reuniones de predicación los fines de semana, Jesús te proporcionará uno. No estás limitado por el tamaño de tu cheque de pago. Si le obedeces y estás justo donde Él te dijo que estuvieras, haciendo exactamente lo que Él te dijo que hicieras hasta que Él diga lo contrario, Él puede BENDECIRTE financieramente un millón de maneras diferentes.
“¡Pero hermano Copeland, no quiero ser el que limpie los baños de la iglesia!”
Yo tampoco; sin embargo, lo haré si eso es lo que Jesús necesita que haga, porque soy un soldado en el ejército de Jehová. Estoy a Sus órdenes.
Un soldado en el ejército de los Estados Unidos no puede decidir ir a otro lugar porque no le gusta la base donde está asignado. Si está estacionado en Irak, no puede decirle a su comandante: “Este lugar es demasiado caluroso. Las instalaciones no tienen aire acondicionado. Voy a ir a nuestra base en Hawái y serviré allí.”
¡No, no funciona de esa manera! Si así fuera, cuando este soldado ingenuo apareciera con su mochila en la base en Hawái, lo encerrarían. Le dirían: “Te daremos de baja como AWOL.” (del inglés, Absent from one’s post without intent to desert, o Ausente en el lugar asignado sin intención de desertar). Si preguntara por qué no podía simplemente servir en Hawái, le responderían: “No eres necesario en Hawái. Si te necesitaran, allí es donde te habrían enviado.”
Por tonta que parezca esa ilustración, este es un problema importante en el Cuerpo de Cristo. Los creyentes tienen la idea de que pueden ir a donde quieran y hacer lo que quieran. Piensan que pueden hacer sus propios planes y luego simplemente pedirle a Dios que los BENDIGA.
Sin embargo, ¡así no es como luce depender completamente de Jesús! Cuando nos ponemos bajo Su mando, nos ponemos a Su disposición para hacer Su voluntad y sólo Su voluntad. Obedecer Sus órdenes e ir a donde sea que nos envíe.
“¡Pero es probable que me envíen a Tombuctú!”
¿Alguna vez has estado en Tombuctú?
“No.”
Entonces, ¿cómo sabes que no te va a gustar? Incluso, si no se ajustara a tus ideas preconcebidas de lo que te haría feliz, si Tombuctú es donde se supone que debes estar, finalmente te alegrarás de haber ido. Serás BENDITO porque estarás en tu lugar de gracia.
Por supuesto, eso no significa que el diablo no te atacara allí. Él te atacará donde sea que vayas en esta tierra. La diferencia es que, cuando estás en tu lugar, tienes la gracia para derrotarlo. De lo contrario, estás en problemas.
Si Satanás se entera de que te has salido de la voluntad de Dios, él te demandará en los tribunales del cielo. Él te acusará ante el Juez Justo, y porque estás en desobediencia a Dios y no te has arrepentido, Jesús no podrá defenderte. Estarás en el lado perdedor de la demanda, porque Jesús te dijo dónde estar y decidiste ir a otro lado.
Esto sucede todo el tiempo. Un creyente estará en una iglesia maravillosa donde a sus hijos se les está enseñando LA PALABRA y los dones del Espíritu se están moviendo. Todo va bien porque está siguiendo el plan de Dios. Luego, una persona le ofrece un trabajo que paga $100 más al mes en otra ciudad, y decide mudarse. Saca a sus hijos de la escuela dominical, va a un lugar al que no está llamado a estar e intenta encontrar una iglesia fuera de la voluntad de Dios.
Ese tipo de cosas puede causar estragos en nuestras vidas. ¡Puede convertirnos en carne de cañón de Satanás!
El Señor me dijo esto hace años: “Si tomas tus decisiones basado en el dinero, te equivocarás casi el 100% del tiempo. Toma tus decisiones basándote en la unción.” Busca la dirección de Dios y pregúntale: “¿Dónde estoy más ungido? ¿Qué es lo más ungido que puedo hacer aquí?” Luego, quédate en posición de escuchar Su respuesta.
Ora, alaba y adora
¿Cómo nos mantenemos posicionados para escuchar Su respuesta? Desarrollando una vida de oración consistente. Jesús habló en Lucas 18:1 acerca de la: «necesidad de orar siempre y de no desanimarse.» En otras palabras, debemos orar y no dejar de hacerlo. Debemos hacer de la comunión con Dios en LA PALABRA una prioridad constante, poniendo nuestro tiempo con Él en primer lugar en nuestros horarios todos los días.
También es importante que pasemos una buena parte de nuestro tiempo diario de oración en alabanza y adoración. Como dice el obispo David Oyedepo: “Cuando oramos, entramos en la presencia de Dios. Cuando alabamos, Dios entra en nuestra presencia.”
El obispo Oyedepo conoce a Jesús como su financista mejor que quizás cualquier otra persona que haya conocido. Ha construido uno de los edificios de iglesias cristianas más grandes del mundo, en Lagos, Nigeria. El santuario tiene capacidad para 50.000 congregantes e incluso con cinco servicios el domingo, está lleno hasta desbordar en cada uno de ellos. Solo la fase uno del campus de la iglesia costó $500 millones de dólares (ahora han pasado a la fase dos) y construyó todo libre de deudas y sin dinero americano.
¿Cómo logró dar tanto una congregación en una nación tan empobrecida?
Han aprendido del obispo Oyedepo cómo conectarse con el programa financiero de Jesús. Han aprendido a alabarlo y adorarlo generosamente, a ser diezmadores y dadores, y mirar a Jesús solo como Su fuente de suministro.
“Bueno, no creo que deba esperarse que los pobres diezmen y den”, podrías decir. “Les impone una carga injusta.”
¡Por el contrario! Les quita esa carga de encima. Los libera de la sentencia de pobreza que les ha impuesto el sistema financiero diabólico de este mundo y los conecta con la abundancia del reino de Dios.
¿Recuerdas cómo el Señor puso un deseo muy fuerte de dar en los corazones de los creyentes macedonios en la iglesia primitiva? Eran extremadamente pobres, y sin embargo, el apóstol Pablo no solo recibió de ellos su ofrenda, sino que le escribió a los corintios al respecto diciéndoles:
Hermanos, también queremos contarles acerca de la gracia que Dios ha derramado sobre las iglesias de Macedonia, cuya generosidad se desbordó en gozo y en ricas ofrendas, a pesar de su profunda pobreza y de las grandes aflicciones por las que han estado pasando. Yo soy testigo de que ellos han ofrendado con espontaneidad, y de que lo han hecho en la medida de sus posibilidades, e incluso más allá de éstas. Insistentemente nos rogaron que les concediéramos el privilegio de participar en este servicio para los santos
(2 Corintios 8:1-4).
Pablo no estaba presionando a esas personas para que dieran. Ellos lo empujaron a recibir su ofrenda. Le rogaban: “¡Permítenos ayudarte!” ¿Por qué? Porque la gracia de Dios estaba obrando en ellos. Jesús, su asesor financiero, los estaba guiando a sembrar semilla financiera para que pudieran cosechar una cosecha financiera. «… El que poco siembra, poco cosecha; y el que mucho siembra, mucho cosecha. Cada uno debe dar según se lo haya propuesto en su corazón, y no debe dar con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama a quien da con alegría.» (2 Corintios 9:6-7).
Esta es una gran parte del ministerio del Sumo Sacerdote de Jesús. Él nos administra la gracia de dar para que podamos recibir la prosperidad financiera que nos proporcionó en la Cruz.
«Pues ustedes ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo que, por amor a ustedes, siendo rico se hizo pobre, para que con su pobreza ustedes fueran enriquecidos.» (2 Corintios 8:9).
Una vez, cuando prediqué sobre esos versículos, apareció un hombre y me dijo que no quería ser rico. Dijo que él y su familia estaban bien con los $40.000 al año (o lo que fuera) que estaba ganando.
“¡Eso es probablemente lo más egoísta que he escuchado!”, le respondí. “¿Qué hay de BENDECIR a tu pastor y dar para ayudar a otras personas? ¿Qué pasa con financiar a los misioneros? Si estás contento con lo poco que tienes, está bien. ¡Créele a Dios por $100.000, guarda tus $40.000 y siembra el resto!”
¿Quieres divertirte? Cuando cambies tu motivo para prosperar de ser BENDITO a ser de BENDICIÓN para los demás, disfrutarás del mejor momento de tu vida. Te volverás tan adicto a dar, que serás feliz sin importar a dónde te envíe Dios o lo que Él te diga que hagas.
Así que adelante y sigue con tu programa. Elimina tu dependencia del mundo. Mira a Jesús solo por semillas para sembrar, abundancia para dar y mucho para disfrutar. ¡Conócelo, no solo como tu Salvador, quien te bautiza en el Espíritu Santo y tu Sanador, sino también como tu Asesor Financiero!