A la 1:30 de la tarde, ese 4 de enero de 2016, Shawn y Therese Hardesty “arriaban” a sus cinco hijos a través del Disney Aulani Resort en Oahu, Hawái.
Disfrutaban ver a Krista, de 9 años; Kate, 8; Julia, 7; Jenna, 6; y el pequeño Patrick, de 4 años, encenderse de emoción al interactuar con los personajes de dibujos animados que tanto amaban. Con ojos del tamaño de platillos y bocas con forma de grandes y gordos ceros, los niños se reían y aplaudían con alegría.
“¡Vamos a nadar!”, clamó una de ellas.
“¡Sí, quiero nadar!”, se sumó otra. “¡Yo también!”, exclamó Patrick en asentimiento, saltando de arriba abajo.
Acomodándose en sus habitaciones, Therese abrió una de las maletas y sacó los trajes de baño que había empacado esa misma mañana antes de su vuelo desde Sacramento, California. Patrick, ansioso, se movía mientras su madre lo vestía con su traje de baño. Deteniéndose, Therese decidió ponerle también su pequeña camiseta azul.
Esas cinco personitas movedizas inundaban el corazón de Therese hasta reventar; por eso cada mañana, ella y Shawn oraban por la sangre de Jesús sobre ellos. Cada noche, cuando oraban con los niños, siempre agradecían a Dios por los ángeles que los rodeaban.
Agradecida de estar en ese lugar, Therese sintió ganas de bailar de emoción. Estas no eran solo unas vacaciones; eran una reunión familiar. Sus padres, Bill y Cindy Krause, eran pastores de Family Community Church en Sacramento. Cada uno de sus cinco hijos se había casado, y ahora gozaban de 22 nietos. Dispersos por cuatro estados, no podían verse tan a menudo como les hubiera gustado. Cada año en Navidad, cada uno compraba regalos para los 34 miembros de la familia. Sin embargo, para la Navidad de 2015, habían decidido renunciar a los mismos. En cambio, ahorraron su dinero para encontrarse en este lugar especial para una reunión.
Afuera, el lugar estaba lleno de familiares. Cada uno de los niños de Hardesty se había sumado a sus primos, tías y tíos. Todos, excepto por Patrick, a quien Therese mantenía cerca en su chaleco salvavidas. Mientras jugaba en el agua, Therese se sentó junto a su cuñada y charlaron.
Shawn se había reunido con los otros miembros de la familia en el restaurante.
Algunos de los 34 se fueron a bucear.
2 p.m.: En la Playa
Bill Krause, patriarca del clan, no se veía por ninguna parte. El Señor le había ordenado que se fuera solo y orara en el espíritu. Aunque quería ver a todos sus hijos y nietos, no desobedecería al Señor.
3 p.m.: En el hidromasaje
Una enfermera pediátrica de la unidad de cuidados intensivos de Houston miró su reloj. Tenía todavía dos horas para irse y tomar su vuelo de regreso a casa. Tras consultar con sus dos hijos, se acomodaron en el hidromasaje.
Cuando Patrick necesitó ir al baño, Therese le quitó el chaleco salvavidas. Dirigiéndose a uno de los primos mayores, le dijo: “¿Puedes llevar a Patrick al baño?”
“¡No hay problema! ¡Vamos, amiguito!”
Aproximadamente las 3:20 p.m.: Piscina para Niños
Cuando regresaron, Patrick quería jugar en la piscina para niños, la cual no tenía más de 30 cm de profundidad. No necesitaba su chaleco salvavidas para eso. Cuando nadie estaba mirando, se alejó.
Un rato después, la enfermera en el jacuzzi cerró los ojos para disfrutar del sol y el agua tibia. Su hija se levantó y señaló el lazy river (NDT: “el río lento”, una actividad acuática en la que circula el agua lentamente, formando un giro en círculo). “Mamá, creo que ese niño te necesita.”
Aproximadamente las 3:40 p.m.
Dos de las sobrinas de Therese se detuvieron y dijeron: “Un niño pequeño se ahogó en el lazy river.”
“¿Qué?”
“Sí, se parecía mucho a Patrick, pero su cabello era de un color diferente.”
“¿Dónde está Patrick?”, preguntó, escaneando la piscina para niños.
No estaba allí.
Therese se apresuró hacia Shawn. “¿Has visto a Patrick?”
“No”, respondió Shawn, levantándose.
Juntos, comenzaron a buscar al pequeño.
Al darse cuenta de su preocupación, un empleado los detuvo.
“¿Hay algún problema?”
“Estamos buscando a nuestro hijo.”
“¿Cuántos años tiene y qué lleva puesto?”
“Tiene 4 años”, explicó Therese, describiendo lo que llevaba puesto Patrick.
La empleada se comunicó por radio y una empleada se apresuró hacia ellos.
Ella sostenía una camiseta que había sido cortada con tijeras.
Una camiseta azul.
La camiseta de Patrick.
La muerte hace su jugada
“¡Esa es la camiseta de mi hijo!”
“Ven con nosotros.”
“¿Está bien?”
“Ha habido un incidente. Lo han llevado en ambulancia al hospital.”
Shawn no perdió el ritmo. Continuó caminando, siguiéndolos mientras declaraba la Palabra de Dios.
“Patrick vivirá y no morirá”, declaró. “El declarará las obras del Señor. Somos diezmadores, y el devorador es reprendido de nuestras vidas.”
Llorando, Therese intentó llamar a su padre, el pastor Bill Krause.
Su teléfono estaba muerto.
Shawn continuó declarando la Palabra de Dios. Nunca tropezó, tartamudeó ni se detuvo.
Therese pensó en una canción, “Til the Wheels Fall Off” (Hasta que las ruedas no se salgan).
“Señor”, oró, “quiero resolver esto ahora mismo. Siempre te amaré y te serviré.”
Marcó de nuevo el número de su padre. Esta vez, él respondió.
“Papá, Patrick se ha ahogado.”
4 p.m. hora de Hawái / 7 p.m. hora de California
Los miembros del coro se reunían en la iglesia Family Community Church en Sacramento para practicar. Bill Krause había llamado para pedir oración. Oraron e intercedieron por Patrick durante dos horas.
La caminata más larga
“Oh, miren”, dijo el empleado que guiaba a Shawn y Therese: “La ambulancia aún no se ha ido.”
Mirando hacia adelante, Shawn vio la ambulancia. Él continuó declarando la Palabra de Dios. La distancia a la ambulancia parecía alargarse. ¿La alcanzarían alguna vez?
Al acercarse, oyeron algo que casi los hizo arrodillarse.
Un llanto.
Patrick estaba llorando.
¡Estaba vivo!
“Llegamos a la ambulancia y escuchamos a Patrick llorando”, recuerda Therese. “Fue el sonido más glorioso que jamás hayamos escuchado. Acababan de ponerle una vía intravenosa. Sus ojos estaban vidriosos y no nos respondió. No parecía identificar que estábamos allí.”
“Los médicos lo llevaron al hospital más cercano, pero no había un pediatra en el personal ni era especializado en niños. Era más cercano, y querían que lo trataran y lo estabilizaran antes de trasladarlo al Hospital de Niños. Solo uno de nosotros podía viajar en la ambulancia, así que fui. Tenía que ir en la parte delantera, así que no podía ver a Patrick. Podía escucharlo y sabía que él podía oírme. Hablé con él, diciéndole que Jesús y yo estábamos allí y que estaría bien. Shawn y papá nos siguieron en un taxi provisto por el resort.”
En el taxi, Bill Krause se volvió hacia Shawn.
“Hijo, ¿qué pasó?”
Shawn le contó lo que sabía.
Durante el resto del viaje, oraron en lenguas.
En la sala de emergencias del hospital, los ojos de Patrick estaban abiertos, pero aturdidos. Todavía no hablaba ni respondía a las instrucciones verbales.
“¿Me puedes decir tu nombre?”, le preguntó el médico. “¿Cuál es tu nombre?”
Nada.
Cuando llegaron Shawn y Bill, Therese sabía que solo permitirían a dos personas en la sala. “Voy a salir”, le dijo al médico. “Mi esposo y mi papá están aquí. Shawn es el jefe de nuestra familia. Mi papá también es nuestro pastor. Él necesita estar aquí.”
Cuando salió, Shawn y Bill impusieron sus manos sobre Patrick y oraron.
El personal médico quería saber si Patrick estaba coherente. ¿Sabía quién era?
No parecía que lo hiciera.
El doctor salió de la habitación.
Bill identificó que Patrick tironeaba de su cuello.
“Patrick”, le dijo, “si quieres quitarte el collar, tienes que decir tu nombre.”
“¡Mi nombre es PATRICK RYAN HARDESTY!”
“Eso es genial”, le dijo Bill acariciando el cabello de su nieto. “Sin embargo, tienes que decirlo nuevamente cuando el médico regrese.”
Los profesionales médicos verificaron los niveles de oxígeno de Patrick y escucharon el rugido del agua en sus pulmones.
Diez minutos más tarde, el doctor regresó. Guiado por su abuelo, Patrick dijo: “¡Mi nombre es PATRICK RYAN HARDESTY!”
Así, le quitaron el cuello ortopédico.
Aproximadamente las 8:00 p.m.
Después de tres horas, Patrick estaba lo suficientemente estable como para ser trasladado al Hospital de Niños. Shawn lo acompañó. Therese regresó al hotel para cuidar a sus cuatro hijas, quienes no sabían lo que le había sucedido a su hermanito.
“En el Hospital de Niños, me dijeron que tenían que mantener a Patrick bajo observación durante 24 horas”, explica Shawn. “Querían vigilarlo por problemas respiratorios y síntomas de lo que denominaban ahogamiento seco. Es una situación en la que las cuerdas vocales de un niño pueden tener espasmos y cerrarse debido al agua en los pulmones.”
“El equipo médico dijo que estaban sorprendidos de que Patrick no tuviera costillas rotas o hematomas causados por la reanimación pulmonar, lo cual es común cuando los niños son resucitados. Quien lo resucitó debe haber sabido lo que estaba haciendo.”
“Me subí a la cama con Patrick y envolví mis brazos alrededor de él. Tuve una sensación de paz grandiosa. Sabía que todo iba a estar bien. Dormimos varias horas. A la mañana siguiente, ni siquiera 24 horas después, a Patrick le iba tan bien que lo dieron de alta del hospital. Cada síntoma de su ahogamiento había desaparecido. Nos dijeron que nos relajáramos y que disfrutáramos del resto de nuestras vacaciones.”
Cuando le preguntaron sobre lo sucedido, Patrick recordó estar boca abajo en el fondo de la piscina, incapaz de respirar. Les dijo a sus padres que dos damas gigantes lo habían recogido del fondo, que lo dieron vuelta boca arriba y que lo habían puesto sobre el agua.“Oh”, dijo, “y tenían alas.”
Uniendo las piezas
Esa misma mañana, Therese recibió un mensaje telefónico de una mujer a la que no conocía. Ella pidió que Therese llamara y le diera un informe sobre Patrick.
¿A qué se debía la llamada?
Cuando Therese devolvió la llamada, descubrió que la mujer era una enfermera pediátrica de la unidad de cuidados intensivos en Houston. Había estado en el hidromasaje cuando su hija vio a Patrick flotando sobre el agua. Señalando hacia Patrick, la hija dijo: “¡Mamá, creo que ese niño te necesita!”
Corriendo a su lado, la mujer inmediatamente comenzó a realizar maniobras de resucitación.
No era de extrañar que no hubiera moretones ni costillas rotas. Una enfermera pediátrica de emergencias era la persona más calificada del mundo para resucitar a un niño.
Shawn y Therese reconstruyeron la línea de tiempo. Una hora antes de que Patrick se ahogara, Dios le había ordenado a Bill Krause que se quedara solo y orara en el Espíritu Santo. Después de ahogarse en la piscina, dos grandes damas con alas levantaron el cuerpo sin vida de Patrick del fondo de la piscina y lo colocaron boca arriba sobre el agua. Entonces, una niña envió a su madre, una enfermera pediátrica de emergencias, al rescate. El coro simplemente estaba practicando en la iglesia y, al recibir una llamada de su pastor, terminó orando e intercediendo por Patrick.
Cada detalle del rescate y reanimación de Patrick había sido orquestado por Dios. Con corazones agradecidos, toda la familia había alabado a Dios y celebrado juntos bajo el cálido sol de Hawái.
Despidiéndose de la tormenta
“Cuando llegamos a casa, sabía que no debía expresar mis temores, pero el miedo me atormentaba”, comenta Therese. “Lo revisaba todo el tiempo. Me levantaba en medio de la noche para asegurarme de que estaba respirando. Simplemente no podía sacudirme el temor.”
“Luego, el 25 de febrero, Jesse Duplantis vino a ministrar en nuestra iglesia. Antes del servicio, se sentó en la oficina, hablando con mis padres. Le contaron lo que le había pasado a Patrick. Durante el servicio, Jesse nos llamó a Shawn y a mí para que pasáramos al frente. Se acercó a mí y me dijo: ‘Nunca volverás a enfrentar algo así con este niño. No tienes nada que temer.’”
“Luego pidió ver a Patrick. Mientras oraba por él, Jesse dijo: ‘La unción que está sobre mí ahora está sobre él. Este niño va a hacer algo’.” Continuó diciendo que el Señor le había mostrado que Patrick había regresado porque él usó su propia autoridad. Él había dicho: “¡Quiero a mi mami!” Su autoridad como creyente le quitó la autoridad a la muerte.”
La semana antes de Pascua, Patrick se sentó en un círculo mientras su maestra enseñaba acerca de Jesús y mostraba una imagen que lo representaba.
“¡Oh, lo conozco!”, exclamó Patrick. Cuando morí y fui al cielo, me mostró los agujeros en Sus manos. ¡Podías ver la luz a través de ellos! Me dijo que todo iba a estar bien.
Su maestra llamó a Therese.
“¡No me dijiste que Patrick fue al cielo ni que vio a Jesús!”
“¿De qué estás hablando?”
Esa noche, Shawn y Therese conversaron y decidieron preguntarle a Patrick sobre el cielo.
“Hijo, ¿por qué no nos dijiste que fuiste al cielo?”
“No lo sé.”
“¿Quieres contarnos acerca de tu experiencia en el cielo?”
“No, eso es algo de lo que no quiero hablar.”
Pasaron los meses, y de vez en cuando Patrick mencionaba su visita al cielo. Su familia decidió nunca presionarlo para que hablara al respecto.
Bill y Cindy Krause todavía adoran reunirse con todos sus hijos y nietos. Cuando lo hacen, siempre hay un soplo de oración, una nota de alabanza y un suspiro de agradecimiento de que Patrick esté entre ellos.
“Crecimos aprendiendo la Palabra de Dios a través de KCM”, recuerda Therese. “La Palabra es la base de nuestras vidas, y gran parte se debe a nuestra colaboración con KCM. Ahora nuestros hijos están aprendiendo lo mismo. La primera semana que tuvimos la Cadena BVOVN® (ahora VICTORY™), nuestra tercera hija, Julia, fue bautizada en el Espíritu Santo y comenzó a hablar en lenguas.”
Hoy, Patrick Ryan Hardesty tiene 6 años, es rubio, de ojos azules, atractivo y pensador. Lo que el enemigo quería usar para el mal, Dios lo convirtió en un gran bien.
Él es un niño destinado a hacer algo grande.
Pero él no es el único. Los 34 miembros de la familia, y toda la familia de Family Community Church, sacuden las puertas del infierno aún con más fe y más fervor. Están librando a los cautivos, ¡y el infierno está temblando!