«En verdad les digo que cualquiera que diga a este monte: “¡Quítate de ahí y échate en el mar!”, su orden se cumplirá, siempre y cuando no dude en su corazón, sino que crea que se cumplirá. Por tanto les digo: Todo lo que pidan en oración, crean que lo recibirán, y se les concederá» (Marcos 11:23-24).
Esta escritura tan conocida tiene que ver con orar en fe, u orar para obtener resultados. Lo más importarte que debes recordar acerca de orar con precisión es ir a la PALABRA de Dios, ENCONTRAR lo que la PALABRA dice acerca del problema, y luego oraR de acuerdo con la PALABRA.
F rimera de Juan 5:14-15 dice que, cuando pedimos algo que está de acuerdo con Su voluntad, sabemos que Él nos escucha y sabemos que recibiremos las peticiones que le hacemos. Cuando oras de acuerdo con la Palabra, la cual es Su voluntad, puedes saber que tu oración ha sido contestada. Jesús dijo: «En aquel día ya no me preguntarán nada. En verdad, en verdad les digo, que todo lo que pidan al Padre, en mi nombre, él se los concederá» (Juan 16:23). Cuando usas el nombre de Jesús en tu oración, llegas al oído de Dios. Pedro escribió que los ojos de Dios están sobre los justos y Sus oídos están atentos a sus oraciones. No necesitas orar hasta lograr que Dios te ponga atención. Él está escuchando tu oración. Tienes Su atención todo el tiempo.
Cuando oras de acuerdo con Marcos 11:23-24, estás creyendo que recibes cuando oras. Esto abre la puerta para la acción de gracias y la alabanza. Filipenses 4:6 dice: «No se preocupen por nada. Presenten sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias». La acción de gracias y la alabanza son una parte integral de la oración. Cuando crees que recibes, a continuación alabas por la respuesta. Le agradeces a Dios lo que ha hecho por ti.
El agradecimiento y la alabanza envuelven más que decirle palabras amorosas a Dios. Hay poder en alabar a Dios. La alabanza fue ordenada por Dios por una razón definida. Tiene un propósito. Los Salmos 8 y 9 aclaran algunas cosas acerca de la alabanza que cada creyente debería saber. El Salmo 8:1-2 dice: «Señor y Dios nuestro, ¡cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! ¡Has puesto tu gloria sobre los cielos! Las alabanzas de los niños de pecho son tu mejor defensa contra tus enemigos; ellas silencian al enemigo y al vengativo». Jesús citó el Salmo en Mateo 21:16: «De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza» Él equipara la alabanza con fortaleza.
Gracias a estas escrituras vemos que Dios creó la alabanza. Él la ordenó. ¿Por qué? Porque «las alabanzas son tu mejor defensa contra tus enemigos; ellas silencian al enemigo y al vengativo» La alabanza detiene a Satanás en su lugar. Es un arma que debemos usar para detener las maniobras de Satanás. El Salmo 9 dice: «Señor, te alabaré de todo corazón y hablaré de todos tus portentos. Por ti me alegraré, oh Dios altísimo, y cantaré alabanzas a tu nombre. Ante ti, mis enemigos huyen; ruedan por el suelo y perecen. Tú eres un juez justo, y desde tu trono defiendes mi causa y me haces justicia» (versículos 1-4).
Cuando tus enemigos huyen… no si huyen. No hay lugar a duda al respecto. Recuerda: Nosotros no peleamos en contra de sangre y carne, sino en contra de las fuerzas de Satanás. Cuando alabas a Dios tus enemigos tienen que huir. Ellos caerán y morirán delante tuyo. Puedes ver porqué la alabanza es tan importante en la vida del creyente. Es un arma vital en tu batalla en contra de Satanás y sus fuerzas.
Dale la bienvenida a Su presencia
Una cosa que debes entender es que la alabanza no es gobernada por las emociones. Dios es digno de tu alabanza sea que quieras alabarlo o no. Hebreos 13:15 dice: «Por lo tanto, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Jesús, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de labios que confiesen su nombre». Bajo el Pacto Antiguo, cuando las personas tenían problemas, iban al sacerdote y él le ofrecía un sacrificio a Dios. Eso hacía que Dios interviniera en el asunto.
Hoy día, bajo el Nuevo Pacto, debemos hacer lo mismo. Nosotros somos sacerdotes delante de Dios (Apocalipsis 5:10). Mientras ofrecemos sacrificios de alabanza ante Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, nuestra comunicación con Dios es grandiosa. El Salmo 22:3 dice que Dios habita en la alabanza de Su pueblo. La alabanza invita personalmente a Dios a la escena. En los momentos de alabanza intensa, la gloria Shekinah de Dios llena el lugar con Su dulce presencia.
Cuando Salomón terminó de construir la casa del SEÑOR, los trompetistas y cantantes alzaron sus voces al unísono, y con trompetas, címbalos e instrumentos musicales, alabaron al SEÑOR diciendo: «Ciertamente, Él es bueno, y su misericordia es eterna» (2 Crónicas 5:13-15). Dios habita en la alabanza de Su pueblo.
Josafat destinó que cantantes para el SEÑOR fueran delante del ejército y dijo: «¡Demos gloria al Señor, porque su misericordia es eterna!» Cuando los Israelitas empezaron a cantar y alabar, el Señor condujo emboscadas en contra de sus enemigos, y sus enemigos se destruyeron ellos mismos. (2 Crónicas 20:21-23)
¡El arma de la alabanza! ¿Cantantes en la primera fila de un ejército? Sucedió de esa manera. Israel no necesitó desenvainar un arma de guerra—únicamente cantar: «Ciertamente, Él es bueno, y su misericordia es eterna».
David era un hombre conforme al corazón de Dios. Él sabía cómo alabar a Dios. Usa las alabanzas de David para magnificar a Dios. Haz que la PALABRA viva en tu interior, tan abundantemente que puedas declarar salmos y alabanzas desde tu espíritu. Decláraselas o cántaselas al Padre en voz alta.
«Confío en ti, mi Dios, y alabo tu palabra; confío en ti, mi Dios, y no tengo miedo; ¿Qué puede hacerme un simple mortal? Todo el tiempo, ellos tuercen mis palabras; sólo piensan en perjudicarme. Se juntan para acecharme, y vigilan cada uno de mis pasos con la intención de quitarme la vida. El día que yo te pida ayuda mis enemigos serán puestos en fuga, pues yo sé que tú, mi Dios, estás de mi parte. Dios mío, en ti confío y alabo tu palabra; Señor, en ti confío y alabo tu palabra. Confío en ti, mi Dios, y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal?» (Salmo 56:4-6, 9-11).
La PALABRA dice que Dios habita en las alabanzas de Su pueblo (Salmo 22:3) El enemigo huye, se cae y muere delante de la presencia de Dios.
La alabanza no solamente honra a Dios y le da poder a nuestra fe, también es un arma poderosa en el ámbito espiritual. Recuerda: Ésta hará que Satanás y sus fuerzas huyan, caigan y mueran delante de ti.
Mantén la puerta abierta
Abrahán “fue fortalecido y animado por la fe a medida que le dio la alabanza y la gloria a Dios” (Romanos 4:20, La Biblia Amplificada, Edición Clásica) Mientras alabas a Dios y declaras sus obras maravillosas, tu fe crece en tu interior para que recibas las bendiciones de Dios.
Honra a Dios con las palabras de tu boca. Permite que tus palabras estén de acuerdo con las palabras de Dios en lo que a Él le concierne. Busca en Su Palabra cosas buenas para proclamar acerca de Él. Háblales de la misericordia del SEÑOR y Su compasión a los que están a tu alrededor. Comparte con los demás las cosas grandiosas que Él ha hecho en tu vida.
Nota lo que David dijo: «Señor, te alabaré de todo corazón y hablaré de todos tus portentos. Por ti me alegraré, oh Dios altísimo, y cantaré alabanzas a tu nombre» (Salmo 9:1-2). Es cuestión de voluntad. No solamente lo alabas porque sientes que quieres hacerlo. Lo alabas porque tu voluntad es alabarlo. Di con David: “Señor, te alabaré de todo corazón. ¡Después observa cómo la PALABRA obra a tu favor!
Durante el ministerio de Jesús en la Tierra un incidente nos muestra claramente la importancia definitiva que la alabanza puede tener. Lucas 17:12-19 describe cómo diez leprosos fueron limpiados. Los diez fueron limpiados, sin embargo, el que regresó donde Jesús y glorificó a Dios, a ese hombre, Jesús le dijo: «Levántate y vete. Tu fe te ha salvado.» Los otros fueron limpiados. Él fue salvado, (recibió plenitud).
Mientras meditaba en esas escrituras, el SEÑOR me dio una visión. Vi al hombre corriendo hacia Jesús. Estaba limpio—toda su enfermedad se había ido de su cuerpo—sin embargo, le faltaba una parte de su oreja. La enfermedad se la había corroído. Mientras el gritaba alabanzas a Dios, la oreja fue restaurada. Él fue restaurado por completo. La alabanza hace la diferencia.
Si no sabes mucho acerca de alabar a Dios, te animo a que inviertas tiempo meditando en la PALABRA respecto a la alabanza. ¡Ésta revolucionará tu vida! David dijo: «Te alabaré, oh SEÑOR, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas» (RVA-2015). Si no sabes cómo alabar a Dios, busca algunas cosas que Dios ya ha hecho en la Biblia y empieza a alabarlo por hacerlas. Cuando yo empecé, abría mi biblia y alababa a Dios leyendo los salmos en voz alta. Después le permitía al Espíritu Santo que me guiara para alabar a Dios por las cosas que Él había hecho en mi vida, y para decir cosas que bendijeran a Dios.
He aprendido una cosa importante, y es alabar a Dios en el espíritu. La verdadera fortaleza viene cuando alabamos a Dios en el espíritu, en otras lenguas. 1 Corintios 14:4 dice que somos edificados o recargados cuando hablamos en lenguas. 1 Corintios 4:17: dice que agradecer en lenguas es dar las gracias correctamente. Alabar a Dios de esta manera nos permite alabarlo más allá de nuestro intelecto. Le permitimos al Espíritu Santo guiarnos a una alabanza y acción de gracias sin límites. Verdaderamente eso es una alabanza perfecta (Mateo 21:16).
Supongamos que estás enfrentando un problema. Sabes lo que la PALABRA dice al respecto, así que oras directamente. Pones tu fe en acción en contra de la montaña—sin importar lo que sea. Oras y le crees a Dios por la respuesta. Al creerle a Dios en esa situación, y actuar según la PALABRA, estás aplicando el poder de la fe para mover una montaña. Ésta empieza a moverse. Después satanás se involucra. La única manera en la que puede detenerte es inyectándote incredulidad para que dejes de aplicar presión sobre la montaña. Él no puede hacer que la montaña no se mueva; sin embargo, puede tratar de detener tu acción de presión de fe contra la montaña. La montaña jamás se moverá hasta que tu apliques la fuerza de la fe necesaria para moverla. Allí es cuando entra
la alabanza.
Mientras te paras firme en la fe—mientras estás aplicando la PALABRA de Dios a la situación—es importante que mantengas la alabanza en tus labios. Continúa alabando a Dios por la respuesta. Alábalo hasta que la montaña se mueva. No te dejes mover por las circunstancias. Sólo mantén tus ojos en la PALABRA de Dios. La PALABRA de Dios y la oración abren las puertas para que el poder de Dios obre. La alabanza mantiene las puertas abiertas. Ésta traerá las manifestaciones del Espíritu Santo y Su grandioso poder.
Activa el poder de Dios en cada área de tu vida declarando la PALABRA en fe, y alabando a Dios por las maravillas que ha hecho por ti.