Qué se necesita para ser realmente próspero?
Ésta es una pregunta que, como creyente. deberías saber cómo responder. Asumiendo por supuesto que te gusta prosperar. Ahora bien, si no te interesa la prosperidad, entonces no necesitas prestarle atención. Pero, si te interesa y deseas disfrutar todos los recursos divinos que te pertenecen en Cristo Jesús, necesitas saber que debes hacer para recibirlos.
Personalmente, estoy muy interesada; pues descubrí que es mejor ser próspera y bendecida que vivir en escasez, en deudas y bajo la maldición.
Así que, desde que nací de nuevo, he estudiado lo que la Biblia dice acerca de la prosperidad. Y aunque he aprendido mucho, y sigo aprendiendo, en mis más de 40 años de investigación acerca de este tema, he encontrado un versículo de la Palabra que puede resumir muy bien todo lo que he descubierto. El versículo es 3 Juan 1:2: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”.
Ahí, en ese solo versículo, encontramos la respuesta a nuestra pregunta: ¿qué se necesita para ser próspero?
Se necesita un alma próspera.
“Pero Gloria”, podrías decir, “¿acaso no todos los cristianos tienen un alma próspera? O ¿acaso no obtuvimos un alma prospera de manera automática como el producto de nuestra salvación?”
No, no es así.
Cuando recibimos la salvación, o como Jesús lo llamó: “nacer de nuevo”, la parte de nuestro ser que prosperó fue nuestro espíritu. Éste fue recreado de manera instantánea a la imagen de Dios, y fue hecho totalmente nuevo. Pero nuestra alma, la cual se compone por nuestra mente, nuestra voluntad y nuestras emociones, se mantiene relativamente sin un cambio.
La mayoría de nosotros descubrió esa verdad días u horas después de haber sido salvos. Para nuestro pesar, descubrimos que a pesar del nuevo nacimiento de nuestro espíritu, seguimos teniendo pensamientos mundanos, tomamos las mismas decisiones insensatas y continuamos sintiendo las mismas emociones que antes.
Aunque todo esto parezca desconcertante, la razón es muy simple: A diferencia del nuevo nacimiento, la transformación del alma no sucede de manera instantánea. Es un proceso que toma tiempo, mientras nuestras mentes son renovadas por medio de la revelación de la Palabra de Dios.
Lamentablemente, muchos cristianos jamás se comprometen a realizar este proceso. Obtienen su salvación, y forman parte de la familia de Dios; pero, debido a que no invierten tiempo en Su Palabra, no aprenden a como caminar con Él. Y el resultado es que su alma nunca prospera y nunca disfrutan de todos los beneficios de la BENDICIÓN que les pertenecen como creyentes.
Por esa razón, el apóstol Pablo dijo: “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad” (3 Juan 1:4). Andar en la verdad de la Palabra hace que nuestra alma prospere. ¡Y tener un alma próspera es el fundamento de una vida de prosperidad!
Por esa razón, predico mucho acerca de invertir tiempo en la Palabra. Ya que es la clave más importante de nuestro éxito como creyentes. No podemos prosperar en Dios sin antes saber lo que Él nos dice, y sin luego practicarlo.
Puedo suponer que probablemente estás pensando: ¿Y qué de todas las personas que no tienen a Dios y son ricas dentro del sistema del mundo? ¡Ellas ganan millones e ignoran por completo todo lo que la Biblia dice!
Sí, es cierto. Pero tienes que recordar que esa clase de prosperidad es una prosperidad limitada porque no proviene de Dios. Es probable que les provea mucho dinero, pero al final los dejará miserables.
En cambio, ¡la prosperidad divina no tiene límites! Ésta incluye todo lo bueno. No sólo incrementa tus finanzas, sino también te da paz, gozo, salud y una larga vida. La prosperidad que viene del Señor te bendice en cada área de tu vida, y te deja sin que nada te falte y sin nada roto o incompleto.
Cuando prosperas en el Señor, así como prospera tu alma, ¡tú disfrutas de una vida absolutamente hermosa!
No necesitas tener familiares ricos, ni de un número de lotería
Otra cosa absolutamente maravillosa acerca de la prosperidad que proviene de Dios, es que: ¡cualquiera puede obtenerla!
No necesitas tener familiares ricos, ni ser un genio en el área financiera, ni poseer un gran talento natural. Tampoco necesitas ganarte la lotería. Sólo debes abrir tu Biblia, leerla, creerla y actuar como te dice que lo hagas. Lo único que necesitas es encontrar en la Palabra lo que es verdad y luego vivir conforme a esa verdad.
Quizá alguien diga “¡Pero no sé nada acerca de la Biblia!”. Está bien, yo tampoco sabía nada de ella cuando nací de nuevo. Cuando era una niña, raras veces asistía a la iglesia, y mis padres no conocían mucho acerca de Dios para enseñarme. Aunque en la casa de mi abuela se miraba a Oral Roberts por televisión, ella me decía que cuando él oraba por los enfermos se les pagaba para que dijeran que habían sanado. Yo sólo era una niña, así que lo creí, y pensaba: “¿Me pregunto cuánto les pagará? pensaba ¿Tal vez $5 dólares?”.
¡Esa era la clase de luz espiritual que teníamos en nuestra casa!
Sin embargo, Yo soy la prueba viviente de que no importa que empieces desconociendo todo acerca de la Biblia; eso no significa que debas permanecer así. Después de casarme con Kenneth, gracias a las oraciones que su madre hizo por mi comencé a cambiar. No sólo nací de nuevo, sino también fui llena del Espíritu Santo.
Ése fue un evento de suma importancia en mi vida. En realidad, nunca maduré mucho en el Señor, hasta que recibí al Espíritu Santo. Y sé que tampoco ningún otro creyente puede hacerlo. ¿Por qué? Porque el Espíritu Santo es el maestro de la iglesia. Él es el que fue enviado por Dios para capacitarnos y corregirnos. Él es quien nos trae luz y nos revela la verdad de Dios. Él es nuestro Maestro.
Normalmente, sin embargo, no lo hace mientras estamos durmiendo, o viendo un programa humorístico en la televisión. Lo hace mientras buscamos a Dios por medio de Su Palabra. Mientras leemos la Biblia, el Espíritu Santo hace que las palabras escritas en ella salgan de esas páginas y nos hablen. El Espíritu Santo hace que esas palabras cobren vida en nosotros; de modo que podamos declarar: “¡Oh, ahora entiendo! ¡Ahora veo como necesito cambiar mi comportamiento. ¡Ahora sé que debo cambiar lo que creo y lo que digo; para así poder caminar en línea con la Palabra de Dios!
Eso fue exactamente lo que me sucedió. Después de ser llena del Espíritu Santo, empecé a crecer en mi conocimiento de la verdad, y ésto pasó solamente leyendo y estudiando mi Biblia en casa. Después de uno o dos años, Kenneth y yo comenzamos a escuchar enseñanzas de ministros como Kenneth E. Hagin y Oral Roberts. Y a medida que asistíamos a sus reuniones, y escuchábamos sus mensajes, una y otra vez, en nuestro reproductor de carrete (pues en ese tiempo no existían los CDs o MP3) mi crecimiento se aceleró. Y la prosperidad de mi alma se incrementó de manera rápida.
Asi es como Dios diseñó que funcionaran las cosas. Por esa razón: “…él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros” (Efesios 4:11). Dios nunca pretendió que cada generación de creyentes tuviera que comenzar y aprender desde cero. Sino, que nos beneficiáramos de la revelación de las generaciones pasadas, a fin de que creciéramos de forma rápida y continuáramos aprendiendo.
¡Es una bendición que en estos días podamos escuchar buenas enseñanzas fundamentadas en la Palabra, no sólo semanalmente en la iglesia, sino todos los días en la televisión y por medio de la Internet! ¡Es maravilloso poder asistir a reuniones como la Convención de creyentes del Suroeste, en donde podemos sumergirnos en la Palabra de Dios durante seis días completos!
Siempre me quedo asombrada y maravillada al ver cuánto puede prosperar mi alma en el transcurso de solo una semana durante esa convención. Si nunca has asistido a una de esas reuniones, deberías hacerlo. Pues ésta podrá cambiar tu vida por completo.
Seguramente, tus amigos pensarán que eres un poco raro al usar tus vacaciones escuchando a un grupo de predicadores. Es probable que hasta digan que te falta un tornillo. ¡Pero, a quién le importa lo que ellos opinen! ¡Pasar de esa forma tus vacaciones acelerará tu prosperidad! Te dará una gran oportunidad de recibir: “…con disposición la Palabra que ha sido implantada y arraigada [en sus corazones], la cual tiene el poder de salvar sus almas” (Santiago 1:21, AMP).
Si el aprovechar esa oportunidad te hace un “loco” ante los ojos del mundo, pues que asi sea. ¡Tú serás un “loco” próspero, gozoso y con una vida absolutamente bella!
Sigue adelante
“Pero Gloria”, podrías decir, “yo ya hice todas las cosas que has sugerido. Ya leí mi Biblia, ya asistí a la Convención de creyentes. Creí y actué conforme a la Palabra que escuché en la convención; sin embargo, no he obtenido todos los resultados que desearía”.
Entonces, persevera. Sigue adelante y recuerda lo que Santiago 1:25 nos enseña. La persona que lee atentamente la Palabra: “…la obedece, y persevera en ella, no será sólo un oidor que olvida, sino un hacedor [que obedece], y será bendecido en todo lo que haga (en su vida de obediencia)” (AMP, Énfasis mío).
¡Se requiere perseverancia para tener un alma próspera!
¿Y por qué? Porque, aunque la Palabra siempre da resultados cuando actuamos conforme a ésta, esos resultados no pueden verse de la noche a la mañana. Jesús nos dijo en Marcos 4 que la Palabra es como una semilla. Crece de forma gradual, y necesita tiempo para producir una cosecha.
Además, la mayoría de nosotros antes de ser salvos, pasamos años pensando y haciendo lo contrario a la Palabra. Entonces, especialmente cuando empezamos a sumergirnos en las cosas de Dios, toma un tiempo para que nuestros pensamientos cambien.
Kenneth y yo descubrimos esto en 1967, cuando comenzamos a escuchar la verdad de la Palabra de Dios acerca de la prosperidad. En ese entonces, nos encontrábamos en una situación financiera desesperante. Teníamos una montaña de deudas, muy pocos ingresos, y una familia que alimentar. Así que como te puedes imaginar, queríamos ver la BENDICIÓN de Dios manifestarse en nuestras finanzas, ¡y deseábamos verla lo más pronto posible!
Sin embargo, aunque éramos diligentes en leer la Palabra de Dios, meditándola y confesándola, nos tomó un tiempo renovar nuestra mente y comenzar a pensar más como Dios piensa con respecto a la prosperidad. Llevó cierto tiempo lograr que Su Palabra habitara en abundancia en nuestra vida en esa área.
Nuestras facturas no fueron canceladas en las primeras semanas, ni en los primeros meses. Sin embargo, nos aferramos a la Palabra. La mantuvimos frente a nuestros ojos y en nuestros oídos, hasta que comenzó a salir de nuestra boca. Invertimos tiempo en ella hasta que se hizo más real en nuestra vida que las circunstancias a nuestro alrededor. La Palabra llegó a cobrar vida en nosotros a tal punto que nos hablaba de día y de noche. Y a medida que lo hicimos, nuestras almas comenzaron a prosperar.
Casi un año después, fuimos libres de deudas.
Ahora bien, ¿queríamos esperar un año para ver ese resultado? ¡Por supuesto que no! Pero gracias a Dios, seguimos perseverando. Nos mantuvimos buscando y aprendiendo lo que Él enseña en la Palabra de Dios —no sólo acerca de la prosperidad, sino también acerca de la sanidad y de otras áreas—.
Hoy en día aún seguimos perseverando y aprendiendo de la Palabra. Continuamos esforzándonos en ser hacedores de la Palabra. Y como resultado, nuestra alma continúa prosperando, y nosotros seguimos siendo bendecidos.
Ganando dinero desde nuestra propia casa
Lo mismo puede pasarte a ti. Después de todo, Dios quiere bendecirte de la misma manera que Él quiere bendecirnos a Kenneth y a mí.
Quizá te preguntes: “¿Estás segura?”.
¡Sí, estoy segura! La Biblia no deja duda alguna acerca de esto; y nos explica claramente -en blanco y negro- que Dios quiere que todos Sus hijos sean prósperos y sanos. La Biblia de hecho nos dice que Dios en realidad se agrada en prosperar a Su pueblo (Salmos 35:27).
¡BENDECIRTE y prosperarte son dos de las cosas favoritas que a Dios le gusta hacer por ti.
Pero para que Él pueda hacerlo, tú debes poner de tu parte y cooperar. Necesitas escudriñar a fondo Su Palabra, y obedecer lo que dice en Proverbios 2:1-9:
“Hijo mío, presta atención a lo que digo y atesora mis mandatos. Afina tus oídos a la sabiduría y concéntrate en el entendimiento. Clama por inteligencia y pide entendimiento. Búscalos como si fueran plata, como si fueran tesoros escondidos. Entonces comprenderás lo que significa temer al SEÑOR y obtendrás conocimiento de Dios. ¡Pues el SEÑOR concede sabiduría! De su boca provienen el saber y el entendimiento. Al que es honrado, él le concede el tesoro del sentido común. Él es un escudo para los que caminan con integridad. Él cuida las sendas de los justos y protege a los que le son fieles. Entonces comprenderás lo que es correcto, justo e imparcial y encontrarás el buen camino que debes seguir” (NTV).
Para las personas que aún no han nacido de nuevo, la idea de buscar la sabiduría de Dios por medio de la lectura y el estudio de la Biblia todos los días puede parecer algo aburrido. Sin embargo, para nosotros como creyentes, la Biblia nunca es aburrida; siempre nos dice cosas buenas acerca de nuestra vida. Constantemente nos habla acerca de cómo Dios nos sanará, nos prosperará, y nos dará todo lo bueno. De manera continua, la Biblia nos provee la sabiduría que necesitamos para gozar de una vida abundante.
Como hijos de Dios nunca nos cansamos de leer Su Palabra, porque cada vez que la abrimos, ¡es como si estuviéramos ganando dinero desde nuestra propia casa! ¡Y es bendición, tras bendición, tras bendición!
Entonces: anímate acerca de este tema. Haz un compromiso nuevo de mantener la Palabra frente a tus ojos y en tus oídos. Dedícale tiempo todos los días y no lo hagas como un ritual religioso, sino porque reconoces que mientras más renueves tu mente con la Palabra, más podrás caminar en la verdad. Y podrás prosperar más, así como prospera tu alma en cada área de tu vida.