TÚ y yo, como creyentes, estamos parados al borde del momento más emocionante que la iglesia alguna vez ha visto. Como los israelitas que Dios sacó de Egipto hace miles de años, nosotros estamos viviendo en un momento crítico del tiempo de Dios. Hemos llegado al final de una era.
Jesús regresará muy pronto para llevarnos con Él, y antes de que eso suceda, Dios va a mostrarse fuerte en la Tierra, a través de una muestra enorme de Su poder. Él manifestará Su gloria a través de la iglesia de maneras milagrosas. Él derramará Su Espíritu sobre todo ser, para que todo el mundo en la Tierra, tenga la oportunidad de saber que Jesús es el Señor.
Dios está levantando una generación de creyentes en este tiempo, que, en vez de dejarse pisotear por el mundo, caminará por encima de éste con un poder sobrenatural. De la misma manera que Él levantó a los israelitas antes de su éxodo, para que tuvieran el respeto de los egipcios, nosotros también seremos respetados antes del arrebatamiento de la Iglesia. Es posible que no seamos muy populares, pero, tendremos la atención de la gente, porque seremos una: “iglesia gloriosa, sin mancha o arruga, o nada parecido” (Efesios 5:27).
Ese es el plan de Dios y sin lugar a duda, lo cumplirá. La única pregunta es: ¿Cuán grande es la parte que tú y yo escogemos tener en todo esto?
Personalmente, quiero estar en el medio de la acción, ¿y tú? No quiero estar parada a un lado viendo a la gente de Dios moverse, quiero ser una de las personas que está en el frente, permitiéndole moverse a través de mí. Quiero ser una de las personas de las que Dios se refería en Hechos 2:18-19, cuando dijo: «En esos días derramaré de mi Espíritu sobre mis siervos y mis siervas, y también profetizarán. Haré prodigios en el cielo, y en la tierra se verán señales de sangre, de fuego y de vapor de humo».
¿Cómo podemos, como creyentes, asegurarnos de estar incluidos en ese grupo?
Segunda de Crónicas 16:9 nos proporcina la respuesta. Dice así: «Los ojos del Señor están contemplando toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que mantienen hacia él un corazón perfecto. Pero en este caso tú has actuado como un necio. Por eso, de ahora en adelante te verás envuelto en más guerras».
En este día del derramamiento espiritual, Dios escoge como los siervos que van en la fila del frente, a aquellos creyentes que le son completamente devotos. Él no manifestará Su poder a través de cristianos que tienen un pie en la Palabra y otro en el mundo. Él buscará a aquellos cuyos corazones son perfectos hacia Él.
La palabra perfecto, en este contexto, significa: “consagrado, dedicado, leal” No se refiere a alguien que jamás se equivoca o comete un error. Sin embargo, como Hebreos 3:2 dice: «Él es fiel al que lo constituyó, como lo fue también Moisés en toda la casa de Dios».
Por esa razón, Dios continuó obrando con él. Él necesitaba contar en ese momento de la historia con un hombre fiel. Necesitaba tener a alguien, a través del cual, se pudiera mostrar fuerte y hacer señales y prodigios sobrenaturales.
Si has leído la historia, sabes que Dios no solamente se apareció desde el cielo y les reveló Su poder a los egipcios, sino que obró a través de Su siervo. «Dio a conocer sus caminos a Moisés; los hijos de Israel vieron sus obras» (Salmo 103:7), y después Moisés extendió su mano y ordenó que la voluntad de Dios se hiciera.
Hoy día, Dios todavía usa el mismo método. Por esa razón, durante muchos años nos ha enseñado a ponerle atención a Su Palabra y a vivir nuestra vida por medio de la fe. Él quiere que conozcamos Su camino para que podamos obedecerlo, seguir los susurros de Su Espíritu y ordenar que Su voluntad se haga en la Tierra. Él quiere que estemos preparados para que podamos ser parte de este gran derramamiento de los últimos tiempos.
¡Él quiere que nosotros seamos las personas con corazones fieles!
Más que una fórmula
“Pero Gloria”, alguien podría decir, “la escritura que habla acerca de que Dios busca gente con corazones fieles está en el antiguo testamento. ¿Estás segura de que eso aplica a nosotros como creyentes del nuevo testamento?”
Absolutamente. Jesús lo confirmó. En Marcos 8:34-35 dijo: «Luego llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por mi causa y del evangelio, la salvará».
Al decirnos que tomemos nuestra cruz, Jesús no estaba diciéndonos lo que algunas tradiciones religiosas enseñan: que debemos sufrir sin quejarnos bajo del dedo del diablo. No nos decía que debemos pasivamente aguantarnos cosas como la enfermedad y escasez. No, Él nos estaba llamando a ser fieles.
Nos pedía que neguemos nuestra carne; que no vivamos para complacernos a nosotros mismos, sino para complacerlo a Él. Él decía, como lo repitió una y otra vez durante su ministerio, busquen primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas… Jesús le respondió: «“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” (Mateo 6:33, 22:37, Reina Valera Contemporánea). En otras palabras, pon todo tu corazón en Él, haz de Él tu prioridad y después todo lo demás te será añadido.
El apóstol Pablo lo dijo de ésta manera en Colosenses 3:1-2: «Puesto que ustedes ya han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Pongan la mira en las cosas del cielo, y no en las de la tierra».
Tristemente, muchos cristianos no han puesto atención a versículos como ese. Han tratado de caminar en la bendición de Dios, pero no han puesto sus corazones en el Señor. Aún algunos de los llamados “gente de fe”, han buscado recibir cosas de parte de Dios sin realmente entregarse a Él. Han tratado de usar la fe como una fórmula, haciendo las confesiones correctas mientras que, en lo profundo de su corazón, están lejos de Dios.
Eso no funciona.
La verdadera fe Bíblica no es una fórmula. No se trata tan solo de declarar ciertas cosas y dar ciertos pasos. Es un asunto del corazón.
Ken y yo podemos dar testimonio al respecto. Cuando escuchamos acerca de vivir por medio de la fe, la primera cosa que hicimos fue dedicarnos completamente a Dios. Antes de saber mucho acerca de cómo mantenernos en Su Palabra, hicimos el firme compromiso de poner la Palabra de Dios en primer lugar en nuestra vida, y obedecerla sin importar cual fuera el precio.
No estoy diciendo que en ese momento dominábamos completamente el arte de la fidelidad. Esto sólo fue el comienzo. Como todos los creyentes, Ken y yo teníamos que revisar nuestros corazones constantemente. Todos los días teníamos que decidir pasar tiempo con Dios y hacer de Él nuestra prioridad, para que nuestros corazones no se llenaran con las preocupaciones y las distracciones de este mundo terrenal.
De alguna manera, tomar esta clase de decisiones era un poco más fácil hace 49 años, cuando todavía estábamos empezando, porque estábamos desesperados. Estábamos hundidos en deudas, en quiebra, y no podíamos encontrar la salida. Caminar en la integridad de la Palabra de Dios era nuestra única esperanza. Esta era la respuesta a nuestros problemas, y lo sabíamos. Pensamos: ¡Esto es lo que ha estado mal en nuestra vida! No sabíamos lo que Dios dice en Su Palabra. No sabíamos cómo vivir por medio de la fe y caminar con Él.
Durante esos días, para nosotros no requirió mucha disciplina poner a Dios y Su Palabra en primer lugar en nuestra vida. No teníamos otras opciones, ni nada más que pudiéramos estar haciendo, así que fue fácil ser fieles. Sin embargo, a medida que seguimos caminado con Dios, empezamos a prosperar. Ya no estábamos desesperados. Podíamos hacer lo que quisiéramos. Si queríamos irnos de vacaciones, podíamos. Si queríamos salir de compras, podíamos.
Esta oportunidad no durará para siempre
Requiere mucha más dedicación y amor por Dios ser fiel a Él cuando tienes muchas opciones, que cuando no las tienes. Ken y yo lo sabemos por experiencia propia. Sin embargo, hemos mantenido nuestro compromiso. Sin importar cuántas opciones tengamos, continuaremos siendo fieles a Dios. Además, en cada lugar en el que predicamos, encontramos multitudes de creyentes que han hecho el mismo compromiso.
¡Ahora mismo, Dios tiene gente fiel en la Tierra!
Él tiene gente con la que puede trabajar, personas que saben cómo usar su fe y cómo ser bendecidas. Ellos saben cómo recibir financieramente y caminar en salud. Ellos pueden hacer cualquier cosa que quieran hacer en este mundo y, sin embargo, escogen seguir a Jesús.
En vez de pasarse toda su vida corriendo detrás de los placeres naturales, han puesto a un lado las cosas de la carne, caminando en el Espíritu y buscando las cosas de Dios. Son una luz en la Tierra para Él y una bendición para el mundo.
¡Por esa razón cada uno de nosotros, como creyentes, estamos aquí en este planeta y es lo que debemos hacer! Estamos aquí para ser una bendición, para llevar el ministerio de Jesús, y para ser la Palabra de Dios manifestada en la carne, tal como Él lo fue cuando estuvo en la Tierra. Es una gran responsabilidad, sin embargo, ese es el llamado que se nos ha dado a todos.
Jesús no solamente dijo: “Yo soy la luz del mundo”, Él dijo: “Ustedes son la luz del mundo” (Juan 8:12; Mateo 5:14). Si este mundo no ve a Jesús a través de la iglesia, no lo verá en lo absoluto, porque esa es la manera en la que Él lo planeó.
¡Piénsalo! Tenemos ahora la oportunidad de hacer lo mismo que Jesús hizo por el Padre, simplemente porque lo amamos. Tenemos la oportunidad de compartir Su evangelio con otras personas, ayudar a traerlos al Reino de Dios, y revelarle la Gloria de Dios a este mundo.
Sin embargo, esta oportunidad no durará para siempre. Estamos al final de una era y Jesús regresará pronto. Cuando regrese, queremos que nos encuentre caminando en Su poder y haciendo fielmente la obra de Su reino. Queremos que nos encuentre comprometidos con Él y viviendo en la fila del frente de este derramamiento de Su gloria.
Como Jesús explicó en Mateo 25:14-17:
«Porque el reino de los cielos es como un hombre que, al irse de viaje, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno le dio cinco mil monedas de plata; a otro, dos mil; y a otro, mil. A cada uno conforme a su capacidad, y luego se marchó. El que había recibido cinco mil monedas negoció con ellas, y ganó otras cinco mil. Así mismo, el que había recibido dos mil, ganó también otras dos mil».
A través de la historia de la iglesia, Dios ha confiado Su “propiedad” espiritual o recursos a Su pueblo. Particularmente, durante los últimos 100 años, hemos visto cómo les ha dado distintas cosas a generaciones distintas de creyentes. Él le dio a una generación la revelación fresca del nuevo nacimiento. Le dio a otra generación un reavivamiento de los dones del Espíritu. Le entregó a otra generación un movimiento de la enseñanza de la Palabra.
En nuestra generación ha puesto todo junto. Nosotros no solamente tenemos el nuevo nacimiento, la enseñanza de la Palabra, los dones del Espíritu, sino también, estamos entrando en una manifestación de la Gloria de Dios. Estamos entrado a los días de las señales, milagros, prodigios y el derramamiento del Espíritu sobre toda carne.
Debido a que hemos tenido tal abundancia de recursos espirituales, Dios espera más de nosotros. Él espera que seamos como el siervo con las 5.000 monedas de plata. Que invirtió esas 5.000 monedas y las transformó en 10.000. Le prestó atención a la obra de su maestro y trajo prosperidad a su reino.
Como resultado, cuando el dueño regresó, el siervo fue premiado. Su señor le dijo: Bien, siervo bueno y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.” (versículo 21).
¡El que es fiel, es el que entrará en el gozo del Señor! Los infieles jamás lo harán. Los cristianos infieles cuando mueran probablemente irán al cielo, pero se perderán el gozo real de vivir. Mientras ellos están focalizados en cuidar la vida de la carne, se pierden la mejor vida del espíritu y las recompensas celestiales futuras.
A pesar de que, en algunos momentos, parece un sacrificio mantener el corazón fijo en Dios, al final, servirlo no cuesta nada—¡vale la pena! No puedes hacer nada para Dios sin que Él después te recompense abundantemente.
En Mateo 24:45 Jesús preguntó: «¿Quién es el siervo fiel y prudente?» En mi Biblia, al lado de ese versículo escribí: “¡Gloria!” Porque he tomado la decisión: —seré fiel y prudente. ¡Cuando Jesús busque a alguien con un corazón fiel para poder mostrarse fuerte, va a encontrarme!
Te animo a hacer el mismo compromiso. Conviértete en una persona con la que Dios pueda contar. Dile todos los días: “Señor, te amo y estoy aquí para servirte” Mantente listo para manifestar Su gloria, en esta hora emocionante ¡y entra en el gozo del Señor!