Hace varios años, estaba predicando en Lake Charles, Luisiana, en uno de mis días libres entre reuniones. Un pastor amigo me preguntó si me gustaría ir a almorzar y ver la ciudad.
Almorzamos en un conocido restaurante de comida Cajún y lo pasamos muy bien. De hecho, la estábamos pasando tan bien que comencé a desear que mi esposa, Carolyn, estuviera allí mismo para disfrutar conmigo.
Después de comer, mi amigo me dijo: “¿Hay algo más que te gustaría hacer?”
Le respondí: “¿Podrías llevarme a una joyería? Me gustaría comprarle un regalo a mi esposa.”
Cuando entramos en la joyería, le dije a la señora detrás del mostrador: “Me gustaría encontrar algo para mi esposa.”
“¿Es su cumpleaños?”, preguntó ella.
“No.”
“¿Aniversario?”
“No, señora.”
Luego dijo: “Bueno, es julio, ¿quizás es un regalo temprano de Navidad?”
“No”, le respondí.
“Bueno, entonces, ¿puedo preguntarle a qué se debe que esté comprando joyas para su esposa si no es una ocasión especial?”
“Porque la amo”, le dije a la mujer.
Casi al instante comenzó a llorar y corrió a la habitación posterior. Momentos después, regresó con otra mujer, con lágrimas aún en su rostro, y me dijo: “Dile por qué estás comprando esto para tu esposa. Dile que no es para su cumpleaños, aniversario o Navidad.”
Le dije: “Lo estoy comprando porque la amo.”
Ahora ambas comenzaron a llorar.
La Naturaleza de Dios es dar
Juan 3:16 dice: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado…»
Cuando amamos, queremos dar. Primera de Juan 4:8 nos dice: «El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.» Y eso es lo que hace el amor: dar. También podría haber dicho: “El que no da, no conoce a Dios; porque Dios es un dador”. Las personas que aman son dadoras. Simplemente les nace de forma natural. Es la naturaleza misma de Dios, y Él es nuestro Papá.
Para ser alguien que da debes tener recursos. Es posible que desees dar, pero si no tienes nada para hacerlo, no puedes ser un dador. La Biblia también nos dice que Dios le dijo a Abraham que lo bendeciría y que lo haría una bendición. Eso significa que la prosperidad que Dios le daría a Abraham no era solo para él, sino que debía ser un “centro de distribución”.
El Salmo 84:11 dice: «Tú, Dios y Señor, eres sol y escudo; tú, Señor, otorgas bondad y gloria a los que siguen el camino recto, y no les niegas ningún bien.» El salmista entendió que Dios es un dador por naturaleza y que no retiene nada bueno de los que caminan rectamente.
¿Cuántas veces has escuchado a tu pastor mencionar un nuevo proyecto o programa de alcance al que quisiste contribuir pero no pudiste porque no tenías nada que dar? Te sentaste allí pensando: sería bueno tener para poder donar en este proyecto. Esa es la naturaleza de Dios en tu interior deseando expresar el amor por la obra de Dios. Ahora, es posible que no hayas tenido recursos en ese momento, pero hay algo que puedes hacer para aumentar tus recursos.
Jesús dijo: «Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.» (Mateo 6:33). Si comienzas a buscar a Dios con todo tu corazón, Él provocará aumento en tu vida.
Cuando escuché por primera vez a Kenneth Copeland en 1969, ¡tenía hambre de Dios! Quería conocer a Dios como el hermano Copeland lo conocía. Mi corazón estaba lleno de un deseo de sembrar en su ministerio. El único problema era que no tenía un centavo. Oré al respecto y Dios me dijo que le escribiera al hermano Copeland y le dijera que la única semilla que tenía en ese momento era el tiempo de oración, pero que dedicaría la primera hora de cada mañana a orar por su ministerio.
Le escribí y le dije que deseaba sembrar $1.000 en su ministerio, pero que todo lo que podía hacer en este momento era orar por su ministerio una hora cada mañana. Y lo hice.
Nunca olvidaré cuando me acerqué al hermano Copeland y le entregué esos primeros $1.000. No sucedió de la noche a la mañana, pero sucedió. Estaba persiguiendo a Dios, y el incremento me estaba persiguiendo. Estaba comenzando a conocer a Dios, y la abundancia me estaba siendo añadida.
La Naturaleza de Dios es la Abundancia
Algunas personas piensan que la naturaleza de Dios es milagrosa, pero no lo es. La naturaleza de Dios es la abundancia. Los milagros sólo suceden cuando hay escasez.
Piénsalo. Lo mejor de Dios no es que vivas de milagros. Lo mejor de Dios es que vivas en abundancia, porque entonces no necesitas de milagros. ¿Prefieres tener un milagro financiero cada seis meses o vivir continuamente en prosperidad divina? ¿Preferirías tener una sanidad milagrosa cada cierto tiempo, o caminar en salud divina?
La religión ha pervertido nuestro concepto de Dios. La Escritura dice claramente en Juan 10:10: «El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.»
Dios y la pobreza no caminan de la mano. La pobreza está bajo la maldición, y la abundancia es la bendición de Dios. Jesús oró en Mateo 6:10: «Venga tu reino. Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.» ¿Alguna vez has oído hablar de alguien triste, deprimido u oprimido en el cielo? ¿Alguna vez has escuchado decir que en el cielo hay escasez? Dios quiere que vivamos aquí abajo como si ya estuviéramos disfrutando del cielo. Primera de Timoteo 6:17 dice: «…Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.» Durante la primera parte de mi vida, no sabía que Dios estaba interesado en aquello que me alegrara. Pensaba que si era alegre, era algo pecaminoso; pero la Biblia no enseña eso en absoluto.
Un cielo motoquero
Mi papá era un motoquero. Él participaba en carreras de autos y montaba motocicletas. Él representaba todo lo que yo quería ser. Necesitaba velocidad y mi papá se encargó de conseguírmela, desde las bicicletas más rápidas y los karts hasta las motocicletas y los autos de carrera más malos, ¡toda mi vida! Crecí en una pista de carreras, y ese era mi mundo. Me gustaba el ruido, el olor, la tierra y la arcilla voladora. ¡Eso era vida!
Carolyn, por otro lado, lo odiaba. Ella pensaba que era del diablo. Toda su vida se centró en Dios y la iglesia y, si quería salir con ella, tendría que ir a la iglesia. ¡Yo odiaba eso! La primera vez que la llevé a una pista de carreras, mi papá la vio en las gradas con las manos sobre las orejas y me dijo: “Hijo, tus días de velocidad han terminado. A juzgar por el rostro de Carolyn, puedo asegurarte que va a orar para que todo esto salga de ti.”
Cuando me entregué al Señor, quería mostrarle a Dios que Él era el número 1 en mi vida. En ese momento tenía dos cupés Ford modelo ‘36, una camioneta Chevy ‘39 y un Triumph Bonneville ‘69. Los entregué a todos. Dios no me hizo hacerlo; fue por decisión propia.
Unos 10 años más tarde, un hombre se me acercó y me dijo que su familia había sido tan bendecida por nuestro ministerio que oró y le preguntó a Dios cómo podía bendecirme personalmente. Me compartió que Dios le había dicho que me comprara una motocicleta.
Le dije que apreciaba el gesto, pero que no podía aceptarlo, porque eso ya no era parte de mi vida.
Él me respondió: “Bueno, supongo que puedo escuchar a Dios tan bien como tú.”
Le dije: “Disculpa. Ya vuelvo.”
Me alejé y le pregunté al Señor al respecto. Él dijo: Le dije que te comprara una motocicleta porque sé que ahora puedo confiar en ti y no se interpondrá entre tú y Yo. También sé que te hará feliz; y si te trae alegría, me traerá alegría. En tercer lugar, quiero que conviertas tu antigua pasión en una herramienta para la evangelización.
Le dije al hombre: “Has oído de Dios. Tráeme mi moto.”
Esa motocicleta me hizo muy feliz, y fue utilizada poderosamente como una herramienta evangelística. Más tarde establecí el club de motos Chariots of Light y tenemos grupos en todo el mundo, y hemos ganado miles de almas para Cristo cada año a través de esta poderosa herramienta.
¡Eso es el resultado de la naturaleza dadora de Dios! ¡Su naturaleza es la abundancia! Él no es el Dios que quita; Él es el Dios que da.
Proverbios 10:22, RVA-2015 dice: «La bendición del SEÑOR es la que enriquece…» Una de las principales características de la bendición de Dios en la vida de una persona es el incremento. En el Salmo 23, David dijo: «El SEÑOR es mi pastor; nada me faltará… mi copa está rebosando.» (RVA-2015).
¿Recuerdas cuando Jesús alimentó a los 5.000? La Biblia nos dice que después de que estuvieron llenos, quedaron 12 canastas. ¡Eso es abundancia!
Abraham, Isaac y Jacob fueron todos prósperos en tierra y ganado. David tomó millones de su propio tesoro personal para construir el Templo. Job era el hombre más rico del oriente. El libro de los Hechos nos dice que el apóstol Pablo viajó por el mundo de aquel entonces tres veces. Este es el mismo hombre que escribió en Filipenses 4:12: «Sé vivir con limitaciones, y también sé tener abundancia.»
Bendecido para ser una bendición
El Salmo 65:11 dice: «Tú coronas el año de tus bienes; Y tus nubes destilan grosura.» (RVA). “En hebreo, la palabra grosura se traduce como abundancia. Esa es la naturaleza de Dios. Deuteronomio 28:11 dice: “Y el Señor te hará tener un excedente de prosperidad…” (Biblia Amplificada, Edición Clásica). Esa es una de las bendiciones de Abraham.
Excedente significa “más que suficiente, desbordamiento y abundancia”. ¡Significa que te sobra tanto que ahora puedes ayudar a satisfacer las necesidades de los demás!
¡Espera ser bendecido! Somos bendecidos para ser una bendición. Somos centros de distribución para Dios, y no consumimos toda la bendición en nosotros. La distribuimos y la mantenemos fluyendo. Somos dadores. Eso es lo que somos. Eso es lo que hacemos. Es nuestra naturaleza.