Hannah Minor miraba al infinito por la ventana mientras volaba hacia la Florida. No les prestó atención a las nubes, ni al cielo azul brillante o la insinuación del océano brillante a la distancia. Lo que ella se estaba imaginando era a ese bebé que estaba en su vientre.
Estaba segura de que tendría la sonrisa de su esposo Terry, y sus ojos color chocolate. Nadie podía saberlo, pero a lo mejor, este pequeñito crecería para ser un rapero cristiano, igual que su papá.
Ella suspiró, recostando el espaldar de la silla.
A lo mejor se estaba apresurando demasiado. Después de todo, se había enterado de su embarazo esa misma mañana, poco antes de abordar el vuelo hacia la Florida por negocios. Sus pensamientos regresaron dos años atrás, a la primera vez que había estado embarazada en el 2013. A comienzos del embarazo, había comenzado con síntomas de un aborto espontáneo. El doctor le había dicho que se fuera a la casa y que pusiera sus pies en alto. Ella había hecho exactamente eso; sin embargo, una semana más tarde, había perdido al bebé.
Un año después, en el 2014, había quedado embarazada nuevamente. En esta ocasión el doctor le dio suplementos de ácido fólico y una aspirina de niños al día. Parecía que ayudaban, y las cosas marchaban bien… al comienzo. Luego, con ocho semanas de embarazo, sufrió otro aborto espontáneo por segunda vez.
La pérdida la había dejado desconsolada.
Esa mañana, tan pronto descubrió que estaba embarazada, tomó el ácido fólico y la aspirina de niños. Mientras el avión aterrizaba, se sentía triunfante, segura que esta vez sostendría al bebé en sus brazos.
Al día siguiente, mientas participaba de una reunión de entrenamiento, Hannah sintió los síntomas del aborto ya conocidos. Salió de la habitación y llamó a su esposo, quién oró por ella y el bebé. A continuación, llamó a su doctor.
“Regresa a la casa”, le indicó. “Necesito que no estés levantada.”
Hannah regresó y siguió las instrucciones, poniendo sus pies en alto. Una semana más tarde, perdió él bebe.
Días oscuros
“Esa fue una de las épocas más oscuras de mi vida”, nos explica Hannah. “Perder un bebé ya había sido difícil. Perder un segundo, devastador. Perder nuestro tercer bebé fue algo abrumador. Las pérdidas ya habían sido lo suficientemente malas; sin embargo, parecía que estábamos siendo impactados desde todo ángulo. Terry estaba trabajando con gran esfuerzo para que su ministerio musical despegara y estábamos viviendo una situación de pobreza”.
“Habíamos vivido con los padres de Terry desde nuestro casamiento. Nos gustaba vivir con ellos; sin embargo, los dos dormíamos en un sofá en una habitación del tamaño de un closet. Cuando el papá de Terry vio cómo estábamos durmiendo, lloró”.
“Yo era una sobreviviente del cáncer, y parecía injusto que estuviéramos atravesando por momentos tan difíciles. Cuando mi mamá estaba embarazada de mí, el Señor le dijo a mi papá que el diablo trataría de matarme. Sabiendo que librarían una batalla por mi vida, mis padres decidieron orar como Hannah lo hizo por su hijo. De ser niño, lo llamarían Samuel. De ser niña, sería Hannah. Ellos oraron, y cuando nací totalmente saludable, respiraron aliviados y pensaron que habían ganado la batalla”.
“Cuando tenía tres años me diagnosticaron con leucemia. Ciertamente se trataba de una batalla por mi vida y el diablo estaba tratando de robármela. Fui sana cuando tenía nueve años. Ahora, de adulta, ya había perdido tres bebés. Sabía que estaba en una encrucijada. No podía entender por qué estaba sucediendo todo esto; sin embargo, sabía que Dios nos amaba. En lugar de enojarme, escogí que la situación me acercara más a Él”.
Planes para la promesa
Hannah y su mamá se preguntaban si la batalla contra la leucemia de su niñez estaría relacionada con los problemas que estaba teniendo para que el bebé se mantuviera en el vientre hasta el final del embarazo. Para descubrirlo, hizo una cita con un especialista en genética. Hannah recuerda que fue muy rudo y arrogante. Una total pérdida de tiempo.
A continuación, Hannah hizo una cita con un hematólogo. Luego de escuchar sus problemas y preguntas con atención, le ordenó una serie de exámenes de sangre.
“Oh, Hannah” le dijo, “cuánto desearía que hubieras venido antes. Tu cuerpo tiene un problema de coagulación. Los coágulos de sangre están cortando el suministro de sangre a tus bebés. Una aspirina infantil no es lo suficientemente fuerte como para detener el problema. La próxima vez que quedes embarazada, ven para que te recete anticoagulantes inyectables”.
El siguiente paso en el plan de Hannah para su próximo embarazo era cambiar el grupo de ginecólogos al que asistía y encontrar un doctor diferente. Una doctora nueva en el grupo le dijo: “Hannah, yo atravesé por el mismo problema. Quiero que me des la oportunidad de ayudarte.”
Ahora Hannah se sentía mejor. Tenía un plan.
Esa era una de sus fortalezas. Le gustaba planear, organizar e impedir que las cosas se estancaran. Por el contrario, Terry necesitaba esas fortalezas en su vida personal. Sin embargo, Terry y su familia tenían algo que Hannah no poseía.
Ellos sabían cómo vivir por fe.
Una Vida de Fe
“Mi papá, Terry Minor Sr., era un hombre grande, tanto física como espiritualmente”. comenta Terry. “Él era el pastor de la Iglesia New Life Fellowship en Knoxville, Tennessee. Al año siguiente de que yo nací, él descubrió la Palabra de Fe. Mi papá entabló una amistad con Kenneth y Gloria Copeland, pasando tiempo en su casa”.
“Mientras crecía, nuestra casa estaba llena de sus libros, casetes, CDs y revistas. Yo supe desde muy pequeño que la Palabra de Dios nunca regresa vacía”.
“Antes de empezar su ministerio, mi papá jugó fútbol americano para la liga nacional (NFL, por sus siglas en inglés). Siempre asumí que seguiría sus pasos en la NFL, pero cuando entre a la universidad para jugar fútbol americano, supe que ese no era mi lugar. Abandoné la universidad y le dije a mi papá que no sabía qué hacer con mi vida. Solo quería que se cumpliera la voluntad de Dios”.
“Mi papá oró conmigo y unas semanas más tarde tuve un sueño. Estaba parado en una tarima oscura. Tenía un micrófono en la mano, y cada vez que decía algo, una luz se encendía y veía más y más gente… hasta que la multitud se transformaba en cantidades masivas. Después, escuché estas palabras: Tienes una voz. Úsala.”
“Me desperté con la certeza de que estaba llamado a la música. En mi mente pensé que, cuando estuviera demasiado viejo para cantar, Dios podría llamarme para predicar”.
Cuando su papá se percató que Terry estaba llamado al ministerio musical, lo llevó a la tienda de música que vendía los mejores equipos. “Haz una lista de lo que quieras”, le dijo. “Oraremos juntos y tú creerás que los recibirás”.
En menos de un año, Dios me proveyó el dinero que necesitaba para la compra de los equipos.
“En el 2008, el Señor me dijo: Jesús es tu agente”, recuerda Terry. “Comencé a escribir canciones, a grabarlas y a publicarlas en línea. Después, oraba. La gente vio mis publicaciones y empezó a agendar conciertos. Dios se manifestaba con señales, milagros y prodigios. Dios estaba bendiciendo mi ministerio musical, pero sabía que necesitábamos tomar una posición en la Palabra de Dios con respecto a nuestros hijos. Nos mantuvimos firmes en el Salmo 91:11, Isaías 53:5 e Isaías 54:17”.
Mientras Terry continuaba con su carrera musical, el Señor comenzó a cultivar un ministerio de mujeres en Hannah. Ella notó que las jovencitas estaban pidiendo a los artistas de maquillaje en YouTube® consejos sobre cómo manejar la depresión y la ansiedad. En su calidad de artista de maquillaje, Hannah desarrolló su propio canal de YouTube®, publicando videos de moda, maquillaje y ministerio.
Además, escribió dos devocionales para mujeres.
Un cambio repentino
Durante ese tiempo, a mediados del 2015, algo comenzó a sucederle a Terry. Desarrolló un apetito voraz por la Palabra de Dios. Nada parecía suficiente; a menudo se quedaba estudiando hasta muy tarde en la noche.
La noche del 3 de marzo de 2016, Terry y su padre vieron juntos el programa de televisión Duck Dynasty. Después, Terry Sr. se fue a la cama mientras su hijo se quedaba estudiando la Biblia. En algún punto, Terry se quedó dormido. Se levantó alrededor de las 1:30 de la madrugada mientras su papá pasaba por la oficina, se detenía y le sonreía.
“¿Sigues depositando la Palabra en tu interior?”, le preguntó.
“Sí”, respondió Terry Jr. antes de abrir la Biblia una vez más.
Ninguno sabía que esa sería la última conversación que compartirían juntos en este lado del cielo.
“Mi papá murió esa misma noche”, recuerda Terry.
“Fue algo repentino y devastador para todos. Mi papá era el rey de la casa. Él era nuestro líder y nuestro héroe. Ninguno de nosotros podía imaginarse la vida sin él. A pesar de que en ese momento no lo admití, supe en mi espíritu cuando él murió que se suponía que yo lo remplazara pastoreando la iglesia. No podía imaginarme en sus zapatos o tomando su lugar. Inmediatamente le dije al Señor que necesitaba un padre espiritual”.
“Mi vida cambió de la noche a la mañana. Ahora, entendía por qué Dios me había estado preparando todas esas noches en la Biblia. Tenía que poner la Palabra en mi interior para manejar lo que estaba por llegar. Sumado a mis conciertos, comencé a predicar los domingos y los miércoles, y a dirigir un grupo de oración los días martes. Mientras tanto, oré para que el hermano Copeland me ordenara para el ministerio”.
Una Palabra de parte de Dios
Cuatro meses después, en julio del 2016, Terry y Hannah asistieron a la Convención de Creyentes del Suroeste. Estaban sentados en el servicio cuando el Señor le habló a Terry. Te llamará y te ordenará aquí. Dile a Hannah.
Terry se acercó a Hannah y le dijo: “Está por suceder.” Hannah lo miró con una sonrisa y le dijo. “Oh, bueno.”
Instantes después, Kenneth Copeland llamó a Terry al frente. Sosteniendo sus manos, dijo: “Este es mi hijo Terry Minor Jr.” Él ordenó a Terry y le dijo: “Toma tu lugar y regocíjate, porque el tiempo que anhelas ha llegado.”
Luego llamó a Hannah.
“Tan pronto como él tomó mi mano, sentí el poder del Espíritu Santo subiendo por mi brazo”, recuerda Hannah. “Me crie Bautista. Aprendí sobre el amor y la compasión de Dios. Pero nunca había experimentado el calor que subió en mi brazo”.
Luego, el hermano Copeland tocó el vientre de Hannah y dijo: “¡Para esta época, el año próximo, tendrás un bebé saludable!”
“Sabía que estaba sanada”, dice Hannah. “Sabía que esta vez sería fácil”.
Fiel a la palabra de Dios, Hannah quedó embarazada nuevamente. Tan pronto lo descubrió, ella fue a la oficina del hematólogo para recoger los anticoagulantes inyectables. Para cuando llegó a la casa, estaba sangrando.
“Terry” le dijo, “sé que estoy siendo incrédula. Estoy teniendo los síntomas de un aborto”.
Terry la sentó en el sofá.
“Mira” le dijo, “vamos a mantenernos en fe por este bebé. No le daremos lugar al miedo, ni a la duda o la incredulidad. Veremos a este bebé en nueve meses”.
Hannah se forzó a sí misma a ignorar el sangrado y focalizarse en la Palabra de Dios. Ella prendió la escuela de sanidad de Gloria. Declaró la Palabra de Dios y oró sobre sus medicinas.
Colaborando con Dios
“Para ese entonces ya vivíamos en un dúplex”, explica Hannah. “Cada vez que veía sangre, declaraba a gritos la Palabra de Dios, sin preocuparme por lo que pensaran nuestros vecinos. Confesé el Salmo 91:1: «El Señor mandará sus ángeles a ti, para que te cuiden en todos tus caminos.» (RVC). Confesaba Isaías 53:5: «Pero él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados. El castigo que nos trajo paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados.» (RV-2015). Declaraba Isaías 54:17: «No saldrá victoriosa ninguna arma que se forje contra ti. Y tú condenarás a toda lengua que en el juicio se levante contra ti.» (RVC)”.
“A medida que los síntomas aumentaban, aplicaba más presión sobre la Palabra de Dios. Continué sangrando durante dos meses. Durante ese tiempo, no compartimos la noticia con nadie. Simplemente me quedé en la casa. Después de dos meses, pasé una semana sin sangrado. El doctor me autorizó volver a trabajar un par de días a la semana”.
“El temor trató de regresar mientras manejaba hacia el trabajo, pensado cuántas horas estaría de pie. Determiné que tomaría mis pensamientos cautivos y que mantendría una actitud llena de fe. Me rehusé a tener pensamientos de temor. A los seis meses de embarazo, finalmente me relajé”.
El 26 de mayo del 2017, Hannah dio a luz a un niño saludable. Lo nombraron Terry Minor III.
Hoy, mientras se deleita en su papel de madre, Hannah también hace videos en vivo en Facebook dos o tres veces a la semana en temas de moda, maquillaje y ministerio. Sus devocionales de mujeres son usados para ministrar a mujeres que trabajan en burdeles y en clubes de striptease, y a aquellas que son rescatadas del tráfico sexual.
“A pesar de que mi papá no vivió lo suficiente para ver a mi hijo”, Terry comenta, “él oró por nosotros y creyó con nosotros por él”.
“Ahora, nuestra colaboración con KCM significa mucho más que nunca. Es una cosa ser colaborador con Netflix. La gente lo hace con una segunda intención. Sin embargo, yo quiero colaborar con el trabajo de Dios. Ellos oraron con nosotros cuando mi papá murió. Ellos oraron por nuestro hijo. Ellos oraron por nosotros… hoy mismo. Y por todo lo que ellos hacen en el reino de Dios, nosotros disfrutamos los beneficios. Yo recibí un padre espiritual. Hannah y yo hemos recibido nuestro hijo de la promesa”.