“¡Nada se compara con llegar a nuestra casa!”
Mi esposa Terri y yo frecuentemente hacemos esa declaración cuando cruzamos la puerta de casa después de un largo día de trabajo. Algunas veces después de comer, simplemente nos sentamos en el sofá, levantamos los pies y suspiramos de alivio. Realmente agradezco al Señor por proveernos la atmósfera de paz y la calidez de nuestro hogar. Después de todo, ¡Él fue Quien nos dirigió a esa casa!
El SEÑOR está interesado en cada detalle de nuestras vidas, incluyendo el lugar donde vivimos. Nuestros hogares deberían ser lugares donde podemos recargarnos y recibir de parte de Él. Isaías 32:18 (Nueva Versión Internacional) dice: «Mi pueblo habitará en un lugar de paz, en moradas seguras, en serenos lugares de reposo».
Considera el Jardín del Edén.
Ese lugar fue la idea original de Dios para nuestra morada terrenal. La palabra Edén en el hebreo significa: “la región del hogar de Adán, una casa de placer”. LA BENDICIÓN que Dios declaró sobre Adán lo revistió del poder necesario para establecer el Jardín del Edén a cualquier lugar al que fuera.
Ese mismo poder nos pertenece hoy a nosotros.
Hay demasiadas personas que ni siquiera saben que una casa hermosa es parte del plan maravilloso de Dios para sus vidas. Él es nuestro amoroso Padre celestial, que conoce cada deseo de nuestro corazón. Él sabe muy bien qué clase de casa nos ministrará. En Su corazón está el hacer todo lo posible para cumplir con ese deseo.
La Voluntad de Dios para tu casa
La fe para una casa nace cuando la voluntad de Dios es conocida.
Primera de Juan 5:14-15 (Biblia Amplificada Edición clásica) nos dice:
«Y esta es la confianza (la seguridad, el privilegio de la valentía) que tenemos en Él: [estamos seguros de que] si pedimos algo (hacemos alguna petición) de acuerdo con Su voluntad (conforme a Su propio plan), Él nos presta atención y nos escucha. Y si (como) sabemos [positivamente] que Él nos escucha en cualquier cosa que le pidamos, también sabemos [con un conocimiento establecido y absoluto] que tenemos [nos han concedido como nuestras posesiones presentes] las peticiones que le hayamos hecho.»
Como puedes ver, nuestra plena confianza se basa en nuestra seguridad acerca de la voluntad de Dios. La PALABRA de Dios es Su perfecta voluntad y el cimiento para tu casa. Lucas 6:48 dice: «Es como quien, al construir una casa, cava hondo y pone los cimientos sobre la roca. En caso de una inundación, si el río golpea con ímpetu la casa, no logra sacudirla porque está asentada sobre la roca.»
Esa “roca” es la PALABRA de Dios.
En el curso de mi estudio he buscado más de 20 “escrituras de casas” muy específicas, las cuáles nos demuestran que la voluntad perfecta de Dios es que vivamos en “hermosas casas, libres de deuda”.
Por ejemplo, Proverbios 24:3-4, (AMPC) nos dice: «A través de la sabiduría hábil y piadosa se construye una casa (una vida, un hogar, una familia), y en su conocimiento es establecida [sobre una base sólida y buena], y mediante el conocimiento sus habitaciones [cada área] se llenarán de todas las riquezas preciosas y placenteras.»
¡Ahí la tienes! Tu casa hermosa, completamente amoblada y libre de deudas.
Una posición de fe firme y libre de deudas
Terri y yo hicimos una decisión crucial en lo que concierne a nuestra casa.
Fue la misma decisión que Kenneth y Gloria Copeland hicieron muchos años antes.
En 1967, Kenneth y Gloria determinaron que obedecerían inmediatamente cualquier cosa que vieran en la Palabra de Dios. Poco tiempo después, descubrieron Romanos 13:8 que dice: «No tengan deudas con nadie, aparte de la deuda de amarse unos a otros.»
¡Ellos pensaron que estaban condenados!
“¿Como tendrían alguna vez un auto, una casa o incluso un avión?”
A lo mejor la Biblia Amplificada, Edición Clásica, les daría una “salida”.
Todo lo contrario. Esta versión era todavía más directa.
“Mantente libre de deudas.”
Ellos ya se habían dedicado al SEÑOR, y estaban decididos a actuar en cualquier cosa que Él les dijera. A pesar de que parecía más imposible que nunca alcanzar cualquier cosa, ellos tomaron su decisión de calidad de no retroceder, no darse por vencidos y sin regreso. Se comprometieron a vivir libres de deudas. Y esa misma decisión de vivir libre de deudas incluía su vida personal y su vida ministerial.
La primera cosa por la que Gloria creyó fue por una casa.
‘Basé mi fe en esa escritura’
Gloria escribe en su libro La Voluntad de Dios es la Prosperidad: “Satanás venía a mí con pensamientos de duda y decía: ‘no haya forma de que compres una casa sin endeudarte’ Cuando lo hacía, yo confiaba y continuamente confesaba 2 Corintios 9:8 (AMPC). «Y Dios es capaz de hacer que toda gracia (para cada favor o bendición terrenal) venga a [mí] en abundancia, para que [yo] pueda siempre y bajo cualquier circunstancia y en cualquier necesidad ser autosuficiente [poseyendo lo suficiente para no tener que pedir ayuda o apoyo y provista en abundancia para cada obra buena y donación de caridad.]»”.
“Esta escritura me dio la comodidad y la fortaleza necesaria para mantenerme en fe” continúa en su libro. “Basé mi fe en esa escritura… creyendo que Dios era la única manera en la que podía tener mi casa.”
Ellos tomaron su posición de fe, rehusándose a pensar de manera ambivalente. Ellos no subestimaron el poder creativo de sus palabras llenas de fe y liberaron su fe mientras vivían en la ciudad de Tulsa, Oklahoma. De acuerdo con Gloria, ella no se dio cuenta que la construcción de la primera casa de sus sueños en Fort Worth comenzó en el momento que ella empezó a creerle a Dios.
“¡Que haya una casa! Y hubo una casa”.
Las tres revelaciones de Gloria Copeland
De cierto, pasó el tiempo antes de que recibieran esa casa.
Durante el proceso, el SEÑOR le entregó a Gloria tres revelaciones. Este escenario se acopla perfectamente con Proverbios 14:1, que dice: «La mujer sabia edifica su casa».
La primera fue La Revelación de la Prosperidad Divina.
El SEÑOR le reveló a Gloria que ella podía creer por prosperidad divina de la misma manera que podía creer por salud divina. Ambas bendiciones ya le pertenecían. Jesús cargó con su pobreza y escasez de la misma manera que cargó con su enfermedad y sus dolencias.
Ella debía rechazar la escasez tan rápido como rechazaba la enfermedad.
Gloria escribe: “Si te decides —hablo de una decisión de calidad— a no estar dispuesto(a) a vivir en escasez, sino que sólo vivirás en prosperidad divina y abundancia, Satanás no podrá detener el fluir de las bendiciones financieras de Dios”.
La siguiente fue La revelación de la Paz y la Prosperidad.
Isaías 53:5 dice: «el castigo de nuestra paz fue sobre él.» (RVR1960). Dios nos dice en Isaías 48:17-18 (AMPC) que Él es: «El Señor tu Dios, que te enseña a beneficiarte, que te guía por el camino por el que debes ir. ¡Oh, si hubieras escuchado mis mandamientos! Entonces tu paz y prosperidad hubieran sido como un río que fluye.»
La Paz y la prosperidad van de la mano. Gloria se dio cuenta que su prosperidad ya había sido provista. Ahora le pertenecía.
“Necesitamos descansar por medio de la fe en recibir nuestras casas”.
La tercera cosa que el SEÑOR le reveló fue La Revelación del Dominio y la Autoridad.
Él le reveló a Gloria que ella tenía la misma autoridad sobre la tierra que Adán tenía en el Jardín del Edén. Genesis 1:28 (AMPC) dice: «Y Dios los bendijo y les dijo: Fructificad, multiplicaos, y llenad la tierra, y sojuzgadla [usando todos sus vastos recursos…].»
“Mientras nos manteníamos firmes en fe por el dinero para pagar nuestra primera casa, el Señor me recordó esta escritura y me reveló que cada cosa material necesaria proviene de los vastos recursos del planeta Tierra — cada pedazo de madera, ladrillo, vidrio, el concreto, el cemento. No existía nada en la construcción de nuestra casa que no proviniera de los recursos de la Tierra; por consiguiente, yo tenía el derecho de tomar autoridad sobre ellos y recibirlos como míos en el Nombre de Jesús”.
Mantente firme
Transcurrieron seis años de acción continua en la PALABRA y de firmeza en la fe. Finalmente, llegó el día en que su fe valió la pena, y tomaron posesión de su “hermosa casa libre de deudas”.
En nuestro caso enfrentamos circunstancias diferentes; sin embargo, el principio de fe fue el mismo. A continuación, el resumen:
Terri y yo éramos dueños de una casa, la cual pagamos en su totalidad y la sembramos en una familia.
Después, pedimos dinero prestado para comprar nuestra siguiente casa.
En una trasmisión mundial del programa de TV La Voz de Victoria de Creyente, el hermano Copeland me preguntó por qué me había vuelto a endeudar. Como resultado, Terri y yo tomamos la decisión de calidad de vivir libres de deudas. Eventualmente vendimos esa casa y compramos otra.
El SEÑOR proveyó una manera para que nosotros compráramos la casa nueva sin pedir dinero prestado. Nos tomó menos de un año pagar la casa en su totalidad, y nos llevó más de cuatro años renovarla usando sólo dinero en efectivo. Durante ese tiempo, vivimos en distintas propiedades rentadas.
A través de nuestros cinco años, y en los seis años de los Copeland, todos debimos mantenernos firmes en nuestra posición. Gálatas 6:9 (AMPC) nos advierte a: “No descorazonarse, cansarse y desfallecer por actuar noblemente y hacer lo correcto, porque a su debido tiempo y en la temporada señalada cosecharemos, si no nos damos por vencidos y relajamos nuestra valentía y nos desmayamos”.
Hubo momentos en los que nos desanimábamos, preguntándonos si algún día nos mudaríamos a nuestra casa. Sin embargo, estábamos decididos a “no descorazonarnos y cansarnos”. Continuamos manteniéndonos firmes en La PALABRA y mantuvimos nuestros ojos focalizados en el resultado deseado.
Nos rehusamos a darnos por vencidos y abandonar.
Estamos agradecidos por la decisión de calidad de pagar y renovar la casa libre de deudas. Nos ahorramos una hipoteca de 30 años, miles de dólares de intereses, y no nos arrodillamos ante un prestamista.
Simplemente haz la misma decisión que Kenneth y Gloria, Terri y yo, hicimos. Toma una posición de fe firme en la PALABRA de Dios. Cree y recibe el Salmo 107:7 (El Mensaje), el cual dice: «Puso los pies en un camino maravilloso que lo llevó directamente a un buen lugar para vivir.»
Declara esto en voz alta ahora mismo: “¡Le hablo a mi casa en el Nombre de Jesús y le ordeno venir a mí! Sin importar cuánto tome, me mantendré firme, caminando por fe y aferrado a La PALABRA. Me rehúso a darme por vencido y a abandonar. ¡Creo que recibo mi casa hermosa, libre de deudas, AHORA MISMO!”