La PALABRA de Dios está viva, está llena de poder y le ha sido dada al cuerpo de Cristo como un manual para la vida diaria.
¿Cuál es la voluntad de Dios para mi vida? ¿Cómo puedo saber Su voluntad? Hoy en día estas son preguntas vitales en la vida de cada creyente. En mis primeros días de converso, tenía un deseo profundo de conocer la voluntad de Dios; sin embargo, Gloria y yo vivimos cinco años como cristianos derrotados, dominados totalmente por las circunstancias a nuestro alrededor. Luego entramos en contacto con la realidad de la PALABRA de Dios. Y me di cuenta que, sin importar cual fuera el problema, la respuesta estaba en la PALABRA de Dios.
Empecé a ver la importancia de la PALABRA. La Biblia no es un libro para ser admirado y puesto en una repisa; es el manual que Dios nos ha dado para vivir. Como piloto con 20 años de experiencia, aprendí muy temprano la importancia de seguir instrucciones. Cada avión está equipado con un “manual del usuario” el cual explica los procedimientos necesarios para volar ese tipo de avión.
Ese manual es vital y debe ser mantenido todo el tiempo en el avión.
El paralelo entre el “Manual del usuario” y la PALABRA de Dios es excepcional. El “Manual del usuario” es importante para el piloto, tal como la PALABRA de Dios es importante para el creyente. El fabricante conoce cada parte de su producto, conoce cómo funciona y cómo mantenerlo para que opere a la máxima eficiencia. Dios (el fabricante) creó al hombre y le dio Su PALABRA para que viviera por ella. Mandó a que fuera escrita para que el hombre tuviera acceso a ella. Dios conoce Su producto y Su PALABRA es nuestro “manual del usuario”. Nos instruye cómo operar y cómo sobreponernos en cada situación.
El cristianismo no es una religión—es una familia. La Biblia es el testimonio de Dios de lo que Él tiene preparado para nosotros, Sus hijos. El Padre nos ha dado Su PALABRA para enseñarnos y guiarnos. Él está mostrándonos cómo operar en Sus pensamientos y en Sus caminos para que podamos disfrutar de la plenitud del Señorío de Jesús en nuestras vidas. El Espíritu Santo fue enviado al mundo para que nos revelara esa PALABRA, para hacerla una realidad en nuestros espíritus. El Padre quiere que sus hijos vivan una vida exitosa y victoriosa; por eso nos ha dado Su PALABRA como nuestra arma. «Las armas con las que luchamos no son las de este mundo, sino las poderosas armas de Dios, capaces de destruir fortalezas» (2 Corintios 10:4). Jesús dijo: «Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan todo lo que quieran, y se les concederá» (Juan 15:7). Si permaneces en Su PALABRA, entonces la PALABRA te mantendrá—en espíritu, alma y cuerpo.
Una vez que me di cuenta su importancia, tome la decisión de nunca comprometer la PALABRA. Me impuse como meta buscar en la PALABRRA y hacer lo que ella dice de la mejor manera posible. Esto suena como una tarea imposible, pero con la ayuda de Dios he logrado esa meta. ¡Nada es imposible
con Dios!
La PALABRA de Dios se convirtió en el pilar de mi crecimiento personal desde ese momento. A través del poder de la PALABRA obrando en mi vida, he podido sobreponerme a todas las circunstancias adversas que he enfrentado. Josué 1:8 dice: «Procura que nunca se aparte de tus labios este libro de la ley. Medita en él de día y de noche, para que actúes de acuerdo con todo lo que está escrito en él. Así harás que prospere tu camino, y todo te saldrá bien». Yo necesitaba prosperar desesperadamente y tener una vida exitosa, así que me dediqué a la PALABRA y ésta trajo liberación a mi vida. Él cuida de que Su PALABRA se cumpla (Jeremías 1:12, La Biblia Amplificada).
Para operar en fe y conocer la voluntad de Dios, tenemos que empezar con la PALABRA de Dios porque Su PALABRA es Su voluntad. Él no quiere una cosa y dice otra. Sería deshonesto e injusto para Dios actuar de una manera que sea contraria a Su PALABRA. Dios y Su PALABRA son una sola cosa. No pueden separarse, tal como un hombre honesto no puede separarse de su palabra. El valor de un hombre depende de los estándares por los que vive. Si un hombre no es bueno, su palabra no es buena. Aprende a actuar en la PALABRA de Dios tan rápido y con tanta seguridad como lo haces cuando actúas en la palabra de tu abogado, tu doctor o tu amigo más cercano. Debido a que tienes fe en tu abogado o doctor, tú haces lo que él te dice. Lo escuchas y le consideras cuidadosamente su opinión experta. Dios espera que tú consideres Su PALABRA de la misma manera.
Toma una decisión de calidad
Cualquier creyente que intente operar por fe debe tomar una decisión de calidad referente a la PALABRA. Deuteronomio 30:19 es una escritura que cito frecuentemente porque muestra la necesidad vital de hacer esa elección. Dios dice: «Hoy pongo a los cielos y a la tierra por testigos contra ustedes, de que he puesto ante ustedes la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida, para que tú y tu descendencia vivan». Dios ha puesto la elección delante de nosotros. Podemos elegir la vida y la bendición o podemos elegir la muerte y la maldición. Escoger a Dios es escoger la PALABRA; escoger a Jesús es escoger la PALABRA. No puedo enfatizar lo suficiente la importancia de nuestra decisión en las cosas espirituales. Estaremos constantemente yendo cuesta arriba hasta que hagamos una decisión de calidad, hasta que elijamos mantenernos firmes en la PALABRA de Dios y hagamos de ella la autoridad final en nuestras vidas.
La Biblia es el aliento de Dios, inspirada por Dios y Dios habita en ella. ¡Es Dios hablándote a ti! Es algo vivo. Hebreos 4:12 dice: «La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos, pues penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón».
LA PALABRA de Dios es real y poderosa. Tiene una integridad que va mucho más allá de cualquier reproche. En Dios no hay variación, Dios no cambia. Él es el mismo ayer, hoy y por siempre (Hebreos 13:8). Su naturaleza no cambia, Su Nombre no cambia. En consecuencia, Su PALABRA no cambia. La PALABRA de Dios es Su obligación.
La naturaleza de Dios es milagrosa. A través de Génesis 1, encontramos las palabras: “Y Dios dijo”. La Biblia está llena con la frase: “Así dice el Señor”. ¡Cuando Dios habla, cosas pasan! Él creó el universo con palabras. «Por la fe entendemos que Dios creó el universo por medio de su palabra, de modo que lo que ahora vemos fue hecho de lo que no se veía» (Hebreos 11:3). La fuerza que originó el mundo material fue la fe que fue liberada en la PALABRA de Dios. «El Señor habló, y todo fue creado; el Señor ordenó, y todo apareció» (Salmo 33:9). ¡Date cuenta del poder inherente de la PALABRA de Dios! Él habló y el universo entero simplemente apareció.
El Salmo 119:89 dice que la PALABRA de Dios está para siempre en el cielo. Jesús dijo en Mateo 24:35: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán». ¿Por qué? Porque el cielo y la tierra son el producto; la PALABRA de Dios es la fuerza originadora. No hay nada más soberano en la Tierra que la PALABRA de Dios. Dios ha puesto Su misma fe en Su PALABRA y respaldará Su PALABRA con Su poder. Una vez que Él declara Su PALABRA, no la abandona. ¡Se hará realidad! Cuando un hombre da su palabra, entra en una obligación contractual, la cual será tan válida en un año como en el día que fue declarada. La PALABRA de Dios funciona de la misma manera.
El pacto de Abraham
En Génesis 17:4-7, Dios se acercó a Abram e hizo un pacto con él. Él dijo: «Éste es el pacto que hago contigo: Tú serás el padre de muchísima gente. Tu nombre ya no será Abram, sino que ahora te llamarás Abraham, porque te he puesto como padre de muchísima gente. Yo haré que te multipliques en gran manera. De ti saldrán naciones y reyes. Estableceré mi pacto contigo y con tus descendientes. Será un pacto perpetuo, y yo seré tu Dios y el de tu descendencia».
En Romanos 4 podemos ver que Abraham era un hombre que estaba completamente persuadido y convencido que lo que Dios le había prometido en el pacto, Él quería y podía hacerlo. Abraham se mantuvo en fe en contra de las circunstancias adversas y la PALABRA de Dios prevaleció. «Además, su fe no flaqueó al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (pues ya tenía casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en la fe y dio gloria a Dios, plenamente convencido de que Dios era también poderoso para hacer todo lo que había prometido» (Versículos 19-21).
Abraham recibió la PALABRA de Dios y consideró la PALABRA, en vez de las circunstancias. «Además, su fe no flaqueó al considerar su cuerpo o la esterilidad de la matriz de Sara». Él tomó la decisión de calidad de creer la PALABRA de Dios. Escogió vida y el resultado que obtuvo fue vida. ¡Alabado sea Dios!
Moisés guió a los Israelitas en la salida de Egipto en la fortaleza del Pacto de Abraham. Éxodo 2:23-24 dice: «…Los hijos de Israel gemían por causa de su esclavitud, y clamaron a Dios. Por causa de su esclavitud, su clamor llegó hasta Dios, y cuando Dios oyó sus gemidos, se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob». ¡Piensa en el poder que ese pacto tenía! Dios había dado Su PALABRA, y como un hombre honesto estaba obligado a Su PALABRA. El ministerio entero de Moisés estuvo basado en la PALABRA de Dios para Abraham.
Libera tu fe con palabras
Tú tienes la habilidad de mantenerte en la PALABRA de Dios en contra de las obras de Satanás. Esa PALABRA que vive en tu interior se levantará fuerte y el poder de Dios se moverá a tu favor, causando que las cosas por las que estás creyendo sucedan.
Conocer la fortaleza de la PALABRA de Dios es conocer Su integridad, Su habilidad y Su fe. Dios libera Su fe con Sus palabras. Él es un ser de fe. Hace todo por fe. Hebreos 11:6 dice: «Sin fe es imposible agradar a Dios…». Esa es la manera en la que tú y yo operamos—por fe. Nosotros debemos tomar la PALABRA de Dios y mantenernos en contra de Satanás al declararla con nuestra boca por fe. Efesios 6:17 dice: «…y esgriman la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios». La PALABRA es nuestra espada, nuestra arma en el mundo del espíritu; pero no la usamos hasta que no sale de nuestras bocas. Debemos declarar la PALABRA para que sea efectiva en nuestras vidas. Jesús consideró únicamente la PALABRA de Dios en Su ministerio terrenal. Cuando Satanás vino a tentarlo, Jesús le respondió con la PALABRA. Le dijo: “Satanás, escrito está… escrito está… escrito está…” Satanás no tiene defensa en contra de la PALABRA de Dios cuando es declarada con fe.
Romanos 10:17 nos dice de dónde proviene esa fe: «Así que la fe proviene del oír, y el oír proviene de la palabra de Dios». Primera de Juan 5:4: «Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe».
Estamos tratando con un Dios vivo, un Jesús vivo, una PALABRA viva. Su fe y nuestra fe se unen por la PALABRA. ¡La fe de Dios hoy está activa en Su PALABRA! Su PALABRA y Su fe prevalecen en los labios del creyente. Cuando vamos en Su Nombre y declaramos Su PALABRA viva, el Espíritu Santo lleva esas mismas palabras llenas de fe de nuestros labios y hace que produzcan tanto como lo hacen cuando Dios las declara. A medida que confesamos con nuestra boca que Jesús es el Señor, le damos la oportunidad de obrar en nuestra vida.
A medida que confesamos la PALABRA, le damos al Espíritu Santo la libertad de traer libertad completa y total. Pon en acción los derechos que Jesús compró para ti al confesar el poder de la PALABRA viva de Dios en ti.
Sé cómo nuestro padre Abraham. Rehúsate a titubear de la PALABRA de Dios a través de la incredulidad; al contrario, mantente fuerte en fe dándole la gloria a Dios, totalmente persuadido que lo que Dios ha prometido, Él también está dispuesto a hacerlo. ¡Alabado sea Dios!