Rick Renner Rick Renner absorbió las vistas y los sonidos de la antigua ciudad de Jelgava, Letonia, en la entonces Unión Soviética. De pie, con un cielo descolorido de trasfondo, lucía cansado de agotamiento. Era mayo de 1991 y partes de la pequeña ciudad se mostraban como si la Segunda Guerra Mundial recién hubiese finalizado.
Largas filas de personas serpenteaban por la calle, a la espera de comprar pan. Sobre la ciudad se cernía una oscura opresión espiritual, proyectando en ella sus sombras. Rick sintió que su corazón se conmovía por las personas que necesitaban la luz del evangelio para expulsar la oscuridad y así traer esperanza a los desesperados.
La iglesia subterránea se había liberado y había salido a la luz desde sus escondites como un brote verde de hierba después de un largo invierno. Los adultos jóvenes, hijos y nietos de padres y abuelos que antes habían sido perseguidos, ahora asistían a la primera escuela bíblica en la Unión Soviética.
Por eso mismo estaba allí. Le habían pedido que hablara en la escuela. Siendo franco, no había querido venir. No era que no le importara, sino que Dios lo había bendecido con un ministerio en los Estados Unidos, el cual atravesaba una fase de expansión.
Apenas unos meses antes, Rick había estado de visita en Michigan cuando su amigo le dijo: “Estaré hablando en la primera escuela bíblica no clandestina en la Unión Soviética. Se encuentra en Jelgava, Letonia, y tiene 200 estudiantes. Quiero que vengas.”
“No voy a ir a Letonia”, le respondió Rick a su amigo.
“Está bien. Quédate en Tulsa con tu casa nueva. Diviértete mientras la gente se va al infierno. Nosotros iremos a la Unión Soviética y ayudaremos.”
¡Sentimiento de culpabilidad!
Ahora Rick estaba en Letonia, preparándose para predicar en la escuela bíblica. Rick se encaminó hacia el podio. Al abrir su Biblia, el Señor le habló.
Bienvenido a tu nuevo hogar.
“Me sorprendió”, recuerda Rick. “No esperaba eso.”
“Más tarde, le dije: ‘Señor, ¿estás llamándome para que mi esposa y mis hijos se muden a esto?’ Las condiciones eran deplorables, el lugar estaba destrozado. En ese momento, no comprendía cómo le daría esa noticia a mi esposa Denise.”
“Después de hablar en Letonia, hicimos un recorrido turístico por Moscú.
Denise se había quedado en casa con los niños, orando por mí. Pero, con las otras personas que me habían acompañado, hicimos una gira por Moscú. Con una población de millones, Moscú era masiva y estaba llena de soldados soviéticos en todas partes.”
“Estaba parado en la Plaza Roja frente a la tumba de Lenin cuando tuve una visión. El mausoleo desapareció y me vi pastoreando una iglesia en la ciudad. En una fracción de segundo, vi mi futuro y supe que mi destino estaría en Moscú.”
Dos países: dos llamados
El viaje de Rick a la Unión Soviética comenzó en Tulsa, Oklahoma. Rick, uno de los tres hijos de una familia bautista, aprendió a amar a Dios y a su Palabra a las rodillas de su madre. A los 14 años había visitado a su tía, quien era pentecostal. Ella había estado escuchando un mensaje por el Dr. Charles Goodwin, cuando el hombre comenzó a orar en lenguas. Fascinado por la experiencia, Rick quedó hambriento por más.
Comenzó asistiendo a algunas de las reuniones de Kenneth Hagin, las cuáles eran pequeñas en ese momento. Durante un servicio en particular, el hermano Hagin ofreció un llamado al altar para todos aquellos que deseaban ser usados por Dios. Rick se adelantó. Cuando el hermano Hagin oró, Rick cayó bajo el poder del Espíritu Santo.
Ese día obtuvo más de lo que esperaba. Había nacido con riñones deformados y estaban causándole problemas en ese momento. Pero, cuando el hermano Hagin lo tocó, ocurrió un milagro y sus riñones fueron sanados instantáneamente.
El 11 de enero de 1974, a la edad de 16 años, Rick recibió el bautismo en el Espíritu Santo. Ese mismo año, a pesar de que todavía estaba en la escuela secundaria, se inscribió en una clase en la Universidad Oral Roberts, impartida cada semana por el mismo Oral Roberts, sobre el ministerio del Espíritu Santo.
En la universidad, Rick estudió griego y periodismo, y comenzó su hábito vitalicio de estudiar intensamente el Nuevo Testamento en griego.
Lecciones difíciles
“Después de la universidad, me mudé a Arkansas y me sumé al personal de una gran iglesia bautista”, comenta Rick. “El pastor era una mezcla de lo que yo amaba: el Espíritu Santo y el cerebro. Yo era inteligente, pero indisciplinado; era el pastor de los adultos solteros, y teníamos entre 30 y 40 personas cuando tomé ese ministerio. Aunque ya conocía a Denise desde hacía años, me encontraba en ese lugar espiritual cuando me casé con ella.”
“El ministerio de solteros siguió creciendo. En menos de tres años, tuvimos cientos de participantes en la iglesia, lo que generó un gran revuelo. Muchos de ellos habían sido bautizados en el Espíritu Santo y hablaban en otras lenguas.”
“Cuando surgieron los problemas, renuncié y fui irrespetuoso con el pastor. Lamento tener que reconocerlo, pero por rebelión empecé otra iglesia en la misma ciudad, la cual fue un absoluto desastre. Renuncié a esa iglesia después de dos años. La verdad es que Dios nunca me había dicho que la empezara. Él me dijo: Tu ministerio no alcanzará más lejos hasta que no te disculpes con ese pastor. Me disculpé y lo apoyé mientras estuvo con vida.”
“Fue entonces cuando Denise y yo volvimos a Tulsa. No teníamos nada; sin dinero, sin auto y sin historial de crédito. Finalmente compramos un auto pequeño. Nos surgieron algunas oportunidades para predicar. Escribí mi primer libro: Seducing Spirits and Doctrines of Demons (Espíritus Seductores y Doctrinas de Demonios), el cual vendió miles de copias muy rápidamente. Mi segundo libro, Living in the Combat Zone (Viviendo en la Zona de Combate) también se vendió muy bien. Y mi tercer libro, Dressed to Kill (Vestido para matar) ha sido distribuido por millones a lo largo de los años. En 1990, ya no podía aceptar todas las invitaciones que recibía para predicar. Me sentía finalmente en el carril correcto.”
En enero de 1991, unos meses antes de visitar Letonia, Rick predicó en la Florida. Al darse cuenta de que alguien había olvidado una Biblia en el banco, la tomó y notó que estaba impresa en ruso. Sorprendido por lo similar que el ruso era al griego, esa noche la llevó a su habitación y la devoró. Aunque no entendía lo que estaba leyendo, al menos podía pronunciar las palabras desde el principio.
En retrospectiva, era fácil ver que Dios lo había estado preparando para su llamado a la Unión Soviética. Esa experiencia clavó un anzuelo en el corazón de Rick motivándolo a aprender el idioma ruso. Compró un libro de vocabulario y, cuando visitó Letonia, Rick ya había memorizado 800 palabras en ese nuevo idioma.
Poco tiempo después de hablar en Letonia en la primavera de 1991, Rick supo que tenía que comunicarle a Denise que se mudarían allí.
“Cariño”, comenzó, “Dios nos ha pedido que nos mudemos a la Unión Soviética y que vivamos en Letonia.”
Denise se quedó en silencio y quieta. El silencio se hizo ensordecedor mientras Rick esperaba su respuesta. Al levantar la cabeza, ella se encontró con su mirada.
“Rick, no estoy entusiasmada con la idea en este instante, pero lo estaré cuando subamos al avión.”
¿Qué más se puede pedir?
Una nueva vida en un país nuevo
El 27 de enero de 1992, Rick, Denise y sus tres hijos, Paul, Philip y Joel, de 8, 6 y 2 años respectivamente, se despidieron de sus familiares y amigos y de su vida en los EE. UU. Aterrizando en Letonia, se arrodillaron y besaron la tierra, pidiéndole a Dios que pusiera Su amor por la gente en sus corazones.
“Dios hizo precisamente eso”, recuerda Rick. “Sucedió al instante. Nos enamoramos de la gente. Eran maravillosos y estaban muy hambrientos de Dios. Comenzamos con una casa alquilada, y tuvimos que usar nuestra fe para creerle a Dios por comida mientras yo enseñaba en la escuela bíblica. Durante esos primeros días, prediqué en un evento en Riga, la capital. Fue filmado para la televisión, y Denise y yo lo vimos cuando se emitió. Mientras miraba esa transmisión, escuché al Señor que me decía: Te estoy llamando a que lleves la escuela dominical a toda la Unión Soviética por medio de la televisión.
“El plan tenía algunos obstáculos. Primero, ningún americano lo había hecho con anterioridad. Segundo, no existía un ministerio de televisión en la Unión Soviética como lo conocíamos en los Estados Unidos. Había 11 zonas horarias que cubrir. Volé de un lado a otro, de huso horario en huso horario, reuniéndome con diputados comunistas y haciéndome amigos con muchos de ellos. Cuando les decía que quería enseñar la Biblia en la televisión, todo el aire de la habitación era absorbido. Cuando me ofrecí a comprar tiempo de televisión, nunca habían oído hablar de cosa semejante.”
“Dios se movió de una manera poderosa, y nos concedieron un permiso para comprar tiempo de televisión. Necesitábamos dinero para pagarlo, y nuestros colaboradores de los EE. UU. lo proporcionaron. Para 1993, estaba enseñando la Biblia en televisión en gran parte de la Unión Soviética.”
Una Colaboración poderosa
En el primer viaje de Rick a casa en los Estados Unidos, se detuvo en la ciudad de Nueva York para predicar en una pequeña iglesia, testificando lo que Dios estaba haciendo en la Unión Soviética. Una señora de esa iglesia era colaboradora de los Ministerios Kenneth Copeland y le envió a Copeland una copia del mensaje de Rick. No mucho después, Rick recibió una llamada de parte de Gloria Copeland.
“A Kenneth y a mí nos gustaría conocerte”, comenzó.
Rick había escuchado a Kenneth y Gloria desde que tenía 14 años, y cuando asistía a las reuniones del hermano Hagin, pero nunca los había conocido.
“Rick, hoy nos hemos convertido en tus colaboradores”, le dijo Gloria en la primera reunión y le entregó un cheque por $ 20.000. “Siempre he tenido en mi corazón que nuestro programa se transmita en el idioma ruso. ¿Estarías dispuesto a manejar el ministerio de televisión de KCM en la Unión Soviética?”
“Les respondí que sí antes de siquiera pensar en lo que eso implicaría”, recuerda Rick. “Ese mismo año, comenzamos a transmitir La Voz de la Victoria del Creyente en la televisión en la Unión Soviética. Nuestra asociación con KCM fue mutua. Nos hicimos grandes amigos, como la familia. Se asociaron con nosotros y nosotros con ellos. Dios genuinamente nos conectó para convertirnos en familia.”
“Habíamos estado en Letonia por periodo de un año desde que la Unión Soviética se había desmoronado, cuando el Señor me ordenó comenzar una iglesia en Riga.”
“Así fue que fundamos Rigas Good News Church (Iglesia de Las Buenas Nuevas de Riga). Durante los años siguientes, construimos el primer edificio de iglesia que se construirá allí en 55 años. El día de la dedicación, escuché básicamente al Espíritu Santo decirme: Tu trabajo aquí ha terminado. Ve a Moscú y vuelve a hacerlo.”
Rick sabía que era hora de darle a Denise la imagen completa de lo que había visto en esa visión en la Plaza Roja frente a la tumba de Lenin años atrás.
“Cariño, Dios nos está llamando a Moscú para comenzar una iglesia.”
Denise se quedó quieta, absorbiendo el golpe. Levantando la cabeza para encontrarse con la mirada de Rick, habló con su esposo y con su Dios: “No estoy emocionada en este instante, pero lo estaré.”
A Rusia con amor
El sol de agosto brillaba en las cruces de oro que se alzaban sobre la impresionante arquitectura y los colores brillantes de las cúpulas de la catedral de San Basilio en la Plaza Roja de Moscú. Rick y Denise cruzaron la plaza hasta el hotel Rossiya. En su interior, alquilaron un espacio para que la Iglesia de las Buenas Nuevas de Moscú se reuniera. Dios les había ordenado que se mudaran a Moscú, y ahora estaban allí. Y tal como lo hizo en Letonia, Dios depositó Su amor por la gente de Moscú en sus corazones.
El Salón en el hotel Rossiya tenía capacidad para unas 180 personas, pero 220 asistieron al primer servicio. Claramente, este sería un hogar temporal para la nueva iglesia. Rick y Denise encontraron al pueblo ruso hambriento de Dios, y muy leal. Les encantaba recordar y celebrar el día en que se habían arrepentido. La iglesia floreció y creció, explotando en lugares temporales hasta el 7 de diciembre de 2014, fecha en que dedicaron sus instalaciones permanentes en la ciudad.
En los años posteriores, la Iglesia de las Buenas Nuevas de Moscú ha sumado iglesias en los campus de la ciudad. Hoy, la iglesia tiene 2.500 personas en asistencia cada fin de semana. Los días lunes ofrece un servicio de asistencia a las personas mayores al que asisten hasta 1.000 personas. Denise, quien ahora se siente como en casa en Moscú, tiene un importante alcance con las mujeres.
“No creas lo que escuchas sobre Rusia”, dice Rick. “Rusia está bien y la iglesia se está fortaleciendo. En la actualidad, estamos transmitiendo programas en 10 idiomas cada semana en la antigua Unión Soviética. Además de transmitir mi propio programa de televisión, también transmitimos para KCM, Joyce Meyer y Charles Stanley. También trabajamos para la organización de John Maxwell y para otros ministerios. Mi programa de televisión se graba en Rusia y se envía a los Estados Unidos. ¿Quién podría haber imaginado que un programa de televisión cristiano sería enviado a los Estados Unidos desde Rusia? En Estados Unidos, transmitimos por televisión en el canal de KCM Believers’ Voice of Victory Network® (la cadena BVOVN®) y en muchas otras plataformas.
“Rusia tiene una larga historia con el cristianismo, del cual se desviaron durante 70 años mientras estuvieron bajo el comunismo, pero están regresando a éste. Creo que el futuro de Rusia es muy brillante.”
Han pasado casi tres décadas desde que Rick y Denise se mudaron con su familia a la Unión Soviética. Paul y Joel ayudan a dirigir la iglesia, mientras que Philip dirige la adoración en una iglesia en los Estados Unidos. Rick y Denise tienen ocho nietos rusos, todos nacidos en ese país. ¡En las reuniones familiares, el grupo ruidoso y bullicioso de personas habla primariamente en ruso!
Mirando hacia atrás en estas últimas tres décadas, Rick reflexiona sobre sus mayores desafíos de fe.
“Tratar con el diablo es fácil”, dice. “Tratar con la vida es fácil. Nos han robado. Hemos sido estafados. Incluso tuvimos que lidiar con la mafia en los primeros años. Sin embargo, lo más difícil con lo que he tenido que lidiar es conmigo mismo. Mis mayores desafíos de fe han sido usar mi fe para doblegar mi carne: mantenerme en fe, manteniendo una actitud alegre y obedeciendo a Dios. Todo es fácil si podemos dominarnos a nosotros mismos. Si podemos conquistarnos a nosotros mismos, podemos conquistar el mundo.”