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Gloria Copeland

La puerta abierta

febrero, 2018 No hay comentarios
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La puerta abierta
La Voz de Victoria del Creyente febrero, 2018
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Al contrario de lo que creen muchas personas bien intencionadas, no todo lo que pasa en este mundo es la voluntad de Dios. Cuando ocurren tragedias en la vida de alguien, no es porque Dios tenga un propósito misterioso.

Cuando las cosas malas le suceden a la gente buena, como dice el dicho, Dios no está detrás de esas cosas.

Él no está reteniendo la sanidad de la gente porque es Su voluntad que mueran.

Él no está reteniendo la prosperidad de la gente porque Su voluntad es que sean pobres.

Él no está reteniendo la salvación de la gente porque Su voluntad es que se pierdan.

No, la Biblia es demasiado clara: La voluntad de Dios es que «todos los hombres sean salvos» (1 Timoteo 2:4). La Palabra salvos es traducida de la palabra griega sozo, que se refiere a la liberación de cualquier clase de mal—tanto temporal como eterno. Esto nos dice que la voluntad de Dios es que toda la gente en todas partes nazca de nuevo, esté protegida, prosperada y BENDECIDA en cada área.

¿Por qué no todas las personas experimentan estas BENDICIONES?

Porque Dios no se entromete en la vida de las personas con furia y toma el control. Él no se mete en tu vida y hace lo que se le antoja. Por el contrario, eso es lo que el diablo hace.

El diablo anda por ahí como un león rugiente, buscando a quien devorar. Es un ladrón que entra sin invitación a robar, matar y destruir. Si no te mantienes en guardia y lo resistes, a pesar de ser cristiano, el diablo se abrirá camino en tu vida y llevará a cabo su voluntad maligna.

Dios, al contrario, nunca forzará Su voluntad sobre ti. Para que Él haga lo que quiere en algún área de tu vida, DEBES DARLE PRIMERO EL LUGAR.

¿Cómo le das el lugar?

Creyendo lo que dice en Su Palabra, recibiendo por medio de la fe, ¡y rehusándote a creer y decir lo contrario!

La fe es como una puerta o una ventana al ámbito espiritual. Le proporciona a Dios una entrada para que cambie las cosas de manera sobrenatural en tu vida. Interconecta el ámbito espiritual y el ámbito natural, para que Dios pueda hacer Su voluntad aquí en la Tierra de la misma manera que en el cielo.

Sé que todo esto suena demasiado bueno para ser cierto, pero después de estudiar y aprender a caminar por fe durante más de 50 años, Ken y yo podemos testificar de nuestra experiencia: como creyentes, realmente podemos disfrutar “los días de los cielos sobre la tierra.» (Deuteronomio 11:21). Aun en medio de la oscuridad y el peligro de este mundo, y que a nuestro alrededor hallan problemas de toda clase, si mantenemos un espíritu de fe, podemos salir victoriosos en cada situación.

“Pero Gloria, no sabes la clase de problemas que tengo”, podrías decir. “¡Son de lo peor! Se requeriría de un milagro para cambiarlos”.

Bueno, entonces recibe un milagro. Atrévete a creer que: «para Dios todo es posible.» (Mateo 19:26) y que «para quien cree, todo es posible.» (Marcos 9:23). Ábrele la puerta al poder sobrenatural de Dios para que obre a tu favor, manteniéndote firme en Su Palabra en fe.

¡La fe es la clave de acceso a todo lo que existe en el reino de Dios! De acuerdo con las escrituras:

«por quien tenemos también, por la fe, acceso a esta gracia en la cual estamos firmes.» (Romanos 5:2)

«Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe.» (1 Juan 5:4)

«el justo vivirá por la fe» (Gálatas 3:11, Nueva Versión Internacional)

«Tengan fe en Dios. Porque de cierto les digo que cualquiera que diga a este monte: “¡Quítate de ahí y échate en el mar!”, su orden se cumplirá, siempre y cuando no dude en su corazón, sino que crea que se cumplirá.» (Marcos 11:22-23).

El plan de dominio de Dios

Mira nuevamente ese último versículo. Dice algo acerca de la fe que muchos cristianos no entienden. Para que la fe funcione como está diseñada, debes colocarla en dos lugares. Debes tenerla en tu corazón, y en tu boca.

No puedes únicamente ponerte de acuerdo con Dios en tu interior. No puedes contentarte con tener aquello a lo que las personas religiosas se refieren como “una fe silenciosa”. Para que la voluntad de Dios suceda en tu vida, debes declararla. Debes decir acerca de ti lo que Dios dice. Tienes que seguir el ejemplo del apóstol Pablo que escribió: «Pero en ese mismo espíritu de fe, y de acuerdo con lo que está escrito: «Creí, y por lo tanto hablé», nosotros también creemos, y por lo tanto también hablamos» (2 Corintios 4:13).

Creer y declarar es el plan de dominio de Dios. Es como Él nos enseña a operar porque es de la manera que Él mismo opera. Él crea y cambia las cosas llamando «las cosas que no existen, como si existieran.» (Romanos 4:17)

Puedes verlo en toda la Biblia. Por ejemplo: mira la primera página donde se narra la creación. ¿Qué hizo Dios ahí, cuando vio el cosmos y vio que la Tierra estaba sin forma y que la oscuridad estaba sobre la faz de la Tierra? Él declaró palabras de fe. Él no solamente se sentó en silencio deseando que las cosas fueran diferentes. Él no habló de lo que veía en lo natural y dijo: “Sí que está oscuro aquí”. Eso no hubiera cambiado la situación.

Él dijo: «¡Que haya luz!». Y hubo luz.

Esa es la manera en la que todo el universo fue creado. Fue creado “por la fe” y “por medio de su palabra” (Hebreos 11:3). Como Génesis 1 dice: esta Tierra y todo lo que contiene está aquí porque, una y otra vez, Dios dijo… Dios vio… y era bueno.

Jesús usó el mismo sistema cuando estaba en la Tierra. Él le dijo a la hija de Jairo (Marcos 5:41): «A ti, niña, te digo: ¡levántate!» y ella se levantó de la muerte. Él le dijo a la tormenta en el mar de Galilea: «¡Silencio! ¡A callar!» Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma.» (Marcos 4:39). Él declaró la BENDICIÓN sobre los 5 panes y los dos peces y estos se multiplicaron hasta que alimentaron miles de personas.

Una y otra vez, como Dios, Jesús dijo… Él vio… y era bueno.

Como creyente, puedes aplicar eso a tu propia vida. Después de todo, eres una nueva criatura en Cristo Jesús, Te ha sido dada autoridad en Su Nombre. Tienes el poder y el Espíritu Santo en tu interior. ¡Por lo tanto si te pones de acuerdo con Él y dices lo que Él dice sobre tu vida, lo verás suceder y será bueno!

Romanos 4 lo llama «[seguir] las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham.» (versículo 14). Probablemente has oído hablar de él. Dios le dijo cuando ya era viejo que Sara, su esposa estéril, tendría un bebé. No solamente Abraham tenía 99 años: Sara tenía 90 y nunca había podido concebir un bebé, ni siquiera de joven.

Aun así, Abraham le creyó a Dios y comenzó a decir acerca de sí mismo lo que Dios ya había dicho. Él no se focalizó en sus circunstancias y dejó de declarar la Palabra de Dios porque no tenía mucho sentido. Él mantuvo la fe en su corazón y en su boca como Dios le había dicho. Comenzó a llamarse lo que Dios lo había nombrado: el padre de muchas naciones.

No mucho tiempo después, ocurrió lo sobrenatural: Abraham y Sara tuvieron un niño, ¡Isaac, había nacido!

Tú puedes ver algo sobrenatural en tu vida. Posiblemente no tengas un bebé sobrenaturalmente porque es posible que no sea eso por lo que estés creyendo. Pero si crees y confiesas la Palabra de Dios como lo hizo Abraham, puedes tomar cualquier situación negativa que estés enfrentado y cambiarla. Puede pasar de la derrota a la victoria… de la enfermedad a la salud… de la pobreza a la prosperidad.

¿Por qué? Porque la Palabra de Dios siempre funciona. Cuando la mantienes en tu corazón y la declaras con tu boca, siempre sucede. Por esa razón Jesús pudo decir en Juan 15:7: «Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan todo lo que quieran, y se les concederá».

Tendrás lo que declares

Antes de que Ken y yo aprendiéramos esta verdad, aun a pesar de que habíamos nacido de nuevo, experimentábamos muy pocas victorias en nuestra vida. Habíamos nacido de nuevo y sido llenos del Espíritu Santo por cinco años, mas todavía estábamos en una situación lamentable. Sin embargo, cuando descubrimos cómo funcionaba la fe, comenzamos a hacer cambios. Nos sumergimos en la Palabra de Dios, dejamos de hablar acerca de lo mal que parecían las cosas en lo natural, y comenzamos a decir lo que Dios decía en la Biblia acerca de nosotros y nuestras circunstancias.

No fue fácil, especialmente al comienzo, así que nos pusimos de acuerdo en responsabilizarnos el uno del otro. Si uno de nosotros decía algo contrario a lo que la Palabra decía, el otro se lo informaba. “Es esa tu confesión”, nos decíamos, “creo cada una de las palabras que has dicho”.

Ya que Ken era el que más hablaba en esa época, yo tenía que corregirlo más que él a mí. Sin embargo, ambos tropezábamos algunas veces y decíamos cosas que no queríamos que pasaran. Cuando lo hacíamos, nos arrepentíamos de inmediato y volvíamos a las palabras de fe.

En esos días, uno de nuestros problemas más grandes era el financiero. Enfrentábamos una montaña de deudas y teníamos muy pocos ingresos, así que esa fue la primera área que atacamos. Hicimos una lista de escrituras acerca de la voluntad de Dios para nuestra prosperidad y las leíamos diligentemente y las confesábamos. Dejamos de decir cosas como: “No podemos pagar estas cuentas” y comenzamos a decir cosas como: “Mi Dios suple a todas mis necesidades de acuerdo con Sus riquezas en Cristo Jesús”.

No mucho de tiempo después, esas palabras se hicieron una realidad. ¡La voluntad de Dios se manifestó en nuestra vida y en menos de un año, lo que parecía como una montaña de deudas, simplemente desapareció! Empezamos a prosperar, y desde entonces hemos continuado haciéndolo.

“Pero mi situación es diferente”, podrías decir. “No tengo un cónyuge cristiano como tú, y no quiero hablar de fe en frente de los incrédulos. Van a pensar que estoy loco(a)”.

Entonces haz tus confesiones de fe al Señor. Declara la Palabra de Dios para ti mismo cuando nadie más esté contigo, o habla con las personas de tu iglesia. Solamente asegúrate que, si decides no hacer declaraciones de fe delante de las personas que no lo entienden, que no termines uniéndote a ellos cuando empiecen a hablar con incredulidad. Aun si solamente te unes a la conversación para ser sociable, hablar palabras de incredulidad obstruirá tu operación de fe.

El Señor le habló acerca de esto a un pastor amigo hace ya varios años, después de que comprometiera su confesión en una conversación casual con otro hombre en el supermercado. El hombre estaba en la fila de la caja y había pagado su mercado con lo que le quedaba en la billetera; se había dado la vuelta y había dicho con una risita: “¡El dinero se va!”

Solamente para ser cordial, el pastor se rio y respondió: “Sí, es cierto. El dinero se va”. Después, el Señor lo corrigió. Cómo te atreves a decir: “El dinero se va”, le dijo. Lo que deberías estar diciendo es: “Dinero, ven”

¿Por qué el Señor le dijo que dijera: “Dinero ven”?

Porque eso está de acuerdo con la Palabra.

Dice en Proverbios 10:22 (RVA-2015): «La bendición del SEÑOR es la que enriquece
y no añade tristeza con ella». El Salmo 112:3 dice acerca del hombre justo que: «Su casa rebosará de bienestar y de riquezas». Segunda Corintios 8:9 dice que Jesucristo: «siendo rico se hizo pobre, para que con su pobreza ustedes fueran enriquecidos».

A lo largo de la Biblia, Dios nos dice que quiere que Su pueblo prospere e incremente. En escritura tras escritura, Él nos dice que Su voluntad es que el dinero llegue a nosotros. ASÍ QUE ESO ES LO QUE NOSOTROS DEBIÉRAMOS ESTAR DICIENDO TAMBIÉN. DEBEMOS ESTAR OPERANDO DE ACUERDO CON EL PLAN DE DOMINIO DE DIOS. ¡DEBEMOS ESTAR DECLARANDO PALABRAS DE FE QUE LE ABRAN LA PUERTA A DIOS PARA LLEVAR SU BUEN PLAN EN NUESTRAS VIDAS!

Jesús le habló personalmente acerca de esto al hermano Kenneth E. Hagin en una ocasión hace ya muchos años. Señalándole que en Marcos 11:23 Él usó la palabra cree solamente una vez y la palabra decir/diga tres veces, le dijo al hermano Hagin: Predicarás tres veces más acerca de decir de lo que predicarás acerca de creer, porque la parte de decir o declarar es la parte principal en la que Mi pueblo se está equivocando.

Jesús dijo algo muy parecido en una ocasión cuando estaba hablando con el hermano Charles Capps acerca de este tema. Te dije que puedes tener lo que dices, le dijo, sin embargo, Mi pueblo está diciendo aquello que ya tiene.

Este es el punto más importante. Si tienes un problema y dices lo que ya tienes, estás perpetuando el problema. Si vas por ahí diciendo: “no tengo dinero suficiente para pagar mis cuentas, no puedo suplir a todas mis necesidades”, entonces estás estableciendo esas condiciones en tu vida.

¡No comentas ese error! Sigue el plan de dominio de Dios. Llena tu corazón con Su Palabra y declara lo que Él dice.

Si lo haces, no importa cuán mal las cosas puedan parecer en lo natural, estarás en camino a tu victoria. Estarás llamando las cosas que no son como si fueran, y al operar como tu Padre celestial, obtendrás Sus resultados.

¡Lo dirás… lo verás… y será bueno!


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