Este es mi regalo para ti, Jesús. ¡ME entrego a Ti! Te doy mi vida, mis pensamientos, las veinticuatro horas del día los siete días de la semana, cada latido de mi corazón, mi habilidad, mi talento, mis cosas buenas y mis cosas malas, mis fortalezas y mis debilidades, te lo entrego todo a ti, ahora.
Entregarnos a Jesús es el máximo acto de adoración hacia Él. ¡Sólo cuando le hemos dado todo, es que comenzamos a RECIBIR todo lo que necesitamos de parte de Él!
Señor, mis fortalezas y mis debilidades, te lo entrego todo a ti, ahora.
Cuando le entregas a Jesús aquello que es tuyo, Él te entrega lo que le pertenece a Él. A medida que preparas tu regalo para Él hoy, a cambio Él te dará Su propia fuerza. Superkid, tu fuerza no es suficiente. El Salmo 33:17 en La Traducción de la Pasión dice: “La fuerza humana y las armas del hombre son falsas esperanzas de victoria; pueden parecer poderosas pero siempre decepcionarán”.
Cuando no le das a Jesús tu fuerza, tendrás que confiar en la tuya. Es posible que eso no sea suficiente cuando te enfrentas a un desafío, una prueba, un problema a resolver o un trabajo que debe hacerse.
Jesús les enseñó a Sus discípulos a confiar en el Padre. Corrigió a Pedro por confiar en su propia fuerza y lo desafió a vivir de manera diferente. Analicemos los últimos momentos de Jesús con Sus discípulos y el momento de su captura en el jardín de Getsemaní antes de ir a la cruz.
Cuando Jesús les dijo a los discípulos que iba a morir, Pedro discutió con Él. Preparándolos para lo que estaba por suceder, Jesús les dijo que todos lo abandonarían (Mateo 26:31-35). Pedro estalló con confianza en su propia fuerza: “¡Incluso si todos los demás pierden su fe y se alejan, todavía estaré a tu lado, Jesús!”
“¿Estás seguro, Pedro?”, dijo Jesús. “De hecho, antes de que el gallo cante dentro de unas horas, me habrás negado tres veces”.
Jesús sabía que Pedro lo negaría. Pero Pedro continuó discutiendo con Él. “En lo absoluto. ¡Nunca te negaré, incluso si tengo que morir contigo!”
Jesús les recordó cómo los había cuidado cuando los envió. En lugar de confiar en Él como lo habían hecho entonces, ¡ahora se alegraban de tener dos espadas! Sus espadas los hicieron sentirse fuertes y listos para la batalla. Jesús quería que pelearan de una manera diferente. Les pidió que oraran con Él. «Les dijo a los apóstoles: “Sigan orando por fortaleza para que sean librados de la severa prueba de fe que está por llegar.”» (Lucas 22: 35-40).
¿Y si Pedro hubiera obedecido? Jesús les dijo que oraran por fortaleza para que se salvaran de la prueba de fe que estaba por suceder. Pedro se durmió. Pensó que era más fuerte que el resto y, además, ¡tenía una espada! Así es como nuestra fuerza puede engañarnos para que no nos apoyemos en el Señor.
Ellos se sorprendieron cuando su amigo Judas llevó a los guardias a arrestar a Jesús. Pedro reaccionó y usó su espada para cortar la oreja del siervo del sumo sacerdote. Jesús dijo: «¡No más! Luego tocó la oreja del siervo y lo sanó». Después, Jesús fue con los guardias (lee los versículos 50-54).
¡Pedro estaba sorprendido! Luego lo siguió a cierta distancia hasta la casa del sumo sacerdote y se unió a otros alrededor de un fuego cercano para poder observar. Cuando la gente comenzó a percibir que él había estado con Jesús, en lugar de ser fuerte como lo había planeado, negó a Jesús tres veces, tal como Jesús le había dicho que lo haría.
Imagínate cómo se sintió Pedro cuando, en el instante de su tercera negación, Jesús se volteó para mirarlo. Cada palabra de aquella advertencia recibida reapareció de repente. Pedro salió del lugar llorando.
Al confiar en su propia fuerza, Pedro decidió ignorar los intentos de Jesús de ayudarlo a ser fuerte. Jesús sabía que así sucedería, pero también sabía que Pedro aprendería la lección. En Lucas 22:32 Jesús oró por él. «Pero, he orado por ti, Pedro, para que te mantengas fiel sin importar lo que venga. Recuerda esto: después de que hayas vuelto a mí y hayas sido restaurado, haz que tu misión en la vida sea fortalecer la fe de tus hermanos.»
¡La oración de Jesús por Pedro se hizo realidad! La misma fortalece nuestra fe para confiar en Jesús, incluso hoy cuando leemos la Biblia. Pablo también escribió mucho sobre ser fuerte en la debilidad. Tú y yo podemos aprender de ambos.
Jesús sabe que, si confiamos en nuestra propia fuerza, no siempre seremos lo suficientemente fuertes como para superar los desafíos que se presenten.
¿Qué pasa cuando fallamos? El Salmo 73:26 nos dice: «Señor, muchas veces fallo; caigo en desgracia. Pero cuando confío en ti, tengo una presencia fuerte y gloriosa protegiéndome y ungiéndome. ¡Eres todo lo que necesito, para siempre!»
Debemos darle a Jesús nuestras debilidades. Cantamos: “Somos débiles, pero Él es fuerte”, pero en nuestra debilidad es fácil olvidar que debemos apoyarnos en Él. En su lugar, luchamos, nos frustramos o buscamos otras soluciones (como la espada de Pedro) en busca de fortaleza. El Salmo 33: 18-20 dice: “Los ojos del Señor están aún sobre los adoradores más débiles que lo aman, aquellos que esperan con esperanza y expectativa por el fuerte y constante amor de Dios. Dios los librará de la muerte… Sólo el Señor es nuestra radiante esperanza y confiamos en Él con todo nuestro corazón. Su presencia envolvente nos fortalecerá.”
Superkids, invitemos a Su Presencia omnipresente para que tome nuestras fortalezas y debilidades. RECIBAMOS las palabras que Jesús le dijo a Pablo en 2 Corintios 12:9 como nuestras: «Mi gracia siempre es más que suficiente para ti, y mi poder encuentra su máxima expresión a través de tu debilidad.»
Pablo dice que, cuando es débil, realmente conoce el poder y la fuerza de Jesús; por lo tanto, la debilidad no lo molesta. ¡Se vuelve más fuerte cada vez que toma la fuerza de Jesús como suya! “Porque mi debilidad se convierte en un portal al poder de Dios” (versículo 10).
Nuestras vidas pueden ser una puerta para que el Señor muestre Su poder y Su gloria a los demás. Así que seamos VALIENTES Y ASCERTIVOS con el énfasis en la palabra AHORA:
“Este es mi regalo para ti, Jesús. ¡ME entrego a Ti! Te doy mi vida, mis pensamientos, las veinticuatro horas del día los siete días de la semana, cada latido de mi corazón, mi habilidad, mi talento, mis cosas buenas y mis cosas malas, mis fortalezas y mis debilidades, te lo entrego todo a ti, AHORA.”
Estoy completamente contigo,
Comandante Kellie