«Hasta que todos lleguemos a estar unidos por la fe y el conocimiento del Hijo de Dios; hasta que lleguemos a ser un hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, arrastrados para todos lados por todo viento de doctrina…» (Efesios 4:13-14, RVC).
Mientras más crezcamos en el amor, menos permitiremos que los vientos de doctrinas nos arrastren. Nos encontraremos seguros en las verdades básicas que la Biblia nos enseña y no le huiremos a las personas que no están de acuerdo con nosotros. Dejaremos de decir cosas como: “No puedo tener una relación con las personas en esa iglesia. Nuestras diferencias doctrinales son demasiado grandes”. En lugar de eso, los visitaremos para recibir las cosas que Dios les ha dado a ellos que son buenas, y compartiremos con ellos lo que Dios nos ha dado a nosotros.
Hacer algo distinto sería inmadurez.
Quizás digas: “No estoy seguro acerca de eso hermano Copeland, no queremos empezar a asociarnos con todo el mundo. Algunos de esos grupos ni siquiera creen en Jesús”.
Yo lo sé. ¡Y esa es la razón por la que necesitamos empezar a alcanzarlos! Obviamente, no podemos tener una relación cercana a ellos como la que tenemos con nuestros hermanos y hermanas en el SEÑOR, pero tampoco podemos ganarlos para Él si estamos totalmente aislados de ellos. Y esa es la razón por la que no hemos podido alcanzar gente como los musulmanes y las personas de la nueva era. Hemos estado atemorizados de que si nos acercamos a ellos, sus creencias incrédulas se nos pegarán y nos mancharán.
Eso podría pasar si fuéramos tan inmaduros e ignorantes de la Palabra que ignoramos el porqué creemos lo que creemos. Pero nosotros no deberíamos ser tan inmaduros. Debemos asegurarnos de estar tan fortalecidos en la fe y en la PALABRA, que no tenemos que protegernos de los demás por siempre. Es más, necesitamos crecer en amor, hasta que ellos nos importen tanto que no nos importe arriesgarnos a su rechazo, y les hablemos así acerca de Jesús.
Esa es la actitud que tuvo el apóstol Pablo. El no huyó de la gente que era distinta a él. El los buscó y les dijo: «Aunque soy libre respecto a todos, de todos me he hecho esclavo para ganar a tantos como sea posible. Entre los judíos me volví judío, a fin de ganarlos a ellos. Entre los que viven bajo la ley me volví como los que están sometidos a ella (aunque yo mismo no vivo bajo la ley), a fin de ganar a éstos. Entre los que no tienen la ley me volví como los que están sin ley (aunque no estoy libre de la ley de Dios sino comprometido con la ley de Cristo), a fin de ganar a los que están sin ley…Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles» (1 Corintios 9:19-22, NVI).
El amor no huye ni se esconde. El amor alcanza. El amor nos inspira a volvernos todas las cosas para todos los hombres, para que podamos traer tantos como sea posible al reino de Dios.