“La oración ferviente (sincera, continua) de un hombre justo pone a disposición tremendo poder [dinámico en su operación]” (Santiago 5:16, Biblia Amplificada, Edición Clásica)
Seamos honestos. Cada uno de nosotros ha hecho oraciones que sentimos no fueron respondidas. Hemos conocido de personas que oraron… y oraron… y oraron; sin embargo, nada sucedió.
Esas oraciones no pusieron a disposición tremendo poder dinámico. De alguna manera, no impactaron en el blanco.
No podemos darnos el lujo de fallar y no impactar en el blanco en la oración, porque la oración es la que pone a nuestra disposición el poder de Dios. Necesitamos desesperadamente el poder de Dios liberado de manera poderosa para traer salvación, liberación, sanidad y restauración a nuestras vidas, nuestras familias, nuestro gobierno y nuestro mundo.
Debemos aprender a mantenernos firmes en el poder de la oración y a ejercer nuestro dominio, provocando la voluntad de Dios en la Tierra como en el cielo.
Quizás te preguntes: “¿Se supone que domine?”
Sí. Fuiste destinado y diseñado por Dios para gobernar en la Tierra, no una víctima de las circunstancias. Si eres nacido de nuevo, tienes dominio a través de Jesucristo. Las circunstancias deben doblar su rodilla cuando oras, pero solamente cuando oras con precisión.
Para orar con precisión, primero debes encontrar la voluntad de Dios para la situación. Primera de Juan 5:14-15 dice que: «…si pedimos algo según su voluntad, él nos oye… [y] también sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.» Tú puedes conocer la voluntad de Dios a través de Su Palabra (Su voluntad escrita), y también por el Espíritu Santo cuando te la revela.
Una vez que recibas la revelación de la voluntad de Dios, aférrate a ella en fe. De hecho, el Espíritu se aferrará contigo, te fortalecerá y te ayudará a orar «conforme a la voluntad de Dios.» (Romanos 8:27).
Ahora, rehúsate a darte por vencido hasta que este mundo natural se someta a la verdad espiritual y hasta que la voluntad de Dios se lleve a cabo en esa situación. Allí es cuando descubrirás por ti mismo que tus oraciones realmente son poderosas. Podrás decir que, a través de la oración, ¡eres un ejecutor de la voluntad de Dios en la Tierra!