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Kellie Copeland

El regalo perfecto

diciembre, 2014 No hay comentarios
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El regalo perfecto
La Voz de Victoria del Creyente diciembre, 2014
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Navidad es mi época favorita del año.

Es un sentimiento verdadero que tenemos en común yo y millones de personas alrededor del mundo. Una época del año que hace que las personas se unan—alaben, se rían, cocinen y pasen tiempo juntos.

Para nuestra familia, es un tiempo para relajarnos, disfrutar los unos de los otros y de las muchas bendiciones que el Señor ha derramado sobre nosotros. Por supuesto: tenemos muchas “ocupaciones”, cosas que deben hacerse durante la temporada navideña, como limpiar, decorar, viajar e ir de compras.

Las compras en Navidad. Eso proyecta una idea completamente distinta a la “unión”. Y mientras consideraba esto, comencé a pensar en la importancia que le damos a las cosas materiales que nos compramos los unos a los otros en Navidad. Generalmente comenzamos meses por adelantado, pensando y buscando por los regalos perfectos para nuestros seres queridos.

Mis pensamientos regresaron a una historia clásica de Navidad. El regalo de los magos, es la historia de una pareja pobre que estaban tan dispuestos a complacerse el uno al otro que vendieron su posesión más preciada para comprarse un regalo mutuamente —ella vendió su cabello para comprarle un reloj de bolsillo; y él vendió su reloj de bolsillo para comprarle a ella una peinilla para su hermoso cabello—.

Su sacrificio sin egoísmo me recuerda lo que Jesús hizo por ti y por mí.

Abandonó su posición en el Cielo

Esa primera navidad en Belén fue el regalo de amor del Padre para un mundo lleno de pecado. Todos conocemos bien Juan 3:16 en la Nueva Traducción Viviente: «Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna».

Filipenses 2:6-8 en la misma versión dice: «Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales».

Jesús dejó su lugar en el cielo como Hijo de Dios —igual a Dios y con todos los privilegios divinos— para venir como un siervo.

¿Por qué haría algo así?

Una razón, es porque Él primero era siervo del Padre. La Biblia está llena de pruebas que nos indican que no hizo nada por sí mismo, sino solamente aquello que le agradaba al Padre. Por ejemplo, Jesús dijo en Juan 5:30: “No puedo hacer nada por mí mismo [independientemente, por mí mismo —sino únicamente mientras recibo instrucción de Dios y a medida que recibo sus órdenes]. Aun mientras escucho, juzgo [decido mientras espero por una decisión. A medida que su voz viene a mí, tomo una decisión], y mi juicio es verdadero (justo y honrado), porque no busco o consulto mi propia voluntad [no tengo deseo de hacer lo que a mi me agrada, lo que busco, o mi propósito], sino solamente la voluntad y el deleite del Padre que me ha enviado” (AMP).

Fue en este lugar de servicio en el que Jesús se ofreció a sí mismo por el mundo, y fue allí donde se humilló a sí mismo para convertirse en siervo de toda la raza humana. Empezando con sus discípulos, Jesús dio su vida diariamente, cuidándolos, protegiéndolos, salvando sus vidas y explicándoles la Palabra de Dios. Él estaba sujeto a las mismas tentaciones que nosotros, y aun está disponible para ayudarnos y servirnos cuando somos probados por las circunstancias (Hebreos 2:14-18).

¿Puedes imaginarte las caras de sorpresa de los discípulos cuando Él se quitó su manto, e hizo de sí mismo un siervo para lavarles los pies? Esta acción hizo que Pedro se sintiera incómodo. Y clamó: “¡El hijo de Dios no debería lavar mis pies!” Pero, Jesús lo hizo. Y esto fue una imagen de lo que hizo por nosotros en la Cruz.

Y aquí estamos…

Como Pedro, le hemos permitido que nos lave y nos deje limpios. ¿Qué sigue ahora? ¿Cómo puede  eso cambiar nuestras vidas? ¿Cómo cambia nuestra Navidad? Jesús le dio a Pedro la respuesta en Juan 13:12-15 «Después de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, se sentó y preguntó: —¿Entienden lo que acabo de hacer? Ustedes me llaman “Maestro” y “Señor” y tienen razón, porque es lo que soy. Y, dado que yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies, ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les di mi ejemplo para que lo sigan. Hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes» (NTV).

Muchas personas quieren ver las cosas buenas que Jesús compró y pagó por ellos manifestadas en sus vidas. Quieren ser importantes en el reino de Dios, vivir como hijos de Dios y caminar bajo los beneficios de su pacto.

¡Jesús dejó de lado Su posición en el cielo para convertirse en esclavo para que tú y yo, quienes una vez fuimos esclavos del pecado, podamos tener un lugar en el cielo! Jesús le dijo a sus discípulos cómo ser líderes en Su reino. No se trata de cuánto dinero tienes o la mente maravillosa que posees para los negocios. Para llegar a ser el más grande debes transformante en un siervo —tal como Jesús lo hizo—. 1 de Juan 4:17 declara: «Pues como él es, así somos nosotros en este mundo»

La versión NTV de 2 de Corintios 6:1-2 dice: «Como colaboradores de Dios, les suplicamos que no reciban ese maravilloso regalo de la bondad de Dios y luego no le den importancia. Pues Dios dice: «En el momento preciso, te oí. En el día de salvación te ayudé». Efectivamente, el «momento preciso» es ahora. Hoy es el día de salvación». Jesús no vino a la Tierra para mostrar su divinidad, sino a mostrar la asociación de Dios con la humanidad.

Como su gente, tú y yo estamos llamados a ser Sus representantes en el mundo. Podemos tomar nuestra posición en el reino de cielo “como colaboradores de Dios” —Sus representantes— para bendecir, sanar, y amar a la gente en el reino de Dios. ¿Qué mejor regalo podemos darle a nuestras familias que ser sus siervos — amarlos, bendecirlos, y dejar que vean a Jesús en cada una de nuestras palabras y acciones?

¿Qué mejor regalo podemos darle a nuestro Padre del cielo que ser Su representante fiel en la Tierra —revelándolo como un Salvador amoroso y dador?—

En este día y época, necesitamos mostrarle a la gente Su amor. Jesús dijo que el amor es la clave.

Tal como Jesús se transformó en un siervo, tal como Jesús lo hizo, y aún ahora nos anima y conforta, nosotros deberíamos hacer lo mismo con otras personas. Nuestra actitud los unos hacia los otros debería ser la misma que Él tiene hacia la humanidad.

Puedo hacer eso por mi familia, mi iglesia, mi país y el mundo.

Feliz Navidad, Jesús… ¡lo haré por ti!


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