“El mundo está en serios problemas”
Ésa es la primera frase de una palabra profética muy significativa que entregó el hermano Copeland durante la Convención de creyentes del Suroeste del 2010.
El mensaje, sombrío y digno de meditación, continúa.
“Algunas cosas muy difíciles sucederán en diferentes partes del mundo. Momentos muy difíciles en muchos lugares. En este momento ya enfrentan problemas difíciles, sin embargo no mejorará. Continuará poniéndose peor, y peor, y peor. Es como una carrera cuesta abajo que el mundo no puede detener”.
Desde que esa palabra fue entregada, hemos sido testigos de varios eventos mundiales muy serios.
“Estos son tiempos peligrosos. Son tiempos peligrosos financieramente. Son tiempos peligrosos en la Tierra porque la Tierra está sumida bajo el poder del gran peso del pecado. Existen cosas y lugares y situaciones bajo la Tierra, en los océanos y en los cielos. Cosas que han sido sacudidas y agitadas. La Tierra está tratando de romperse en distintos lugares”.
No hay duda que esto es exactamente lo que está sucediendo. Pero aquí tienes las buenas noticias.
Tú y yo no vivimos bajo el dominio, señorío o control de la maldición. Nosotros hemos sido redimidos de la devastación y la destrucción. No estamos sujetos a los tiempos. El Salmo 31:15 dice: «En tu mano están mis tiempos» (RVR1960). Jesús pagó el precio total por nuestra protección en tiempos como estos.
Mira en 2 Pedro 1:4: «Por medio de ellas nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, puesto que han huido de la corrupción que hay en el mundo por causa de los malos deseos». La Biblia en Ingles Básico dice que hemos “sido hechos libres de la destrucción que está en este mundo”. Gálatas 1:4 revela que la voluntad de Dios para nosotros es que seamos liberados «del presente siglo malo».
Jesús oró por nuestra protección en Juan 17:15-17 (RVC): «No ruego que los quites del mundo, sino que los protejas del mal. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad». A través de la PALABRA de Dios, Jesús nos ha separado del daño colateral de la maldición. Él hizo un camino para que nosotros vivamos en este mundo y permanezcamos total y completamente intocables por sus efectos.
¡Podrías decir que somos “los intocables”!
Proverbios 19:23 (Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy) dice: «El temor del Señor conduce a la vida, para poder dormir satisfecho, sin ser tocado por el mal». Primera de Juan 5:18 nos dice: «Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios lo protege, y el maligno no lo toca». El Salmo 91:7-10 nos asegura: «¡A tu izquierda caerán mil, y a tu derecha caerán diez mil, pero a ti no te alcanzará la mortandad! ¡Tú lo verás con tus propios ojos! ¡Tú verás a los impíos recibir su merecido! Por haber puesto al Señor por tu esperanza, por poner al Altísimo como tu protector, no te sobrevendrá ningún mal, ni plaga alguna tocará tu casa». Frecuentemente declaro el versículo 10 como una confesión de fe, basándome en la Reina Valera contemporánea y la Biblia Amplificada: “¡No habrá maldad o calamidad que venga cerca de mi casa!”
Existe una “casa”—un lugar de protección donde tú y yo podemos vivir, intocables por cualquier ataque del enemigo. En el Salmo 91:1 es llamado el: «abrigo del Altísimo». En el Salmo 32:7 es llamado: «refugio». Y en el Salmo 27:5: «Cuando vengan los días malos, él me esconderá en su santuario; me ocultará en lo más recóndito de su templo, me pondrá en lo alto de una roca».
En la palabra profética de parte del SEÑOR impartida por el hermano Copeland: “Todo va a estar bien para la casa de la fe”, ese lugar es llamado “la casa de la fe”.
Esa Palabra nos ha animado muchísimo a Terri y a mí. Nos hemos mantenido en esa frase desde que fue declarada esa tarde del 6 de Agosto del 2010. Cada vez que hemos enfrentado momentos difíciles, nos miramos el uno al otro y simplemente decimos: “todo va estar bien para la casa de la fe”. Y ésta hace que la fe crezca en nuestros corazones. También encontré una escritura que corresponde perfectamente con esa declaración. La traducción de Judas 1:1-2 del Mensaje dice: «Yo, Judas, soy un esclavo de Jesucristo y hermano de Santiago, escribiéndole a aquellos amados por Dios el Padre, llamados y guardados seguros por Jesucristo. Relájense, todo va a estar bien; descansen, todo se arreglará, abran sus corazones, ¡el amor está en camino!»
“La casa de la fe” es ese el lugar de protección que es intocable por todo ataque de cualquier clase. Es el lugar en donde todo va a estar bien. La manera en la que podemos permanecer en ese “lugar intocable” se explica muy claramente en nuestra palabra de parte del SEÑOR. Agradecemos a Dios por Sus instrucciones—o Sus “Cómo” para caminar en victoria. El SEÑOR dijo: Tendrás que tomar una posición. Tendrás que pelear la buena batalla de la fe. Mantente en Mi PALABRA, y no se te acercará. Alababa y adora y predica la PALABRA. No te alimentes del miedo ni de los problemas en tu vida y en tu boca. Aliméntante de mi PALABRA y no del pan de la tristeza. ¡No temas!
Cuando nos mantenemos en la PALABRA de Dios, nos transformamos en algo enraizado y cimentado; no puede ser sacudido ni movido. Nos rodeamos con Dios y Su impenetrable escudo. El Salmo 91:4 (RVC) nos dice: «El Señor te cubrirá con sus plumas, y vivirás seguro debajo de sus alas. ¡Su verdad (Su PALABRA) es un escudo protector». La traducción hebrea de este versículo en realidad dice: ¡Él es nuestro “círculo de protección”!
Mientras que nos mantengamos en la PALABRA, nos mantengamos libres del temor, caminemos por fe y ejercitemos nuestra autoridad, nos mantendremos completamente protegidos en la casa de la fe.
Nuestra misión – para el final de los tiempos
Nosotros no estamos protegidos tan solo por estar protegidos. Primera de Pedro 1:9 (NTV) nos revela que la meta de nuestra fe es la salvación de las almas. El cuerpo de Cristo tiene una misión del final de los tiempos muy importante para con la gente que ha experimentado y experimentará los estragos de la maldad del mundo.
Cuando lleguen los problemas, nosotros no sólo “correremos hacia las montañas y nos esconderemos en la casa de la fe” hasta que la tormenta pase. Nosotros caminaremos en medio de los problemas, estando totalmente aislados por nuestro círculo de protección. Nuestra misión es rescatar a aquellos que están atrapados en el reino de terror del diablo, sacarlos y ponerlos en la casa de la fe. Estamos protegidos para que podamos llevar a las personas a ese lugar en sus vidas donde todo va a estar bien.
Si la palabra del SEÑOR está diciéndonos que las condiciones se pondrán peor y que cosas difíciles están por llegar, entonces necesitamos estar listos para ayudar.
Ésa es la razón por la que estamos aquí.
Es lo que somos, y es lo que hacemos.
Es nuestra misión en estos tiempos peligrosos. Romanos 15:1 nos dice: «Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, en vez de hacer lo que nos agrada». La versión del Mensaje de los versículos 1-4 ¡es maravillosa!
“Aquellos de nosotros que somos fuertes y hábiles en la fe necesitamos dar un paso y darle la mano a aquellos que les falta, y no tan solo hacer lo que es conveniente para nosotros. La fortaleza es para el servicio, no es una posición. Cada uno de nosotros necesita buscar lo bueno de las personas que están a nuestro alrededor preguntándonos a nosotros mismos: “¿Cómo puedo ayudar?” Eso fue exactamente lo que Jesús hizo. Él no se lo hizo fácil para Sí mismo, evitando los problemas de las personas, sino que caminó por el agua y los ayudó. “Yo cargué con los problemas de los que tienen problemas” es lo que nos dicen las Escrituras. Aun si fue escrito hace mucho tiempo, puedes estar seguro que fue escrito para nosotros”.
Nuestra misión del final de los tiempos es ayudar a vestir, alimentar y enseñar a otros la PALABRA de Dios en sus momentos de desesperación. El resultado final será que ellos crecerán en la PALABRA y se establecerán a tal punto, que podrán salir a vestir, alimentar y enseñar a otras personas en sus momentos de necesidad.
“Padre, gracias por protegernos en estos tiempos peligrosos. Sin embargo nos damos cuenta que esta protección no es sólo para nosotros. Nuestra misión es clara. Alcanzaremos los que han sido destituidos y no tienen esperanza y los guiaremos a la casa de la fe— ¡donde todo estará bien!”