Quire advertirte sobre un espíritu destructivo que está obrando en nuestro mundo de hoy, y ponerte en alerta máxima acerca de su misión, que está en contra de tu casa y en contra de tu iglesia. De hecho, este espíritu de división ha sido enviado especialmente por el diablo para acosar tu nación y obstaculizar al Cuerpo de Cristo en su totalidad.
A pesar de que suena irreal, es cierto.
Tampoco es algo novedoso. El mismo espíritu ha estado en actividad por siglos, y el diablo sabe cuán destructiva es esa fuerza divisoria — aún mejor que la mayoría de los creyentes.
Claro, él no descubrió eso por sí mismo. Jesús nos enseñó acerca de este tema en Marcos 3:24-26. Él dijo: «Si un reino se divide contra sí mismo, no puede permanecer. Si una casa se divide contra sí misma, tampoco puede permanecer. Y si Satanás se subleva contra sí mismo, y se divide, tampoco puede permanecer. Su fin habrá llegado».
Pero leamos también lo que dijo a continuación: «Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y robarle sus pertenencias, si antes no lo ata. Entonces sí podrá saquear su casa» (versículo 27).
Cuando recitamos ese versículo, usualmente pensamos que el hombre fuerte al que se hace referencia es Satanás. Pensamos en atarlo y robarle sus pertenencias — y eso es cierto. Pero, déjame recordarte algo: Satanás ya no es ese hombre fuerte. ¡Él ha sido derrotado! La Biblia dice que Jesús lo venció, exhibiéndolo públicamente (Colosenses 2:15). Si lo miramos desde el punto de vista de Dios, sí existe un hombre fuerte en la Tierra hoy, pero no es el diablo. Es el Cuerpo de Cristo.
Efesios 6:10 dice: «Por lo demás, hermanos míos, manténganse firmes en el SEÑOR y en el poder de Su fuerza». Nosotros somos el hombre fuerte. La casa de Dios ha sido investida con toda la autoridad y el poder en la Tierra — autoridad y poder recibidos de parte de Jesús mismo a través de su poderosa victoria.
Como resultado de ese triunfo, Satanás no puede entrar a tu casa sin primero esclavizarte. Él es un enemigo derrotado. En primer lugar, él tiene que esclavizarte, y luego tú tienes que aceptar esa esclavitud. Sencillamente, Satanás no tiene la autoridad para ir por allí haciendo lo que le de la gana. Él anda “buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8), pero no siempre encuentra alguien para hacerlo.
Jesús le dijo a Sus discípulos en Mateo 28:18-20, «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la Tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo».
¿Lo puedes ver? Él dijo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la Tierra. Por lo tanto, tú ve a toda la Tierra usando Mi Nombre, y en Mi Nombre tú echarás fuera demonios”.
Entonces, ¿quién tiene el poder? ¡Nosotros! El poder auténtico es nuestro. Nos ha sido delegado, y nos pertenece.
Un Espíritu Engañoso
El único poder que el diablo tiene disponible en nuestra contra es por medio del engaño—la ilusión. Nos miente y luego espera que caigamos en esa trampa, porque no puede hacer ni una sola cosa para saquear nuestra casa hasta que no nos haya atado. Pero, no te equivoques. Una vez atados, él nos robará todo lo que tenga a su alcance hasta que nosotros hagamos algo al respecto.
Cuando los discípulos de Jesús vinieron a preguntarle, «Dinos, ¿cuándo sucederá todo esto, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?» (Mateo 24:3), Jesús les respondió en forma directa. Les advirtió: «Cuídense de que nadie los engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, y dirán: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos» (versículos 4-5).
Mira el versículo 6, y lee lo que Jesús dijo que ocurriría: «Ustedes oirán hablar de guerras y de rumores de guerras; pero no se angustien».
Estamos atravesando esos tiempos difíciles en este preciso instante. Los rumores de guerra y los actos terroristas y de agresión acaparan las portadas de los diarios y las revistas, y son las historias principales en los noticieros vespertinos. Los reportes están en todos los medios, y por ende, el miedo que eso produce.
Pero, ¿cómo se relacionan las guerras y los rumores de guerra, con la división?
¡En todo!
En Mateo 12:25, Jesús dijo, «Todo reino dividido internamente acaba en la ruina. No hay casa o ciudad que permanezca, si internamente está dividida». En Marcos 3:25, Él nos repitió las mismas palabras: «Si una casa se divide contra sí misma, tampoco puede permanecer».