Hace tiempo, estaba orando por este país y el SEÑOR me hizo una pregunta: ¿Crees que George Washington, John Adams y Benjamin Franklin tenían idea alguna de cómo lucirían los Estados Unidos de América? // La respuesta era obvia. // ¡Ellos no lo sabían! Jamás había existido algo parecido. Ellos tenían la posibilidad de saberlo.
Kenneth, en este momento, tú estás en la misma situación, me dijo el SEÑOR. Estoy haciendo que los Estados Unidos nazcan de nuevo, y tú no tienes idea de cómo lucirá cuando termine, porque jamás has visto algo similar.
Durante los dos años que más o menos han pasado desde que el SEÑOR me dijo esas palabras, he buscado descubrir qué está haciendo Él con esta nación. He escuchado más activamente lo que el Espíritu Santo está diciendo, y le pedido que me muestre lo que está sucediendo—no en lo natural, sino en la perspectiva de Dios.
Como resultado, he visto cosas en momentos de oración que absolutamente me han emocionado. He visto esta nación llegar a un lugar en el que cumplirá el plan original de Dios. Lo he visto en el Espíritu, inundaciones con un derramamiento del evangelio de Jesucristo que es tan maravilloso que afectará a todas las naciones sobre la Tierra.
He visto a todas las razas de gente alabando juntas, mostrándole al mundo cómo luce el racismo derrotado. He visto al Cuerpo de Cristo unirse como uno—tal como Jesús oró en Juan 17.
“Hermano Copeland, eso suena maravilloso”, podrías decir, “sin embargo, también suena un poco irrealista. Con los partidos políticos en esta nación a punto de ahorcarse unos a otros y con protestas en todas partes, América parece estar ahora más dividida que nunca. Al ritmo que vamos, me pregunto si estamos experimentado el juicio de Dios y estamos a punto de hundirnos”.
¡No, esta nación no se está hundiendo! No está siendo juzgada por Dios. Lo que está siendo juzgado es el sistema Babilónico socialista que nos ha estado atacando por unos 115 años. Ese sistema no es la forma de gobierno que nuestros fundadores, inspirados por Dios, pusieron en marcha. Es un engaño demoniaco que ha enfermado a este país, y Dios, en Su misericordia, lo está cambiando.
Por esa razón todo parece estar tan agitado. Este país está siendo operado. Está pasando una cirugía muy seria, y lo que necesita de nuestra parte, como creyentes, no es un montón de miedo y preocupación. Necesita que nos metamos al programa de Dios, agreguemos nuestra fe a lo que Él está haciendo y asistamos en el proceso de sanidad que está sucediendo ahora mismo.
Tú puedes ser parte de ese proceso. Como creyente, puedes usar la misma fe que Dios te dio cuando naciste de nuevo para ayudar a traer el cumplimento del gran plan de Dios para los EE.UU. Puedes usar tu fe para cambiar no solamente tu vida, sino a tu familia, tu comunidad, tu estado y sí, aun tu nación.
No me importan cuantas tonterías hayan hecho los políticos. No me importan cuantos líos hayan ocasionado; Dios puede solucionarlo todo. Si lo dudas, ¡mira la Biblia! No solamente dice que: «para Dios todo es posible» y «Para quien cree, todo es posible» (Mateo 19:26, Marcos 9:23), sino que además claramente declara que nosotros podemos creer por lo imposible en lo que concierne a este país.
Como Dios lo dijo en 2 Crónicas 7:14: «si mi pueblo, sobre el cual se invoca mi nombre, se humilla y ora, y busca mi rostro, y se aparta de sus malos caminos, yo lo escucharé desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra».
Apaga las malas noticias y sintoniza las buenas
El problema ha sido, que, en los últimos años, no muchas personas le han creído verdaderamente a Dios por la sanidad de los Estados Unidos. Muchos cristianos han estado orando que suceda, pero no lo han estado haciendo en fe.
¿Cómo puedes saber si has estado orando en fe o no?
La fe llama las cosas que no son como si fueran. La fe se aferra a la PALABRA de Dios y se rehúsa a moverse ante la evidencia que dice lo contrario. La fe no se sienta a la hora de la cena a despotricar por las noticias vespertinas. No se enoja y dice cosas como: “No se cómo va a terminar todo esto. Esos testarudos en Washington van a arruinar este país”.
No; si las noticias comienzan a molestar o incomodar, la fe las apaga. Eso fue lo que el SEÑOR me dijo tiempo atrás. Tenía un TV prendido y me estaba irritando, juzgando a todo el mundo, desde los políticos hasta los reporteros, y Él me dijo: Kenneth, no puedes confiar en los noticieros; deja de mirarlos.
Le dije: “Sí Señor, amén”, y le obedecí. Apagué las malas noticias y prendí las buenas noticias. Volví a la fe y al amor, le entregué el cuidado de esta nación al SEÑOR y empecé a regocijarme en Él.
“Hermano Copeland: ¿cómo puede regocijarse cuando hay tantos problemas y conmoción en el país? ¿No le preocupa?”
No, no me preocupa.
Solía hacerlo. Solía preocuparme muchísimo, pero ya no lo hago más. Mejor obedezco la PALABRA. Estoy actuando en el mandamiento de 1 Pedro 5:6-7 que dice: «Por lo tanto, muestren humildad bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. Descarguen en él todas sus angustias [todas sus ansiedades, preocupaciones y lo que les concierne de una vez por todas], porque Él tiene cuidado de ustedes» (Biblia Amplificada, Edición Clásica).
¡Entregarle el cuidado de esta nación a Jesucristo de Nazareth, y creer que Él hará algo al respecto, es la cosa más responsable que podemos hacer por este país! No solamente me alinea con la voluntad de Dios, sino que trae exaltación—y los EE.UU. la necesitan. Este país necesita ser exaltado por la mano de Dios.
¡Por supuesto, no estoy diciendo que debemos darnos por vencidos en orar por esta nación! A pesar de que no estoy cargando el cuidado de ella, todavía oro por el país todos los días—la mayoría de las veces en lenguas.
¿Por qué oro en lenguas?
Porque no sé exactamente cómo orar. Mi conocimiento natural es limitado. Cuando oro en lenguas, me elevo sobre esas limitaciones. El Espíritu Santo toma control conmigo y ora «de acuerdo y en armonía con Su voluntad» (Romanos 8:27, AMPC).
Cada vez que oro en lenguas por este país, sé que he orado la oración perfecta, así que cuando termino me aseguro de liberar mi fe. Digo: “Gracias Padre, creo que recibo”.
También le pido al SEÑOR todas las veces que continúe iluminando mi mente al darme la interpretación de lo que he orado (1 Corintios 14:13). Y como Jesús dijo: «Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca, encuentra» (Mateo 7:8), cada vez que busco el rostro de Dios, espero recibir alguna revelación acerca de esta nación—y siempre lo hago. ¡Así es como descubrí que Dios tenía un plan para que esta nación naciera de nuevo!
Las oraciones que hacen la diferencia
“Sí hermano Copeland, pero usted es un profeta. Yo no”.
Eso no importa. No necesitas ser un profeta para recibir revelación de parte de Dios. Puedes recibirla porque eres un creyente. Puede recibirla porque tienes el Espíritu Santo viviendo en tu interior, y Él ha sido enviado por Jesús y «les enseñará todas las cosas» y «los guiará a toda la verdad» (1 Juan 14:26,16:13).
¡Puedes recibir cualquier cosa de parte de Dios si oras en lenguas lo suficiente! Él te dará toda clase de revelaciones maravillosas. Solamente necesitas posicionarte para recibirlas orando en el espíritu, escuchando la voz del SEÑOR y liberando tu fe.
Como ya lo he dicho, ¡las oraciones de fe son lo que esta nación necesita ahora mismo! Necesita a cristianos de oración seguros que creen la PALABRA de Dios, que estén libres de contienda y que caminen en amor. Necesita de intercesores que tengan su mente clara y en sintonía con la voz de Dios para que cuando le Espíritu Santo los llame y les diga: “¡necesito que ores ahora mismo!”, sean rápidos para escuchar y responder.
¿Cuánta diferencia pueden hacer las oraciones de estos creyentes?
¡Toda la diferencia del mundo!
Abraham lo comprobó en el Antiguo Testamento. Cuando descubrió de parte de Dios que la ciudad de Sodoma iba a ser destruida por causa de su pecado, él intercedió. Le pidió a Dios que la perdonara por amor a 50 justos. El SEÑOR estuvo de acuerdo y le dijo: “El Señor respondió: «Si dentro de la ciudad de Sodoma encuentro a cincuenta justos, por ellos perdonaré a todos los que estén allí.» Abraham replicó y dijo… Pero tal vez falten cinco justos para completar los cincuenta; ¿por faltar esos cinco destruirás toda la ciudad? Y el Señor dijo: «No la destruiré, si encuentro sólo cuarenta y cinco.» Abraham volvió a hablarle, y dijo: «Tal vez sólo se hallen cuarenta…» Y el Señor respondió: «Aun por esos cuarenta no lo haré.» (Génesis 18:26-29).
Abraham continúo intercediendo y manteniéndose delante de Dios en su autoridad de pacto hasta que Dios eventualmente estuvo de acuerdo que salvaría la ciudad completa si entraba 10 justos allí. Piénsalo: 10 personas justas y piadosas podrían haber cambiado el destino de ese lugar.
¡Ciertamente en los EE.UU. hay muchas más que 10 personas justas!
Hay miles, aun millones de creyentes viviendo en esta nación. Existen Iglesias a través de este país llenas de gente nacida de nuevo y Jesús nos dijo a cada uno de nosotros: «Una vez más les digo, que si en este mundo dos de ustedes se ponen de acuerdo en lo que piden, mi Padre, que está en los cielos, se lo concederá». (Mateo 18:19).
¡No es de extrañar que Dios haya dicho que esta nación está en proceso de nacer de nuevo! Él no solamente tiene un Cuerpo de creyentes nacidos de nuevo poniéndose de acuerdo en oración para que suceda; él tiene un grupo de personas como tú y yo que están dispuestos a formar parte. Él tiene un grupo de creyentes de la PALABRA que crece sin cesar, cristianos que hablan en lenguas, buscando maneras de ser una BENDICIÓN—en sus barrios, comunidades y lugares de trabajo.
¡No existe límite para lo que Dios puede hacer a través de estas personas!
Por ejemplo: ahora mismo estoy pensando en lo que Dios hizo hace varios años a través de Clyde McGee, un buen amigo de nuestra familia. Clyde trabajó para una compañía aeroespacial a comienzos de los años 60, desarrollando tecnología para el gobierno. Su trabajo consistía en ayudar a descubrir cómo construir comunicaciones satelitales, ubicándolas en el espacio a una distancia de 40.000.000 de metros de la Tierra, y mantenerlas seguras en el mismo lugar.
En ese momento, ningún hombre sabía cómo hacerlo. Pero Dios si sabía… y Clyde no solamente conocía a Dios, sino que sabía cómo conectarse con Su sabiduría orando en el Espíritu Santo. Una y otra vez Clyde volvía a su casa del trabajo y le decía a su esposa: “BUENO, querida, el proyecto se estancó de nuevo. Necesitamos orar”.
Él no le comentaba los detalles porque el programa era secreto. Así que solamente oraban en el espíritu, creyendo que recibían. Con el tiempo, Clyde recibía la respuesta. “¡Eso es!” A continuación, volvía al trabajo e implementaba la solución al problema”.
Los miembros del equipo de Clyde pensaban que era el hombre más inteligente que existía. Con el paso del tiempo fue reconocido como el padre del satélite. Sin embargo, era el Dios al que le hablaba quién era el más inteligente que haya vivido alguna vez. ¡Dios lo sabe todo! El conoce las respuestas a todos los problemas en cualquier lugar. Él lo sabe todo, desde cómo cocinar… hasta cómo cambiar un negocio que está hundiéndose… o cómo arreglar el embrague de un Dodge 47.
Lo mejor de todo es que Dios sabe cómo comunicarte su infinito conocimiento a ti. Solamente necesita que le des un poco de fe para trabajar. Necesita que dejes de preocuparte y que digas: No se cómo, y que empieces a orar en lenguas y a creer que recibes.
No necesitas ser un científico espacial como Clyde McGee para traer la sabiduría de Dios a la situación y ser una fuerza positiva para esta nación. ¡Tú tienes la mente de Cristo en tu interior! Tienes el almacenamiento de información más gigantesco y magnífico que existe, a tu disposición las 24 horas del día.
¿Qué estás haciendo malgastando el tiempo, quejándote en lo natural acerca de los políticos y todos los problemas que están causando? Asciende al ámbito de lo sobrenatural donde, como creyente nacido de nuevo, has sido creado para vivir.
Haz en el espíritu lo que yo hago como piloto cuando entro a la cabina de un avión. Calienta tus motores espirituales y ora en otras lenguas y mantente apretando el poder hasta que despegues por encima del ámbito de la carne y de la mente carnal. Deja atrás las tierras bajas de lo natural y vuela hacia el lugar donde puedes ver las cosas desde la perspectiva de Dios.
Te puedo garantizar que te gustará lo que verás desde allí arriba. En vez de ver esta nación en un estado de conmoción, verás que esta tierra está siendo sanada. ¡Verás a una nación que verdaderamente está naciendo de nuevo!