Mi esposa Vickie y yo acabábamos de comenzar en el ministerio la primera vez que enfrentamos un ataque espiritual selectivo. Apenas salido del seminario bíblico, estaba trabajando en una iglesia en San Diego, cuando notamos que Vickie a menudo se enfermaba el sábado por la noche y el domingo por la mañana.
¡Todas las semanas!
Si conocías a Vickie en ese entonces, sabías que era una luchadora. Ella no permitió que los síntomas le impidieran asistir a la iglesia. Independientemente de cómo se sentía, se vestía, preparaba a nuestros hijos y se dirigía a la iglesia conmigo. Pero no fue fácil.
Con lágrimas en los ojos, me decía: “Todos los sábados por la noche y todos los domingos por la mañana quiero ir a apoyarte a la iglesia, pero estoy muy enferma. ¿Por qué me está pasando esto?”
Yo estaba igual de confundido.
Entonces, descubrí la respuesta.
Un domingo estaba programado para predicar y estábamos sentados en la primera fila de la iglesia. Justo cuando el pastor estaba a punto de presentarme, Vickie gritó de dolor. Me di vuelta y la vi con una mano en su costado. De repente, me enoje muchísimo a nivel del Cuerpo de Marines. No con ella, sino con el enemigo.
Tomé a Vickie y le grité al pastor: “¡Señor, Usted tendrá que predicar!”
Recogimos a nuestros bebés de la guardería y nos dirigimos a casa. No dije una palabra en todo el camino. Estaba hasta la coronilla; era muy claro que Vickie no estaba enferma; ella estaba bajo ataque.
Llegamos a casa y nos reunimos en la sala. Junto a mi familia, me arrodillé al lado del sofá y comencé a orar: “Eres un espíritu asqueroso…”
Inmediatamente el Señor me llamó la atención.
“¡Abre tus ojos!” me dijo. “No te arrodilles ni vuelvas a respetar a Mi enemigo nuevamente dándole ninguna honra espiritual. ¡Esa es la postura que usas cuando hablas con tu Dios, no con tu enemigo!”
Me levanté de un salto.
“¡Ya está! ¡Tú, espíritu asqueroso, no tienes derecho en mi vida! ¡No tienes derecho sobre Vickie! ¡No tienes derecho en mi familia!”
Corrí y abrí la puerta. “¡Sal!” le grité, “y en Nombre de Jesús, ¡quédate afuera!”
Ese demonio se fue y nunca regresó.
Mantente alerta
La guerra espiritual es real. La mayoría de los creyentes llenos del Espíritu y guiados por el espíritu lo saben, pero últimamente he notado una tendencia peligrosa en el Cuerpo de Cristo: ignoramos el reino de los espíritus. Como creyentes y ministros, no podemos cumplir lo que Dios nos ha llamado a hacer en lo natural. Nunca, nunca podemos olvidar que somos sobre todo seres sobrenaturales, no naturales.
Primera de Pedro 5:8 (NVI) dice: «Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar.»
Cuando leemos “dominio propio”, nuestras mentes pueden ir directamente a actividades pecaminosas; sin embargo, Pedro no está hablando de eso. La frase que le sigue nos lo aclara: “manténganse alerta”.
Pedro dice que debemos estar atentos y alertas a nuestro verdadero enemigo.
Continúa diciendo que el diablo es como “un león rugiente”, que “ronda”. Eso nos dice que no es omnisciente ni omnipresente. Satanás no es Dios. De hecho, ni siquiera es como Dios. En Lucas 10, Jesús describió a Satanás y su caída del cielo, así como nuestra autoridad sobre él:
Cuando los setenta y dos volvieron, estaban muy contentos y decían: «Señor, en tu nombre, ¡hasta los demonios se nos sujetan!» Jesús les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Miren que yo les he dado a ustedes poder para aplastar serpientes y escorpiones, y para vencer a todo el poder del enemigo, sin que nada los dañe. Pero no se alegren de que los espíritus se les sujetan, sino de que los nombres de ustedes ya están escritos en los cielos.» (versículos 17-20).
Cuando Satanás perdió su posición en el cielo, no fue simplemente un cambio de dirección. Pasó de ser un hermoso querubín que adoraba a ser como un lagarto en un árbol. Luego, volvió a meterse con Dios y Dios lo degradó aún más.
Dios le arrancó las piernas y le dijo: «Te arrastrarás sobre tu vientre.» (Génesis 3:14, Nueva Versión Internacional).
No queremos enfatizar demasiado a nuestro enemigo haciéndolo lucir grande y actuando como si fuera Dios y lo supiera todo. No lo es, y no lo hace.
El enemigo es tu adversario
Eso no significa que Satanás deba ser ignorado. Él sigue siendo nuestro enemigo. Pedro se refiere a él como “su enemigo el diablo». Seguirá siendo un adversario hasta que sea enviado al lago de fuego. Él quiere que nos detengamos, enfermemos o quebremos. Ha declarado que cada centímetro de esta tierra es una zona de combate. Y si no puede destruir lo que tenemos, entonces nos quiere muertos. Eso no significa que tendrá éxito en matarnos, destruirnos o atormentarnos pero significa que debemos permanecer atentos y prestar atención a sus planes.
Primera de Pedro dice que «ronda como león rugiente, buscando a quién devorar».
Dada la oportunidad, el diablo nos devorará. Ese es su deseo, pero aquí está la clave: debemos darle permiso para que tenga éxito.
Cada vez que lo pienso, siempre recuerdo cuando era solo un niño en la escuela. Levantaba mi mano y la maestra decía: “¿Qué quieres Mark?”
Yo preguntaba: “¿Puedo ir al baño?”
Ella respondía: “No sé, ¿puedes?”
Ella me estaba enseñando que hay una diferencia entre “poder” y “podría”. Uno pide por habilidad; el otro pide permiso.
Este versículo dice que anda «buscando a quién devorar». Para que Satanás pueda lograr su cometido, primero deberá encontrarte; es decir, deberás darle permiso para hacer su trabajo.
La Carnada de las falsas doctrinas
Incluso los cristianos pueden caer en la trampa de darle permiso al enemigo. Primera de Timoteo 4:1 (RVA-2015) dice: «Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe, prestando atención a espíritus engañosos y a doctrinas de demonios.» La primera carta de Timoteo fue escrita en su totalidad por el apóstol Pablo, dirigida a un pastor acerca de los cristianos. Dice que los creyentes «se apartarán de la fe». Pablo no estaba hablando de creyentes que practicaban la fe mentalmente, sino de aquellos que caminan activamente con Dios. Dijo que algunos de esos cristianos se apartarían. No dijo que los echarían; dijo que simplemente decidirían apartarse.
¿Por qué alguien haría eso? Porque prestaron atención o admiraron la seducción de las doctrinas demoníacas que son contrarias a la Palabra de Dios. Esas doctrinas aún existen en la actualidad. De hecho, son muy populares entre los predicadores modernistas que están más interesados en reunir personas que en predicar la Palabra de Dios. Ellos son los que enseñan que no hay sanación, ni infierno, ni día de juicio. Eso puede sonar atractivo para el mundo, pero no fue lo que Jesús enseñó. Jesús enseñó todo lo contrario, y si Jesús dijo algo diferente, entonces debemos seguirlo.
El enemigo, no la gente
No podemos avanzar por la vida como si no hubiera oposición espiritual solo porque ahora somos cristianos. Eso es ridículo. ¡No tenemos que buscar más allá de las redes sociales para encontrarlo! Mucha gente pasa tiempo participando o rechazando las redes “anti”sociales. ¿Por qué? ¿Por qué dedicar tiempo a combatir las mentiras difamatorias que no se pueden corroborar? Los que publican esa información son solo personas. Los verdaderos enemigos son las fuerzas demoníacas que los usan como peones y marionetas.
El Dr. Kenneth E. Hagin, quien ahora descansa en el cielo, solía decir a los pastores: “Dejen de tratar tanto con las personas y comiencen a tratar con los demonios que afectan a su gente.”
Él estaba en lo correcto. Si nos centramos en las personas en lugar de los demonios, nunca nos libraremos del problema. Sin embargo, si tratamos con los demonios y los detenemos en su camino, los demonios librarán a la gente. Entonces la gente podrá comenzar a crecer en Dios.
Es como desmalezar un jardín. Si nos deshacemos de las malas hierbas (los demonios), entonces los vegetales (las personas) pueden prosperar y dar fruto. Pero, si no lo hacemos, los demonios volverán.
Tenemos autoridad y las armas a nuestra disposición no son naturales. Segunda de Corintios 10 los describe de esta manera: «Las armas con las que luchamos no son las de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas y de desbaratar argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y de llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.» (versículos 4-5).
Las armas físicas no funcionan en una batalla espiritual. La oscuridad, con su inmundicia, se mueve por todo el mundo a un ritmo acelerado. Debemos contrarrestarla al oponernos para que retroceda con audacia y presentando la verdad y la luz como Jesús nos encargó que hiciéramos.
¿Eres un agente doble?
Tampoco podemos ser agentes dobles. Tenemos que usar nuestras bocas para honrar a Dios, no al diablo. Una vez más, uno de los lugares más fáciles para entrar en el rol de agente doble es en las redes sociales. ¿Qué pondrás en Facebook™ o YouTube® hoy? ¿Lo que publicas honra a Dios o al enemigo? ¿Puede el diablo contar contigo para provocar conflictos, aunque seas un creyente nacido de nuevo y lleno del Espíritu? Hacerlo es como tener un pie en el cielo y un pie en el mundo. Esa es la realidad de un agente doble.
El enemigo quiere que nos deprimamos, enojemos y entristezcamos con la gente, por lo que seremos ineficaces o ignoraremos sus planes. Le encantaría vernos agitar conflictos, chismear y calumniar. ¡Pero no peleamos contra carne y hueso! Estamos en una batalla espiritual. Somos comandantes sobrenaturales.
En cambio, debemos permanecer alertas. Debemos reconocer quién es nuestro verdadero enemigo, rechazar las falsas doctrinas y atacarlas, y no aquellos que están bajo su control. Cuando lo hagamos, debemos usar las armas espirituales que están a nuestra disposición. Nunca podemos olvidar que somos soldados sobrenaturales de la Cruz, bien equipados y espirituales, y alabado sea Dios, ¡nosotros ganamos!
Mark Barclay es el fundador de la Iglesia Internacional Living Word en Midland, Michigan, y el presidente y fundador de los Ministerios Supernatural Training Institute. Para más información o material del ministerio visita: marktbarclay.com.