¿Sabías que, si has nacido de nuevo, no eres de este mundo?
Sin lugar a duda, estás en el mundo. Naturalmente hablando, tienes contacto con él porque vives en la Tierra. Sin embargo, espiritualmente, ya no estás bajo el dominio del mundo. No estás sujeto a las limitaciones e imposibilidades de su sistema, oscurecido por el pecado.
¡Eres un ciudadano del cielo! Has sido librado de la oscuridad del mundo y trasladado al reino del amado Hijo de Dios (Colosenses 1:13). Tu Padre es el Dios Todopoderoso y Él es simplemente ilimitado. Todas las cosas son posibles para Él y, por fe en Él, todas las cosas también son posibles para ti. Sólo tienes que creerlo y operar conforme Su sistema.
El sistema de Dios no se parece en nada al sistema del mundo. En el mundo todo está al revés. Persigue al diablo de manera natural y por eso sus caminos son tan retorcidos como él.
Por ejemplo, al examinar el sistema financiero, Dios dice: “Entrégame el primer 10% de tus ingresos y me ocuparé de que prosperes ricamente. ¡Da y se te dará!” Pero el mundo dice exactamente lo contrario: “Ponte en primer lugar, obtén todo lo que puedas y luego aférrate a eso. Lo primero que debes hacer es ocuparte de ti mismo porque, si no lo haces tú, nadie más lo hará por ti”.
Recuerdo una vez cuando Ken y yo manejábamos por una gran ciudad durante la hora del almuerzo. Observé a todas las personas que se apresuraban por la acera, yendo y viniendo de sus trabajos, y me di cuenta de que sin Dios la gente no tiene otra alternativa más que seguir esforzándose para que el sistema del mundo funcione en sus vidas. Pasan todo su tiempo trabajando por la comida, la ropa y un hogar. Luego, se despiertan un día y se dan cuenta de que su vida está llegando a su fin.
Piensan: ¿Cuándo se supone que hubiera vivido? Lo único que he hecho en todos estos años es ir a trabajar y volver a casa, ir a trabajar y volver a casa. ¿No hay nada distinto en la vida por hacer?
Por supuesto que lo hay. ¡Lo encontrarás en el sistema de Dios!
Él tiene un plan maravilloso para nuestras vidas. Su plan es que nos enfoquemos en Él, hagamos lo que Él nos ha llamado a hacer y seamos de BENDICIÓN para los demás. En lugar de que tengamos que pasar todo el tiempo tratando de satisfacer nuestras propias necesidades, Su plan es que cumplamos nuestro destino divino, mientras confiamos en que Él se encargará de BENDECIRNOS abundantemente.
Eso es lo que Jesús nos dijo que hiciéramos en Mateo 6:
No se preocupen y estén ansiosos, diciendo: ¿Qué vamos a comer? o, ¿qué vamos a beber? o, ¿qué vamos a ponernos? Porque los gentiles (los paganos) desean y anhelan y buscan diligentemente todas estas cosas, y Su Padre celestial sabe bien que las necesitan. Sin embargo, busquen (fíjense como meta y luchen para encontrar) en primer lugar Su reino y Su justicia (Su manera de hacer las cosas y estar bien), y luego todas estas cosas en conjunto les serán añadidas. (versículos 31-33, Biblia Amplificada, Edición Clásica, AMPC).
Observa la frase: SU MANERA DE HACER LAS COSAS Y ESTAR BIEN. Esa es una buena definición del sistema de Dios. Su sistema es cómo hace las cosas; es la manera en la que opera y funciona Su reino.
Lamentablemente, la mayoría de los creyentes no sabe mucho al respecto. Son ciudadanos del reino de Dios porque han nacido de nuevo. Aman a Dios y van a la iglesia pero, debido a que todo lo que han escuchado no es más que tradición religiosa, nunca han aprendido los caminos del reino de Dios.
Como resultado, aunque esperan ir al cielo una vez muertos, no llegan a experimentar «los días de los cielos sobre la tierra.» (Deuteronomio 11:21). Al pensar que todavía están sujetos al sistema de este mundo oprimido por la maldición y el pecado, simplemente siguen esclavizándose bajo su poder. Siguen tratando de que el sistema les funcione, igual que lo hacen los no creyentes.
La vida de los cristianos no fue planeada de esa manera. Se supone que vivamos tal cual lo hizo Jesús en Su paso por este planeta.
¡Él hizo todo siguiendo los métodos de Su Padre celestial! Solo dijo lo que escuchó decir a Su padre, hizo lo que vio hacer a Su padre y por ende, obtuvo los resultados de Su padre. Él operaba de una manera completamente diferente a los incrédulos que lo rodeaban y, cuando le preguntaban por qué lo hacía: «Él les dijo: «Ustedes son de aquí abajo; yo soy de allá arriba. Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo.» (Juan 8:23).
Separado por la Palabra
“Pero Gloria, Jesús podía decir eso porque, al ser el Hijo de Dios, Él realmente es un ciudadano de lo alto.”
Sí, y tú también lo eres si has nacido de nuevo. Jesús mismo nos lo aseguró. En Juan 17:14, cuando estaba orando por todos los que creyeran en Él, dijo: «Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.»
¡Medítalo! Según Jesús, tú no eres de este mundo al igual que Él no lo es. Tal cual Él, eres un ciudadano de lo alto. ¿Por qué? Porque Él te dio Su Palabra y tú la recibiste. Escuchaste y actuaste sobre lo que Romanos 10:8 llama «la palabra de fe que predicamos». Los versículos 9-10 continúan: «Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para alcanzar la justicia, pero con la boca se confiesa para alcanzar la salvación.»
No solo recibimos de esa manera nuestro nuevo nacimiento. Así es cómo recibimos todo de parte de Dios. Recibimos sanidad, prosperidad y todo lo que necesitamos para vivir una vida BENDECIDA al creer, declarar y obedecer la Palabra de Dios.
Su Palabra es la base; el fundamento de todo Su sistema. Todo lo que Dios hace lo logra al declarar palabras llenas de fe. Observamos en Génesis 1 que así es como creó este universo. Cuando no había nada más que oscuridad en la faz del abismo, Dios dijo por fe: ««¡Que haya luz!» Y hubo luz.» (versículo 3).
Hoy todavía tenemos luz, miles de años más tarde, porque las palabras de Dios son eternas. Una vez que salen de Su boca, son equivalentes a un pacto sellado por sangre. Son verdaderas para siempre.
Hebreos 4:12 dice: “La Palabra que Dios habla está viva y llena de poder… es activa, operacional, energizante y efectiva” (AMPC), y nunca pierde ese poder. Entonces, cuando recibimos Sus palabras en nuestro interior en abundancia tal que luego salen de nuestras bocas por fe, funcionarán tal como lo hacen para Él. Cambiarán nuestras circunstancias. Cambiarán nuestras relaciones. Expulsarán la enfermedad de nuestros cuerpos. Superarán obstáculos aparentemente imposibles en nuestras vidas.
¡Ken y yo podemos dar testimonio al respecto!
Cuando escuchamos por primera vez acerca de vivir por fe en la Palabra de Dios, estábamos en un estado lamentable. Habíamos aplicado todo lo que sabíamos para que el sistema del mundo produjera resultados en nuestras vidas y habíamos fallado miserablemente; estábamos quebrados y llenos de deudas. Sin embargo, tan pronto comenzamos a aplicar el sistema de Dios, las cosas comenzaron a cambiar. Comenzamos a creer y a declarar lo que Jesús dice acerca de nosotros en la Biblia e, incluso antes de notar cambios externos, por dentro comenzamos a visualizarnos con nuestras necesidades satisfechas.
Reemplazamos todo lo que había estado en nuestros corazones, mentes y bocas con lo que la Palabra dice que nos pertenece. Así fue que empezamos a imaginarnos saliendo de esa casa pequeña y fea en la que vivíamos y mudarnos a algo mejor. Usando el ojo de la fe, nos visualizamos conduciendo un automóvil que pudiera llegar a destino, en lugar de conducir una chatarra vieja y oxidada.
No sucedió de la noche a la mañana, pero en un período de tiempo sorprendentemente corto, lo que habíamos visualizado en nuestros corazones se convirtió en una realidad física. Literalmente vimos, en lo natural, la Palabra manifestada en nuestras vidas.
¡Hemos recorrido un largo camino desde aquellos comienzos, gloria a Dios! En aquel entonces, estábamos creyendo por comida en la mesa y dinero para pagar la cuenta de la luz; ahora creemos por millones de dólares para transmitir el evangelio alrededor del mundo. Sin embargo, seguimos haciéndolo de la misma manera: creemos, declaramos y obedecemos la Palabra de Dios.
Ese es el sistema de Dios, y siempre funciona. No importa qué desafíos puedas enfrentar o cuál sea tu situación; si pones a Dios en primer lugar y haces las cosas a Su manera, Él puede entregarte lo que necesites.
Él no está limitado por los recursos naturales del mundo. Sus caminos son sobrenaturales. Lo que el mundo ve como imposible, Él es más que capaz de hacerlo. Isaías 55:8-11 dice:
El Señor ha dicho: «Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni son sus caminos mis caminos. Así como los cielos son más altos que la tierra, también mis caminos y mis pensamientos son más altos que los caminos y pensamientos de ustedes.» Así como la lluvia y la nieve caen de los cielos, y no vuelven allá, sino que riegan la tierra y la hacen germinar y producir, con lo que dan semilla para el que siembra y pan para el que come, así también mi palabra, cuando sale de mi boca, no vuelve a mí vacía, sino que hace todo lo que yo quiero, y tiene éxito en todo aquello para lo cual la envié.»
Vive como un miembro de la familia real
Podrías preguntarte: “Pero ¿no nos dice ese pasaje que, debido a que los pensamientos y caminos de Dios son más altos que los nuestros, no podemos operar como Él lo hace?”
Por el contrario, en realidad nos está diciendo que lo hagamos. Como vemos en el versículo 7: «Los que siempre buscan hacer el mal, que abandonen sus malos pensamientos y ese estilo de vida, y vuélvanse al Señor…» (NBV).
¡Como creyentes, no tenemos excusa alguna para pensar y hacer las cosas a la manera de los que no siguen a Dios! Venimos de lo alto. Nacimos para operar igual que lo hace Dios, porque somos Sus hijos.
Imagínate que eres el hijo de la reina de Inglaterra. ¿No esperarías aprender a hacer las cosas a la manera de la realeza? ¿No esperarías vivir un estilo de vida real?
Claro que lo harías. Seguro no puedes imaginarte al Príncipe Carlos preocupado por su cuenta de luz. Entonces, como hijo de Dios, tampoco deberías imaginarte preocupado por la tuya.
Eres un miembro de la familia real de Dios. No tienes que preocuparte por cosas como la comida, la bebida o la vestimenta. No tienes que soportar la escasez como lo hace el mundo. Puedes vivir en el sistema de Dios.
Puedes ponerlo en primer lugar y depositar todo tu cuidado sobre Él, sabiendo que Él se preocupa por ti y te cuida de manera amorosa. Puedes continuar en Su Palabra, y como Jesús dijo: «Si ustedes permanecen en mi palabra… conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.» (Juan 8:31-32).
¡Me gusta ser libre! Me gusta poder vivir de acuerdo con la verdad de la Palabra de Dios y no tener que depender de mí misma para obtener todas las respuestas. Me gusta tener un Dios en el cielo que me ama y siempre está en el trono, listo para responder cuando clamo a Él con fe.
Eso es algo que el mundo no puede ofrecerte. Su sistema es tan frío e impersonal que, hoy en día, cuando intentas hacer negocios por teléfono, ni siquiera puedes hablar con un ser humano real. Por el contrario, obtienes un mensaje grabado: “Para tal cosa, oprima el 1. Para esto otro, oprima el 2.”
Nunca obtendrás eso de Dios.
Él siempre está de guardia. Él siempre está escuchando el Nombre de Jesús y la Palabra de fe que sale de nuestras bocas. Además, también lo están Sus ángeles, asignados a nosotros por Dios (Hebreos 1:14). Siempre a nuestro lado, son «ángeles poderosos que cumplen sus órdenes y obedecen su voz [de Dios]!» que sale de nuestras bocas (Salmo 103:20).
¡En el sistema de Dios, todo comienza y finaliza con Su Palabra! Primero, recibimos Sus palabras y las creemos (lo que significa que las aceptamos como verdad y tratamos todo aquello que la contradiga como mentiras). Segundo, alineamos nuestras palabras conforme Sus palabras.
No declaramos las palabras de Dios la mitad del tiempo y el resto del tiempo dudas e incredulidad. Declaramos la Palabra de fe constantemente, sin vacilar. Como dice Santiago 1:6-8: «…porque el que duda es como las olas del mar, que el viento agita y lleva de un lado a otro. Quien sea así, no piense que recibirá del Señor cosa alguna, pues quienes titubean son inconstantes en todo lo que hacen.»
¿Es fácil ser estable y estar resuelto a permanecer en la Palabra cuando enfrentas circunstancias contrarias? No. Para hacerlo, deberás seguir escuchando y escuchando la Palabra de Dios hasta que aquello que escuchas sea la Palabra y no la voz de la incredulidad, y en este mundo, ¡eso es todo un esfuerzo!
Las personas a nuestro alrededor están hablando siempre negativamente. Hablan de miedo y fatalidad, y no tienen respuestas. Las noticias, los reporteros y los expertos nos dicen cuán mal están las cosas y nos advierten que sólo empeorarán. Y en cierto sentido, tienen razón: las cosas empeorarán en este mundo antes de que Jesús regrese, porque este mundo está sometiéndose al diablo y él los está guiando cuesta abajo.
Pero, gracias a Dios, como creyentes no somos de este mundo. Somos de ciudadanos del cielo, por lo que podemos vivir en un sistema completamente diferente. Podemos buscar primero el reino de Dios y su manera de hacer las cosas y estar en lo correcto. Podemos llenar nuestros corazones y nuestras bocas con Sus palabras y montarnos en alas como águilas disfrutando los caminos más altos de Dios.