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Pr. George Pearsons

Nuestra misión en tiempos de peligro

agosto, 2020 No hay comentarios
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Nuestra misión en tiempos de peligro
La Voz de Victoria del Creyente agosto, 2020
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“El mundo está en serios problemas.”

Esa es la primera frase de una palabra profética muy significativa pronunciada por el hermano Copeland durante la Convención de Creyentes del Suroeste de 2010.

El mensaje de alerta continuaba.

“Algunas cosas bastante difíciles están llegando a distintos lugares del globo. Tiempos muy difíciles en muchos lugares. Ya se encuentran mal, pero no mejorarán. Continuarán empeorando, empeorando, empeorando. Van cuesta abajo y el mundo no podrá detenerlo.”

Todos hemos presenciado una serie de eventos mundiales muy serios desde que se dio a conocer esa palabra.

“Estos son tiempos de peligro. Son tiempos de peligro financiero. Son tiempos de peligro en la Tierra porque la Tierra está bajo un peso enorme de pecado. Y hay cosas, lugares y situaciones bajo la Tierra, en los océanos, en los cielos; cosas que están siendo sacudidas y sacudidas; y la Tierra está tratando de deshacerse como resultado de ello en varios lugares.”

No hay duda de que esto es exactamente lo que ha estado ocurriendo.

Sin embargo, aquí están las buenas noticias.

Tú y yo no vivimos bajo el dominio, el gobierno ni el control de la maldición. Hemos sido redimidos de la devastación y la destrucción. No estamos sujetos a los tiempos. El Salmo 31:15 dice «…en tus manos están mis tiempos» (Reina Valera Actualizada 2015). Jesús pagó el precio total por nuestra protección en momentos como estos.

Mira en 2 Pedro 1:4: «Por medio de ellas nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, puesto que han huido de la corrupción que hay en el mundo por causa de los malos deseos.» La traducción Básica al Inglés de la Biblia dice que hemos sido “liberados de la destrucción que hay en el mundo”. Gálatas 1:4 revela que es la voluntad de Dios que seamos liberados «del presente siglo malo».

Jesús oró por nuestra protección en Juan 17:15-17: «No ruego que los quites del mundo, sino que los protejas del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.» A través de la PALABRA de Dios, Jesús nos ha separado del daño colateral de la maldición. Él abrió un camino para que viviéramos en este mundo presente pero permaneciéramos total y completamente inmunes de sus efectos.

¡Se podría decir que somos “Los intocables”!

Proverbios 19:23, Nueva Versión Internacional, dice: «El temor del Señor conduce a la vida; da un sueño tranquilo y evita los problemas.» Primera de Juan 5:18 nos dice: «Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios lo protege, y el maligno no lo toca.» Salmo 91:7-10 nos asegura que: «A tu izquierda caerán mil, y a tu derecha caerán diez mil, pero a ti no te alcanzará la mortandad. ¡Tú lo verás con tus propios ojos! ¡Tú verás a los impíos recibir su merecido!  Por haber puesto al Señor por tu esperanza, por poner al Altísimo como tu protector, no te sobrevendrá ningún mal, ni plaga alguna tocará tu casa.» A menudo declaro esta escritura como una confesión de fe, basada en la Reina Valera Contemporánea y la Biblia Amplificada, Edición Clásica del versículo 10: «¡No habrá maldad ni calamidad cerca de mi morada!»

Hay una «morada», un lugar de protección, donde tú y yo podemos vivir sin ser alcanzados por ningún ataque del enemigo. En el Salmo 91:1, se le llama el «abrigo del Altísimo». En el Salmo 32:7, se llama «refugio». Y en el Salmo 27:5: «Cuando vengan los días malos, él me esconderá en su santuario; me ocultará en lo más recóndito de su templo, me pondrá en lo alto de una roca.»

En esta palabra profética del Señor, “¡Todo va a estar bien en el hogar de la familia de la fe!” se le llama “el hogar de la fe”.

Esa palabra ha sido un gran estímulo para Terri y para mí. Nos hemos mantenido firmes en esa frase desde que se pronunció la noche del 6 de agosto de 2010. Cada vez que nos enfrentamos a tiempos difíciles, simplemente nos miramos y decimos: “Todo estará bien en el hogar de la fe.” Eso siempre logra que la fe crezca en nuestros corazones. Incluso encontré una escritura que se corresponde perfectamente con esta declaración. La traducción El Mensaje de Judas 1-2 dice: «Yo, Judas, soy esclavo de Jesucristo y hermano de Santiago, escribiendo a los amados por Dios Padre, llamados y salvados por Jesucristo. Relájate, todo va a estar bien; descansa, todo está llegando a su punto cúlmine; ¡abre tu corazón, el amor está en camino!»

“El hogar de la fe” es nuestro lugar intocable de protección contra cualquier ataque, de cualquier tipo. Es el lugar donde todo siempre va a estar bien. La forma de permanecer en ese “lugar intocable” se aclara en nuestra palabra profética de parte del SEÑOR. Agradece a Dios por Sus instrucciones, Sus “cómo” para obtener la victoria. El SEÑOR dijo: Tendrás que tomar tu lugar. Tendrás que resistir. Tendrás que pelear la buena batalla de la fe… mantente firme en Mi PALABRA y no se te acercará. Alaba y adora Mi Nombre. No alimentes tu vida ni tu boca de temor ni de problemas…  Aliméntate de Mi PALABRA, y no del pan de la tristeza… ¡No teman!”

Cuando nos paramos en la PALABRA de Dios, nos arraigamos y fundamentamos en algo inquebrantable e inamovible. Nos estamos rodeando del escudo impenetrable de Dios. El Salmo 91:4 nos dice: “El Señor te cubrirá con sus plumas, y vivirás seguro debajo de sus alas. ¡Su verdad (Su PALABRA) es un escudo protector!” La traducción hebrea de este versículo en realidad dice que Él es nuestro círculo de protección.

Mientras permanezcamos en LA PALABRA, nos mantengamos alejados del miedo, caminemos por fe y ejerzamos nuestra autoridad, estaremos completamente protegidos en el hogar de la fe.

 

Nuestra misión del final de los tiempos

No estamos protegidos solo porque sí. Primera de Pedro 1:9, Nueva Traducción Viviente, revela que la meta de nuestra fe es la salvación de las almas. El Cuerpo de Cristo tiene una importante misión en los últimos tiempos con las personas que han experimentado y experimentarán los estragos del mal en el mundo.

Cuando surgen problemas, no solo “nos dirigimos al monte y nos escondemos en el hogar de la fe” hasta que pase la tormenta. Por el contrario, nos adentramos en medio de los problemas, estando totalmente aislados por nuestro círculo de protección. Nuestra misión es rescatar a los que están atrapados en el reino del terror del diablo y llevarlos al refugio de la familia de la fe. Estamos protegidos para que podamos llevar a las personas al lugar de sus vidas donde todo estará bien.

Si la palabra del SEÑOR nos dice que las condiciones van a empeorar y que se avecinan tiempos difíciles, entonces debemos estar listos para ayudar.

Por eso estamos aquí.

Es lo que somos, y es lo que hacemos.

Esa es nuestra misión en estos tiempos de peligro.

Romanos 15:1 nos dice: «Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, en vez de hacer lo que nos agrada.» ¡La traducción El Mensaje de los versículos 1-4 es asombrosa!

 

«Aquellos de nosotros que somos fuertes y capaces en la fe necesitamos intervenir y darle la mano a aquellos que vacilan, y no solo hacer lo que es más conveniente para nosotros. La fortaleza es para el servicio, y no para el estatus. Cada uno de nosotros necesita velar por el bien de las personas que nos rodean, preguntándonos: “¿Cómo puedo ayudar?” Eso es exactamente lo que hizo Jesús. No se lo hizo fácil para Sí Mismo evitando los problemas de las personas, sino que se involucró y ayudó. “Asumió los problemas de los que tenían problemas”, es la forma en que las Escrituras lo expresan. Incluso si fue escrito en las Escrituras hace ya mucho tiempo, puedes estar seguro de que está escrito para nosotros hoy.»

 

Nuestra misión del final de los tiempos es ayudar a vestir, alimentar y enseñar a las personas LA PALABRA de Dios en sus tiempos de desesperación. El resultado final es que crecen en la PALABRA y se establecen de tal manera que pueden alcanzar y vestir, alimentar y enseñar a otros en su momento de necesidad.

“Padre, gracias por protegernos en estos tiempos de peligro. Sin embargo, nos damos cuenta de que esta protección no es solo para nosotros. Nuestra misión es clara. Llegaremos a los indigentes y los desesperados y los llevaremos al hogar de la familia de la fe, ¡donde todo va a estar bien!”


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