En los primeros años del ministerio de mi papá, las enseñanzas del ministerio de Kenneth E. Hagin tuvieron un gran impacto su vida. Tal fue ese impacto, que llegó al extremo de ofrecer su auto como garantía para poder conseguir un paquete de cintas de audio del ministerio, hasta que tuviera el dinero para pagarlas.
Estos audios no eran casetes; eran cintas reales de 18 cm. Mi papá ponía estas cintas en el reproductor de audio a cinta que tenía en la parte delantera de su auto, junto a una gran montaña de baterías, y escuchaba los mensajes mientras manejaba de una reunión en la que predicaba a la otra. Luego, allí en ese lugar, el predicaría un vez más las verdades que acababa de escuchar.
Él cuenta cómo mantenía esas cintas sonando durante todo el día, y toda la noche. El equipo reproductor de audio de 18 cm era complicado, y parecía que devoraba las baterías. Pero lo que escuchaba estaba revolucionando su vida y ¡sacudiendo a todo aquel que escuchaba esos mensajes!
De niña, tuve mi propia experiencia con el reproductor de audio; la diferencia era que yo no escuchaba predicaciones de mi papá. Cuando estaba en 6º grado, ponía la cinta en la noche justo antes de ir a dormir, y luego cuando se terminaba, me despertaba a medias para darle la vuelta y rebobinarla en el medio de la oscuridad.
Cuando estaba en 9º grado descubrí mi primera revolución tecnológica: los casetes. ¡Eran maravillosos! Podías llevar en el bolsillo un mensaje y luego ponerlo en cualquier lugar (siempre y cuando tuvieras una grabadora) ¡A éso le llamo evolución!
La gente estaba tan dispuesta a compartir este mensaje fresco de fe, que se esparcía como el fuego, agitando cada esquina de la Iglesia en el mundo.
Luego llegó la gran explosión de la radio cristiana, y la venta de casetes subió hasta el cielo. Pero aun así, no era suficiente. Cristianos de todas las denominaciones buscaban por mensajes que les enseñaran algo más. El hambre era tan intenso que los números aumentaban. Antes de la radio, nuestras reuniones tocaban a cientos de personas; pero después de ella, la gente empezó a acudir en masa a escuchar la Palabra. Llenábamos salones formales de baile y auditorios hasta que no quedaba ni un solo asiento libre. Algunas veces las personas se sentaban tan cerca del predicador que le era complicado desplazarse. La Palabra de fe era predicada y Dios la confirmaba con milagros y demostraciones del Espíritu. El efecto de ser entrenados y desarrollados en la fe comenzó a definir nuestro futuro.
Para ese entonces, George y yo ya estábamos casados. Como cientos de otros creyentes, entendíamos que la Palabra en nosotros y en nuestras bocas cambiaría cualquier situación. Con entusiasmo nos convertimos en “hacedores de la Palabra”. Hicimos tarjetas con escrituras y las pusimos en la nevera, el espejo y el auto—cuidándonos de decir solamente lo que la Palabra dice. ¡Era algo muy motivante!
La televisión Cristiana llega al mundo
En 1979, comenzó el programa de televisión la Voz de Victoria del Creyente. La televisión cristiana no era muy común en esos días, ni tampoco lo era la Palabra de fe sin adulteraciones. Una nueva avenida para llevar la Palabra se había abierto. Ahora, millones de personas en Estados Unidos la estaban escuchando, y muy pronto se esparciría a otras naciones, pues ellos también estaban hambrientos. Nuestras reuniones tuvieron que mudarse a grandes centros de convenciones con el fin de acomodar a toda la gente. Algunos dormían en las veredas para garantizarse asientos en las primeras filas. Cada vez que se abrían las puertas, pareciera que participaran en una carrera de 100 metros.
Tal como lo dice Hechos: “la Palabra se multiplicaba” y ¡era maravilloso!
Alabado sea Dios, la Palabra continuó multiplicándose. Aparecieron iglesias de “la Palabra” por todas partes y la televisión Cristiana pronto estuvo disponible 24 horas al día, los 7 días a la semana. Y hoy con el CD, la internet, los formatos MP3 y MP4, los teléfonos inteligentes, etc., tenemos más acceso a la Palabra que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad.
Pero creo seriamente que algo se ha perdido. No veo la misma pasión, ni ese amor por la Palabra. No estamos hambrientos como antes.
Jesús dijo a los que estaban hambrientos: “¡vengan!”. El no dejó de alimentarnos; nosotros dejamos de ir.
Quizás la facilidad para encontrar la Palabra ha hecho que varios pierdan de vista Su verdadero valor. Muchos cristianos están buscando por la iglesia con el servicio más corto, mientras que otros solamente dicen: “Bueno, siempre puedo verla en internet”. Eso es cierto, pero ¿es éso realmente “ir”? Ese grupo de personas está recibiendo muy poca Palabra. Y especialmente en el mundo de hoy, eso no es suficiente. Dios desea que nos automotivemos a estar hambrientos por Él. Sin importar la opinión popular, nunca podremos estar satisfechos sin Su Palabra. Jesús dijo que somos alimentados espiritualmente por toda palabra que procede de la boca de Dios (Lucas 4:4).
Cuando valoramos con sinceridad la Palabra, estamos valorando y honrando a Dios. “En el principio (antes de todos los tiempos) ya existía la Palabra (Cristo). Y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios mismo” (Juan 1:1, AMP). Dios y su Palabra son uno solo. Todas las cosas comenzaron con la Palabra.
Piensa acerca de las palabras, declaradas primero, y ahora impresas en una página: esas palabras son el mismo Dios. Son absolutamente Dios en cada aspecto, ejemplificando completamente el carácter y la naturaleza de Dios. Rechazar su Palabra, es rechazarlo a Él. La Palabra está tan viva como cualquier persona (Hebreos 4:12, AMP), y esta persona es Dios mismo. ¿Jesús es uno con Dios, correcto? Juan 1:14 dice que Él es la Palabra hecha carne.
Poniendo la Palabra en primer lugar
Deuteronomio 6:6 dice: «Estas palabras… deberán estar [primero] en tu [propia] mente y corazón» (AMP). Nota que dice que la Palabra deberá estar primero. ¿Qué significa poner la Palabra primero? Bueno, la definición de primero es: “que precede a todos los demás en tiempo, orden e importancia”. Poner la Palabra de Dios en primer lugar no es solamente leerla al comienzo de cada mañana, sino hacer de ella el filtro a través del cual ves todo. Es ubicarla en el lugar más alto y hacerla la autoridad más prominente en tu vida, prefiriéndola por encima de cualquier otra cosa.
Tendrás que invertir tiempo de tu vida en la Palabra, escuchándola y haciendo cualquier cosa que ésta te diga. Proverbios 4:20-21 nos instruye de esta forma: «presta atención a mis palabras; sométete y consiente a lo que digo. No dejes que se aparten de tu vista; guárdalas en lo más profundo de tu corazón» (AMP). La Biblia “El Mensaje” dice: “Cúbrete a ti mismo con ellas desde la cabeza hasta los pies, úsalas como una bufanda alrededor de tu garganta” (Proverbios 6:21, traducción libre). Simplemente, mantén la Palabra entrando a tus ojos y tus oídos todo el tiempo. Si lo haces, Proverbios 6:22 promete que Sus Palabras «te guiarán; cuando duermas te mantendrán; cuando te despiertas, te hablarán» (AMP). Y como la Palabra está viva, ¡Sabe exactamente qué decirte! ¿Cómo? Por medio del Espíritu Santo, quien hará que escuches Su voz (Juan 16:13).
Lo mejor de todo es que no es difícil estar hambriento. Desearás todo aquello a lo que le des tu atención. Por ejemplo: al comienzo, algunos autos nuevos y modas pueden parecerte feos, pero después de verlos una y otra vez, ¡querrás dos de cada uno!
Aquí tienes un buen lugar para empezar: la Biblia nos dice, «porque fiel es el que prometió…» (Hebreos 10:23), y «[sus palabras] son fieles y verdaderas» (Apocalipsis 21:5). Regálate un tiempo especial para detenerte y pensar acerca de la fidelidad de Dios a Su Palabra. Si lees el Salmo 119 captarás un destello del amor de David por la Palabra en cada versículo.
Debido a que la Palabra es sobrenatural, ésta empezara a impartir vida a tu espíritu y alma.
Al entrar en el año 2013, sentí esa misma motivación del hambre maravilloso de la que fui testigo en los años ‘60, ‘70 y ‘80. George y yo empezamos a predicar con una pasión y un hambre renovados en nosotros mismos. ¡Es verdad! Lo que ves, dices y haces es de lo que estarás hambriento. Ahora, en el 2014, el hambre ha continuado creciendo y los resultados también. ¡Dios nos está ayudando! Y con un poco de cooperación de tu parte, todos nosotros nos encontraremos rápidamente en el medio de los más asombrosos ríos de Su Gloria mientras Él satisface al hambriento, y confirma Su Gloriosa Palabra en medio de nosotros.