No hace mucho tiempo viajé a Irlanda por primera vez para ministrar a los creyentes en ese hermoso país. Mientras disfrutaba del lugar, mis amigos me llevaron a visitar el lugar del Avivamiento de Ulster en 1859 en el norte del país.
El sitio se encuentra sobre una carretera anónima, donde encontrarás una pequeña placa conmemorativa que describe el derramamiento sobrenatural que ocurrió en ese lugar.
El monumento atestigua acerca de cuatro hombres que se unieron en oración para que Dios se moviera en su tierra. Sus reuniones comenzaron en una escuela a unos 90 metros de donde descansa la misma placa.
Las noticias acerca de estas reuniones se esparcieron rápidamente y pronto otros se les unieron, llenando esa pequeña escuela. Celebraron reuniones todos los días y el Espíritu de Dios se movió de maneras milagrosas.
Con el pasar del tiempo, miles de personas conocieron a Jesús en Ulster. Un archivo describe una ocasión en la que se amontonaron tantas personas vestidas con ropas negras bajo el poder de Dios que el campo adyacente a la escuela parecía un mar de tela negra.
¡Eso es lo que llamas un avivamiento!
Derramamientos como el Avivamiento de Ulster también han ocurrido en nuestra época. El poder de Dios apareció en el Avivamiento de Brownsville en Pensacola, Florida, y en la Bendición de Toronto, en Canadá. Mientras esos derramamientos fueron buenos y guiados por el Espíritu, yo creo que estamos atravesando una nueva época. En este último mover de Dios, siento que como creyentes seremos conductores del derramamiento divino en el lugar en el que estemos. En vez de acudir a algún lugar buscando el mover de Dios, nosotros traeremos Su presencia con nosotros.
¿Cómo lo haremos? Creo que comienza al entender Quién es realmente Jesús.
¿Quién es Jesús para ti?
En el evangelio de Mateo se describe un encuentro entre Jesús y Sus discípulos en los que Jesús les hace dos preguntas muy importantes. Estas son las mismas preguntas que nosotros deberíamos hacernos hoy en día. Mateo 16:13 dice: «Al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?» ».
Los discípulos no tardaron en responder: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que es Elías; y otros, que es Jeremías o alguno de los profetas.» (versículo 14).
A medida que continuas leyendo el capítulo, notarás que Jesús no les respondió de inmediato. Él sabía que ni Sus discípulos lo creían. Ellos sólo estaban repitiendo lo que los demás decían. Jesús prosiguió y les hizo otra pregunta todavía más importante.
«Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» (versículo 15, énfasis del autor).
Jesús comenzó preguntándoles a Sus discípulos cómo lo llamaban los demás, pero terminó preguntándoles cómo lo llamaban ellos. Como creyentes, frecuentemente apuntamos al mundo y preguntamos: “¿Quién dicen ellos que es Jesús?” Sin embargo, la pregunta más importante es: “¿Quién digo yo que es Jesús?”. Nuestra respuesta a esta pregunta determina lo que hemos permitido que Él sea en nuestra vida.
Nosotros sabemos lo que las escrituras dicen acerca de Jesús y sabemos que las escrituras son ciertas. Sin embargo, cada uno de nosotros determina si permitimos que la Palabra de Dios y la revelación de quién es Jesús cambien nuestra vida.
La respuesta a la pregunta: “¿Quién digo yo que es Jesús?” determina quién le permitimos que sea para nosotros.
Él es el Salvador para aquellos que lo reciben y lo declaran su Salvador.
Él es el Sanador para aquellos que lo declaran su Sanador y su sanidad.
Él es quién los bautiza en el Espíritu Santo para aquellos que así lo declaran.
Sin embargo, Él no es ninguno de ellos hasta que no declaramos que así es.
Para cada miembro
Dios quiere revelar quién es Jesús al Cuerpo de Cristo en su totalidad, pero todos los creyentes deben apropiarse de la verdad. No es suficiente que los pastores o los líderes espirituales lo crean. La iglesia debe creerlo.
Por ejemplo: muchos cristianos creen en los dones del Espíritu Santo como la manifestación de las lenguas, el don de profecía y demás. Sin embargo, tristemente, también creen que estos dones operan sólo a través de ciertas personas como su pastor, el líder de alabanza, un maestro espiritual o un mentor. No entienden o no se dan cuenta que ellos también pueden operar en esos dones.
Siento de manera muy intensa que Dios está elevando al Cuerpo de Cristo a un nuevo nivel donde cada miembro, no solamente el líder, está funcionando, fluyendo, escuchando y esperando lo sobrenatural. ¡Imagínate cómo cambiaría al mundo!
No importa lo que los demás digan acerca de quién es Jesús. Lo que importa es lo que nosotros sabemos que las escrituras dicen acerca de Quién es Él, y lo que nosotros decimos, no solo porque citamos escrituras sin pensar, sino porque las creemos. También tenemos la responsabilidad de hacer nuestra parte y ayudar a las personas a comprender las cosas espirituales que aún no han captado.
Cómo impactar al mundo
Las buenas noticias para nosotros son que la historia en Mateo 16 no se ha terminado todavía. Lee la forma en que los discípulos le respondieron a Jesús a la segunda pregunta en el versículo 16: «Simón Pedro respondió: «¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!» ».
Esta fue la primera vez que alguien llamó a Jesus: «el Hijo del Dios viviente». ¡Esa fue una revelación nueva, y poderosa! Jesús le respondió a Pedro diciendo: «Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no podrán vencerla.» (versículos 17-18).
Jesús declaró que Él construiría Su Iglesia sobre Sí mismo y en la revelación de quién es Él. Si nosotros no recibimos la revelación de Quién es Cristo, y quiénes somos en Él, entonces no tendremos ningún impacto real en el mundo.
Es nuestro momento
Como nacidos de nuevo, llenos del espíritu, cristianos que hablan fe, hemos tenido décadas de grandes maestros enseñándonos quiénes somos en Cristo. Hemos aprendido que somos la Justicia de Dios en Jesucristo, que somos sanados, liberados, la voz, las manos, y el punto clave que conecta a Dios con este planeta.
Sin embargo, ¿creemos quiénes somos?
Llegó el momento de que todo el Cuerpo de Cristo aprenda quién es Jesús. Debemos profundizar en esto, estudiar la Palabra y escuchar a hombres y mujeres de Dios ungidos. Debemos influenciar a los que están a nuestro alrededor, enseñándoles cómo madurar en la fe y en la Palabra. Finalmente, debemos proveer un lugar para que la gente crezca en su entendimiento de quién es Dios y quiénes son ellos en Cristo.
Jesús es el Salvador, pero nosotros somos el Cuerpo de Cristo, el Cuerpo del Ungido. Nosotros llevamos la voz. Nosotros tenemos la autoridad. Nosotros llevamos el dominio.
Nosotros estamos en los días del derramamiento donde todo lo que el Señor ha estado diciendo y diciéndonos por siglos está disponible para cada creyente. Tenemos el poder del amor de Dios, los dones del Espíritu, la autoridad, las doctrinas de la iglesia, y la prosperidad que le pertenece a cada hogar. Y nosotros vivimos por medio de la fe.
El derramamiento de Dios no se limita a solamente un lugar, como Ulster, Pensacola o Toronto. El derramamiento de Dios está designado para estar en el Cuerpo de Cristo… por todo este planeta. Está diseñando para estar donde sea que tú estés.
Cuando nosotros tenemos la revelación de quién es Jesús, entonces podemos esperar que esos derramamientos de Dios se manifiesten por todas partes, porque nosotros somos los que tienen el derecho de declarar y liberar esa clase de poder y transformar al mundo.
¿Quién dices que es Jesús?
Tu respuesta a esa pregunta pueda cambiar tu vida, y con toda seguridad al mundo… para bien, y ¡para siempre!