Antes de irse a la universidad, los dos habían crecido en un pequeño pueblo del Sur de Pittsburgh. Peg se había graduado con una licenciatura en artes, con menciones de honor en inglés, francés y español. Todavía disfrutaba ir a trabajar cada mañana, y enseñarle a mentes jóvenes y brillantes. Mike se había graduado con una Licenciatura en Ciencias con mención en Química. A sus 29 años, ya había sido superintendente de una planta de oxígeno y trabajaba en el campo de la criogenia.
A pesar de que no eran nacidos de nuevo cuando se casaron, Peg había recibido al Señor en 1972 durante una cruzada de Billy Graham. Unos años después, Mike había hecho su declaración de fe. Al comienzo de los 80, Peg descubrió los Ministerios Kenneth Copeland y se convirtió en una colaboradora. Aprender a vivir por fe había sido un proceso de prueba y error. Había cometido errores, aprendido de ellos y continuado creciendo en el Señor.
Mientras Mike dormitaba en su silla, Peg buscó la libreta titulada: “El catálogo de semillas”. Los bordes estaban andrajosos por el uso, pero eso no le importaba. Su catálogo era diferente a los catálogos que los granjeros usan para ordenar sus semillas. Lo había empezado al aprender de la Biblia acerca del tiempo de siembra y cosecha.
Peg había registrado en esta libreta sus años de fieles ofrendas para el Reino de Dios. Ella esperaba cosechas abundantes para sus ofrendas, y tenerlo por escrito aumentaba su fe.
Algo que Peg había notado acerca de la vida es que siempre te ofrecía nuevas oportunidades para usar tu fe. Mientras ella y Mike apagaban las luces y se alistaban para ir a dormir, le agradeció a Dios por todas sus bendiciones, especialmente por la salud. A pesar de que habían alcanzado la edad media, estaban saludables y llenos de vida.
Al menos cuando se fueron a dormir esa noche, gozaban de buena salud. La mañana siguiente, el 13 de Diciembre de 1995, Mike amaneció paralizado.
Fe a largo plazo
Peg recuerda: “Mike se despertó esa mañana paralizado y con un dolor intenso. Nuestras vidas cambiaron de la noche a la mañana cuando fue diagnosticado con un caso agudo de artritis reumatoide. Él manejaba adolorido 40 Km todos los días a su trabajo. Hice una lista de escrituras de sanidad que pudiéramos meditar, declarar y creer. Y el también comenzó a tomar algunos suplementos alimenticios que ayudaron”.
Y continúa: “Una mañana en la que corría para salir de la casa y llegar a tiempo a las clases, el Señor me dio el Salmo 2:8: «Pídeme que te dé las naciones como herencia, y tuyos serán los confines de la Tierra»”.
“En ese momento estaba creyendo firmemente con Mike por su sanidad, para que el recobrara su movilidad y no tuviera dolor. También estaba creyendo por la cosecha de nuestras semillas. No tenía idea de porqué el Señor me estaba hablando de las naciones. No pensaba que estuviéramos llamados a las naciones, pero Dios frecuentemente me mostraba cosas antes de que pasaran”.
“Por ejemplo: en 1987 el Señor me dijo que iba a darme una casa de descanso. ¡Pensé que se refería a una casa para ancianos! Pero, Él me dijo que me iba a dar una casa donde la gente iba a poder encontrar descanso para sus almas. En el espíritu vi cómo finalizaba la construcción de una casa cerca al agua. Frecuentemente íbamos de vacaciones en las inmediaciones de Cape May, en New Jersey, donde hay muchas casas en frente del atlántico. Asumí que un día nos mudaríamos a ese lugar. Pero habían pasado 8 años y nada había sucedido”.
Peg se había dado cuenta que frecuentemente la fe incluía creerle a Dios durante varios años hasta alcanzar la manifestación de Sus promesas. Y eso significa que debemos rehusarnos a darnos por vencidos. Significa que debemos sostenernos con la Palabra de Dios, aun cuando las circunstancias de la vida nos gritan que esta vez no vamos a lograrlo.
Fe por un milagro
El reto a la salud de Mike, como otros que él y Peg habían enfrentado, no desapareció de la noche a la mañana. Mike empezó a mejorar gradualmente mientras ellos se mantenían en fe, siguiendo al Señor y tomando los medicamentos. En lugar de darse por vencido y limitarse a una silla de ruedas, enfrentó el dolor y se mantuvo caminando, trabajando y haciendo las cosas que disfrutaba.
Después del nacimiento de su primer nieto en Missouri en 1998, Peg dijo: “Si nos vamos a mudar nuevamente, quiero que sea cerca de mi nieto”.
“Esa es una gran idea” respondió Mike. Y se mudaron a Missouri, donde su hijo mayor, Eric, practicaba medicina interna. En ese estado, Peg consiguió trabajo como maestra y disfrutaba estar cerca de su familia en expansión.
Cinco años más tarde, el matrimonio de Peg y Mike atravesaba un momento pedregoso. Mike se había retirado y todavía mantenía esa personalidad competitiva y obsesiva por el trabajo. Peg era la única persona alrededor a la que podía mandar. Ella se sentía cansada y frustrada… y quería irse.
No quiero que te divorcies, le dijo el Señor.
“¡Entonces cambia a Mike, porque yo no puedo!”.
El Señor le dio Efesios 2:14: «Porque él es nuestra paz. De dos pueblos hizo uno solo, al derribar la pared intermedia de separación».
Mientras me mantenía firme en esa escritura, Peg recuerda: “Mike se fue de la ciudad por 10 días. Cuando regresó, era otro hombre. Las puntas filosas se habían ido; era amable y más ameno. ¡Dios había solucionado el problema en solo 10 días! ¡Nos reconciliamos y nos fuimos en un crucero!”.
Como Mike siempre había sido un buen esposo, padre y un gran proveedor, el matrimonio que Peg vivía en ese momento parecía como caído del cielo. Después de 38 años de casados, estaban más enamorados que nunca.
Durante varios años, Mike había disfrutado invertir en la bolsa como pasatiempo, y se había transformado en un exitoso inversionista. El Señor le bendijo con una sabiduría inusual para las finanzas. Ambos habían trabajado duro, y ahorrado $300.000 dólares para su jubilación.
En ese mismo año, el 2003, Mike le preguntó a su esposa: “¿Qué piensas de invertir nuestros ahorros?” Peg oró y sintió paz al respecto. Por varios años había visto los resultados de las inversiones de Mike, y sabía que él nunca pondría su futuro en riesgo.
“Házlo” le respondió, manteniéndose en fe por la cosecha financiera. Y durante los siguientes 4 años, Mike quintuplicó sus ahorros.
“¡No enseñes más para que podamos viajar!”, Mike le rogó a Peg.
Peg accedió, y comenzaron a repartir su tiempo viajando y disfrutando de sus hijos y nietos.
Un viernes a la mañana en Agosto del 2008, Mike le dijo a Peg que no se sentía bien.
“Llama a Erik”, insistió Peg.
“No necesitamos molestarlo”, Mike le respondió. “Es tan solo una gripe”.
Tres días más tarde Mike no mejoraba, y Peg llamó a su hijo para que lo revisara. Erik lo examinó y lo envió al hospital. Esa misma noche, lo internaron en cuidados intensivos.
“¿Erik, qué tiene?”, preguntó Peg.
“No estoy seguro”.
Peg buscó la lista de escrituras de sanidad que había orado años atrás y las proclamó con todas sus fuerzas. Mientras tanto, Erik trasladó a su papá a un hospital en Joplin. Mike estaba asistido por un respirador y no respondía a los antibióticos.
Peg dice: “Las cosas pasaron tan rápidamente que sentía que me había subido a un carrusel fuera de control. Declaré la Palabra de Dios sobre él”.
Finalmente, recibimos un diagnóstico que nos sorprendió a todos. De alguna manera, Mike se había contagiado de la Enfermedad del Legionario. A pesar de que la fuente de la enfermedad era un misterio, la fuente de su sanidad nunca estuvo en duda. Peg continuó manteniéndose en la Palabra de Dios, y Mike se recuperó.
Fe por una casa
El siguiente año, el Señor le dio a Peg Proverbios 24:27:
«Comienza por preparar tus campos y por disponerte para la siembra, y después de eso construye tu casa».
Peg recordó la visión que tuvo en 1987: una casa cerca al agua. Buscó el folleto que tenía la lista de escrituras que Gloria Copeland había usado para construir la casa de sus sueños. Ahora tenían 6 nietos y tener más espacio no les vendría mal. El país completo estaba en recesión y nadie en esa área estaba construyendo. Mientras la mayoría de las personas sufrían financieramente, gracias a la bendición del Señor y la sabiduría financiera de Mike, sus finanzas continuaban multiplicándose.
Compraron un lote en un lago privado y construyeron la casa de sus sueños. Peg colgó escrituras en los marcos de las puertas, y en las habitaciones puso escrituras que hablaban de dulces sueños. También colgó escrituras en las entradas acerca del poder de protección de la Sangre de Jesús, y la paz. Mientras la mayoría de los americanos apretaban sus presupuestos debido a la recesión, Mike y Peg se mudaron a una casa de 620 m2, ¡frente del lago!
Peg y Mike se dieron cuenta que la vida de fe no es una carrera de velocidad. Es una maratón que se extiende todo el camino hasta que el día termina. La fe atrae el poder de Dios a todas tus circunstancias, a cada valle, y a la cima de toda montaña. Es la gracia de estar bien, correr y terminar la carrera.
Terminando bien
En diciembre del 2011, el Señor le dijo a Peg que llevaría a casa a Mike. No la sorprendió. Con el paso de los años, él había seguido enfrentando problemas de salud. Después de sufrir episodios de insuficiencia cardíaca y síntomas recurrentes de la artritis reumatoide, Mike se había cansado de pelear. Peg empezó a leer libros sobre el cielo, fortaleciendo así su fe para una gloriosa partida a casa.
El 15 de diciembre, Mike le dijo: “Peg, Dios me dijo que voy a morir”.
“Lo sé”, ella le respondió, tomándole sus manos. “También me lo dijo”.
“Hay cosas peores… ¿lo sabes, verdad?”.
“He estado leyendo libros acerca del cielo. ¡Y es glorioso!”.
Ese diciembre Mike fue admitido en el hospital con el fin de ajustar sus medicaciones Mike y Peg le dijeron a Erik que Mike estaba partiendo a casa. Erik, como internista y doctor de su padre, dijo: “cuando los pacientes nos dicen cosas como ésas, las tomamos muy seriamente en el campo médico”. Como respuesta, Mike tuvo que firmar una orden que no permitiría resucitarlo. Luego llamaron a sus hijos y nietos para despedirse.
Todos pasaron esa tarde entre risas, recordando el pasado, y llorando. Una de las enfermeras llamó a Peg en privado. “Sra. Miller, estoy muy confundida; los signos vitales de su esposo son buenos, está riéndose y hablando. Sin embargo, hay una orden para que no lo resucitemos… ¿es correcta?”. Peg le explicó: “esto no es algo físico; es espiritual. Mike ha tenido una larga y fructífera vida, y Dios lo llevará a casa. Déjame explicarte lo que pasará: él estará bien, y luego un minuto después se habrá ido a casa. No estará enfermo, ni con dolor. Simplemente habrá dado un paso hacia la Gloria”.
Nueve minutos antes de la media noche, el 13 de Enero del 2012, la enfermeras observaban los monitores de Mike, y vieron cómo el latido de su corazón bajó a 30. Corrieron a su cuarto, pero Mike Miller se había ido a casa —con más vida de la que alguna vez había estado en la tierra—.
“Compartimos 46 años y medio maravillosos”, Peg repite, “pero los últimos 8 fueron más de lo que hubiera podido soñar. Mike vivió bien y terminó bien. Antes de irse, multiplicó nuestros ingresos, y me construyó la casa de mis sueños”.
Hace poco estaba sentada en el patio, observando el lago y recordé el día que Dios me dio el Salmo 2:8: «Pídeme que te dé las naciones como herencia, y tuyos serán los confines de la tierra». “En ese momento, finalmente entendí que debido a mi colaboración con KCM, he estado apadrinando el ministerio. Y entonces, a través de ellos, voy a las partes más lejanas de la tierra y he recibido las naciones como mi herencia”.
Últimamente, Peg Miller disfruta escuchando la risa de sus hijos y nietos de visita en su casa. También tiene estudios Bíblicos y grupos de la iglesia. Esta casa es el lugar donde Dios ha restaurado su alma, preparándola para el siguiente capítulo de su vida. La bendiciones del Señor han sido abundantes y no hay lugar—ni aun en su catálogo de semillas—para escribirlas a todas.