¿Sabes lo que teme el diablo?
Teme el día en que nosotros, como creyentes, descubramos nuestra verdadera identidad y todo lo que realmente tenemos en Cristo Jesús.
Cuando de veras recibimos esa revelación, nos convertimos en la mayor pesadilla del infierno. Dejamos de vernos a nosotros mismos como “antiguos pecadores salvos por la gracia” y nos damos cuenta de que «somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.» (Romanos 8:37). Nos ponemos una sonrisa al 100% en el rostro que nada podrá quitarnos, dejamos de tolerar la derrota y comenzamos a operar en una fe en Dios que supera al mundo.
¿Por qué?
Porque entender nuestra identidad en Cristo nos libra de la famosa mentira del diablo, la cual nos dice que somos indignos de caminar en el poder y las BENDICIONES de Dios. Nos libra de la condenación y nos libra para creer y recibir todo lo que la PALABRA de Dios dice que ya nos pertenece.
Lamentablemente, muchos cristianos muy bien intencionados aún no han experimentado tal grado de libertad. Oh, con seguridad ellos han visto en la Biblia la rica herencia que Dios nos ha provisto como Sus hijos, y en oración han pedido Sus BENDICIONES. Incluso se han esforzado por creer que reciben cuando oran, como nos dijo Jesús en Marcos 11:24. Pero simplemente no parecen recibir.
Encuentran su fe obstaculizada por un sentido de inferioridad espiritual. Luchan por creer, no porque duden de la capacidad de Dios para darles lo que piden, sino porque no están seguros de que califican para recibirlo.
Todos sabemos cómo se siente porque todos hemos pasado por eso. Incluso puedes estar estancado allí ahora mismo. Pero no tienes que quedarte en ese lugar.
¡Puedes olvidar las mentiras del diablo!
Puedes tomar las verdades de las Escrituras sobre tu identidad como creyente nacido de nuevo y meditar en ellas hasta que dominen tu pensamiento. Al renovar tu mente y mantenerla renovada a la realidad de quién eres y lo que tienes en Cristo, puedes romper todos los obstáculos para creer y desatar tu fe. Estudiemos a continuación tres de esos obstáculos a tu fe.
Obstáculo Nº 1: Falta de comprensión de la Nueva Creación
«De modo que si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo! Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo a través de Cristo y nos dio el ministerio de la reconciliación.»
2 Corintios 5:17-18
Mencionaré algo que no suena muy religioso en absoluto, pero que es verdad. El viejo pecador que eras antes de nacer de nuevo ya no existe. En el momento en que recibiste a Jesús como tu SEÑOR y Salvador, ese viejo pecador murió y te convertiste en una nueva creación, un ser o una especie nueva que nunca existió antes.
Si eras un asesino, ese asesino falleció. Esa vieja identidad fue borrada para siempre. Renacido a la imagen de Jesús, ya no eres un asesino (o un adúltero, un mentiroso o cualquier tipo de pecador que solías ser) así como Jesús tampoco lo es, porque has sido recreado por Dios. Espiritualmente has sido hecho completamente nuevo.
“Pero hermano Copeland, ¿no debería aún sentir pena por mi pasado pecaminoso?”
No. Debes olvidarlo y verte a ti mismo como una nueva criatura tal como lo hace Dios. Nunca mirarías a un bebé recién nacido de forma natural y dirías: “Oh, es una cosita dulce, pero ¿no se avergüenza de su pasado?” Eso no tendría sentido; sería completamente ilógico. Un bebé no tiene pasado, y cuando naces de nuevo en el reino de Dios, tampoco lo tienes.
Así que rehúsate a mirar hacia atrás. En cambio, concéntrate en la persona que eres ahora mismo. No solo tus pecados han sido borrados por la preciosa sangre de Jesús, sino que ahora tienes en tu interior Su propia naturaleza. Él ha entrado en tu espíritu y ha traído consigo Su fe, Su justicia, Su amor, Su perdón y todos Sus demás atributos.
¡Has renacido en la grandeza!
Según la Biblia: «han nacido de nuevo, y no de una simiente perecedera, sino de una simiente imperecedera, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.» (1 Pedro 1:23). Eres: «linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien los hechos maravillosos de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.» (1 Pedro 2:9). Eres uno de los que pueden decir junto al apóstol Juan: «Él (Jesús) nos amó; con su sangre nos lavó de nuestros pecados, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre.» (Apocalipsis 1:5-6).
Repite esto en voz alta ahora mismo: “¡Soy un rey y un sacerdote!”
Eso es lo que somos todos, como creyentes. Somos realeza espiritual, nacidos de nuestro Padre celestial «que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; y que también nos ha librado del poder de la oscuridad y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo… porque al Padre le agradó que en él habitara toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas… en su cuerpo físico, por medio de la muerte, para presentárselos a sí mismo santos, sin mancha e irreprensibles» (Colosenses 1:12-13, 19-22).
¡A eso le llamo estar BENDECIDO! En esos versículos podemos apreciar que Dios ya lo ha hecho todo por nosotros. Realmente somos nuevas creaciones en Cristo. Solo tenemos que empezar a pensar y actuar como tales. ¡Solo tenemos que comenzar a decirle no a las mentiras del diablo y decirle “sí y amén” a la verdad de la PALABRA de Dios!
Obstáculo Nº 2: Falta de comprensión de la Justicia
«Al que no cometió ningún pecado, por nosotros Dios lo hizo pecado, para que en él nosotros fuéramos hechos justicia de Dios.»
2 Corintios 5:21
Este segundo gran obstáculo para la fe mantiene a más cristianos en esclavitud que cualquier otra cosa: no han comprendido que han sido hechos la justicia de Dios en Cristo.
Es posible que lo hayan oído predicar. Es posible que hayan leído versículos al respecto en la Biblia. Sin embargo, se perdieron la revelación porque realmente no saben lo que significa la justicia. Debido a que rara vez se usa fuera de la iglesia, la mayoría de los cristianos piensan que la justicia es solo una palabra pasada de moda que se refiere a ser lo suficientemente correcto religiosamente hablando para ganarse la aprobación de parte de Dios.
Kenneth E. Hagin, quien me enseñó acerca de la fe, solía decir que eso era lo que pensaba en sus primeros años como cristiano. Leía en Santiago 5:16 que «la oración del justo es muy poderosa y efectiva», y pensaba: Si tan solo pudiera llegar a ser justo, ¡Sería un verdadero genio de la oración! Luego sacudía la cabeza porque pensaba que le tomaría dos vidas hacer lo suficiente para estar bien ante los ojos de Dios.
Solía pensar lo mismo porque eso es lo que nos ha enseñado el mundo religioso. ¡Pero el sistema religioso está equivocado! Lo descubrí cuando finalmente recibí la revelación de que soy la justicia de Dios en Cristo y grabé una canción al respecto. Las estaciones de radio cristianas (que en ese entonces todavía estaban esclavizadas por la religión) se negaban a transmitirla. Para ellos, eso sonaba como una herejía.
¡Dios los bendiga! Los disc jockeys en esas estaciones eran buenas personas pero, tal como yo, la mayoría de ellos habían sido criados en iglesias donde el único versículo que todos conocíamos era Romanos 3:23: «Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios».
¡Es un versículo muy triste cuando lo sacas fuera de contexto! Nos da la impresión de que todos estamos destinados a ser pecadores para siempre. Que todos estamos condenados, sin esperanza de ser nada más que injustos ante la mirada de Dios.
Sin embargo, lee el versículo en contexto y obtendrás una imagen completamente diferente. Te darás cuenta de que el versículo 23 está entre los versículos 22 y 24, y esos versículos no nos condenan a la maldad en absoluto. Por el contrario, los mismos declaran: «La justicia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo, es para todos los que creen en él. Pues no hay diferencia alguna… pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que proveyó Cristo Jesús.» Nota que dice la justicia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo. Es por fe, no por obras. No es algo que tengas que ganar o lograr. La justicia es un regalo que se ha proporcionado a expensas de Dios para toda la humanidad.
Esto es lo que yo llamo “¡El gran intercambio!”
Jesús fue hecho pecado con nuestros pecados para hacernos justos con Su justicia. Él sufrió nuestra vergüenza para darnos Su gloria. Estaba condenado a librarnos. Él se enfermó con nuestras enfermedades para que podamos ser sanados y vivir con salud. Fue expulsado de la presencia de Dios para darnos la bienvenida en ese lugar. Se fue al infierno para llevarnos al cielo.
«Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia mediante un solo hombre, Jesucristo. Así que, como por la transgresión de uno solo vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno solo vino la justificación de vida a todos los hombres.» (Romanos 5:17-18, énfasis del autor).
En otras palabras, ¡la sangre de Jesús resolvió el problema del pecado! Rompió el poder del pecado y puso a disposición de todos Su justicia ante el Padre. Su justicia ante Dios está suspendida en el aire, flotando como una gloriosa nube brillante sobre cada ser humano viviente en este planeta en este mismo instante. Ha alcanzado a todos los hombres.
¡Todo lo que tienes que hacer es aceptarla por medio de la fe!
Una vez que lo haces, ya no eres un pecador que está destituido de la gloria de Dios. Eres un santo que, habiendo sido «santificado, mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha una sola vez y para siempre.» no tiene «más conciencia de pecado.» (Hebreos 10:10, 2).
“Pero hermano Copeland, no soy perfecto. Aunque soy cristiano, a veces sigo pecando. ¿Qué puedo hacer?”
¡Arrepiéntete inmediatamente! Corre hacia tu Padre celestial, confiesa tu pecado y recibe Su perdón (1 Juan 1:9), y deja ese pecado y la conciencia de él en el pasado.
La conciencia de pecado se identifica con Adán. La conciencia de justicia se identifica con Jesús, el SEÑOR resucitado, y es tu unión con Él lo que te da poder para mantener el pecado bajo tus pies. Entonces, incluso aun cuando tropieces, mantente siempre consciente de tu justicia en Cristo.
Para lograrlo, por supuesto, tendrás que pasar tiempo a diario en la PALABRA. También tendrás que mantenerte alerta porque el diablo tratará de golpearte continuamente. “¡No eres la justicia de Dios!” te dirá. “Sé algunas de las cosas que has hecho. Eres un desastre y Dios ha estado enojado contigo durante mucho tiempo”.
El diablo nos dice ese tipo de cosas a todos. ¡Pero es una mentira descarada! Dios le dijo al Cuerpo de Cristo en Isaías 54:9: «cuando juré que nunca más las aguas del diluvio volverían a cubrir la tierra: Ya he jurado que no volveré a enojarme contra ti, ni te reñiré.»
¡Dios ya no está enojado! A veces se siente decepcionado, pero nunca se enoja con ningún creyente. Él derramó toda Su ira sobre Jesús cuando se convirtió en nuestro Sustituto, y ahora ni Él ni Jesús están enojados con nadie, más que con el diablo.
Recuérdale eso al diablo la próxima vez que venga a acecharte. Cuando intente decirte que estás en problemas con Dios, contraataca y recuérdale que él es el que está en problemas. ¡Entonces sigue tu camino regocijándote al saber que eres la justicia de Dios en Cristo!
Obstáculo Nº 3: Falta de comprensión de nuestro lugar en Jesús y Su lugar en nosotros
«Hijitos, ustedes son de Dios, y han vencido a esos falsos profetas, porque mayor es el que está en ustedes que el que está en el mundo.»
1 Juan 4:4
Como no puedo enumerar aquí todas las escrituras que quisiera, te daré una tarea: consigue una concordancia y busca los 130 versículos del Nuevo Testamento, desde Romanos hasta Apocalipsis, que contienen estas frases: en Cristo, en Él y en Quien. (Si no sabes cómo usar una concordancia, busca en Google).
Haz una lista de esos versículos y tómate el tiempo para escribirlos a mano. A continuación lee cada uno de ellos en contexto. Lee el capítulo completo en el que aparecen, o incluso el libro donde los encuentras. Eso absolutamente cambiará tu vida.
¡Tu fe saldrá impulsada como un cohete!
En lugar de pensar en términos de que Jesús está arriba en el cielo y tú aquí en la Tierra, te enfocarás cada vez más en Dios. Crecerás en tu habilidad de reconocer que estás en Jesús y que Él está en ti las 24 horas del día, los 7 días de la semana, y esa misma capacidad de reconocerlo te hará un valiente guerrero para el reino de Dios.
Cuando te mires al espejo por la mañana, te verás a la luz de las Escrituras como 2 Corintios 6:16, donde Pablo escribió: «¡Ustedes son el templo del Dios viviente! Ya Dios lo ha dicho: «Habitaré y andaré entre ellos, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.»». Te verás y pensarás: ¡veo a una persona que habita en Dios!
Una vez que esa forma de pensar se convierta en la norma para ti, te convertirás en una pesadilla para el diablo. Atravesarás todos los obstáculos a tu fe y dirás con denuedo cuando ores: “He sido hecho justicia de Dios por la dulce sangre de Jesús. ¡Se supone que debo estar sanado! Se supone que debo ser próspero. Se supone que debo ser BENDECIDO y ser una BENDICIÓN para los demás. Y porque sé quién soy en Cristo, entonces ¡CREO QUE RECIBO!” V
Consejos Prácticos: Desata tu fe
Nunca permitas que el diablo obstaculice tu fe al convencerte de que no eres digno de recibir lo que pides cuando oras. Cuando lo intente, recuérdale tu identidad en Cristo. En lugar de acobardarte en la condenación, levántate con la seguridad de tu identidad de justicia de nacido de nuevo. Diles “no” a las mentiras del diablo y “sí” a todo lo que la PALABRA de Dios dice sobre ti, y recibe con valentía la herencia que te corresponde como hijo de Dios. A continuación te presento algunos consejos prácticos que te ayudarán:
- Como creyente, no eres tan solo un antiguo pecador salvo por la gracia. 2 Corintios 5:17
- En Cristo, has nacido para cosas grandes. 1 Pedro 2:9
- Tienes el mismo derecho que Jesús delante de Dios. 2 Corintios 5:21
- La justicia no es algo que se gane. Fuiste hecho justo cuando recibiste a Jesús como tu Señor y Salvador. Romanos 5:17
- Dios te ama y te estima tanto que te ha hecho Su propia morada. 2 Corintios 6:16