La noche que Jesús fue traicionado, se puso de rodillas y les lavó los pies a Sus discípulos. Luego, les sirvió la primera Cena y así confirmó Su pacto con ellos. Después, comenzó a hablarles las últimas palabras que les diría estando en Su cuerpo humano, antes de recibir un cuerpo glorificado. Mientras miraba a los ojos de sus discípulos, Él sabía que esta era la última vez que hablaría en esta forma. También sabía que estas últimas palabras estarían entre las más importantes que Él les habría declarado.
Entonces, ¿qué les dijo Jesús a Sus discípulos en ese último e íntimo momento?
Piensa por un momento qué palabras usarías si fuera la última vez que les hablarías a tus familiares y amigos cara a cara. Seriamente dudo que harías bromas o tendrías una conversación casual con ellos.
Momentos como esos son benditos y sagrados. Este, sería un tiempo en el que medirías cuidadosamente tus palabras, y hablarías las cosas que crees son las más importantes para que ellos recuerden después de que te hayas ido.
Si tuvieras la oportunidad de expresarles tus últimas palabras a las personas que amas, ¿acaso no escogerías con cuidado lo que dirías en ese momento final?
¿Acaso, no sería este un momento para expresarles las cosas más importantes y preciadas en tu corazón —palabras que expresen los sentimientos más profundos de tu alma hacia los que amas—?
Si eres como la mayoría de seres humanos, tu deseo más grande sería que tus últimas palabras fueran las más amables, provechosas, y sinceras que puedas dejarles a esas personas que significan tanto para ti.
En la vida de todas las personas, existen momentos claves en donde se enfrentan a la necesidad de expresar las últimas palabras.
Antes de morir, una persona generalmente ora por una oportunidad de expresar las últimas palabras de despedida a lo que ama.
Una persona que está a punto de cambiar de empleo, es probable que necesite expresarles sus últimas palabras a los socios y amigos con los que ha trabajado durante largo tiempo.
A los Padres también les llega el momento de expresar cuidadosamente las últimas palabras a un hijo o hija justo en el momento antes de que frente a un ministro comprometan su vida a alguien más en matrimonio.
Existen diferentes razones por las que quizá tengas que expresar tus últimas palabras en varias ocasiones de la vida. ¿Puedes pensar en un momento específico en donde hayas tenido que escoger tus últimas palabras para decírselas a las personas que más amas?
Yo recuerdo ese momento de mi vida. Después de servir en una iglesia por muchos años, en una congregación donde literalmente habíamos derramado nuestro corazón y alma, Denise y yo sentimos que era hora de seguir el llamado de Dios en otro lugar. Los días pasaron, y veía que nos acercábamos a nuestro último servicio de la iglesia con la congregación. Cada vez me volvía más y más consciente de que cuando me parara frente a las personas como su pastor, estaría predicándoles el mensaje más importante que alguna vez hubiera predicado a esa iglesia.
Durante los años que servimos en esa iglesia, la congregación escuchó varios de mis sermones. Sin embargo, en ese último servicio les estaría expresando mis últimas palabras como su Pastor. Por tanto, debía escoger con sumo cuidado las palabras y expresarlas con sensibilidad. Era esencial que les dejara de mi parte el mensaje que era más importante para ellos, la última vez que me parara frente a ellos como su Pastor.
Después de que Jesús les lavó los pies a Sus discípulos y les sirvió la primera Cena, permaneció con ellos y les enseño durante un largo tiempo. No sabemos cuánto tiempo tardó la enseñanza de Jesús esa noche, pero, tres capítulos completos (Juan 14, 15, y 16) están dedicados a sus últimas palabras a Sus discípulos. Estos capítulos contienen el archivo inspirado por el Espíritu Santo acerca de lo que Jesús les dijo a Sus discípulos, sólo unas horas antes de que fuera a la Cruz y a la tumba. Ésta sería la última vez que Él les hablaría como el Líder que habían conocido en forma humana.
Jesús estaba a punto de partir físicamente de este mundo, y sabía que era absolutamente esencial que los discípulos aprendieran a depender por completo del Espíritu de Dios para guiarlos y dirigirlos después de Su partida. Entonces, Jesús utilizó Sus últimos momentos para enseñarles a los discípulos cómo seguir la dirección del Espíritu Santo, de la misma manera que lo habían seguido a Él.
Quizá a los discípulos les pareció extraño mientras escuchaban a Jesús hablarles acerca del Espíritu Santo. Pues estaban acostumbrados a que Jesús los guiara de manera física y visible; pero ahora, estaban aprendiendo que el Espíritu de Dios se convertiría en su Líder. El Espíritu Santo sería un Líder que ellos no podrían ver, tocar, ni escuchar audiblemente. No obstante, debían seguirlo de la misma forma que seguían a Jesús. Ellos probablemente estaban pensando: “¿Cómo será el liderazgo del Espíritu Santo en nuestra vida? ¿Actuará y pensará diferente a Jesús? ¿Cómo será seguir al Espíritu de Dios?
Sabiendo que estas interrogantes surgirían de antemano, Jesús utilizó esos momentos finales con Sus discípulos para disipar todo el temor e inseguridad que pudieran sentir acerca de cómo seguir el liderazgo del Espíritu Santo. Por esa razón Jesús fue tan cuidadoso en usar palabras claves cuando les habló acerca de la venida del Espíritu Santo. Por ejemplo, en Juan 14:16, Jesús dijo: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador…”.
Quiero que le prestes atención a una palabra muy importante en este versículo —la palabra “otro”—. En el idioma griego, hay dos palabras que pueden traducirse como la palabra “otro”. La primera es la palabra griega allos, y la segunda es la palabra griega heteros. La palabra allos significa: “uno de la misma clase, del mismo carácter; del mismo tipo en todo el sentido de la palabra” o “casi una copia”. La segunda palabra, heteros, significa: “Alguien de otra clase” o “alguien de diferente tipo”. Esta palabra Heteros conforma la primera parte de la palabra heterosexual, la cual significa, por supuesto, alguien que tiene relaciones sexuales con una persona del sexo opuesto.
La palabra griega que se usa en Juan 14:16, es la primera palabra, allos. La palabra Allos enfáticamente significa que el Espíritu Santo será tal cual como Jesús en todas las áreas. Esto conduce a un mensaje muy fuerte e importante acerca del Espíritu Santo. Jesús quería que los discípulos supieran que el Espíritu Santo era igual a Él. Seguir al Espíritu Santo no sería nada diferente a seguirlo a Él, con la excepción de que el liderazgo del Espíritu sería invisible, en lugar de físico y visible, como el liderazgo de Jesús.
La cita de Juan 14:16, podría traducirse de la siguiente manera: “Oraré al Padre y Él les enviará a Alguien como Yo en todas las áreas. Él será idéntico a Mí en la forma que habla, en la forma en que piensa, en la forma en que actúa, la forma en la que ve las cosas, y la forma en la que las hace. Él será exactamente como Yo en todas las áreas. Si el Espíritu Santo está aquí, es como si Yo estuviera aquí porque pensamos, nos comportamos, y actuamos exactamente de la misma forma”.
Antes en Juan 14:8, Felipe le dijo al Señor: “…muéstranos el Padre. Con eso nos basta”. La respuesta de Jesús fue: “…Hace ya tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y tu, Felipe, no me has conocido? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿Cómo entonces dices: ‘Muéstranos al Padre’?” (Juan 14:9).
Jesús era la imagen exacta del Padre cuando caminó en esta Tierra. En la versión amplificada de Hebreos 1:3, leemos: “Él es la única expresión de la gloria de Dios [el Ser de Luz, el Resplandor radiante de lo divino], Él es la perfecta huella y la imagen misma de la naturaleza de [Dios]…”. Esto significa que Jesús reflejaba el carácter de Su Padre celestial en todas las áreas. Por esa razón, Él le respondió a Felipe: “…El que me ha visto a mí, ha visto al Padre…”.
Aunque el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo son diferentes Miembros de la Divinidad, sólo existe un Dios, y cada integrante de la divinidad comparte la misma sustancia y esencia. Si ves a Jesús, ves al Padre. Mirando a Jesús podrás descubrir la voluntad del Padre. Jesús hizo y dijo exactamente lo que el Padre hacía y decía. Su vida, actitudes, y acciones fueron la absoluta manifestación de la voluntad del Padre, pues los dos estaban unidos en naturaleza, en carácter, en pensamientos, y en obras.
Mientras Jesús les enseña a los discípulos acerca del Espíritu Santo, Él lleva esta verdad un poco más allá. Así como Jesús es la imagen exacta del Padre en cada área, ahora Jesús les dijo sin lugar a confusión a Sus discípulos que cuando el Espíritu Santo viniera lo representaría en cada palabra. Por eso, la palabra allos se utiliza para marcar este punto. Y no deja ningún lugar a la duda de que el Espíritu Santo será exactamente igual a Jesús.
La palabra allos, nos dice que el Espíritu Santo representa perfectamente la vida y la naturaleza de Jesucristo. Jesús hizo únicamente sólo lo que el Padre celestial haría, y ahora el Espíritu Santo hará sólo lo que Jesús haría. Como Representante de Jesús en la Tierra, el Espíritu Santo nunca actúa por Su propia cuenta o fuera del carácter de la vida Jesucristo.
Como puedes ver, el Espíritu de Dios fue enviado para traernos la vida de Jesús. Asi, como Jesús se lo dijo a Felipe: “…El que me ha visto a mí, ha visto al Padre…”, y ahora nos dice a nosotros: “Si tienes al Espíritu Santo en tu vida, es como si me tuvieras a Mí”.
Muy a menudo, escucho a cristianos expresar: “¿Me pregunto cómo hubiera sido caminar con Jesús? ¿No hubiera sido maravilloso caminar con Él, escuchar Su voz, y hablarle?”. Pero, los creyentes que hacen este tipo de interrogantes, no han entendido el ministerio del Espíritu Santo. Pues si ya lo hubieran entendido, sabrían que tener al Espíritu Santo en su vida, es como tener a Jesús justo al lado de ellos.
Tu y yo debemos dejar de mirar al pasado y afligirnos acerca de lo que perdimos por no haber vivido hace 2000 años. En lugar de eso, necesitamos aprender a dejar que el Espíritu Santo nos lidere y nos guíe; de la misma forma que lo hizo con la Iglesia Primitiva. La ausencia física de Jesús no detuvo a los primeros creyentes para que realizaran milagros, resucitaran muertos, echaran fuera demonios, sanaran enfermos, o trajeran multitudes al conocimiento salvador de Jesucristo. Porque el Espíritu Santo estaba con ellos, El ministerio de Jesús continuó sin interrumpirse.
Nunca olvides que como hijo de Dios, tienes al Espíritu Santo trabajando en ti y a tu lado durante todo el día. Y porque el Espíritu Santo es la representación exacta de tu Señor y Salvador, es como tener a Jesús ahí mismo, a tu lado.
Las últimas palabras de Jesús a Sus discípulos giran alrededor del ministerio del Espíritu Santo en la vida de los creyentes. ¡Así de serio era este mensaje para Jesús! Si Jesús consideraba este tema ser tan importante, ¿por qué no le abres tu corazón a la obra del Espíritu hoy? Permite que el Espíritu Santo represente a Jesús en tu vida, en tu iglesia, en tu familia, en tu negocio, y en tu ciudad; así como lo hizo con los creyentes que vivieron durante la época del libro de los Hechos.