¿Sabes dónde quiero vivir? ¡En el cielo! No estoy diciendo que literalmente me quiero mudar allí y abandonar la Tierra de una vez por todas—al menos no todavía. Lo que quiero decir es que mientras estoy en mi casa en Texas, o predicando en algún otro lugar, o de compras, quiero vivir todo el día en la atmósfera celestial, aquí en la Tierra. Sabes, es posible; Dios lo dijo.
En Deuteronomio 11, Él les dijo a los Israelitas que si guardaban Su Palabra en sus corazones y la mantenían en frente de sus ojos y en sus bocas, sus días serían: «como los días de los cielos sobre la Tierra».
Y Jesús dijo también casi lo mismo en el Nuevo Testamento. En Su mensaje principal, al cual la Biblia llama: “El evangelio del reino de Dios”, Él dijo: «El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepiéntanse, y crean en el evangelio!» (Marcos 1:15).
Sé que probablemente estás pensando: ¿Qué tiene que ver este mensaje con experimentar el cielo en la Tierra?
Todo.
El reino de Dios es donde Dios es Rey y donde Él tiene el dominio. Es donde se hace Su voluntad completamente, tal como se hace en el cielo. Así que cuando Jesús dijo: «el reino de Dios se ha acercado», en esencia estaba diciendo: “El cielo ya no está más encerrado en un lugar lejano donde no puedes experimentarlo. Está a la mano. Esta aquí. Este es un nuevo día, y existe una nueva manera para entrar el reino de Dios, y es por medio de la fe en Mi”.
Para nosotros como creyentes, ¡esta es una muy buena noticia!
Significa que a través de Jesús podemos, de una manera muy real, vivir en el cielo y en Tierra al mismo tiempo. Podemos caminar todos los días donde quiera que vayamos con poder celestial, encapsulados en la burbuja de sus beneficios. Debido a que el Reino de Dios está en nosotros (Lucas 17:21), podemos operar de acuerdo con Sus principios todos los días, y como resultado, Su voluntad puede ser hecha para nosotros en la Tierra como en el cielo.
Quizás digas: “Pero, Gloria, ¿Qué pasa si la voluntad de Dios para mi vida no es buena?”
Puedo asegurarte que sí lo es.
Porque Dios es un buen Dios, Su voluntad para con nosotros siempre es buena. El quiere bendecirnos perpetuamente y hacer cosas maravillosas por nosotros. Él quiere prosperarnos—espiritualmente, físicamente, financieramente y de cualquier otra forma. ¿Por qué? Porque eso le produce gozo. Como dice en Salmos 35:27 que Él: «se deleita en el bienestar de su siervo».
Ken y yo podemos, basados en nuestra propia experiencia, testificar acerca de esto. Hasta este momento hemos estado caminando con Dios por largo tiempo, y hemos descubierto que mientras más caminamos con Él y lo obedecemos, más de Su bondad se manifiesta en nuestra vida.
¡Amamos vivir en el reino de Dios! Lo amamos tanto, al punto que algunas veces las personas piensan que somos fanáticos. Dicen que exageramos cuando se trata de creer la Palabra de Dios y caminar con Él. Pero nosotros hemos decidido no prestarle atención a lo que la gente dice. Si eso es lo que significa ser exagerado, prefiero continuar siéndolo.
¡Sería aburrido volver a vivir una vida común y corriente! En vez de retroceder, prefiero avanzar y ser más fanática el próximo año para esta misma época de lo que soy ahora. Quiero recorrer el camino completo con Dios. ¡Quiero recibir todo lo que Él ha provisto!
Nuestra forma de recibir hace la diferencia
Recibir es la palabra clave cuando se trata de caminar en las bendiciones del reino de Dios. Nuestra forma de recibir es lo que determina cuánto del cielo experimentamos aquí, en la Tierra.
De acuerdo con el diccionario, la palabra recibir significa: “poseer, actuar como un recipiente que recibe, asimilar, permitir entrar, bienvenir, saludar, aceptar como autoridad y verdad, tomar”. Creo que es una buena definición porque coincide con lo que la Biblia dice. Describe precisamente cómo recibimos del Señor.
Lo hacemos al transformarnos en contenedores de Su Palabra, al aceptarla como autoridad y verdad. A medida que asimilamos la Palabra de Dios en nuestra vida y le permitimos entrar a nuestro corazón, la fe llega. Después podemos tomar, o recibir lo que Él ha provisto para nosotros.
Para observar cuán vital es esta acción de recibir, leeamos la parábola del sembrador en Marcos 4. Esta habla acerca de cuatro grupos diferentes de personas. Los cuatro escuchan la Palabra de Dios pero esta no produce los mismos resultados para todos. Lo que pasa con cada grupo varía dependiendo de cómo recibieron la Palabra.
Un grupo no permitió que la Palabra penetrara en lo absoluto. O no la entendieron o la rechazaron allí mismo, así que no hizo nada por ellos. Otro grupo le dio la bienvenida cuando la escucharon por primera vez, y se alegraron por un tiempo, pero después le permitieron al diablo que los distrajera, así que ya no los continuó beneficiando. El tercer grupo asimiló la Palabra en su corazón, pero fallaron en beneficiarse de ella porque permitieron que las ocupaciones de la vida la ahogaran.
Sin embargo, la gente del cuarto grupo tuvo una experiencia radicalmente diferente. Ellos no sólo escucharon la Palabra de Dios; ellos la recibieron y vieron cómo produjo fruto en sus vidas algunos: «el treinta, sesenta y hasta cien semillas por cada semilla sembrada» (Versículo 20).
El punto de esta parábola es claro. ¡Lo que recibimos del cielo depende de la forma en que recibimos la Palabra de Dios!
Aun yo he visto evidencia de esto una y otra vez en medio de las personas que miran nuestro programa televisivo. Algunos de ellos lo ven pero no le ponen realmente atención a la Palabra predicada, así que no los afecta en lo absoluto. Otros escuchan la Palabra pero no son bendecidos porque dejan que el diablo no les permita creerla. Deciden que suena demasiado buena para ser verdad, así que se ofenden porque va en contra de su vieja teología de incredulidad.
Sin embargo, muchas personas reciben la Palabra que escuchan y ésta cambia sus vidas para siempre.
Por ejemplo, hemos recibidos numerosos testimonios de personas que contemplaron suicidarse y escucharon algo en el programa, o recibieron algo de parte de nuestro ministerio que los detuvo. De hecho una mujer tenía el arma en su mamo y estaba lista para dispararse; pero, justo antes de hacerlo, comenzó a sonar el programa “La Voz de Victoria del Creyente”. Y en ese día en particular, una de las primeras cosas que yo mencionaba era: “¡No te suicides! ¡Dios te ama y tiene un plan para tu vida!”
¿No es maravilloso? Dios le habló a esa mujer a través de un programa que había sido grabado con meses de anterioridad y dijo exactamente lo que ella necesitaba escuchar en el momento en el que ella necesitaba oírlo. Ella recibió Su Palabra y literalmente, salvó su vida. Ella bajó el arma y en vez de suicidarse, nació de nuevo.
¿No hubiera sido trágico, si tan solo hubiera dicho: “Oh, no creo eso” y hubiera continuado con su plan original?
¡Sí, lo hubiera sido! Y aun así muchas personas hacen cosas como esas todo el tiempo. Por ejemplo: ellos escuchan lo que la Palabra de Dios dice acerca de la sanidad, y dicen: “bueno, eso no puede ser verdad porque mi abuela dijo que la sanidad terminó con los apóstoles”, O escuchan lo que la palabra dice acerca de la prosperidad y dicen: “Yo no he prosperado, así que eso no puede ser verdad”.
Y como resultado, nunca experimentan días del cielo, en la Tierra.
Los Misterios del Reino, revelados
Podrías decir: “¡Ok, estoy convencido!, definitivamente quiero transformarme en alguien que recibe. Pero, no sé cómo empezar”.
La primera cosa que debes hacer, si no lo has hecho todavía, es poner tu fe en Jesús y recibirlo como tu Señor y Salvador. ¿Por qué es necesario? Porque es así como naces de nuevo; y Jesús dijo: «De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios» (Juan 3:3).
Cuando se trata de recibir las bendiciones del cielo, nacer de nuevo es la forma de comenzar. Es la puerta a las cosas de Dios. Y hasta que no pases por esa puerta, nada que Él diga o haga tendrá sentido para ti. Será como un misterio que no puedes entender. Sin embargo, en el instante en el que naces de nuevo, tus ojos espirituales se abrirán, y podrás ver y entender los caminos de Dios.
Aun si has nacido de nuevo ya hace varios años, es importante que recuerdes: como hijo de Dios, no tienes que andar por ahí en la oscuridad como las personas que no conocen al Señor. No tienes que estar confundido acerca de cómo debes cooperar con Él y recibir Sus bendiciones. ¡Al contrario! Jesús dijo: «Porque a ustedes se les concede entender el misterio del reino de los cielos» (Mateo 13:11).
Personalmente, no pienso que exista nada más emocionante que descubrir los misterios del reino de Dios. Amo estudiar la Palabra y encontrar cómo ser sana y cómo tener éxito financieramente al hacer las cosas de la manera que Dios quiere. Amo aprender a caminar en fe, a diezmar y a honrar a Dios con mis ofrendas.
La gente del mundo no pude entender estas cosas porque todavía no se les ha pedido que las hagan. ¡Pero a nosotros, como creyentes, se nos han requerido! Nosotros somos bendecidos y privilegiados al poder ver y conocer los misterios de Dios.
Sin embargo, debo decirte: Sus misterios no caerán sobre ti como las manzanas caen del árbol. Si quieres descubrirlos, tienes que buscarlos. No puedes pasarte todo el día focalizándote en el ámbito natural y procurando las cosas de la carne. Tienes que hacer lo que Jesús dijo en Mateo 6:33: «Busquen (apunten y luchen por conseguir) primero todo Su Reino y Su justicia (Su manera de hacer las cosas y estar bien)…» (AMP).
“Buscar” significa: “preguntar diligentemente, inquirir, requerir”. La raíz de la palabra hebrea en el Antiguo Testamento, significa: “pisar o frecuentar, seguir, o perseguir”.
Cuando buscar el Reino de Dios es lo más importante en tu vida, no sólo te levantas en la mañana esperando que Dios haga algo por ti. Tú lo persigues. Diligentemente estudias y meditas Su Palabra y haces lo que dice, todos los días.
Ten cuidado con la forma en la que el mundo opera
La Palabra de Dios es donde aprendes Su manera de hacer las cosas y a estar bien. Es donde encuentras la sabiduría que necesitas para funcionar en Su Reino. No puedes obtener esa sabiduría en el mundo, porque el mundo hace las cosas de la forma incorrecta.
La sabiduría de Dios está muy por encima de la del mundo, tanto como los cielos están por encima de la Tierra (Isaías 55:9). Ésta es la razón por la cual buscar a Dios y Su Palabra es tan importante; porque, en lo natural, estás rodeado por las maneras incorrectas del mundo y la maldición que las acompañan. Si no quieres quedarte atrapado en la forma incorrecta de hacer las cosas, sujeto a esa maldición, debes buscar las cosas de Dios con intensidad, frecuentando Su Palabra y los lugares donde Su Palabra es predicada, frecuentando Su trono de gracia y haciendo lo que te diga que hagas.
En otras palabras, para funcionar en el reino de Dios debes seguir las instrucciones que Él nos da en Proverbios 2: «Mi hijo, si recibes mis palabras y atesoras mis mandamientos en tu interior, haciendo que tus oídos estén atentos a la sabiduría hábil y buena e inclinas y diriges tu corazón y mente a mi entendimiento [aplicando todos tus fuerzas en su búsqueda]… entonces entenderás… y encontrarás el conocimiento de nuestro Dios [omnisciente] (Versículos 1, 2, 6, AMP).
Eso es lo que Ken y yo hemos hecho por más de 45 años, y podemos confirmarte que sí funciona. Cuando escuchamos por primera vez acerca de vivir por fe en la Palabra de Dios, éramos todo lo contrario de lo que de Dios decía que debíamos ser. Éramos la cola en vez de la cabeza, estábamos derrotados en lugar de en victoria. Estábamos quebrados y con deudas en vez de ser prósperos. ¡Y estábamos cansados de que fuera así!
Así que cuando descubrimos que la Palabra de Dios podía cambiar nuestra vida, nos entregamos completamente y nos dedicamos por completo a ella. Invertimos cada momento que fuera posible para leerla y escucharla cuando era predicada. En esos días estábamos tan focalizados en la Palabra, que no sabíamos qué estaba pasando en el mundo. Tan solo manteníamos nuestra cabeza en la Biblia y no la levantamos hasta que no teníamos suficiente de ella en nuestro corazón como para que poder vivir de ella.
¿Cuál fue el resultado?
Todo empezó a cambiar en nuestra vida. En menos de un año, Ken estaba predicando. Nuestras deudas estaban canceladas y nosotros experimentamos más victoria de la que habíamos experimentado alguna vez. Estábamos saboreando un poco la maravillosa voluntad de Dios para nuestras vidas.
Hemos buscado a Dios desde ese momento, y mientras más aprendemos a cooperar con Él, más nos damos cuenta que no tenemos que esperar hasta que muramos para experimentar el cielo. El evangelio del reino de Dios es absolutamente cierto. El reino está aquí, y por la fe en Jesús, podemos operar de acuerdo a estos principios y participar de sus BENDICIONES… ahora mismo.
¡Realmente podemos tener días del cielo, en la Tierra!