Cuando decimos: “¡Estamos aquí para ti!” — realmente queremos decir que estamos aquí para todos nuestros Colaboradores y Amigos… sin importar quién eres, en dónde vives o aun lo que hayas hecho. Por esa razón, uno de los alcances más importantes, es nuestro Ministerio Carcelario—una comunidad activa de prisioneros en todo el mundo—unidos por una causa común: declarar que “¡Jesús es el Señor!” tras barras de hierro.

La edición más reciente de la Lista Mundial de la Población Carcelaria, publicada por la universidad King’s College London, reporta que “más de 10,2 millones de personas están en penales en todo el mundo, la mayoría detenidas esperando un juicio o ya con sentencia firme”. Y otro reporte entregado a comienzos de este año, reveló que el número de prisioneros en los EE. UU. condenados a cadena perpetua se ha cuadriplicado en las últimas tres décadas.

Uno de cada siete internos en los EE. UU. cumplen una condena perpetua irrevocable, y aquellos que cumplen condenas de ese tipo en ese mismo país equivalen a casi un tercio de la población prisionera total alrededor del mundo. Esa cifra es superior a 160.000 de un total mundial estimado de 536.000.

Sin embargo, estos números no son desesperanzadores. Porque todos los días distintos internos descubren la salvación a través de Jesucristo. Y KCM junto a sus Ministerios colaboradores están alcanzando y proveyendo a los prisioneros las herramientas que necesitan para descubrir su identidad en Cristo… llenos de esperanza y amor, viviendo vidas de victoria y prosperidad.

En el corazón de KCM

El alcance carcelario de KCM comenzó en 1981 a través de correspondencia con los internos. Desde ese momento, por medio de cartas, revistas, libros suplementarios y enseñanzas de audio, y aun a través de eventos especiales de victoria en las mismas cárceles, Kenneth y Gloria desean darle a cada prisionero un trato personal. Para asegurarse de que cada persona que quiera ser ministrada efectivamente lo sea, los Copeland crearon un equipo ministerial especial dedicado a asegurarse que cada carta, orden, o pedido de oración sea leída y respondida con celeridad. Esto puede ser un rayito de luz, especialmente para aquellos prisioneros que están esperando ansiosos una respuesta de alguien… cualquier persona.

Se trata de simple obediencia a Mateo 25:34-40: “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: ‘¡Vengan, benditos de mi Padre! Hereden el reino que ha sido preparado para ustedes desde la fundación del mundo… estuve en la cárcel, y vinieron a mí’… ‘De cierto les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron’”.

Kenneth Copeland lo ha dicho: “Desde el comienzo de este ministerio, esa escritura… se hizo viva en mí. [El ministerio carcelario], a pesar de no ser el llamado principal de este ministerio, es el llamado de todos hasta cierto punto; por lo tanto, cada puerta que se nos abrió, la hemos cruzado”.

A través de los años, KCM ha trabajado con esfuerzo para compartir el poder de una vida bendecida con aquellos que están en la cárcel—desde donar $250.000 dólares para construir una capilla para los prisioneros en Texas, suplir libros y otros recursos para capellanes, hasta colaborar con Ministerios como Mike Barber, un alcance solo dedicado al ministerio carcelario.

KCM recibe en promedio 3.500 cartas de prisioneros en sus oficinas principales cada mes. El año pasado el ministerio envió más de 911.400 productos a las prisiones en los EE. UU. sin cargo alguno. Unos 33.000 prisioneros fueron ministrados por la oficina de KCM en los Estados Unidos de América, en tanto que otros 7.400 fueron ministrados por las oficinas internacionales.