Melanie Arnold miraba a la distancia sin esperanza, con el deseo desesperado de escuchar una respuesta de parte de Dios; sin embargo, su expectativa era la de recibir lo mismo que había recibido las dos últimas semanas: silencio.
Día tras día, a la salida del colegio y de regreso a su casa en Duncan, Oklahoma, Melanie había hecho la misma caminata solitaria hasta el final de la calle donde vivía, trepado la reja y saltado a un campo abierto para sentarse a solas. Allí alzaba la mirada al cielo y entonaba la misma —a veces llorosa— súplica: “Señor, no sé qué hacer. Quiero ser escritora, pero me han ofrecido una beca para estudiar enfermería. Por favor dime qué hacer.”
“He querido ser escritora desde que estaba en séptimo grado”, recuerda Melanie. “Ese era mi sueño.”
A la espera de una respuesta, Melanie cerró los ojos y dejó volar su imaginación, para experimentar lo que pensó nunca llegaría. Repentinamente, en el silencio de su meditación, escuchó un susurro dulce y suave.
Estoy llamándote a ser enfermera, y en tus últimos años escribirás.
“No sabía lo que sucedería, porque nunca había escuchado la voz de Dios”, comenta Melanie. “Sinceramente sólo quería la instrucción del Señor, y cuando llegó, simplemente me dije: ‘Bueno, ahora sé lo que tengo que hacer.’ ¿Me decepcionó que Él me dijera que no en ese momento? No exactamente. Simplemente entendí que sería ambas. Sabía que llegaría el momento en el que sería una escritora”.
La pasión por escribir desde temprana edad nunca fue una sorpresa para Melanie, considerando la dinámica de su familia y la afición que tanto ella como sus tres hermanos y padres tenían por los libros.
“Éramos una familia a la que le gustaba leer”, nos explica Melanie. “No teníamos mucho dinero, así que muchas veces nuestras vacaciones familiares eran campamentos. Mi papá construyó una casa rodante que remolcaba en la parte trasera del auto para llevar nuestro equipo de campamento. La parte trasera del remolque era una biblioteca. Antes de salir de la ciudad, parábamos en la biblioteca local para sacar libros. Cuando llegábamos a destino, llevábamos la biblioteca a la carpa. Casi todas las tardes, cuando llovía, nos metíamos en nuestras bolsas de dormir para leer”.
“A pesar de que amaba los libros, nunca había considerado escribir”, Melanie comenta. “Ese deseo llegó un día después de estar en una pista de patinaje y escuchar a uno de los entrenadores hablar acerca de ir a la universidad. Él dijo: “Seré un escritor.” Esa fue la primera vez que pensé en el verdadero origen de los libros. Nunca me había enfocado en el hecho de que la gente asistía a la universidad para aprender a escribir. Pensé: ¡Alguien escribe los libros que me gustan!”
“Mis padres no tenían dinero, y en mi familia nadie había ido a la universidad” relata Melanie. “Yo decidí inscribirme en un programa de ocupación diversificada en mi bachillerato para poder asistir al colegio medio día, y trabajar la otra mitad del día y así ahorrar dinero para ir a la universidad”.
Melanie se inscribió en el programa, mas el único trabajo disponible era el cargo de Asistente de Enfermería—algo que ella jamás había querido tener como profesión. Recordando lo que el Señor le dijo ese día en soledad, Melanie puede ver con claridad cómo ese trabajo encajaba en el plan de Dios para su vida.
“Mientras estaba trabajando como ayudante de enfermería, la asociación local de esposas de doctores me ofreció una beca parcial si estudiaba enfermería”, recuerda Melanie. “Me habían enseñado que, si un hombre carecía de sabiduría, debería pedírsela a Dios. Por esa razón continuaba haciéndole a Él la mima pregunta”.
Melanie aceptó la oferta. En 1967 se graduó del bachillerato, y entró a la Universidad de Enfermería del Hospital Bautista en la ciudad de Oklahoma, de donde se graduó en 1970 para convertirse en una enfermera con licencia.
A pesar de que Melanie siempre había sido devota al Señor, un incidente antes de graduarse de la universidad sacudió su fe, dejándola desamparada. “Una de mis mejores amigas de la escuela secundaria, que nunca había tomado un sorbo de alcohol, fue a una fiesta donde bebió hasta avergonzarse. Ella no sólo se emborrachó esa noche, sino que quedó embarazada. Su familia y los ancianos de la iglesia insistieron en que se casara con el muchacho, pero ella le tenía miedo. En nuestro último año, la había quemado con cigarrillos, la había golpeado y arrojado por un tramo de las escaleras. Ella tenía una pierna quebrada cuando nos graduamos de la escuela secundaria”.
“Ella me escribió una carta antes de morir en la que me decía: ‘Si he creído todo lo que me han enseñado en la iglesia, entonces soy una tonta. Si eso no es cierto, entonces, ¿en qué hay que creer?’” Yo estaba tan furiosa por esa injusticia que dejé de asistir a la iglesia”.
Comienza el cambio
No mucho tiempo después, algo sucedió mientras trabajaba en la Unidad de Cuidados Coronarios (CCU por sus siglas en inglés) que la agitó y la ayudó a restaurar su relación con Dios.
“Un día estaba en mi oficina, cuando empecé a hablarle a Dios” comenta Melanie. “‘Señor, me siento como si estuvieras tan lejos de mí. Si estás ahí, ¿podrías por favor mostrármelo?’ Teníamos una paciente que había sufrido un derrame cerebral y no respondía a estímulos dolorosos intensos. Ella no debía ser resucitada y no debería haber estado en el CCU”.
“Entré a su habitación para revisar el vendaje de su zonda intravenosa cuando las alarmas se dispararon en su monitor cardíaco. Miré hacia arriba y vi una línea plana que indicaba que estaba en paro cardíaco. Pensé para mis adentros: pobrecita, se está muriendo. En pocos minutos había fallecido. Repentinamente, la mujer ya muerta se sentó en la cama. Con sus ojos abiertos y la mirada más hermosa en su rostro, levantó un brazo y exclamó: ‘¡Jesús!’ ¡El monitor todavía indicaba una línea plana! Luego, volvió a caer en la cama”.
“Yo miré al Señor y le dije: ‘Tienes toda mi atención’. Nunca más me volví a alejar de Él”.
Nueve años después, Melanie recibió un doctorado en enfermería. Todo el tiempo, en su pensamiento, todavía podía escuchar al Señor decirle: Al final de tus años escribirás.
Algunas veces parecía que sería enfermera para siempre. Sin embargo, Melanie llegó a amar su trabajo como supervisora clínica de la Unidad de Cuidados Coronarios. Para el momento en que se retiró en 1986, ella podía recordar con total satisfacción, sabiendo que había hecho una contribución muy grande en la vida de cientos de personas.
“Tuve 20 años maravillosos de enfermería”, comenta.
Un lugar para empezar
“A comienzos de 1980, me reportaba a un nuevo vicepresidente del hospital que era muy espiritual”, Recuerda Melanie. “Un día él entro a mi oficina y me dijo: ‘He percibido que hay algo más en tu corazón además de la enfermería’”. Le respondí: “Algún día, seré una escritora”.
Pocos días después, Melanie recibió una notificación de su jefe, que le ordenaba asistir a una serie de clases de escritura creativa a dictarse en el hospital”.
“No sé cómo, pero él encontró dinero en el presupuesto para pagar por un curso pequeño de escritura profesional en OU”, comenta. “Después, continúo empujándome hacia la escritura. En una ocasión, él y su esposa se fueron de vacaciones y me trajeron una camiseta que decía: ‘Prefiero escribir novelas’. Y para navidad, me regaló una suscripción a la publicación Writer’s Digest (Resumen de Escritores)”.
En enero de 1986, después de retirarme de la enfermería, Melanie se unió a un grupo de escritores profesionales y comenzó una carrera independiente, incluyendo escritura fantasma.
Imprimiendo el mensaje de fe
En 1969, Melanie había entrenado por un corto periodo de tiempo en un hospital en St. Louis, Missouri; mientras estaba allí, conoció y se hizo amiga con una pareja que después asistió al Centro de Entrenamiento Bíblico Rhema en Tulsa, Oklahoma. Ellos le presentaron a Melanie las enseñanzas de Kenneth Copeland y Kenneth E. Hagin.
“Me invitaron a las reuniones de campaña del hermano Hagin en Tulsa, y allí fue cuando comencé a involucrarme en el movimiento de la fe”, Melanie recuerda. “Yo también había estado escuchando al hermano Copeland en la radio todos los días”.
“En 1986, dejé la enfermería y estaba por empezar a hacer lo que siempre había querido ser—una escritora. Tenía una libreta azul que usaba para anotar las oraciones respondidas con 4 columnas: ‘Fecha’, ‘Petición’, ‘Escritura’ y ‘Respuesta a la oración’”.
“En una ocasión, escribí 1 Juan 5:14-15 como la escritura en la que me estaba manteniendo firme y a continuación escribí como mi petición: ‘Quiero imprimir el mensaje de fe’”.
“Esto puede sonar extraño, pero pensé que sabía lo que Dios iba a hacer. Por alguna razón, pensé que haría que escribiera para Marilyn Hickey”.
Para ese entonces, Melanie había comenzado a forjar una buena reputación como escritora independiente. En 1986 vendió su primera historia a la publicación Guideposts. El siguiente año, vendió un segundo artículo a Guideposts y en 1988 fue una de los 12 escritores en ganar la competencia nacional de revistas. Melanie pasó una semana en Nueva York, donde ella y los demás ganadores pudieron trabajar con los editores de esa publicación, y otros escritores renombrados a nivel nacional, incluyendo el autor y conferencista de libros de mayor venta, Nomran Vincent Peale.
Debido a su carrera de enfermería, Melanie comenzó a escribir artículos para el American Journal of Nursing, el diario de enfermería más reconocido en el mundo. “Les gustó tanto mi escritura que me pidieron que me trasladara a Nueva York para ser su editora cardiovascular”, Melanie comenta. “¡Ellos querían que escribiera para ellos de tal manera que hicieron que un abogado en Nueva York llamara a mi esposo, Ken, quien era un abogado, y le ofrecieran un trabajo! Me gustaba mucho Nueva York y lo visitaba casi todos los años; sin embargo, teníamos dos niñas pequeñas y no quería criar a mis hijas allí. Además, ese no era mi sueño. Yo quería imprimir el mensaje de fe”.
Un encuentro inesperado con el destino
Para 1989, Melanie vivía su sueño. A pesar de que todavía no había recibido una llamada de Marilyn Hickey, habían otras cosas en marcha —incluyendo una cita imprevista con los Ministerios Kenneth Copeland—.
Una amiga de la iglesia, Jeanne Linville, la había invitado a almorzar para presentarle a Gina Jennings, editora de la revista “La Voz de Victoria del Creyente”. Algunos años atrás, el esposo de Jeanne había muerto de un derrame cerebral. Ella había sido colaboradora de KCM por muchos años y ella resucitó a su esposo. Él vivió 19 años más.
“Gina había sido la editora de la revista durante siete años cuando su esposo recibió una transferencia de trabajo a Edmond, Oklahoma”, nos explica Melanie. “El ministerio le permitió continuar con su trabajo de editora mientras vivía en Edmond. Antes de irse de Fort Worth, Gina había entrevistado a 25 escritores por un puesto de trabajo, pero no sentía que ninguno fuera el adecuado”.
Después de almorzar con Melanie y descubrir lo que hacía, Gina le hizo una sugerencia: “¿Porque no pruebas escribir la historia de Jeanne para la revista, a modo de prueba?”
“Poco tiempo después entrevisté a Jeanne, escribí la historia y se la envié a Gina” Melanie recuerda. “En enero de 1990, el artículo fue publicado en la revista LVVC con mi firma. Titulé el artículo: ‘Milagros en progreso’”.
Ese fue el comienzo de una amistad entre Melanie y Gina, y una conexión para Melanie con KCM y la revista LVVC que ya suma hasta hoy 27 años. Durante ese tiempo Melanie ha escrito más de 300 artículos de testimonios para la revista; artículos que relatan las historias de personas de todo el mundo cubriendo todos los aspectos de la vida, que han enfrentado problemas, incluyendo la muerte, y se han atrevido a creerle a Dios y a Su Palabra por la victoria. Personas reales con necesidades que han experimentado victorias reales en momentos críticos de su vida —personas que han aprendido a confiar en Dios y lo han visto cambiar tragedias en triunfos, derrotas en victorias, pobreza en prosperidad—.
A pesar de que Gina Jennings (ahora Gina Lynnes) ya no edita la revista y se ha convertido en escritora independiente y fantasma, las dos continúan siendo buenas amigas. De hecho, Melanie y Gina han trabajado con el equipo editorial de KCM en varios proyectos importantes como el devocional de Kenneth y Gloria Copeland Crezcamos de Fe en Fe; el libro Camino de fe, Los primeros 30 años y Gente real, Necesidades reales y Victorias reales, este último una compilación de artículos escritos inicialmente por Melanie para la revista LVVC.
El éxito de Melanie como escritora le ha permitido aventurarse en otras áreas de los medios de comunicación. Además de los 50 libros que ha escrito —cuatro de ellos con Gina—, recientemente fue coautora de su primer documental de TV, el cual está en preproducción en este momento. Actualmente está trabajando y desarrollando un guion.
“No soy una persona que disfruta de la atención” comenta Melanie, “razón por la cual nunca me molestó ser una escritora fantasma. Yo no quería escribir mis propios libros porque no quería hacer entrevistas de TV y radio”.
“En 1995, mis padres vinieron a visitarme para Acción de Gracias. Mientras se iban, escuché al Señor decirme: Esta es la última vez que tu papá estará en tu casa. Él vendrá conmigo el próximo año. Hasta entonces aprovecha el tiempo y visítalo cada cuatro o seis semanas. Ese año mantuve la ruta caliente entre las ciudades de Oklahoma y Lubbock” Melanie comenta. “Durante esas largas horas de viaje, seguí recibiendo descargas del cielo. El Señor me mostró cosas en mi vida y lo que significaban espiritualmente. Yo tomaba una servilleta y escribía anotaciones mientras manejaba”.
“Tenía una carpeta en la que guardaba esas servilletas. En el verano de 1996 estaba asistiendo a la Convención de Creyentes de Suroeste cuando recibí una llamada en la que me dijeron que mi papá se había ido a vivir con el Señor. Pasaron muchos años hasta que saqué esa carpeta y esparcí todas esas servilletas arrugadas sobre el escritorio. Para mi sorpresa, me di cuenta de que cada servilleta era el bosquejo de un capítulo de mi libro”.
“Ese libro: ‘Un toque sanador: El poder de la Oración’, es un libro de mi corazón. Lidia con muchas cosas que experimenté en mi carrera de enfermería. Whitaker House lo publicó y Gina estuvo conmigo cuando lo publicaron en una reunión de la Asociación de Editoriales Cristianas (Christian Booksellers Association) en Denver. Para cuando fue lanzado en los Estados Unidos, Whitaker House ya lo tenía en 17 países”.
Cuando la editora y propietaria de Whitaker House le pidió a Melanie que considerara la posibilidad de escribir una serie de libros sobre la Unción de Dios, aceptó bajo una sola condición: que Gina fuera su coautora. Juntas, ya han escrito cuatro libros: El Poder de Dios para Sanar, el Poder de Dios para la Protección, el Poder de Dios para los Niños y el Poder de Dios para los Amados Perdidos.
¡Multiplícate!
Hace casi cinco años, Melanie empezó a escuchar esa palabra de parte de Dios una y otra vez: ¡multiplícate!
“Yo sabía que el Señor me estaba diciendo que lo ayudara a levantar una generación a la que algunas personas se refieren como: ‘Escritores del espíritu Santo’”, Melanie comenta. “Una de las cosas que yo quería que los escritores supieran era lo que Gina me había enseñado al comienzo de mi carrera: ‘Nunca te sientes en el computador hasta que hayas estado en el Trono. Si quieres que tus palabras causen un impacto, escríbelas cuando estés destilando el óleo de la unción de Dios’”.
“También quería que los escritores cristianos supieran que a pesar de que escuchamos de parte del Espíritu Santo, debemos filtrarlo a través de nuestro talento y cualidades, lo que significa que debemos estudiar nuestro arte”.
“He escrito durante 31 años y todavía asisto a conferencias de escritura y leo libros acerca del tema, siempre tratando de perfeccionarme”.
En respuesta a ese pedido de multiplicación, Melanie colaboró con dos escritores locales para empezar una conferencia llamada: “Escribe Bien, Vende Bien OKC”. Esta conferencia anual se lleva a cabo en octubre y reúne a algunos de los autores más famosos, agentes y editores de la nación. Además, empezaron a tener fines de semana intensivos para escritores los cuales se llevan a cabo todos los años en mayo, comenta Melanie. “Para esto tomamos ocho estudiantes y trabajamos con ellos proyectos de ficción y no ficción, y propuestas de libros”. Melanie también lidera un grupo de crítica de escritores en su casa una vez al mes.
Desde su punto de vista, nada de esto hubiera sucedido si ella no se hubiera conectado con Gina y con KCM. Sin embargo, ella sabe que es parte del plan de Dios para sus últimos años.
“Él cambió mi vida”, Melanie dice acerca de Kenneth Copeland y la oportunidad de escribir para él. “Cuando pasas tanto tiempo trabajando en sus proyectos, sacando de sus sermones, sus transmisiones de radio y televisión, y leyendo viejos artículos de revistas, cuando te viertes sobre las enseñanzas de alguien así, ese ADN se vuelve parte de ti. He tenido el privilegio de tener mi nombre asociado con Kenneth y Gloria Copeland durante todos estos años. ¡Qué honor!”
De vez en cuando, Melanie Arnold Hemry saca esa pequeña libreta azul para recordar la fidelidad de Dios en el cumplimiento del deseo de una niña de 12 años—un deseo que tuvo desde séptimo grado—. Ella estudia la lista y da gracias por tantas cosas que han sucedido a través de los años. A pesar de que la noción de que algún día escribiría para Marilyn Hickey todavía no se ha cumplido, Melanie no tiene remordimientos. Lo que trae una sonrisa continua a su rostro es el cumplimiento de una petición, la respuesta que ha viajado alrededor del mundo y que ha alcanzado más allá de lo que ella alguna vez pidiera o imaginara.
¡Melanie Hemry está ayudando a imprimir el mensaje de fe!