Lo que tengo que decirte hoy es simple. También es bastante serio.
Tu respuesta no sólo afectará tu vida y la mía, sino la de miles de personas.
Este es un mensaje—más bien un mandamiento—que sin duda alguna todos hemos escuchado alguna vez. Sin embargo, por mucho tiempo lo hemos ignorado. Hemos pensado que de alguna manera podemos ignorarlo, que podemos dejarlo pasar, sin pagar ningún precio.
Sin embargo, lo hemos pagado. Nuestro país lo ha pagado. Con darle tan solo una mirada al periódico, podrás darte una idea de cuánto estamos pagando.
El mandamiento del que te estoy hablando lo encontramos en 1 Timoteo 2:1-2. Allí el apóstol Pablo dice: «Ante todo, exhorto a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los que ocupan altos puestos, para que vivamos con tranquilidad y reposo, y en toda piedad y honestidad».
Ese versículo es muy claro, ¿correcto? Las instrucciones son concretas. Y aún en estos días difíciles en los que nuestra nación está necesitando la dirección de Dios, la mayoría de la gente ignora el mandamiento en ese versículo.
¿Por qué?
¿Por qué no nos importa? ¿Por qué no estamos dispuestos a invertir unos minutos en oración todos los días por el futuro de nuestra nación?
No.
Creo que es porque la mayoría de nosotros estamos agobiados por los problemas que nos rodean. Pensamos: ¿Cómo pueden mis oraciones impactar la deuda nacional? ¿Cómo puede afectar mi fe las políticas internacionales? En otras palabras, fallamos en orar, porque fallamos en darnos cuenta el impacto poderoso de nuestras oraciones para afectar a nuestro país. Así que hoy quiero que miremos algunas escrituras y descubramos lo que la PALABRA de Dios dice al respecto.
Primero veamos Romanos 13:1. Allí el apóstol Pablo escribe: «Todos debemos someternos a las autoridades, pues no hay autoridad que no venga de Dios. Las autoridades que hay han sido establecidas por Dios».
Me sorprende la poca atención que le prestamos a esta escritura clave. De hecho, cuando realmente le prestas atención, ¡la mayoría de los cristianos ni siquiera la creen! Puedes darte cuenta por la manera tan irrespetuosa en la que se refieren a sus líderes.
Podrías decir: “Bueno, si esos líderes han sido establecidos por Dios, ¿Por qué actúan así?”
¡Porque los creyentes a los que gobiernan no oran por ellos!
Verás, si en oración invitamos a Dios a nuestros gobiernos, Él tomará el control de aquellos que han sido puestos en autoridad. Como Proverbios 21:1 dice: «El corazón del rey se bifurca como los ríos, pero en manos del Señor sigue los planes divinos». ¡Medita en esto por unos instantes! Dios se ha reservado el derecho de anular la voluntad del líder de un país, de ser necesario, para que Su pueblo sea gobernado de acuerdo con Su voluntad.
Es más, Dios oirá la oración de cualquier líder de gobierno. Aún si él es el peor reprobado en todo el mundo. Él escuchó la oración del Rey Nabucodonosor, ¡y créeme que eso significa que escuchará a
cualquier líder!
Cuando tengas tiempo, te animo a que vayas a Daniel 4 y leas la historia de Nabucodonosor, porque ese es un ejemplo poderoso de lo que estamos hablando. Verás, Nabucodonosor era el rey de Babilonia y era un gobernante pagano, de una nación pagana. Sin embargo, había tomado cautivos de la tierra de Judá. Él tenía algunas personas bajo su autoridad. Por lo tanto, Dios empezó a obrar en él.
Una y otra vez, Dios le advirtió: Nabucodonosor, te volverás loco si no haces las cosas bien. Sin embargo, se rehusó a escuchar y obviamente se volvió tan loco como es posible.
Permaneció así por varios años. Corrió en el bosque para arriba y para abajo como un hombre salvaje. Después, un día clamó por ayuda a Dios y Él lo escuchó.
Sin importar que haya sido un rey pagano de una nación pagana, Dios intervino una y otra vez en la vida de Nabucodonosor y lo escuchó cuando finalmente le pidió ayuda. ¿Por qué? ¡Porque Su pueblo estaba bajo su control!
Si oráramos por ellos…
Este principio tan simple todavía es cierto. Si abrimos el camino a través de la oración, ¡Dios obrará en nuestros líderes! Él cambiará el corazón de cada uno de ellos, desde el presidente hasta el puesto más insignificante, hasta asegurarse de que Sus hijos sean gobernados con justicia. De hecho, si nosotros tan solo obedecemos 1 Timoteo 2:1-2, no existirá consejo de ninguna clase—ningún rey, presidente, congreso—ni nadie que pueda derrumbar el propósito de Dios para
Su pueblo.
La constitución de los Estados Unidos es un documento maravilloso, ungido por Dios en su forma original. Pero, aun así, no se compara con la PALABRA de Dios. ¡La Biblia es la constitución del cielo! Y si todos empezamos a creerla, orarla y actuar de acuerdo con ella en lo que respecta a nuestras naciones, su poder pondrá nuevamente a nuestros países en línea con la voluntad de Dios, y por consiguiente, no habrá nada ni nadie en la Tierra que pueda detenerla.
Sin embargo, si queremos ver que esto suceda, tendremos que tomar la PALABRA de Dios e ir a la guerra en oración y en intercesión fiel. Desafortunadamente la mayoría de nosotros ignora el primer paso para pelear esta clase de guerra. Porque, como dice Efesios 6:10-12, no es una batalla de carne y sangre, sino espiritual. De hecho, veamos esos versículos y miremos lo que dicen exactamente acerca de esta pelea.
«Por lo demás, hermanos míos, manténganse firmes en el Señor y en el poder de su fuerza. Revístanse de toda la armadura de Dios, para que puedan hacer frente a las asechanzas del diablo. La batalla que libramos no es contra gente de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo, ¡contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes!»
Lee el último versículo de nuevo.
La mayoría de creyentes tienen su mente tanto en la Tierra (o son tan carnales en su mente) que nunca se dan cuenta de dónde realmente vienen los ataques del enemigo. Culpan las circunstancias, gastando su energía al pelear contra las condiciones naturales, en vez de las causas sobrenaturales. ¡Necesitamos despertarnos ante la guerra que está ocurriendo en el ámbito celestial!
Podemos ver una visión clara de esto en Daniel 10:12. Allí encontramos que Daniel había estado ayudando y orando por 21 días, esperando por una palabra de parte del SEÑOR. Después un ángel se le apareció y le dijo: «No tengas miedo, Daniel, porque tus palabras fueron oídas desde el primer día en que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios. Precisamente por causa de tus palabras he venido». Este ángel había salido del cielo con la respuesta a la oración de Daniel el primer día que Daniel oró. Pero, por qué no llegó sino hasta el día 21. ¿Por qué le tomó tanto tiempo?
Mira el versículo 13: «El príncipe del reino de Persia se me enfrentó durante veintiún días, pero Miguel, que es uno de los príncipes más importantes, vino en mi ayuda, y me quedé allí, con los reyes de Persia».
Después, más adelante, en el versículo 20 dice: «ahora tengo que volver a pelear contra el príncipe de Persia, y cuando termine de pelear con él, vendrá el príncipe de Grecia».
Estas escrituras son un claro ejemplo de la actividad y la guerra que sucede en los cielos.
La guerra en los cielos
Algunas veces, cuando hablamos de la guerra que ocurre en los cielos, la gente se confunde. “¿El cielo?” dicen. “Pensé que habían sacado al diablo del cielo”.
No se dan cuenta o no saben que a través de la Biblia se nos ha enseñado que existen tres áreas distintas llamadas cielo: el cielo donde Dios habita; el cielo estelar (lo que llamamos el espacio exterior) y los cielos alrededor de esta Tierra (la atmósfera que rodea este planeta).
Este último cielo es donde la guerra espiritual se lleva a cabo (por esa razón Efesios 2:2 llama a Satanás el príncipe del poder del aire). Es allí donde los espíritus malignos, como el príncipe de Persia, operan. Desde allí, ellos tratan de controlar las naciones a las que han sido asignados.
Desafortunadamente ellos los gobernarán a menos que las oraciones del pueblo de Dios se lo impidan.
¿Recuerdas lo que Jesús dijo en Mateo 18:18? «De cierto les digo que todo lo que aten en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desaten en la tierra, será desatado en el cielo». El cielo del que Jesús hablaba no es el cielo donde Dios habita. Allí nada necesita ser atado. Él se refería a la zona de batalla, el lugar del cielo donde las fuerzas de Satanás operan.
Nos estaba diciendo que nos ha sido dada autoridad para derribar las ataduras de Satanás (2 Corintios 10:4). Nos decía que Dios nos ha dado poder para atar los espíritus malignos en los lugares celestiales, y liberar los poderes angelicales para que obren a nuestro favor.
Jesús le dijo a Pedro en Mateo 16:19: «A ti te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos». El texto griego de esa escritura literalmente se leería: “Te doy las llaves del reino. Cualquier cosa que declares atada en la Tierra, será atada en el cielo y cualquier cosa que declares desatada en la Tierra, será desatada en los cielos”.
Daniel no podía hacer eso. Él no tenía la autoridad del Nombre de Jesús. Todo lo que él podía hacer era esperar por 21 largos días hasta que el ángel de Dios pudiera llegar hasta él.
Pero alabado sea Dios, tú y yo, como creyentes e hijos del Dios Altísimo, no tenemos que esperar 21 días. ¡Ni siquiera tenemos que esperar 21 segundos para que los ángeles empiecen a obrar a nuestro favor!
Filipenses 2:9-10 nos dice, que nos ha sido dado el Nombre sobre todo nombre y que ante el Nombre de Jesús toda rodilla se doblará en el cielo, en la Tierra y bajo la Tierra. ¡Eso lo cubre todo!
Como creyentes tenemos autoridad total sobre los poderes de Satanás. Podemos tomar autoridad sobre los espíritus inmundos que están tratando de destruir la nación. Podemos tomar autoridad sobre ellos en el Nombre de Jesús y derribar sus fortalezas.
Es tiempo de que empecemos a darnos cuenta de lo importantes que somos para los asuntos del mundo. Desde el día que Jesús nos dio la Gran Comisión, la vida y la muerte del mundo reposa en las manos de la iglesia. Somos nosotros los que tenemos el Nombre Poderoso de Jesús y la fortaleza asombrosa del evangelio para llevar vida y abundancia a cada criatura. Somos nosotros, cuyas oraciones pueden cambiar cada puesto de autoridad en esta Tierra.
Vota el propósito de Dios el día de las elecciones
Muy pronto celebraremos elecciones nacionales en los EE.UU., y si queremos una nación: “buena y honesta”, dependerá de nosotros que empecemos a interceder ahora mismo y usemos el poder que Dios nos ha dado.
Ahora mismo necesitas orar por todos los candidatos. Necesitas averiguar quiénes son y después ir delante del SEÑOR y preguntarle cuál es Su escogido. No tomes tu decisión basado solamente en lo que los medios de comunicación digan. Ve a Dios. Él conoce el corazón de cada hombre y mujer que está postulado(a) para presidente(a). Él te dará dirección sobrenatural.
Debes estar dispuesto a dejar de lado ideas viejas y prejuicios. No me importa si todo el mundo en tu familia ha votado por los demócratas desde la gran depresión. No me importa si siempre has votado por los republicanos. Esta vez vota guiado el Espíritu Santo. Vota lo que Él te diga.
¿Notaste lo que acabo de decir? Dije: VOTA.
El voto es un privilegio dado por Dios, es un regalo que el SEÑOR nos ha dado. ¡No se lo devuelvas en la cara al desperdiciar la oportunidad de hacerlo!
En las elecciones presidenciales pasadas hubo millones de cristianos creyentes, nacidos de nuevo, bautizados en el Espíritu Santo, que no estaban registrados para votar. Tan solo piensa en el ejército poderoso de Dios que seríamos si todos nosotros vamos a las urnas de votación este año. Nosotros podemos determinar el resultado de las elecciones con nuestros votos, si solamente vamos.
Dios nos ha llamado a interceder. Nos ha mandado a orar por nuestras autoridades. Nos ha dado Su Palabra, Su poder, Su Nombre, Su autoridad y Su fe. Tenemos todas las herramientas necesarias para orar efectivamente por nuestro gobierno y nuestros líderes.
Unámonos como nunca antes en intercesión por este país y por todas las naciones del mundo. Nosotros somos el pueblo de Dios, llamados por Su Nombre, y podemos mantenernos en fe delante de Dios por la sanidad de nuestra Tierra.
Nuevamente insisto. Si no te has registrado para votar, hazlo hoy mismo. Es tu responsabilidad como creyente involucrarte en los asuntos de tu país. Dios desea lo mejor para esta gran nación y la única manera en la que la alcanzará es a través de Sus embajadores, tú y yo.
Si ya estás registrado, entonces ve el día de las elecciones; ¡asegúrate de ir a las urnas de votación! No permitas que los asuntos de tu vida impidan que votes. Y no permitas que nadie más que el Espíritu Santo te diga por quién debes votar. Empieza a prepararte ahora mismo en oración acerca de los candidatos y escucha la voz de SEÑOR.
Dios tiene un ejército marchando en esta Tierra. Si nos unimos, podemos prevenir que los malvados en altos cargos gobiernen nuestra nación. Ha llegado nuestro tiempo: como creyentes debemos ser tenidos en cuenta en oración y en las urnas. ¡Así que haz que tu voz se escuche!
Lo mismo aplica para aquellos que leen este articulo y viven por fuera de los Estados Unidos. Si nos humillamos en oración, en unidad y oramos, Dios cambiará la injusticia y la corrupción que pueda existir en tu país. La clave es la oración e involucrarse.
Es posible que todos vengamos de distintos lugares, con distintos antecedentes, pero tenemos una cosa en común—Jesucristo es nuestro SEÑOR. Y eso solamente es suficiente para alterar la apariencia espiritual de esta Tierra.